DACA. LA MONEDA ESTÁ EN EL AIRE. ¿OTRO
FRACASO ANTE EL ODIO POLÍTICO?.
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Miguel Ángel Ferrer.
Rebelión viernes 8 de setiembre del 2017.
La orden ejecutiva del presidente de Estados Unidos
para cancelar el programa ACCIÓN
DIFERIDA PARA LOS LLEGADOS EN LA INFANCIA o DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) ha generado la
repulsa y condena de los más significativos y representativos sectores de la
sociedad estadounidense. Se trata de un acto de gobierno que pone en riesgo de
deportación a algo así como 800 mil
jóvenes hijos de indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo
menores de edad, los ya celebérrimos dreamers,
y que, por lo tanto, en ese momento no eran responsables de su propia migración
indocumentada,. A primera vista pareciera que DONALD TRUMP se apunta una importante victoria en su agenda
antiinmigrantes. Pero visto el asunto un poco más de cerca podría decirse que
esa presunta victoria está en el aire. No sería la primera vez que una
propuesta de Trump se quede a medio
camino. Hasta ahora sólo dos acciones del desorbitado magnate se han
saldado con el triunfo, ambas en el plano internacional. La primera fue el
abandono por cuenta de EE.UU. del
Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP); y la segunda, el retiro estadounidense del ACUERDO DE PARÍS sobre cambio
climático. Pero fuera de eso, todas las propuestas trumpianas han sido frenadas o desechadas. Por ejemplo, la
ampliación del muro en la frontera con México. O su decisión de expulsar a diez
millones de indocumentados, cifra manejada corrientemente, si bien el guarismo
verdadero debe rondar los 20 millones de personas sin papeles y de muy diversas
nacionalidades.
LO MISMO LE
PASÓ A TRUMP CON SUS DESAFORADAS AMENAZAS CONTRA LA REPÚBLICA POPULAR
DEMOCRÁTICA DE COREA (RPDC),
más conocida como COREA DEL NORTE. Aunque
mantiene el tono agresivo, sus palabras no concuerdan con sus acciones. Y
una cosa semejante puede decirse en relación con su propósito de frenar el proceso
de deshielo con CUBA. El tono
agresivo y las amenazas se mantienen pero el deshielo continúa. También
ha sido frenada su, esa sí, encomiable pretensión de retirar al ejército de EE.UU. de Afganistán. El propio Trump ha determinado aumentar el número
de soldados en aquel país asiático. También Trump se había propuesto presionar a China buscando acuerdos comerciales más favorables para EU. Pero el excéntrico magnate
inmobiliario no ha pasado de las palabras a los hechos. Ya se sabe que no hay
borracho que coma lumbre. Ninguno de estos frenarse o echarse para atrás
ha sido fruto de la libre voluntad de Trump.
En los casos mencionados y en muchos otros ha sido obligado a ello por sus
oponentes. Y hasta ahora, contra la gigantesca e influyente marea opositora a
la extinción del DACA, TRUMP y sus
compinches sólo han argumentado que se trata de una asunto de seguridad
fronteriza. Pero todo el mundo tiene claro que se trata finalmente de una
maniobra política para congraciarse con su un tanto decepcionada base
electoral, igualmente racista y xenófoba. En cuanto al DACA, ahora mismo ya son visibles las
señales de reconsideración por cuenta de Trump
en un intento por apaciguar las protestas, las condenas y las
movilizaciones opositoras. El asunto, como dicen los dreamers y sus acompañantes, apenas empieza. Por eso
puede afirmarse que la moneda está en el aire, y que el futuro de esos 800 mil muchachos
dependerá de la fuerza de la oposición a la racista y xenófoba medida.
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LA SUCIA
HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS CONTRA LATINOAMÉRICA.
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Manuel
E. Yepe.
Rebelión
viernes 8 de setiembre el 2017.
La historia de las intervenciones y agresiones
estadounidenses en Latinoamérica comienza en 1822 con la afirmación de la
región como su esfera de influencia y sigue con la promulgación de la Doctrina
Monroe, según la cual las naciones hispanoamericanas que emergían a la
independencia constituían territorio vedado a los apetitos imperiales europeos
y, por extensión, espacio natural de influencia estadounidense.
Luego viene la afirmación del principio del Destino Manifiesto, la guerra de 1848 contra México y el despojo de California y Nuevo México.
Luego viene la afirmación del principio del Destino Manifiesto, la guerra de 1848 contra México y el despojo de California y Nuevo México.
A partir de 1898 Estados Unidos entra en guerra
contra el debilitado imperio español para conquistar sus territorios coloniales
remanentes: Filipinas, Puerto Rico y Cuba.
