Como Profesional Sociólogo – en la línea de la Investigación
Política – y como Intelectual,
trabajo los últimos años, dentro del
Pensamiento Crítico Latinoamericano – con Sociólogos y Científicos
Sociales, de todo el Continente – Brasil
Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, etc. – todos como
Profesionales, en la Escuela Política,
forjada y construida en América latina, desde los tiempos del Gran Amauta José
Carlos Mariátegui. Respeto
– soy un crítico convencido, de los postulados, principios o fundamentos – que hoy
divulgan en todo el mundo y en especial en Nuestra América, la “Nueva Izquierda”
Progresista, Democrática, para
nosotros, se quedó en el camino Político, se dejó obnubilar por dos cuestiones
centrales, el éxito de las Políticas
Sociales y el No Construir Partido
Político, para transformar y Modernizar el Estado – situación que real y
objetivamente generó, fuera fácilmente capturado por las mil formas de la corrupción -. Pero el Pensamiento Crítico Latinoamericano, también nos conduce a realizar
un deslinde
político ideológico – en tiempos de Democracia, con la “Nueva Izquierda Liberal”, (Respetamos su trabajo social
y Político) aquel conglomerado de “Colectivos Sociales”, que trabaja por
mejores condiciones sociales de Vida
de los sectores que representa dentro del propio sistema capitalista – No cuestiona
el Capitalismo, menos el Estado, (modelo de organizaciones, representaciones y
movilizaciones muy activas desde la década
de los 80’ del siglo XX en todo Europa y Estados Unidos (Ambientalistas,
Derechos Humanos, Derechos Civiles, Feminismo, Minorías sexuales, Consumidores,
Pacifistas, Niños. Culturalistas, etc.) – tiempos históricos y políticos –
cuando la globalización neoliberal, destruía
todos los derechos sociales de los
trabajadores. Lo interesante, lo importante, es que deben ser tiempos
políticos de grandes polémicas – la batalla de las ideas – con la
finalidad de conocer con profundidad y
libertad, hasta donde van en realidad
nuestros Programas de Gobierno. Ahora ponemos a disposición de Ustedes. Distinguidos amigos
(as) dos textos en relación a la Izquierda en el Perú y América Latina.
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LOS RETOS DEL PENSAMIENTO
CRÍTICO.
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Emir
Sader.
ALAI
martes 16 de mayo del 2017.
Las
grandes trasformaciones – en general de carácter regresivo – de las últimas
décadas se han constituido en grandes desafíos para el pensamiento crítico.
Verdades consideradas establecidas fueron desmentidas rotundamente, una de
ellas la idea de que la historia tenía una tendencia evolutiva de tipos de
sociedad, por lo cual después del capitalismo nos aguardarían el socialismo y
el comunismo. Aunque no se orientara estrictamente por esa visión, había un
sentimiento evolutivo de los procesos históricos. Un gran tema de los años 1970
era sobre el fin del capitalismo, considerado ineluctable, la discusión se
centraba en cómo y cuándo ello se daría.
Otros temas, como el rol positivo del Estado, los
rasgos retrógrados y conservadores de la derecha, la centralidad de la clase
obrera, constituían un conjunto de referencias para el pensamiento social, que
se han disuelto en el aire. La comprensión del nuevo período histórico se ha
vuelto el más grande reto para el pensamiento de la izquierda. Incluso porque
ese reto se planteaba bajo la influencia de un nuevo auge del liberalismo y de
desprestigio del socialismo y de corrientes teóricas que siempre habían girado
alrededor de ese tipo de sociedad.
La vida académica se ha vuelto más burocratizada,
las modas de ruptura con la izquierda y adhesión a nuevos modelos ideológicos,
el aislamiento de la fuerzas de izquierda y de sus corrientes de pensamiento,
fueron rasgos del nuevo período, globalmente caracterizado por tendencias
conservadoras. El mismo pensamiento crítico no ha dejado de sufrir
consecuencias de las grandes trasformaciones de las relaciones de poder en
escala mundial.
En su seno corrientes han adherido a la idea de
rechazo del Estado, en nombre de la “sociedad civil” o hasta a plantear que
sería posible trasformar el mundo sin acceder al Estado, todos bajo influencia
del liberalismo. Del otro lado del espectro ideológico, en el marco de pensamiento
sectario, se consideraba que, como el neoliberalismo es el supra suma del
capitalismo, solo se saldría de ese modelo hacia el socialismo.
Demostraba las dificultades del pensamiento social
para comprender un cambio de período hacia uno de carácter regresivo, pero que
se presentaba como innovador, rechazando al Estado, al socialismo, a la
política, a las soluciones colectivas, a los movimientos sociales, a los
partidos, a las mismas ideologías y a la izquierda, como conservadores,
superados, agotados.
Un nuevo período histórico profundamente
contradictorio, solo puede ser comprendido valiéndonos de la máxima de Lukacs:
lo único que hay de ortodoxo en el marxismo es el método, esto es, la
dialéctica. Porque ese nuevo período ha representado, a la vez, un inmenso
retroceso, con el fin del socialismo y el desgaste de un conjunto de
referencias progresistas, con el advenimiento de un mundo unipolar bajo
hegemonía norteamericana. Pero, a la vez, esa hegemonía no trajo aparejada ni
la reactivación de un ciclo de expansión económica del capitalismo, ni un
período de paz mundial, bajo la acción del imperialismo norteamericano.
