“Ante
este escenario, las distintas fuerzas de Nueva Izquierda nos encontramos en
debate sobre qué posición tener ante las elecciones y el año político. Cuando
decimos Nueva Izquierda, nos referimos a un conjunto de organizaciones,
colectivos y activistas que venimos construyendo una coordinación política
sostenida en el plano sindical desde hace 10 años, como es la apuesta
común a la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas. Creemos que este
espacio de organizaciones se encuentra en una encrucijada.
El Frente Popular Darío Santillán, en su comunicado: “Por un gran acuerdo de la
Izquierda para frenar la ofensiva macrista”, señala acertadamente la necesidad
de unificar electoralmente al conjunto de organizaciones para “desembocar en un
gran Acuerdo Electoral de la izquierda de cara a las próximas elecciones”.
Compartimos con los compañeros del FPDS la necesidad de unificar al conjunto de
las expresiones electorales de la izquierda anticapitalista. Hacemos propio el
llamado a la unidad entre Pueblo en Marcha,
Izquierda Popular, Autodeterminación y Libertad, Izquierda al Frente por el
Socialismo, el FIT y Poder Popular. Pero no guardamos expectativas reales
de poder fraccionar a fuerzas “progresistas” o de centro izquierda a una
convergencia con la izquierda. Este intento tropezará, tarde o temprano, con
insalvables limitaciones programáticas y de delimitación política.
Puntualmente, con el Frente Ahora Buenos Aires (Patria Grande y aliados) que
tiene una plataforma de defensa de las PyMES (muy similar al programa de
sectores del PJ y la burocracia sindical) y acaba de acordar con el PJ en CABA.
Dicho
esto, es necesario un balance de por qué las condiciones para lograr la más
amplia unidad en el plano político general hoy son, a nuestro entender, escasas. Hasta
el momento, todos los cañones apuntan al sectarismo del FIT como razón única y excluyente, y a su estado de permanente riña
entre los partidos que lo componen, confirmada tras las resoluciones que tanto
el PO como el PTS sacaron de sus recientes respectivos congresos partidarios.
Pero al
mismo tiempo, y mientras algunos sectores vienen anunciando reiteradamente la
“muerte” del FIT, creemos que sigue siendo la principal referencia
de la izquierda anticapitalista de cara al masivo de la sociedad, y vemos que
no sería útil un intento paralelo a este fenómeno, más aún por la escasa o
mediana inserción real de nuestras organizaciones y su estructuración política.
Mucho menos acordamos con que la construcción de un perfil político distinto al
de las organizaciones del FIT termine
condensando en la alianza política con organizaciones sin una clara
definición anticapitalista. Por eso consideramos necesario apostar en este
momento a que el FIT pueda desarrollarse en forma superadora, desde un
agrupamiento que priorice otra forma de relacionarse entre las organizaciones,
aportando un perfil propio al programa y a las estrategias de interpelación
electoral. Estos
son los motivos que nos han llevado a construir la CIPP”.
/////
ARGENTINA: LA SITUACIÓN POLÍTICA NACIONAL
Y LAS TAREAS DE LA IZQUIERDA.
*****
La Caldera.
Rebelión viernes 12 de mayo del 2017.
La situación nacional está marcada por el
desarrollo del ajuste implementado por el gobierno de Macri y la emergencia de
numerosas luchas de resistencia. El gobierno tiene una prueba fundamental en
las próximas legislativas, que funcionarán como un plebiscito popular sobre la
gestión de Cambiemos. En los distintos sectores de oposición, y en particular
en la izquierda, se aceleran los debates y las definiciones acerca de la
política a desarrollar para combatir al gobierno y plantear una alternativa.
El Frente Único y las alternativas políticas en curso.
Desde La Caldera, pensamos que todos los sectores
de izquierda debemos desarrollar ante los procesos de lucha en curso una
política basada en el Frente Único; esto es, abonar a procesos amplios de lucha
unificada, incluso con vastos sectores de trabajadorxs que políticamente
abonaron o abonan a alguna de las principales variantes políticas del sistema.
En particular, ha sido posible, desde la asunción de Macri al gobierno, la
confluencia en numerosas luchas con sectores de trabajadores identificados con
el kirchnerismo, así como con algunas de las direcciones de este espacio a
nivel gremial y, en menor medida, político.
