SE NOS VA NUESTRA CULTURA LOCAL, NUESTRA
IDENTIDAD CULTURAL, NUESTRA HISTORIA SOCIAL, estamos al filo del
precipicio, no encontramos la fortaleza humana, que nos permita forjar un escenario
único, dinámico, productivo, que nos permita dialogar, conversar, nuestras
experiencias, gustos, tradiciones, usos, costumbres familiares que enriquecen
un mundo cultural propio del pasado, pero que se está yendo, se está perdiendo,
porque la Transmisión Cultural no encuentra ese espacio necesario y menos los
canales propios para mantener y preservar lo nuestro, lo que nos identifica, lo
que nos diferencia y nos une en esa inmensa diversidad cultural de nuestra Nación
– tarea histórico-política aún pendiente a pesar de haber transcurrido 198 años
de vida Republicana.
Tres instituciones fueron el semillero
productivo de las Artes Culturales, FAMILIA, ESCUELA, IGLESIA, hoy las
tres están en crisis, pero las tres son la cuna y manantial de siglos de
producción, hoy expresadas en poesía,
cuento, pintura, artesanía, tecnología, quizás para muchos como Ciudadanos
de a pie, no pudimos comprender esta
realidad en crisis y en permanente ataque frontal, que nos intenta acabar,
desaparecer, porque los ACTORES SOCIALES
Y CULTURALES, parece que hubieran desaparecido de la cual – a pesar de todo
- éramos y seguimos siento los actores principales.LA FAMILIA, la ESCUELA y la IGLESIA – las tres instituciones
propias de nuestra Vida Cotidiana, están en seria y profunda crisis – está generando
que los diversos “cuchillos” acerados como se presenta hoy la globalización cultural, con sus
poderosas herramientas y mecanismos, “llenos
de innovaciones tecnológicas” – de gran simpatía, receptividad y práctica
diaria, en especial por la Juventud – para muchos estar o ser parte activa de
la “modernidad” y ser activo
dependiente de los adelantos tecnológicos que nos presenta la era digital.
Cómo enfrentar en desventaja social y cultural esta “batalla”
por conservar lo nuestro, y que además sea parte del presente, alimente nuestra
Cultura en el objetivo de ir creando, forjando las condiciones sociales y
culturales para la forja y construcción de CIUDADANÍA, con
la capacidad y visión de futuro que nos permita tener, forjar ese
escenario nuestro para defender desde la Trasmisión
Cultural en la Escuela, en la Familia – desde nuestra Historia Personal, Familiar,
– incluso con su propio Capital Cultural
y Social, como Hipótesis de Trabajo, teniendo sus propias “herramientas de
trabajo” porque lo nuestro, la CULTURA
LOCAL, se está asfixiando, está ahogando, porque el “poder de lo nuevo” ha
logrado copar todos los escenarios. Creencias, Juegos, Tradiciones, Usos, Practicas
Comunales, Producción en Pintura, Música, Danza, Arte, etc. Descubrir, como trabajo nuestro,
como hoy están presentes, concatenados
dialécticamente, siglos de creatividad de nuestros Pueblos, que hoy
luchan por ”sobrevivir” en una Sociedad
que los está destruyendo en una “guerra”
implacable, de terminar con nuestro pasado, como si hoy fuera un “genocidio cultural”, comprendiendo que
estamos luchando contra la corriente, pero lo grande y significativo es que no
podrán vencernos, derrotarnos, tenemos una Muralla
Social y Cultural, que nuestro Pueblo,
con su inmensa sabiduría hoy sólo
espera descubrir, que la coyuntura le permita abrir ese camino, esa alternativa
para trabajar, desde diferentes niveles y ámbitos sociales - ser los Actores Sociales, los protagonistas
de nuestro propio Patrimonio Histórico
Cultural. Una responsabilidad social muy importante y un compromiso
Político con visión de futuro nos espera, está frente a nosotros, pero es de
nuestra plena responsabilidad asumir este reto
social y cultural de cómo preservar y defender nuestra Cultura Local,
nuestra Identidad Cultural
Regional-Nacional que nos permita ser uno de los Pueblos, parte activa y
dinámica del inmenso movimiento social del DESENCLAVE CULTURAL. …Continuará……
/////
Petit visitó Misiones, invitada a dar una conferencia en el congreso
“Territorios para pensar las infancias”.
