Un artículo en relación a la historia de los Movimientos Sociales a
través del proceso histórico de la humanidad -
la historia, una visión desde el siglo
XVIII – un repaso muy veloz – sobre todo en relación para quienes conocen la
Historia mundial del surgimiento de los movimientos sociales; pero a su vez el
artículo, también muy breve que
comprende dos aspectos centrales: Una primera una afirmación en el sentido – para mi muy discutible – del mismo origen de la Sociedad Civil –
el escenario de escenario de las clases y la lucha de clases – y el propio surgimiento del Estado Moderno
y el mercado. (En el tiempo sí, de pleno surgimiento del sistema
capitalista). Un tema realmente que nos lleva hacia una gran polémica, pero
interesante por estar en relación con el propio flujo y desarrollo histórico de los Movimientos sociales, para el autor –
desde el punto de vista del reconocido Académico,
Maestro Universitario y Sociólogo Charles Tilly, que divide la historia del
desarrollo de los Movimientos Sociales en tres grandes etapas históricas, pero al final su interés es señalar en la última etapa
que (in)surge después de la Segunda Guerra
Mundial, tiempos históricos y políticos de la globalización neoliberal, época
considerada por la consulta a varios autores, hasta qué punto influye la comunicación moderna a través de las redes
sociales – hablan de redes digitales
– sobre dos asuntos muy importantes en relación
a los propios movimientos sociales: Influencia sobre el contenido de sus reclamos, su permanencia en cuanto a su
Identidad en una sociedad de clases y
segundo como este tipo de
comunicación puede o no – en relación incluso con las ONGs – puede o no influenciar en cuanto a su permanencia como Movimientos Sociales – o perduran en el tiempo y
en la sociedad – hasta conseguir sus reclamaciones, derechos y reconocimiento
de reivindicaciones, o por el contrario, este tipo de comunicaciones son débiles y pasajeras, que los movimientos sociales
son también muy coyunturales y llegan a desaparecer incluso sin haber
conseguido sus intereses por los cuales lucharon y emergieron en la sociedad. Lo mejor sería ir a las propias fuentes,
es decir, una lectura para los interesados – como es mi caso – de ir a las propias fuentes, es decir – una lectura
permanente de los trabajos de Charles Tilly – que si son muy importantes,
discutibles pero representan un gran aporte al conocimiento histórico de los Movimientos
Sociales.
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15-M 2011 Puerto del Sol
Madrid .- Foto: Julio Albarran
LA LEY DE HIERRO DE LA
MODERNIDAD DIGITAL.
En los Movimientos Sociales
1768 – 2008 -.
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Fredes L. Castro.
ALAI. Lunes 1 de mayo del 2017.
En los movimientos sociales, 1768 - 2008, Charles Tilly sostiene que desde 1500 se han producido tres oleadas de globalización. La primera, con disparador aproximado en el mencionado año, fue resultado de la creciente influencia europea, del crecimiento imperial de los otomanos y de la expansión comercial de chinos y árabes por las aguas del Índico y del Pacífico. Entre 1850 y la Primera Guerra Mundial se produce la segunda avanzada globalizante, en la que fenomenales flujos de capitales y de mano de obra no impidieron la consolidación de estados reguladores de sus recursos, actividades y poblaciones. La tercera oleada de globalización surge con el fin de la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de la modalidad que la precedió, su progreso operó en detrimento de las centralidades estatales, que no lograron ni logran controlar eficazmente los flujos de comunicación, conocimientos, informaciones, crímenes, productos y enfermedades, entre otras cosas.
Sin embargo, Tilly duda que las innovaciones
tecno-comunicacionales, que tanto contribuyen a la irresistible dinámica de
estos flujos, han transformado radicalmente la vida social y la acción
política. Estima que Internet y teléfonos móviles no implican un poder
comunicacional “tan grande” que distancie a las personas de las prácticas
sociales previamente existentes. Tilly valora la notable investigación
realizada por Lance Bennett, Comunicación del activismo global, en la que se evalúan las fortalezas y debilidades que
los medios de comunicación digitales transmiten a organizaciones
internacionales de activistas. Bennett reconoce las posibilidades flexibles y
acomodaticias que brindan las redes digitales, tanto en campañas
comunicacionales como en las acciones territoriales (en este caso al transmitir
novedades en tiempo real, con chance consecuente de alterar inmediatamente la
acción desplegada).