Esta política debe desarrollarse sin dejar de
señalar las limitaciones de estas direcciones y nuestras diferencias de
orientación, en particular cuando coagulan como direcciones burocráticas,
proclives a operar como un freno al desarrollo de las luchas radicalizadas más
masivas. A sí mismo debemos dar una disputa por la dirección de estos procesos,
cuestionando el sentido de conciliación de clases que (más allá de moderar el
ajuste) intentan permear al movimiento. Pero la apuesta al Frente Único implica
que esta disputa debe hacerse desde dentro de las luchas en curso, sin recurrir
permanentemente a un delimitacionismo estéril “por afuera” con las direcciones
reales de muchas de estas luchas.
Buena parte de la clase está permeada por el
carácter favorable a un “capitalismo inclusivo” y de conciliación de clases de
sus direcciones sindicales y políticas. La construcción de un frente único
contra el ajuste debe contemplar esta realidad, lo cual significa que no
podemos anteponer el carácter anticapitalista del movimiento. Pero también
debemos subreyar que el macartismo dentro de la clase es menor a tiempos
anteriores, lo cual nos permite dar una disputa abierta dentro del movimiento
en torno a este principio. Rechazamos el ajuste, y a la promesa del gobierno de
una “lluvia de inversiones” a cambio de dejar pasar su programa económico
contra el pueblo trabajador, oponemos una alternativa anticapitalista:
incrementar los impuestos a la riqueza y destinarlos a un incremento sustancial
de la inversión pública, bajo el control obrero y popular. Entendemos este
control sólo posible con el ejercicio del poder desde abajo, consolidado en
instituciones populares efectivamente democráticas.
Este ejercicio de poder lo venimos haciendo amplios
sectores de nuestra clase en forma auto-gestiva y con independencia de clase en
el movimiento piquetero y su proyección en cooperativas hoy precarizadas, en
fábricas recuperadas, en comisiones internas democráticas, en medios
alternativos que a su vez van construyendo redes de comunicación, en formas
auto-gestivas y de coproducción de conocimiento crítico, en la auto-organización
del movimiento de mujeres y diversidad de género, en la defensa del medio
ambiente...
La perspectiva anticapitalista debe estar presente
claramente en nuestra política, mostrando cursos de acción prácticos inmediatos
en ese sentido, tanto en las formas de organización desde abajo como en la
construcción de un movimiento de masas cuya orientación deberá definirse en su
propio despliegue. Por eso la perspectiva anticapitalista no puede ser
planteada como ultimátum al movimiento de masas ni a la convivencia con
tendencias políticas diversas en el mismo.
Una de las discusiones que ha condensado aspectos
de este debate en el terreno sindical (y debemos darnos un debate específico en
cada terreno de construcción y lucha) es el problema de la “columna
independiente” impulsada permanentemente por sectores sindicales influenciados
por el PO, y que desde el espacio de coordinación sindical al que apostamos (la
Corriente Política Sindical Rompiendo Cadenas) hemos cuestionado en general,
apostando más bien a la política de marchar dentro de las grandes columnas
sindicales donde la mayor parte de los trabajadores participa de hecho. El
costado más equivocado de la política de “la columna independiente” a como dé
lugar, se vio en el acto de la CGT que llevó a la exigencia de convocatoria
real y concreta a un paro nacional (“poné la fecha”), y al copa miento del
atril por parte de distintos sectores sindicales, inclusive por sectores
combativos. Mientras una parte importante del sindicalismo antiburocrático
realizaba un acto a dos cuadras, sin intervenir activamente en esa situación.
Esto sin perjuicio de poder impulsar que sectores
de la militancia de las organizaciones de izquierda puedan aportar a las
movilizaciones con su bandera política, y dando a conocer sus propuestas y
críticas; y con cuidado a que la columna de cualquier sindicato, aún si en
algún momento conviene conformar una columna independiente entre sindicatos con
conducción antiburocrática, no se vea identificada con un partido político en particular.
En este punto es que tenemos mayor acuerdo con la política que se dio el
llamado Encuentro Sindical Combativo, disuelto tras las diferencias políticas
de los partidos del FIT.
