COLOMBIA.- “Sobre el tema de la desigualdad social se han expuesto
diversas teorías, todas ellas encaminadas a
señalar las posibles causas de este drama social que afecta a millones de
personas y familias que hoy se debaten en medio de la pobreza y la miseria, y
cuentan con muchas dificultades para ascender en el escalafón social y mejorar
así sus condiciones de vida y de bienestar general. No obstante, lo anterior para algunos dirigentes, la desigualdad social
no es un obstáculo para el crecimiento y desarrollo de la sociedad en su
conjunto, sí la misma depende de las diferencias naturales de los individuos
derivadas de las capacidades y habilidades que se reflejan, por ejemplo en la
diferencia de ingresos, puesto que tales diferencias pueden constituir un incentivo para que las
personas se superen y en este sentido contribuyan a su desarrollo individual y
al de la sociedad en general.
Para otros la desigualdad está asociada a la falta de oportunidades,
impidiendo que los individuos más pobres tengan
acceso a la salud, educación, vivienda, trabajo, etc., circunstancias éstas que
se convierten en un obstáculo para el desarrollo. Igualmente hay quienes consideran que la desigualdad está ligada
fundamentalmente a la puesta en marcha de las políticas neo-liberales que
han contribuido a incrementar la concentración de la riqueza causante de la
desigualdad económica y social. En todos
estos casos la causa de la desigualdad se encuentra estrechamente ligada con
las diferencias de ingresos y de oportunidades, asociadas con la pobreza de
amplios sectores de la población y con el proceso de acumulación de la riqueza,
que impide en la práctica una justa distribución de la misma, en favor de los
sectores sociales más pobres que demandan de
una política pública que tenga por objeto mejorar la distribución del gasto
social y/o del reparto de la riqueza entre los sectores
más pobres de la sociedad”.
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DESIGUALDAD
SOCIAL EN COLOMBIA.
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Hedelberto López
Blanch.
Rebelión sábado 30
de setiembre del 2017.
Colombia se clasifica como una de las naciones más
desiguales del mundo y la segunda de América Latina, según datos del Banco
Mundial, donde la mayoritaria población desfavorecida debe hacer diariamente lo
indecible para poder alcanzar un magro sustento.
El profesor e investigador de la Escuela de
Estudios Superiores en Ciencias Sociales de Francia, Thomas Piketty, durante
una conferencia en la Universidad Externado de Colombia, señaló que el 20 % del
ingreso de Colombia está en manos del 1 % de la población, mientras que la
mitad de esos ingresos pertenece solo al 10 %.
Piketty sugirió que
la mejor estrategia para reducir la inequidad en una sociedad es invertir en
educación, salud y otros servicios públicos de calidad, pero para pagarlos es
necesario establecer sistemas de tributación progresivos, donde los ricos no
terminen pagando menos impuestos que los pobres como ocurre en esa nación
latinoamericana al igual que en otros países capitalistas del mundo.
Una organización como la del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó un informe en el que subraya que
Colombia ocupa el puesto 12 de 168 países en desigualdad en el ingreso, acceso
a la educación y la salud entre hombres y mujeres. Paradójicamente, ese mismo
informe, sitúa a su vecino país, Venezuela, en el puesto 79, es decir, casi
siete veces mejor que Bogotá.
La comparación viene al caso porque el presidente
Juan Manuel Santos, en ninguno de sus últimos discursos, ha dejado de criticar
al gobierno de Nicolás Maduro y ha insistido en que el modelo social y político
de la Revolución Bolivariana ha fracasado.
Así también lo hizo Santos durante la recién
concluida Asamblea General de ONU sobre la paz y el cambio climático, minutos
después del discurso pronunciado por el mandatario estadounidense Donald Trump
quien realizó una amplia diatriba contra el gobierno de Caracas.
El desempleo en Colombia se sitúa en el 9,1 %,
según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Durante los largos años de guerra contra las
guerrillas de las FARC y el ELN, resultaron desplazados cientos de miles de
campesinos que debieron irse para lugares lejanos o hacia ciudades y poblados
donde les era difícil encontrar trabajo y algún local para sus familias.
Como consecuencia de ese conflicto, unido a la
entrega indiscriminada de territorios cultivable por parte de las diferentes
administraciones colombianas, en la actualidad el 1 % de la población más rica
del país, junto con las compañías transnacionales, son dueñas del 81 % de las
tierras.
El 62 % de los jóvenes colombianos que viven en el
ámbito rural no se inscriben en la educación secundaria y solo un 2
% accede a la universidad .
Aunque Colombia tiene un Producto Interno Bruto de
456 000 millones de dólares y enormes riquezas minerales, más de 22 millones de
los 42 millones de sus habitantes viven en la pobreza lo cual se ha agudizado
con las políticas neoliberales establecidas en los últimos años.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia
(Unicef) , en Colombia 5 000 niños mueren cada año por causas relacionadas con
desnutrición. Un documento suscrito por la Iglesia Católica denunció que “no
solo el 52 % de los colombianos vive en la pobreza, sino que el 20 % se
encuentra en la indigencia mientras 5 000 000 se van a dormir, diariamente, sin
comer”.
Con la entrada en vigor el 15 de mayo de 2012 del Tratado de Libre Comercio
TLC), se aceleró la fuga de capitales, la destrucción ambiental; aumentó la
privatización de servicios esenciales como educación, agua, electricidad y
salud; se incrementó la desigualdad y el trabajo precario; se redujo la
producción alimentaria con la entrada de mercancías subsidiadas procedentes de
Estados Unidos, y sobre todo, se perdió la soberanía económica y política de la
nación.
En territorio colombiano están enclavadas siete bases militares
norteamericanas.
Para que congresistas norteamericanos aceptaran
aprobar el TLC, se incrementaron las concesiones: se impulsaron las ventas de
empresas de producción y servicios como las compañías eléctricas de Boyacán,
Pereira, Cundinamarca, Santander, Norte de Santander, Meta y Termocandelaria;
grandes extensiones de terreno para la extracción de minerales y la agricultura
extensiva; construcción de hidroeléctricas con las consecuentes afectaciones a
los pobladores originales y al medio ambiente.
Las privatizaciones alcanzaron a los Banco Popular
y Colpatria; a las empresas inmobiliarias, servicios de agua potable,
alcantarillado, la educación, salud y seguros.
Economistas y organizaciones políticas aseguran que
los documentos del TLC, compuestos por 1 531 páginas, desarticulan la soberanía
del país al convertirlo en Ley tutelada por lineamientos internacionales
mediante el cual ningún organismo del Estado puede aprobar algo que contradiga
ese texto. Solo Washington ostenta el derecho a realizar modificaciones a esas
leyes con las consabidas ventajas a su favor.
Para reforzar el cerco neoliberal del TLC, Colombia
se comprometió dentro del acápite de la Propiedad Intelectual, a ceñirse por
otros cuatro acuerdos internacionales que favorecen la penetración y libre
accionar de las transnacionales estadounidenses en el país, sin tener que
responder por reclamaciones ambientales, despidos laborales y violaciones de
derechos humanos.
Indiscutiblemente que Santos se anotó un importante
punto con la firma de los acuerdos de paz con la guerrilla de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pero deberá realizar (en el poco
tiempo que le queda en la presidencia) muchas mejoras sociales, económicas y políticas a favor de la
mayoritaria población pobre del país, las que no se alcanzarán mediante
políticas neoliberales.
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Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano,
especialista en política internacional.
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