Aunque el objetivo principal, por razones
económicas y de geopolítica era el archipiélago filipino, el mejor pretexto se
presentó en Cuba, donde los independentistas estaban llevando la mejor parte en
su guerra contra el colonialismo español y se hallaban próximos a lograr por sí
solos la victoria.
La derrota de las debilitadas armas españolas no tardó mucho tiempo y permitió al debutante imperialismo norteamericano presentarse como fuerza fiel a su discurso anticolonialista, al tiempo que negaba o reducía el papel en ello de los independentistas cubanos que llevaban más 30 años sobre las armas y habían perdido en combate a algunos de sus principales líderes.
En el curso de las siguientes tres décadas, Estados Unidos invadirá treinta y cuatro veces a los países de la Cuenca del Caribe: Ocupará México, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. La sólida presencia británica en materia comercial, financiera y de infraestructura, impidió a Washington extender su penetración imperial a América del Sur. En 1933, con el país afectado por una honda depresión económica, agotado por la campaña contra Sandino en Nicaragua e inquietado por el fuerte movimiento nacionalista latinoamericano estimulado por la Revolución Mexicana, llega al poder Franklin Delano Roosevelt quien inicia la política del Buen Vecino, retira las fuerzas de ocupación del Caribe y anuncia una política de no intervención en América Latina.
La derrota de las debilitadas armas españolas no tardó mucho tiempo y permitió al debutante imperialismo norteamericano presentarse como fuerza fiel a su discurso anticolonialista, al tiempo que negaba o reducía el papel en ello de los independentistas cubanos que llevaban más 30 años sobre las armas y habían perdido en combate a algunos de sus principales líderes.
En el curso de las siguientes tres décadas, Estados Unidos invadirá treinta y cuatro veces a los países de la Cuenca del Caribe: Ocupará México, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. La sólida presencia británica en materia comercial, financiera y de infraestructura, impidió a Washington extender su penetración imperial a América del Sur. En 1933, con el país afectado por una honda depresión económica, agotado por la campaña contra Sandino en Nicaragua e inquietado por el fuerte movimiento nacionalista latinoamericano estimulado por la Revolución Mexicana, llega al poder Franklin Delano Roosevelt quien inicia la política del Buen Vecino, retira las fuerzas de ocupación del Caribe y anuncia una política de no intervención en América Latina.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, se inicia la
Guerra Fría y se conforma un mundo bipolar para el que Washington convierte a
América Latina en su retaguardia, al tiempo que crea en 1947 la Agencia Central
de Inteligencia (CIA), que escribirá en la región una de las más tenebrosas
historias de crimen, abuso y barbarie que haya conocido la humanidad.
Corresponden a este período el inicio de las agresiones y del bloqueo económico contra la revolución cubana y las invasiones contra Guatemala, República Dominicana, Panamá, Granada y la guerra sucia contra la Nicaragua sandinista.
Corresponden a este período el inicio de las agresiones y del bloqueo económico contra la revolución cubana y las invasiones contra Guatemala, República Dominicana, Panamá, Granada y la guerra sucia contra la Nicaragua sandinista.
Al término de la Guerra Fría, del Consenso de
Washington determina que el dominio imperial de Estados Unidos sea reemplazado
por la hegemonía económica, ejercicio que abre el apetito de los halcones de
Washington que exigen el retorno a un poder imperial absoluto, asumido sin
ambages, para lo cual se presta como anillo el dedo la asonada terrorista del 11
de septiembre de 2001 que justifica la supuesta “guerra contra el terrorismo”.
Lograremos forjar y consolidar LA PATRIA GRANDE?.
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La integración de un sistema hemisférico dominado por Washington, el
acomodamiento de América Latina a los intereses imperialistas de Estados Unidos
en el rol de suministrador de materias primas; la integración de la Organización de Estados Americanos como
patio trasero de EEUU, hasta la conversión de América Latina en una especie de
taller de Estados Unidos para experimentar las diferentes formas de guerra
contrainsurgente con todas las modalidades del terror, desapariciones,
torturas, masacres y exilios forzados, diseñadas todas para destruir la
relación entre la solidaridad y la individualidad. Desde 1898 Estados Unidos ha ejecutado “exitosamente” más de cuarenta
cambios de régimen en América Latina.
Contrasta el hecho de que siga en pie y con más
solidez que nunca, la revolución cubana, lo que mantiene la interrogante sobre
la validez de una vía democrática para la retención de poder por las
revoluciones populares dada la reiteración con que las fuerzas de derecha han
demostrado que no acatan sus derrotas por la vía democrática de las urnas y
apelan siempre a una u otra forma de violencia institucional basada en el orden
burgués previamente establecido.
Por la significación de su vigencia para la Patria Grande, toca al pueblo
venezolano defender, con la solidaridad y apoyo de todos sus semejantes del
continente, la
supervivencia de la revolución bolivariana, hasta la victoria siempre.
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