La globalización del modelo neoliberal ha
significado el paso a un ciclo largo recesivo del capitalismo, que ya dura
varias décadas y no tiene plazo para terminar. La multiplicación de focos de
guerra es otro rasgo del nuevo período. Lo cual, a su vez, ha permitido el
surgimiento de gobiernos antineoliberales en América Latina y de los Brics, en
escala mundial, como contrapuntos a la hegemonía norteamericana y del modelo
neoliberal.
La comprensión contradictoria de esos factores es
indispensable para que el pensamiento crítico se ponga a la altura de los
desafíos presentes, especialmente en América Latina, donde ese pensamiento
necesita recuperar la capacidad de análisis creativa que tuvo en el pasado,
para poder contribuir a la superación de los problemas que la lucha anti
neoliberal plantea. No habrá superación del neoliberalismo sin una
participación activa y creativa del pensamiento crítico, en estrecha relación
con la práctica política de las fuerzas del campo popular, porque se trata de
desafíos nuevos, en un período histórico nuevo, que requiere no repetir las
formular esquemáticas del pasado, ni tampoco adherir a las formas superadas del
liberalismo.
No por casualidad el pensamiento crítico
latinoamericano tiene en Mariátegui uno de fundadores, porque fue uno de los
que más ha renovado el pensamiento social del continente, echando raíces en
nuestra propia historia. Es hora de que pensamiento crítico
latinoamericano agarre un nuevo vuelo, a partir de la comprensión de nuestra realidad específica y
aprendiendo de los avances y los errores cometidos en este siglo.
- Emir Sader, sociólogo y
científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas
Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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LA IZQUIERDA QUE LA DERECHA
NECESITA.
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Enrique
Fernández–Maldonado Mujica.
Otra
Mirada.
Miércoles
17 de mayo del 2017.
El
escenario político peruano no puede ser más complejo y enrevesado. Enfrentamos
varios problemas gravísimos convergentes entre sí. Por un lado, el caso de
corrupción Lava Jato salpica a tres ex presidentes, y sienta sospechas sobre el
actual, generando una crisis moral con implicancias políticas y sociológicas.
Por otro, la gobernabilidad es tensada por una mayoría fujimorista en el
Congreso, cuyo único leit motiv pareciera ser arrinconar y someter al gobierno.
La ciudadanía asiste a esta pulseada “en las alturas” entre perpleja y
hastiada. La desaprobación de las principales instituciones públicas supera en
todos los casos al 70% de los encuestados. Así las cosas, la posibilidad de una
crisis política se incrementa ante la falta de reflejos del presidente y su
entorno para enfrentar una oposición desleal y golpista. Transcurridos los
momentos más graves de la emergencia nacional por el Niño Costero, el escenario
de la vacancia –advertido tempranamente por Rosa María Palacios– adquiere
nuevamente vigencia.
Pero
la izquierda peruana, la parlamentaria, no quiere, o no parece, darse cuenta.
Su accionar estos últimos meses proyecta una imagen contraria al abc de la
política progresista: acumular fuerzas. El Frente Amplio ha ido en contra de su
razón de ser: agregar voluntades. Amplificar la capacidad de arrastre de los
partidos y movimientos que lo conforman. Nada de eso ha sucedido. Sus
integrantes han hecho todo lo contrario. Una vez alcanzada la curul, se
dividen. Lo que es peor: se pelean entre sí. Su incapacidad para enfrentar al
adversario y anteponer este objetivo a sus discordias personales, es un
problema que ya les está pasando factura.
¿A
quién favorecen con esta conducta? Sin duda, no al electorado que los eligió e
hizo posible que la izquierda alcanzara –después de casi cuatro décadas– casi
el 20% del electorado en los últimos comicios generales.
La
tensión entre Tierra y Libertad y el Movimiento Nuevo Perú (que llegó a un
punto tragicómico con las disputas públicas entre los congresistas Marco Arana y
Richard Arce), no hacen sino erosionar la ya débil capacidad de representación
política de la izquierda política. De continuar así, es más que seguro que
antes del 20121 vuelvan a la marginalidad absoluta, superados por liderazgos
radicales tipo Antauro Humala u otros parecidos.
¿Cómo
debe encarar el escenario que viene la izquierda política? ¿Cómo salir en el
marasmo en que se encuentra? Considero que hay dos banderas cruciales que
podrían asumir en los próximos meses. La primera: denunciar firmemente el pacto
de impunidad que vienen operando las organizaciones políticas con mayor
influencia en las últimas décadas –el Apra y el fujimorismo–. Pacto que es
funcional, hay que decirlo, a la continuidad del Estado corrupto y del
neoliberalismo económico.
En
segundo lugar, la izquierda debe cerrar filas por una reforma electoral
inclusiva, y no excluyente, como pretende el aprofujimorismo en el Congreso.
Para ello deberá tender puentes con otras fuerzas (incluido el centro
político), si lo que buscan es abrir el sistema político para competir en él
democráticamente. En tiempos de crisis de la representación política, quedarse
en el regodeo ideológico y la querella personal los condena inevitablemente a
la desaparición.
Como
han planteado algunos analistas recientemente , la izquierda política debe
apuntar hacia la “convergencia”, más que a la unidad. Ubicarse en un campo
político sobre la base de las coincidencias, para desde ahí confrontar al
adversario común: en estos días, el autoritarismo parlamentario fujimorista y
la ofensiva ultraconservadora.
Solo así se podrá tener un
rol protagónico como alternativa de gobierno, proponiendo un nuevo quehacer y
liderazgo político.
* Sociólogo
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