***
“LOS
EUROPEOS TENEMOS MUCHO QUE APRENDER DE LOS LATINOAMERICANOS”.
Entrevista
a la antropóloga francesa Michèle Petit.
*****
En su último libro, Leer el mundo, la investigadora recoge testimonios y
experiencias de lectura transformadoras, muchas de ellas, de la Argentina.
Petit aborda el tema de la transmisión cultural a los niños.
Por Karina Micheletto.
Página/12
domingo 24 de junio del 2018.
“Te
presento el mundo. Te presento a aquellos que te han
precedido y el mundo del que vienes, pero te presento también otros universos
para que tengas libertad, para que no estés demasiado sometida a tus ancestros”. Eso es lo que dice Michèle Petit que se le está diciendo a
un niño o a una niña cada vez que se le cuenta un cuento, se le repone un relato
familiar, se le leemos en voz alta o se le canta una nana. Esa transmisión cultural primera, asegura,
es la que vuelve el mundo habitable, comprensible, posible de asir para el
recién llegado. Y su dimensión, necesariamente, es poética. De certezas como
estas, necesariamente políticas, está hecho su libro Leer el mundo. Experiencias actuales
de transmisión cultural. Y por allí discurrió también la reciente visita de la antropóloga francesa a Misiones,
invitada a dar la conferencia magistral del congreso “Territorios para pensar las
infancias”, que se realizó en el Parque del Conocimiento de Posadas.
La Ficha.
En
su libro, Petit
recoge numerosos testimonios y experiencias de lectura transformadoras, muchas
de ellas, de la Argentina.
Cuenta
que lo escribió “como un acto de rebeldía contra el hecho de
estar cada vez más obligado, si se defienden las artes y las letras (o también,
las ciencias), a proveer pruebas de rentabilidad inmediata, como si esa fuera
su única razón de ser”. Pero también
a partir del “hastío de los discursos de la queja que se han
multiplicado en todos los ámbitos y que se oyen bastante a propósito de la
lectura, las bibliotecas o la transmisión cultural”. Esta visita a la Argentina no es una más. “Con mucha gente en
América latina, pero aun más en la Argentina, tengo una historia de amor.
Porque yo viví en América latina en mi adolescencia, y regresar siempre es un
gusto. La gente tiene una hospitalidad increíble, eso hace bien”, agradece en diálogo con Página/12.
“Trabajo sobre los temas de lectura, literatura,
educación artística y transmisión cultural desde hace unos veinticinco años. Al principio trabajaba en Francia en
contextos desfavorecidos: ambientes
rurales, barrios populares, para ver la relación que la gente tenía en
particular con la lectura y la literatura. En algún momento viajé aquí, me
invitaron, y muy rápidamente mis estudios tuvieron gran difusión. Porque era
gratificante para los mediadores, por fin algo se decía de lo que hacían”, recuerda la investigadora. “Empezaron a
llamarme para que contara sobre mis estudios europeos, de Argentina, Colombia, México, etc. Se publicaron libros míos que
circularon mucho. Y cada vez que daba una conferencia, la gente venía y me
contaba lo que ellos hacían. Así
descubrí maravillosas experiencias literarias y artísticas compartidas,
armadas por gente en contextos difíciles, críticos. Empecé a interesarme mucho
por eso y pensé: hay que estudiar esto, en serio. Cada vez que viajaba
aprovechaba para quedarme más y hacer entrevistas con la gente que había
realizado experiencias interesantes, visitaba sus talleres, seguía sus
trabajos. Después escribí un libro para
contar esas experiencias”, repasa el trayecto que la llevó a establecer un
vínculo que se ve reflejado en sus libros.
