TRUMP: “LA OTAN DEBE CENTRARSE EN TERRORISMO, INMIGRACIÓN Y AMENAZA
RUSA.- Soberanía Digital.- La
alianza de la OTAN debe centrarse en las amenazas a Europa que vienen del
terrorismo, de la inmigración incontrolada y de parte de Rusia, declaró el
presidente de EEUU, Donald Trump, en la sede de la OTAN en Bruselas. La OTAN del futuro debe incluir un gran
enfoque en el terrorismo y la inmigración, así como las amenazas de Rusia y en
las fronteras oriental y meridional de la OTAN", dijo.
Trump aseguró que "miles y miles
de personas" entraron sin cesar en Europa y EEUU. El terrorismo representa
una amenaza común para el mundo que debe ser detenida, añadió. Agregó que la contribución de los miembros de la OTAN del
2% al PIB para la defensa de la alianza no es suficiente en medio de las crecientes
amenazas y pagos insuficientes por parte de algunas naciones. "Veintitrés
de los 28 países miembros todavía no pagan lo que deben pagar y lo que se
supone que están pagando por su defensa… Y muchas de estas naciones deben
cantidades masivas de dinero que no estaban pagando en los últimos años",
declaró en la sede de la OTAN.
"Debemos
reconocer que con estos pagos insuficientes crónicos y amenazas crecientes,
incluso el 2% al PIB es insuficiente para cerrar las brechas en la
modernización, la preparación y el tamaño de las fuerzas",
agregó el mandatario. En 2014, en la cumbre de Gales, los países
miembros de la OTAN se
comprometieron a aumentar el presupuesto militar hasta el 2 por ciento del PIB.
En
la actualidad solo cinco de los 28 países de la Alianza cumplen con este
requisito.
Trump
habló en la sede de la OTAN en Bruselas junto al
secretario general de la OTAN, Jens
Stoltenberg, la Canciller alemana Ángela
Merkel y los líderes de otras naciones de la alianza. El mandatario estadounidense arribó a la
capital belga el miércoles para participar en la cumbre del bloque militar.
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Banderas de los 27 paises que son nmiembros titulares de la OTAN. (Organización del Atlántico Norte) fundado en los tiempos de la Guerra Fría (Moscú-Washington), Socialismo-capitalismo. Pero el artículo centra su crítica en el problema de "continuidad" de una Institución que no se justifica en otros tiempos históricos y políticos. Y finalmente todos hemos sido informados de la última Reunión de la OTAN, donde el Presidente de los Estados Unidos han tenido un protagonismo, NO político, sino personal y de prepotencia y además la presencia por primera vez de un distinguido caballero como marido - junto a las damas, esposas de los Mandatarios - del Primer Ministro de de Luxemburgo. El mundo está cambiando?.
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LA OTAN: UNA ANOMALÍA DESESTABILIZADORA.
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Alberto
Hutschenreuter. *
Soberanía Digital.
Sábado 27 de mayo del 2017.
Una de las principales consecuencias
que ha tenido la crisis actual de Ucrania
es que ha recentrado cuestiones que se consideraban perimidas y aun superadas
en las relaciones internacionales, por caso, la geopolítica. Si bien antes de esta crisis otras situaciones importantes
expusieron la vigencia de la disciplina, Ucrania
es categórica en cuanto a la exposición de intereses políticos de poderes
preeminentes volcados sobre un espacio geográfico con fines asociados a lograr
posiciones favorables de poder.
Pocas situaciones son tan terminantes
como dicha crisis para corroborar el enfoque realista que sentencia que la geopolítica concierne a intenciones
'non sanctas' de (y entre) los Estados, es decir, para expresarlo en palabras
de Kissinger, que "trata acerca de
intereses de Estados, no de sus buenas intenciones".
Desde estos términos, lo que acontece
en Ucrania ha dejado en claro que el
final de la Guerra Fría ha implicado
efectivamente el final de la contienda entre Estados Unidos y la antigua Unión
Soviética, aunque no el inicio de relaciones nuevas basadas en la confianza y la cooperación. Dicho de
otra manera, el fin del bipolarismo
no significó que Estados Unidos dejara de ejercer políticas de poder frente al
"Estado continuador" de aquella, la Federación Rusa, políticas que se vieron facilitadas por una
concepción exterior de naturaleza "emotiva" que llevó adelante por
entonces una Rusia inédita, que
prácticamente subordinó los intereses nacionales a preservación de la
"asociación estratégica" con el "ex rival".
Una de esas políticas de poder
destinadas a mantener débil a Rusia
e impedir cualquier emergencia que, una vez más, pudiera significar un desafío
internacional, fue el mantenimiento de la OTAN,
aun cuando había acabado el contexto que hizo necesaria su creación y el
contrincante se había derrumbado.
La preservación del instrumento político-militar occidental
implicó una anomalía internacional, pues la experiencia prácticamente no
registraba casos similares; por el contrario, ha sido una
"regularidad" que las formaciones o alianzas interestatales con fines
militares cesaran una vez que dejaba de existir la situación internacional para
la que fueron impulsadas.
Por caso, hacia mediados del siglo XIX
la alianza entre Francia, Gran Bretaña y
Turquía se formó para frenar la proyección de Rusia y preservar el equilibrio en el sureste de Europa; pero tras
la Guerra de Crimea la alianza no se
propuso mantener políticas de poder que debilitaran a la derrotada Rusia. Las coaliciones surgidas en la
segunda mitad de ese siglo, por ejemplo, la
Liga de los Tres Emperadores de 1873 o la alianza franco-rusa de 1893
respondieron a diferentes situaciones (solidaridad monárquica en un caso,
compromiso de ayuda mutua en caso de enfrentamiento militar con Alemania en
otro), pero no fueron ligas "a
perpetuidad".