La Internet facilita la campaña permanente, “a pesar
de (o como consecuencia de)” observa Bennett, vínculos ideológicos y sentidos
de pertenencia débiles. La extensión temporal y el alcance de las políticas
promovidas desde el mundo digital riñen con el control de los miembros del colectivo
de que se trate, no incorporan el de los sujetos cuyos intereses contienen
muchas de las demandas, fragmentan las audiencias al multiplicar los canales
emisores, incentivan sistemas de información ultrapersonalizados, y de ninguna
manera fortalecen compromisos y lealtades. Campañas permanentes no significan
participaciones duraderas, estrategias comúnmente elaboradas, ni adhesiones que
den lugar a algo más que la visibilización de emoticones o un click en el logo
“me gusta”.
Charles Tilly también rescata el trabajo de Neera
Chandhoke, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de
Delhi, que alerta sobre un triple peligro: que las ONGs internacionales imiten
el temperamento antidemocrático de organismos como el FMI; que los activistas
del norte global desplieguen un ejercicio reivindicativo que menoscabe el
interés de los habitantes de los países más pobres; y que se intensifique la
asimetría política entre actores políticos y representados, de acuerdo a los
recursos materiales de unos y otros. Los límites de la sociedad global la profesora y militante india conmina a localizar a la
sociedad civil global en su contexto constitutivo:
“un sistema de relaciones internacionales centrado en el Estado, dominado por una estrecha parte de la humanidad y dentro de estructuras del capital internacional que pueden dar lugar a disensos, pero no la transformación de sus propias agendas”.
“un sistema de relaciones internacionales centrado en el Estado, dominado por una estrecha parte de la humanidad y dentro de estructuras del capital internacional que pueden dar lugar a disensos, pero no la transformación de sus propias agendas”.
Neera Chandhoke examina a la sociedad civil como un
fenómeno moderno que es parido en el mismo proceso histórico del que emergen el
estado y el mercado modernos. Parece conceder al poder estatal una relevancia
que Tilly reduce. Esto último no queda claro, ya que el cientista social de la
Universidad de Columbia es muy preciso cuando afirma que la tercera oleada
globalizante socavó “el poder central de la mayoría de los estados”. No refiere
al poder estatal a secas, ni al poder de todos los estados, tampoco discrimina
entre estados poderosos y periféricos. No obstante, encuentro sumamente
sugerente las siguientes líneas, contenidas en su historia de los movimientos
sociales:
“las organizaciones no gubernamentales más centralizadas y con sede cerca de los grandes centros de poder mundial han demostrado ser más duraderas”.
“las organizaciones no gubernamentales más centralizadas y con sede cerca de los grandes centros de poder mundial han demostrado ser más duraderas”.
Edificadas sobre la potencia de lo digital, son
lugares comunes las profecías paranoicas que anticipan escenarios apocalípticos
para las entidades estatales, así como las relaciones utópicas que vislumbran
nuevas y definitivamente igualitarias prácticas sociales. Se puede conjeturar
un proceso en el cual las innovaciones tecnológicas son presentadas con una
espectacularidad que magnifica su novedad e impacto, el que no debe por ello
ser menospreciado. Sucede que las emanaciones de la Internet y los dispositivos
comunicacionales que la movilizan mantienen un diálogo contradictorio con las
notas tipificantes de la modernidad.
Las infinitas bibliotecas disponibles en nuestras
pantallas pueden construir individuos más racionales, ¿pero no son ellas
boicoteadas por algoritmos diseñados en base a psicologías sociales y economías
de comportamientos que activan conductas impulsivas y emocionales? Las
tecnologías móviles y autómatas pueden transmitir doctrinas emancipadoras,
¿pero, con cámaras de eco y sustituciones laborales de por medio, no resucitan
también tradiciones e ideologías excluyentes y sectarias? Las nuevas
tecnologías comunicacionales igualan el acceso a conocimientos y servicios
esenciales, pero a cambio de evidenciar en cristalinas pantallas consumos de
que son privados millones de usuarios digitales y al precio de conducir a otros
-menos- millones a la homogeneización de existencias frívolas y relaciones desterritorializadas.
¿Avanzamos hacia una mayor secularización o proliferan nuevas religiosidades de
la inmediatez y el consumismo entre los “conectados”, de impronta radical o
nacionalista entre los marginados que buscan refugio en sus afiliaciones espontáneas?
En cualquier caso, las mejores respuestas a esos
interrogantes son materializadas por las ingenierías con mejor organización y
un grado importante de centralidad. Estas organizaciones tienen mayores
oportunidades de perdurar, obtener y preservar lealtades, y formular agendas
originales, en la medida que no desconecten sus acciones de la confrontación y
el intercambio real con las humanidades que representan. Las ONGs domiciliadas
en las vecindades de los grandes centros de poder perduran por su mayor centralidad
como indica Tilly, pero también, como enfatiza Chandhoke, por incorporar el interés supremo de
los actores centrales del establishment global: no alterar su agenda.
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