–En sus libros aparecen relatadas muchas de esas
experiencias, con nombres y lugares. ¿Es una intención explícita suya dar a
conocer esas experiencias?
–Sí,
me gusta hacer circular las experiencias. Porque me parece que es lo que falta. Me acuerdo que
al principio me enteraba de una experiencia en tal lugar, y al día siguiente
encontraba una persona que por casualidad hacía algo similar, tal vez a diez
kilómetros, y muy a menudo no se conocían entre sí. Y mucho menos, se conocía
eso tan valioso que pasaba en lugares más alejados, pero del mismo país. Y en Europa, para nada. Nosotros,
los europeos, tenemos mucho que aprender de los latinoamericanos,
de todas estas experiencias de lectura, tan diversas, que llevan
adelante.
–¿Recuerda alguna en particular que considere
destacable, en Argentina?
–Tantas, y no solamente de lectura, también de educación artística. El nombre que primero
se me aparece es el de Mirta Colángelo,
alguien que ya no está físicamente entre nosotros, desgraciadamente. Fue
fascinante conocerla, me enseñó mucho. Me abrió los ojos, la mente y el corazón
sobre el hecho de que la lectura y la
literatura están bien, pero es lo uno y lo otro: siempre van de la mano de
la observación poética del mundo. Todo lo que ella hacía, lo hacía con poesía, y con amor. Me marcó tanto que
cada vez que llego a este país pienso en ella, la siento aquí. Destaco también
el trabajo de Laura Devetach –que en
este viaje me mandó un regalito–, y a Ani
Siro, alguien que está muy cerca de ella y da talleres maravillosos, con Martín Broide, siempre combinando arte
con literatura. Podría citar también el trabajo de Silvia Seoane, con Gustavo
Bombini, y tantos… En todos los países de América latina a los que he viajado, hay cosas interesantes y casi
siempre insuficientemente conocidas. Pero tal vez hay dos lugares que me sorprenden aun más: Colombia y Argentina. Cada vez que
vengo aquí, me fascina la relación del país
con la literatura, la poesía, el arte. Es subjetivo, seguramente, pero me
sorprende, y no tengo la explicación. ¿Usted me la puede dar?
–No. Menos teniendo en cuenta que atravesamos una
etapa de restricción en todas las áreas…
–Y
la gente sigue activa a pesar de no tener presupuestos... En el congreso de Posadas hubo más de 2300 personas inscriptas, noté mucho
entusiasmo. O sea que la gente lucha para una vida más bella, más digna. Se
resiste a verse ajustada a las variables de las exigencias del FMI y del neoliberalismo.
–En esto que usted ha observado hay grandes aliados
en la Argentina, y son los docentes…
–Yo no estudié
particularmente la escuela en la
Argentina, pero me sorprende la apertura que tienen muchos docentes para tratar de hacer dialogar
la emoción estética y los aprendizajes,
experimentar, no quedarse en el utilitarismo a corto plazo: hay que aprender
esto para esta semana, porque la currículo lo dice. No, muchos tienen una
ambición, un deseo de ir por más. Sé que es un momento difícil, que sus
institutos de formación están atacados, me entero por las redes sociales, por mis amigos. Sin embargo eso no los detiene, ¡al
contrario!
–¿Así pensados, el arte y la literatura son formas
de resistencia?
–Claro
que son formas de resistencia.
Esto me lleva a las palabras de su compatriota, la psicoanalista Silvia Bleichmar. Ella decía que había que luchar
para no verse reducidos a puros seres
biológicos. Es siempre esa cuestión: no verse reducido a variables
económicas, como decíamos recién. Desde hace un par de años me paso el tiempo
repitiendo que somos también seres
poéticos, seres narrativos, que desde hace más de treinta mil años, mucho antes de inventar la moneda, e incluso la agricultura, hemos trazado unos dibujos, hemos pintado, hemos muy
probablemente cantado. Estuvo esa
dimensión. Entonces, hoy no podemos ser únicamente reducidos a un utilitarismo
estrecho. No puede ser. Bleichmar
también decía que no se puede decir a los niños
que tienen que ir a la escuela para ganarse la vida después, eso es un discurso
horrible. Para ella la escuela debe
ser el lugar de recuperación de los sueños. El lugar al que se va para poder
soñar un país diferente. Por eso es absolutamente fundamental que las artes y
entre ellas la literatura tengan un
lugar importante en esa escuela.