Como contracara al delimitacionismo per se, algunos
sectores que vienen de distintas tradiciones de la izquierda, teniendo al
frente al gobierno de Macri ceden políticamente en forma total al kirchnerismo
y a sectores del PJ. Esta es en particular la política de Patria Grande,
quienes en una reciente declaración plantean su apuesta de un frente “anti
macri” encabezado por Cristina, excluyendo a los sectores que han sido
cómplices del ajuste macrista. En otro documento que nos resulta de interés
sobre la situación de la izquierda, lxs compañerxs de Democracia Socialista plantean
una crítica a la declaración de Patria Grande, por momentos muy acertada,
señalando como falsa la posibilidad de que un frente encabezado por Cristina se
desligue del PJ, y que conduzca a una política de radicalización del programa
del kirchnerismo original en esta coyuntura política.
No obstante, si invertimos el problema, también
este análisis adolece de problemas. Si por un lado es necesaria la unidad en la
acción, y la ampliación del Frente Único en las luchas sociales
reivindicativas, la traducción de esto al plano político general sólo puede
conducir, con coherencia, a la orientación de Patria Grande, porque los
sectores progresistas identificados con el kirchnerismo, que Democracia
Socialista se propone interpelar, apuestan a la vuelta de Cristina.. Y esto no
puede hacerse sin partes significativas del PJ. Por tanto esta vía de
adaptación cada vez mayor al PJ, y la renuncia a cualquier reagrupamiento
anticapitalista, es la consecuencia lógica de esta política, en la situación
actual; esto se corrobora con el reciente acto donde Patria Grande aparece
pegada al PJ porteño, ante la paradoja de que el kirchnerismo cristinista en
CABA despliega una política menos amplia que el propio PJ hacia el progresismo.
Esto no puede interpretarse más que como una rendición casi incondicional ante
el PJ en general, más allá de que se distancien de sus variantes más
impresentables en algunos distritos, por ejemplo en Córdoba.
Desde nuestro punto de vista, a diferencia de la
orientación de lxs compañerxs de Democracia Socialista, creemos que no se puede
interpelar a sectores significativos de trabajadorxs hacia una política
emancipatoria sin presentar una propuesta realmente alternativa, que tiene que
articularse necesariamente desde un punto de vista anticapitalista, socialista
y feminista explícito, avalado por una práctica consecuente de Frente Único en
la lucha social. Si en la lucha reivindicativa es necesario apostar a la
unidad, en la lucha política general no puede ofrecerse una alternativa sin
delimitación clara del kirchnerismo y las variantes reformistas del sistema. Lo
contrario supone la expectativa de que surja algún fenómeno político
intermedio, al estilo de Podemos en España, que reagrupe a reformistas y
revolucionarios con una política que pueda adquirir incidencia de masas.
Más allá de los debates sobre las difíciles
encrucijadas y problemas estratégicos que plantearía a la izquierda argentina
un fenómeno de este tipo, lo cierto es que esto es por el momento pura
especulación, porque sus posibilidades de surgimiento real en nuestro país se
encuentran bloqueadas por partida doble. Por un lado, porque la mayor parte de
la población que podría identificarse con una sensibilidad progresista o
reformista ya está interpelada por el kirchnerismo, fuerza política inseparable
del partido preferido de la burguesía argentina para asegurarse estabilidad
política y social, el PJ. Por otro lado, cualquier fenómeno de este tipo
tendría que lidiar con la izquierda del FIT, que más allá de los aspectos
sectarios de su política, tiene una importante inserción política y sindical, y
tiene la enorme virtud de haber alcanzado cierta referencia de masas y
electoral bajo un programa claramente anticapitalista. La situación política es
ésta y es necesario jugar en este escenario.
La Nueva Izquierda y las elecciones.
Ante este escenario, las distintas fuerzas de Nueva
Izquierda nos encontramos en debate sobre qué posición tener ante las
elecciones y el año político. Cuando decimos Nueva Izquierda, nos
referimos a un conjunto de organizaciones, colectivos y activistas que venimos
construyendo una coordinación política sostenida en el plano sindical desde
hace 10 años, como es la apuesta común a la Corriente Político Sindical
Rompiendo Cadenas. Creemos que este espacio de organizaciones se encuentra en
una encrucijada.
