DEBUT PÚBLICO EN LA CAPITAL COLOMBIANA DEL
PARTIDO POLÍTICO DE LA EX GUERRILLA.
Lanzamiento a plaza colmada para las FARC.
Con las Fuerzas Alternativas Revolucionarias del Común
(FARC), el grupo ex guerrillero mantuvo su sigla en esta naciente organización
que, ahora en democracia y sin armas, espera disputar el poder y lograr paz con
justicia social.
Katalina Vásquez Guzmán.
Página/12 domingo 3 de
setiembre del 2017.
Desde
Bogotá.
La Plaza de Bolívar estaba a reventar. Con un
lujoso cartel musical que incluyó a un hijo de Bob Marley, Ana Tijoux y otros,
las Fuerzas Alternativas Revolucionarias del Común (FARC) lanzaron públicamente
su partido político. El grupo ex guerrillero mantuvo su sigla en esta naciente
organización que, ahora en democracia y sin armas, espera disputar el
poder y lograr los cambios trazados por sus fundadores hace 54 años: paz con
justicia social.
Frente a los más de mil ex combatientes
que llegaron a la capital para estrenarse en la ciudadanía al discutir las
apuestas y votar por los dirigentes del nuevo partido, el antiguo jefe de las
Farc Rodrigo Londoño “Timochenko” inició su discurso recordando a Jorge Eliécer
Gaitán quien hablaba del país político y el país nacional: “El Estado sigue
representando actualmente los intereses de un grupo minoritario, cuando debiera
representar todas las clases y defender especialmente a la que lo necesita, o
sea la gran mayoría de los desheredados. Proponemos a Colombia poner fin a tan
amarga realidad”.
Lo escuchaban en la plaza, además, decenas
de miles de personas que se congregaron desde las dos de la tarde para el
acontecimiento más inverosímil del último medio siglo en Colombia: la
dirigencia y la base de las Farc reunida en el corazón del poder de Colombia,
bajo el cuidado del Estado que antes fuera su enemigo, y en medio de coros,
banderas y lágrimas de apoyo de miles de ciudadanos que aplaudían la entrada en
la política de las Farc. En sus manos sostenían rosas rojas, símbolo del
partido naciente que, durante la última semana realizó su primero Congreso
logrando reunir por primera vez en la capital del país a su base guerrillera
que hoy está en tránsito a la vida civil.
Con trajes formales, algunos, y otros aún
con las botas, sombreros y ruanas campesinas, los ex combatientes colmaron la
Plaza de Bolívar tras haber elegido en extensas jornadas de conversación y
votación al grupo que dirigirá las nuevas Farc. 111 nombres, de ellos el
26 por ciento correspondiente a mujeres, fueron elegidos por los 1200
“delegados” que arribaron en carro, avión, lancha y hasta caballos desde los
lugares más remotos del país donde están las llamadas zonas veredales ahora
convertidas en Espacios de Reincorporación.
“Imagínese usted, cuando íbamos nosotros a
pensar llenar esta plaza, y atentos que viene llegando una marcha con más
gente, ¡el pueblo está llegando al poder!”, le dijo a Página/12 Rubín Morro
desde la tribuna donde se alojó el ex Secretariado de FARC, con fuertes medidas
de seguridad. Morro, quien ahora también se dio a conocer como poeta, integraba
el quinto frente de las Farc y de guerrero pasó a ser uno de los directivos
elegidos, donde están además de personas que estaban en armas, civiles:
militantes del partido comunista clandestino y de organizaciones sociales y
políticas como Voces de Paz y Marcha Patriótica.
Entre coros de reggae, música popular y
son cubano, los farianos se fundieron en abrazos y aplausos también con
indígenas, con jóvenes, profesores, trabajadores, estudiantes, periodistas, y
ciudadanos de Bogotá que llegaron al sitio a curiosear el acontecimiento de la
semana. Muchas víctimas, incluso que sufrieron a causa de las mismas Farc,
estaban presentes en la Plaza de Bolívar así como integrantes de Naciones
Unidas como Raul Rosende, congresistas e invitados internacionales. Ante cada
asistente las Farc proyectaron videos de ex guerrilleros de base alterándolos
con testimonios de sus comandantes donde le dicen adiós a la guerra, y piden
perdón. Las imágenes, que pocos pasaron inadvertidas, fue interpretada como la
forma en que la organización rebelde reconoció ante al país, ad portas de su
entrada en la política, los daños que ha realizado en la guerra.