Ucrania, pidió Oficialmente entrar en la OTAN, pero Rusia se puso en alerta máxima.
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Existen otros casos que tal vez pueden
considerarse más análogos en relación con la continuidad de la OTAN tras el fin del contexto o
condición internacional que le dio origen: la Santa Alianza a partir de 1815
o el sistema francés de alianzas entre 1935
y 1939. Sin embargo, se trata de analogías muy relativas, pues, por
ejemplo, a partir de 1818 la Cuádruple
Alianza (uno de los tratados en los que se basaba la Santa Alianza) dejó de
excluir al actor que había perturbado el orden europeo, la Francia de Napoleón, y la incluyó en su sistema de poder; en
cuanto a las alianzas que llevó adelante Francia, ellas fueron el reflejo de
una política que desde 1919 persiguió mantener postrada a Alemania para que no
volviera a desafiar a Francia.
En breve, la teoría respecto de las alianzas político-militares nos dice
que son formaciones que tienden a mantener el balance de poder o a restaurarlo.
En el caso de la OTAN, su continuidad
después del desplome de la Unión Soviética así como sus "ondas" de
expansión, primero al Este de Europa
(Polonia, República Checa, Hungría),
luego al Noreste y Sureste (Lituania, Letonia, Estonia, Eslovenia,
Bulgaria, Eslovaquia, Rumania, Croacia, Albania) y, eventualmente, al Este del Este de Europa y más allá también
(Ucrania, Georgia, etc.), no
entrañaron la búsqueda o reposición de equilibrio alguno, sino que se trató de
una estrategia o técnica de poder utilizada no ya para mantener a Rusia "fuera de Europa", sino
para fijarla a una condición de lateralidad e inferioridad en el sistema
estratégico global y de vulnerabilidad en el plano regional y local.
Desde estos términos, que no solamente
en Rusia son así considerados, pues
en una reciente publicación en la revista 'Foreign
Affairs' el estadounidenses John Mearsheimer,
por citar a un facultado experto insospechado de idealismo alguno, afirma que "la raíz principal del problema en Ucrania es la ampliación de la OTAN", podemos concluir que la política de poder que sustentó Occidente
a través de la Alianza Atlántica ha ido más allá de lo admisible, creando una
comprometida situación para la propia estabilidad del orden interestatal.
La experiencia enseña que el estado de debilidad de un actor de
condición preeminente para el orden interestatal no dura por siempre, sobre
todo si esa condición se debe en buena medida a políticas deliberadas por parte
de otro u otros actores. Durante los últimos quince años Rusia ha construido poder
y, sin embargo, Occidente continuó desplegando políticas de poder con el fin de
afectar sus capacidades, menospreciando lo que aporta la experiencia: el
equilibrio como meta y "ganancia
para todos".
Por otra parte, las instancias que
desde la misma OTAN fueron creadas
para "incluir" a Rusia en
el orden estratégico de pos-Guerra Fría,
como el "Consejo Conjunto Permanente
OTAN+Rusia", la
"Asociación para la Paz", etc., no funcionaron como espacios de
auténtica consulta Este-Oeste frente a crisis mayores, por ejemplo, la de Yugoslavia, sino que resultaron
ocasionales ámbitos de consulta en los que las observaciones de Moscú recibieron una deferencia apenas
formal.
En breve, ante la situación de tensión
actual quizá resulte pertinente recordar que, según el ex embajador estadounidense en Moscú, Jack Matlock, en 1990 la
entonces Unión Soviética no cuestionó
que una Alemania unificada perteneciera a la OTAN (hecho que bien puede ser considerado la primera expansión de
la Alianza), recibiendo a cambio de ello garantías (no escritas) de que la OTAN no ampliaría su jurisdicción hacia
el Este "ni una sola pulgada".
A principios de los años noventa el
entonces primer ministro británico John
Major afirmó que no existían condiciones entonces y en el futuro para que
los países del Este ingresaran en la OTAN;
por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores Douglas Hurd comunicó a su par soviético que la OTAN carecía de planes para incluir a
dichos países en la organización.
¿Por qué entonces la OTAN sucesivamente
se amplió y hoy delimita con Rusia y ambiciona más?
Básicamente, por razones de "prevención geopolítica";
es decir, antes de que una recobrada Rusia
volviera a constituir una amenaza, Occidente
debía lograr un posicionamiento territorialmente ventajoso que redujera al
mínimo los alcances del "nuevo
desafío", que, efectivamente, no era considerado entonces inminente
pero sí irremediable.
No es discutible la preservación de la OTAN más allá del desafío internacional
para el que fue creada. La Alianza
Atlántica proveía a Occidente de
las capacidades suficientes para afrontar nuevos retos en el escenario de pos-Guerra Fría. Lo que no deja de
ser objetable es que su continuidad obedeció casi únicamente a una percepción
de enemigo venidero, una Rusia
revanchista o ideológica. Ello hizo de la Alianza una anomalía en relación a la
experiencia y un factor de inevitable desequilibrio internacional
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*Alberto
Hutschenreuter es Doctor en
Relaciones Internacionales. Recientemente fue publicado su último trabajo, “El
roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, Ed.
Almaluz, escrito con el Dr. Carlos Fernández Pardo.
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