LA INESTABILIDAD POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA – INGOBERNABILIDAD- se va convirtiendo en un proceso político muy común y
reconocido hoy por las características políticas, propias de gobiernos de
derecha, centro e izquierda progresista, no
solo por la imposición de políticas neoliberales – imposición desde el
propio gobierno y los Congresos – sin embargo, hoy lo que más pesa en esta
coyuntura política , es el destape
general de la corrupción y el financiamiento
de los procesos electorales – Argentina,
México, Colombia, Brasil, Perú, Chile, Panamá, etc . – sumado a ello está
presente hoy en las calles y plazas públicas, el Pueblo, los Ciudadanos de a pie, golpeados muy fuerte por la
crisis, el desempleo y la privatización de los Derechos Sociales – Educación, Salud, Vivienda, Transporte,
Servicios Públicos, etc. – generando en el fondo de la estructura del
sistema la profundización, ampliación
y sobre todo de un “mundo
político-empresarial”, violento, frío, salvaje e inhumano, como es la Desigualdad
económico-social-laboral, acompañada por la inseguridad
y la violencia criminal en las Ciudades, que nos ha convertido en el Continente más Desigual del mundo, el
de las ciudades más inseguras y
violentas, así como el continente de población más joven.
Los Gobiernos de turno en Nuestra
América, - de derecha, centro o izquierda progresista – definitivamente están de espaldas a esta
realidad, situación que hoy genera inestabilidad
política y las puertas de los gobiernos, están siendo golpeadas por una realidad estructural – económico-político-social-ambiental
e institucional – de la Ingobernabilidad Política.
La débil democracia latinoamericana está hoy sometida a fuego cruzado de
profunda crisis del modelo neoliberal, que cada vez su hunde y sin encontrar
una salida Política desde sus creadores, autores y defensores a ultranza. La crisis económica se
profundiza en un escenario de inestabilidad, y fuerte turbulencia política.
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Gobernantes de Argentina y Brasil, llegaron al gobierno por caminos distintos - uno mediante elecciones -. Argentina -.y el segundo, Brasil - por medio de un golpe de estado desde el Parlamento y ejecutado mpor una mafia de políticos corruptos, hoy la mayoría en la cárcel. En Brasil, hoy los avances de investigación de la Comisión Lava Jato, sus resultados están originando un "tsunami político" y la siguiente "víctima política" será el propio golpista. Siguen las investigaciones en relación al Sr. Macri, desde los Pamamá Pappers y hoy se habla del financiamiento de su campaña política por la empresa Odebrecht. Pero dos Mandatarios, están imponiendo políticas neoliberales en contra de los trabajadores y acentuando con sus políticas el desempleo masivo, la pobreza y la extrema pobreza. Su representación política de las burguesías político-empresariales, neoliberales, hoy se encuentra en un escenario muy amplio y contradictorio de Inestabilidad Política. La Ingobernabilidad toca las puertas de los gobernantes en Amérrica Latina.
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LA ERA DE LA INGOBERNABILIDAD EN AMÉRICA
LATINA.
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Raúl Zibechi.
La Jornada lunes 1 de mayo del 2017.
La
desarticulación geopolítica global se traduce en nuestro continente
latinoamericano en una creciente ingobernabilidad que afecta a los gobiernos de
todas las corrientes políticas. No existen fuerzas capaces de poner orden en
cada país, ni a escala regional ni global, algo que afecta desde las Naciones
Unidas hasta los gobiernos de los países más estables. Uno de los problemas que
se observan sobre todo en los medios, es que cuando fallan los análisis al uso
se apela a simplificaciones del estilo: Trump está loco, o conjeturas
similares, o se lo tacha de fascista (que no es una simple conjetura). Apenas
adjetivos que eluden análisis de fondo. Bien sabemos que la locura de Hitler
nunca existió y que representaba los intereses de las grandes corporaciones alemanas,
ultra racionales en su afán de dominar los mercados globales.
PENSAMIENTO CRÍTICO.- Del lado del
pensamiento crítico sucede algo similar. Todos los problemas que afrontan los
gobiernos progresistas son culpa del imperialismo, las derechas, la OEA y los
medios. No hay voluntad para asumir los problemas creados por ellos mismos, ni
la menor mención a la corrupción que ha alcanzado niveles escandalosos. Pero el
dato central del periodo es la ingobernabilidad. Lo que viene sucediendo en
Argentina (la resistencia tozuda de los sectores populares a las políticas de
robo y despojo del gobierno de Mauricio Macri) es una muestra de que las
derechas no consiguen paz social, ni la tendrán por lo menos en el
corto/mediano plazos.
ARGENTINA Y BRASIL.- Los
trabajadores argentinos tienen una larga y rica experiencia de más de un siglo
de resistencia a los poderosos, de modo que saben cómo desgastarlos, hasta
derribarlos por las más diversas vías: desde insurrecciones como la del 17 de
octubre de 1945 y la del 19 y 20 de diciembre de 2001, hasta levantamientos
armados como el Cordobazo y varias decenas de motines populares. En Brasil la
derecha pilotada por Michel Temer tiene enormes dificultades para imponer las
reformas del sistema de pensiones y laboral, no sólo por la resistencia
sindical y popular sino por el quiebre interno que sufre el sistema político.