Pastor Alape, cuyo nombre de pila es Félix
Antonio Muñoz, le dijo a este diario que se sentía por supuesto emocionado,
pero además de ello que a partir de la fecha tiene un enorme sentimiento de
“mucha responsabilidad y muchas preocupaciones en el sentido que este gobierno
y el Estado en su conjunta pueda permitir que nos podamos desenvolver en la
actividad política”, aseveró el líder que también quedó elegido en la
dirigencia ocupando el séptimo lugar en el total de las votaciones. El primero
lo ocupó Iván Marque, jefe negociador de la guerrilla en La Habana, por lo cual
pasó automáticamente a encabezar la lista de Senado. Pablo Catatumbo, en
segundo lugar, quedó a la cabeza de la lista de Cámara.
En tercer lugar y sorprendiendo a muchos
pues no estaba en el secretariado de Farc, quedó Jesús Santrich, legendario en
la guerrilla no solo por su limitación visual sino por su carácter y polémicas
declaraciones y reacciones como la huelga de hambre que protagonizó
recientemente para presionar la libertad de prisioneros políticos. Muchos de
ellos estaban también en el polémico evento de lanzamiento del partido de FARC
gozando de la libertad tras años de encierro y exigiendo que salgan los
centenares de ex guerrilleros que siguen tras las rejas.
Pastor Alape agregó a Página/12 que además
de la euforia y las preocupaciones “también existe toda la fuerza y la decisión
de seguir arriesgándonos en la apuesta de la paz”. Es ampliamente denunciado el
asesinato de líderes sociales en todo el país el cual va en aumento desde que
inició la implementación del Acuerdo de paz, en diciembre pasado. Y también los
ex combatientes están siendo asesinados. A la fecha van 10.
Pese a las dificultades, realidades del
Acuerdo como el nacimiento del Partido FARC muestran que el tratado logrado en
cuatro años de negociaciones en La Habana verdaderamente está cambiando y puede
cambiar la historia de Colombia. “Se necesitan sin embargo muchos escenarios de
reconciliación para poder ir generando una necesidad de podernos mirar y
construir en reconciliación, no solo desde el poder y partidos sino desde las
actividades más elementales del ciudadano”, agregó Pastor al término de una
rueda de prensa previa al gran concierto donde once de los 111 dirigentes
recién elegidos se presentaron ante los medios por primera vez con sus nombres
reales en grupo.
En la noche, el número uno “Timochenko”
–que sorprendió al ocupar el sexto lugar en las votaciones y no uno de los tres
primeros como se esperaba– dijo estar seguro de que en la Nueva Colombia
“seremos millones y millones”. Su estrategia será dirigirse a los
indiferentes. “Cuando esa inmensa mayoría abstencionista se decida a actuar
políticamente, cuando los desengañados con el sistema político definan creer en
una alternativa nueva. No tenemos otra carta de presentación que nuestra
historia de más de medio siglo dándolo todo, hasta la vida, porque nos
permitieran abrir este espacio por el que puedan pasar todos”, sentenció en
medio de aplausos y arengas de Vivan las FARC –antes impensadas por fuera
de los escondites guerrilleros– el nuevo ciudadano y líder político
antecediendo las trompetas de la Orquesta Aragón de Cuba que, con vientos dulces,
cerró una noche que dividió la historia de la política en Colombia en dos.
/////
COLOMBIA: DE LA LUCHA ARMADA
AL PROSELITISMO POLÍTICO.
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Rubén
Sánchez David.
ALAI:
Viernes
1 de setiembre del 2017.
A partir del 1 de septiembre, cuando culmine el primer
congreso sin armas de las FARC,
comenzará un nuevo proyecto para esta organización que ha proclamado su
fidelidad a su ideario político en el marco de una gran convergencia con otros
sectores políticos que enfrentarán al establecimiento en las elecciones de 2018. Muchos son, empero, los escollos
que habrá de sortear el nuevo partido político antes de encontrar la fórmula
que le permita asumir el papel que desea desempeñar en la construcción de la
nueva Colombia que anhela.