–Usted dice que la literatura es necesaria para
presentar el mundo. ¿En qué sentido?
–Cantarle
una canción a un niño, decirle un cuento, entonarle una nana, o incluso contarle unos recuerdos de una manera diferente, con palabras
distintas a las del habla cotidiana, es una forma de decirle: mira,
te presento el cielo, te presento el mar. En esa transmisión cultural, nosotros
nombramos y presentamos el mundo a los que nos siguen. Y hacerlo con palabras poéticas, no solamente con palabras de
designación inmediata de las cosas, recurrir a los relatos familiares, o a los
mitos, es abrir la mirada. Si no te dieron opción a esa lengua poética
narrativa, el mundo que te rodea no te dice nada. Necesitamos que el espacio nos cuente historias. Si no, no lo
habitamos.
–¿Ese espacio está en riesgo hoy?
–Está
en riesgo cuando muchos jóvenes se sienten excluidos. Desde luego se trata primero de una
exclusión económica y social, pero a lo mejor se trate también del hecho de que
no tuvieron esa transmisión. Es decir
que la lengua, por la dureza de las condiciones de vida de los padres, o a
lo mejor porque tuvieron que emigrar
y dejar atrás lo que conocían de antes, por múltiples motivos, no estuvo ahí
para presentarles el mundo. Además de la exclusión
económica social, lo que les rodea no les cuenta nada, no les inspira nada,
no encentran su lugar en eso. Aparece además el tema de las tecnologías,
todo otro gran tema. Yo no hay que tirar a la basura las
tecnologías, para nada. Pero para los niños, y de modo particular en la
primera infancia, son absolutamente fundamentales esos juegos, esos cantos,
esas risas compartidas, eso que pasa de un rostro al otro, de una sonrisa a la
otra. Ese intercambio, que es incluso carnal, y simbólico a la vez, es insustituible.
–En su conferencia habló de la belleza. ¿Por qué?
–Me vino la curiosa idea de hablar de la belleza. Y después pensé:
¡pero qué locura, yo nunca estudié la belleza, es un tema inmenso! (risas). Traté de hacerlo, para
abordar, justamente, algo de esas dimensiones fundamentales de los humanos. Con
la que sin embargo tenemos una relación muy a menudo de ambivalencia: ¿y eso para qué sirve? Mi abuela decía: “La
belleza no se come en ensalada” (risas). Es como si fuera algo de lujo, o un
adorno. Si es un adorno, es un adorno fundamental. Por algo, más allá de
nuestros recursos económicos, desde hace decenas de miles de años nos pintamos
el rostro, nos arreglamos los vestidos, decoramos nuestras casas…
–¿Cómo ve el presente de su país?
–El presente de mi país
nos da a todos preocupaciones, algunas veces nos da vergüenza. Por ejemplo
cuando veo lo que pasó con el barco con
los migrantes, el modo en que Macron
y muchos miraron para otro lado, y el modo en que muchos otros los aplaudieron.
Me alegro de que en muchas ciudades de Italia
haya manifestaciones en contra. Pero en Francia
no ha habido gran respuesta, la gente no se muestra dispuesta a enfrentar
esa situación. Yo voté por Macron,
era él o la extrema derecha, pero lo que pasa actualmente, es un
escándalo.
De
nuevo: aún en este infierno,
hay gente que trata de hacer algo para construir un mundo más amigable y
habitable. Conozco gente que ofrece talleres
de dibujo o de fotografía con niños migrantes, gente que sigue intentando
relacionase de otra manera. Mientras los gobiernos solo tienen como respuesta a la
policía, esta gente se relaciona de manera humana.
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