La deslegitimación de las instituciones es quizá la más alta que se recuerda en
la historia. , Brasil atraviesa una fase de descomposición de la clase política
tradicional, algo que pocos parecen estar comprendiendo. Lava Jato es un
tsunami que no dejará nada en su sitio.
El economista Carlos
Lessa, presidente del BNDES
con el primer gobierno de Lula, señala que Brasil ya no puede mirarse al espejo
y reconocerse como lo que es, perdido el horizonte en el marasmo de la
globalización (goo.gl/owd24y). El aserto de este destacado pensador brasileño
puede aplicarse a los demás países de le región, que no pueden sino naufragar
cuando las tormentas sistémicas acechan. En los hechos, Brasil atraviesa una
fase de descomposición de la clase política tradicional, algo que pocos parecen
estar comprendiendo. Lava Jato es un tsunami que no dejará nada en su sitio.
El panorama que ofrece Venezuela es
idéntico, aunque los actores ensayen discursos opuestos. De paso, decir que
atender a los discursos en plena descomposición sistémica tiene escasa
utilidad, ya que sólo buscan eludir responsabilidades.
Decir que la ingobernabilidad venezolana se debe sólo a la desestabilización de la derecha y el imperio, es olvidarse que en la prolongada erosión del proceso bolivariano participan también los sectores populares, mediante prácticas a escala micro que desorganizan la producción y la vida cotidiana. ¿O acaso alguien puede ignorar que el bachaqueo (contrabando hormiga) es una práctica extendida entre los sectores populares, incluso entre los que se dicen chavistas?
Decir que la ingobernabilidad venezolana se debe sólo a la desestabilización de la derecha y el imperio, es olvidarse que en la prolongada erosión del proceso bolivariano participan también los sectores populares, mediante prácticas a escala micro que desorganizan la producción y la vida cotidiana. ¿O acaso alguien puede ignorar que el bachaqueo (contrabando hormiga) es una práctica extendida entre los sectores populares, incluso entre los que se dicen chavistas?
El sociólogo Emiliano
Terán Mantovani lo
dice sin vueltas: caos, corrupción, desgarro del tejido social y fragmentación
del pueblo, potenciados por la crisis terminal del rentismo petrolero
(goo.gl/DW8wkQ). Cuando predomina la cultura política del individualismo más
feroz, es imposible conducir ningún proceso de cambios hacia algún destino
medianamente positivo.
En suma, el panorama que presenta la región –aunque menciono tres países el análisis puede, con matices, extenderse al resto– es de creciente ingobernabilidad, más allá del signo de los gobiernos, con fuertes tendencias hacia el caos, expansión de la corrupción y dificultades extremas para encontrar salidas.
En suma, el panorama que presenta la región –aunque menciono tres países el análisis puede, con matices, extenderse al resto– es de creciente ingobernabilidad, más allá del signo de los gobiernos, con fuertes tendencias hacia el caos, expansión de la corrupción y dificultades extremas para encontrar salidas.
Tres razones de fondo
están en la base de esta situación crítica.
La primera es la creciente potencia, organización y movilización de los de abajo, de los pueblos indios y negros, de los sectores populares urbanos y los campesinos, de los jóvenes y las mujeres. Ni el genocidio mexicano contra los de abajo ha conseguido paralizar al campo popular, aunque es innegable que afronta serias dificultades para seguir organizando y creando mundos nuevos.
La primera es la creciente potencia, organización y movilización de los de abajo, de los pueblos indios y negros, de los sectores populares urbanos y los campesinos, de los jóvenes y las mujeres. Ni el genocidio mexicano contra los de abajo ha conseguido paralizar al campo popular, aunque es innegable que afronta serias dificultades para seguir organizando y creando mundos nuevos.
La segunda es la
aceleración de la crisis sistémica global y la desarticulación geopolítica, que pegó un salto adelante con el Brexit, la elección de Donald Trump, la persistencia de la alianza Rusia-China para frenar a Estados Unidos y la evaporación de la
Unión Europea que deambula sin rumbo. Los conflictos se expanden sin cesar
hasta bordear la guerra nuclear, sin que nadie pueda imponer cierto orden (aún
injusto como el orden de posguerra desde 1945).
La tercera consiste en
la incapacidad de las élites regionales de encontrar alguna salida de largo
aliento, como fue
el proceso de sustitución de importaciones, la edificación de un mínimo estado
del bienestar capaz de integrar a algunos sectores de los trabajadores y cierta
soberanía nacional. Sobre este trípode se estableció la alianza entre
empresarios, trabajadores y Estado que pudo proyectar, durante algunas décadas,
un proyecto nacional creíble aunque poco consistente.
La combinación de
estos tres aspectos representa la tormenta perfecta en el sistema-mundo y en cada rincón de nuestro
continente. Los de arriba, como dijo días atrás el subcomandante insurgente
Moisés, quieren convertir el mundo en una finca amurallada. Probablemente, porque
nos hemos vuelto ingobernables. Tenemos que organizarnos en esas difíciles condiciones. No
para cambiar de finquero, por cierto. Fuente. Raúl Zibechi. La Jornada. Pablo Raúl martes 2 de
mayo del 2017.
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