En la nueva aventura
que emprenden, las FARC parten con
el capital que negociaron en los acuerdos de La Habana: diez escaños en
el Congreso (cinco en el Senado
y cinco en la Cámara de Representantes),
así como una fuerte asignación de fondos para los próximos dos comicios que
servirá tanto para el funcionamiento del nuevo partido como para la promoción
de su ideario y propuestas a través de su Centro de Pensamiento. Terminado el
periodo de transición, el nuevo partido jugará con las mismas reglas que rigen a
todos los partidos en Colombia.
Desde
luego, la transformación de las FARC
en un partido político es saludable para la democracia lo que debiera ser
aplaudido, pero nada indica que el tránsito que emprende la que fuera una
poderosa guerrilla esté libre de obstáculos.
Obviamente,
una vez culmine el acto fundacional del nuevo partido se conocerán su nombre,
su estructura y sus definiciones programáticas, pero este primer paso apenas
marcará el inicio de una tarea que se anuncia difícil.
Uno de
los primeros desafíos es desaprender para aprender. Pasar de las técnicas de
movilización social que las FARC
desarrollaron durante décadas a desenvolverse adecuadamente en la participación
electoral. Como lo dijo Timochenko
en su discurso inaugural del nuevo partido,
“Tenemos que tomar
conciencia real de la amplitud con que debemos dirigirnos a la nación, sin
dogmas ni sectarismos, ajenos a toda ostentación ideológica, con propuestas
claras y sencillas”. Este reto es ineludible por cuanto para la organización es
imperativo buscar alianzas y caminos para construir un escenario propicio para
la implementación de los acuerdos con el Gobierno y su desarrollo normativo.
Allanado
este obstáculo, sería posible comenzar a trabajar por el gobierno de transición
que tiene en mente Iván Márquez,
pero la realización del mismo supone tumbar la barrera que separa una sociedad
que mira con recelo a los ex
guerrilleros, así como el surgimiento de líderes capaces de desenvolverse
en la jungla política del país, dado que, tal como fue expresado en el
congreso, el partido aspira llegar al corazón de la población y consolidarse
como “el nuevo poder urbano”. Desde
luego, las FARC han estado manejando
elecciones locales durante muchos años en regiones donde han ejercido el poder de facto,
pero las circunstancias una vez terminado el conflicto armado son distintas.
El
objetivo a corto plazo de la nueva formación política es sumar simpatizantes en
el seno de una sociedad en la que históricamente sus integrantes han tenido un
alto grado de impopularidad. Para que ello sea posible sus propuestas deben ser
audaces, claras y bien argumentadas. Sin embargo, el efecto de dichas
propuestas está supeditado a otro orden de factores.
En
efecto, aunque el partido puede arrancar sus andaduras sin demoras, quedan
asuntos pendientes que pueden entorpecer su marcha. En primer lugar, amplios
sectores de la sociedad esperan que el daño causado a las víctimas sea reparado
con acciones que vayan más allá de pedir perdón. En segundo lugar, la implementación
de los acuerdos de paz marcha a paso lento y está lejos de otorgar garantías
suficientes a los excombatientes. De hecho, la Corte Constitucional no ha
terminado de evaluar asuntos trascendentales para la implementación de los
acuerdos de paz como la Jurisdicción Especial para la Paz, la Ley de Amnistía y
la participación en política.
Finalmente,
y no menos vital para la reinserción plena de los ex combatientes y su paso a
la política, el tema de la seguridad de los mismos sigue en entredicho. Según
documento publicado por el Sistema Integral de Seguridad, en los primeros seis
meses de 2017 han sido asesinados 24 excombatientes de las FARC o familiares de
ex guerrilleros que se suman a 52 líderes sociales. El informe recuerda
que si bien existe ya un Estatuto de la Oposición, todavía no se ha radicado el
proyecto sobre garantías para la participación ciudadana con el que se
reglamentarían las protestas sociales. Concluye el informe afirmando que
“No es buen mensaje
prolongar la realización de derechos de las comunidades más afectadas por el
conflicto y, mucho menos, negar las garantías que se necesitan para que las
FARC hagan política”.
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Rubén Sánchez David.
Profesor Universidad del Rosario.
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