El Frente Popular Darío Santillán, en su
comunicado: “Por un gran acuerdo de la Izquierda para frenar la ofensiva
macrista”, señala acertadamente la necesidad de unificar electoralmente al conjunto
de organizaciones para “desembocar en un gran Acuerdo Electoral de la izquierda
de cara a las próximas elecciones”. Compartimos con los compañeros del FPDS la
necesidad de unificar al conjunto de las expresiones electorales de la
izquierda anticapitalista. Hacemos propio el llamado a la unidad entre Pueblo en Marcha, Izquierda Popular,
Autodeterminación y Libertad, Izquierda al Frente por el Socialismo, el FIT y
Poder Popular. Pero no guardamos expectativas reales de poder fraccionar a
fuerzas “progresistas” o de centro izquierda a una convergencia con la
izquierda. Este intento tropezará, tarde o temprano, con insalvables
limitaciones programáticas y de delimitación política. Puntualmente, con el
Frente Ahora Buenos Aires (Patria Grande y aliados) que tiene una plataforma de
defensa de las PyMES (muy similar al programa de sectores del PJ y la
burocracia sindical) y acaba de acordar con el PJ en CABA.
Dicho esto, es necesario un balance de por qué las
condiciones para lograr la más amplia unidad en el plano político general hoy
son, a nuestro entender, escasas. Hasta el momento, todos los cañones apuntan
al sectarismo del FIT como razón única y excluyente, y a su estado de
permanente riña entre los partidos que lo componen, confirmada tras las
resoluciones que tanto el PO como el PTS sacaron de sus recientes respectivos
congresos partidarios.
Pero al mismo tiempo, y mientras algunos sectores
vienen anunciando reiteradamente la “muerte” del FIT, creemos que sigue siendo
la principal referencia de la izquierda anticapitalista de cara al masivo de la
sociedad, y vemos que no sería útil un intento paralelo a este fenómeno, más
aún por la escasa o mediana inserción real de nuestras organizaciones y su
estructuración política. Mucho menos acordamos con que la construcción de un
perfil político distinto al de las organizaciones del FIT termine condensando
en la alianza política con organizaciones sin una clara definición
anticapitalista. Por eso consideramos necesario apostar en este momento a que
el FIT pueda desarrollarse en forma superadora, desde un agrupamiento que priorice
otra forma de relacionarse entre las organizaciones, aportando un perfil propio
al programa y a las estrategias de interpelación electoral. Estos son los
motivos que nos han llevado a construir la CIPP.
Algunas apreciaciones generales sobre las internas del FIT.
En su carta pública a los Partidos del FIT, tras su
Congreso partidario, el PO afirma que el FIT “no funcionó como Frente Único
Obrero y de izquierda”, ni siquiera en lo electoral. Por su parte, el PTS
ratificó la presentación de sus propias candidaturas, y declara que el FIT debe
entrar en un proceso de reformulación programática. Los debates de carácter
estratégico entre ambas corrientes, que podrían ser motivo de un sano debate de
tendencias entre los partidos actuales del FIT (y el conjunto de experiencias
que creemos necesaria la confluencia), han adoptado la forma de una virulenta
sucesión de acusaciones cruzadas, que por su parte se realizan en el marco de
una disputa por el orden de las candidaturas. Entendemos que las PASO no son la
forma correcta de dirimir esos debates, y lamentaremos si este año vuelven a
ser utilizada como último recurso para salvaguardar la unidad del frente. Es
momento de amplificar y unir a quienes peleamos por la independencia política
de nuestra clase y del pueblo, por una salida de la crisis anticapitalista y de
los trabajadores. El marzo caliente nos da la certeza de que es posible y es
necesario.
Nuestra apuesta por la Corriente de Izquierda por el Poder Popular.
Nuestra apuesta por la Corriente de Izquierda por
el Poder Popular, junto con el Frente Único Hombre Nuevo – Izquierda
Revolucionaria y Marcha Guevarista, es un intento de aportar una herramienta
más al desafío de construir una práctica de agitación electoral consistente con
nuestro perfil político general, centrado en el desarrollo del Poder Popular y
la apuesta al Socialismo desde Abajo.
En este sentido, no vemos con buenos ojos cierta
práctica electoral de distintas variantes de izquierda, tomada en ocasiones por
el FIT, que tiende a reforzar un discurso y una práctica delegativa, como si el
voto pudiera implicar de por sí, la realización de partes importantes del
programa que levanta. Por nuestra parte, consideramos que la táctica electoral
tiene que realizarse en función de nuestra apuesta estratégica: incentivar la
autoorganización obrera y popular, resaltando la imposibilidad de lograr
transformaciones profundas sin una práctica permanente de construcción de poder
desde abajo. Intentaremos
hacer nuestro mejor aporte a la construcción de esta perspectiva.
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