HEGEMONÍA.- “Concepto prolijo, ampliamente utilizado en el lenguaje
político cotidiano,
rememora otros conceptos como dominación, dirección, poder… y como tantas otras
creaciones de la izquierda -que por dejadez o impotencia no se han sabido
explotar- han sido apropiadas por el poder que ha entendido en toda su plenitud
su funcionamiento. No cabe otra
explicación para la situación actual en los modelos de democracia liberal
imperantes que el consenso y aceptación mayoritaria del actual statu quo”.
“Conscientes de que la tarea no es fácil porque si no resulta
sencilla la lectura de Gramsci,
imaginen intentar explicarlo. Si a eso le añadimos, por un lado que el
concepto “hegemonía”
tiene diferentes acepciones incluso en la misma obra gramsciana; y por
otro, que este concepto está estrechamente relacionado con otros (el concepto de Estado, sociedad civil, la
cuestión del partido…etc.) hasta el punto
que es necesario su estudio y comprensión para poder entenderlo y viceversa,
entenderá el lector el cuidado que hemos dedicado a elaborar esta entrada. Pero
como de buenas intenciones está plagado el camino al infierno (en el caso de
existir, of course) y no somos
inefables, como
siempre estamos abiertos a incorporaciones, modificaciones, supresiones,
aportaciones y debates varios con los que gusten obsequiarnos. Y ahora, a la
materia”.
/////
POR QUÉ ANTONIO GRAMSCI ES EL PENSADOR
MARXISTA DE NUESTRO TIEMPO.
El concepto de hegemonía del difunto
filosofo italiano era asombrosamente clarividente
*****
George Eaton.
New Statesman.
Rebelión lunes 4 de junio del 2018.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales
Bastos.
En el juicio de
Antonio Gramsci celebrado en 1928 el fiscal declaró: “Debemos impedir que este
cerebro trabaje durante 20 años”. Gramsci, exlíder del Partido Comunista Italiano
y lúcido teórico marxista y periodista, fue condenado a dos décadas de cárcel
por el gobierno fascista de Benito
Mussolini.
Sin embargo, la reclusión provocó el florecimiento del
pensamiento de Gramsci en vez de su
declive. Emprendió una colosal búsqueda intelectual cuyo objetivo era ofrecer
un legado imperecedero. Sus Cuadernos
de la cárcel* comprendían 33
volúmenes y 3.000 páginas de historia, filosofía,
economía y estrategia revolucionaria. Aunque se le permitió
escribir, Gramsci no tenía acceso a
las obras marxistas y se vio obligado a utilizar un código para eludir a los
censores de la cárcel. En 1937,
después de que durante mucho tiempo se le negara una atención médica adecuada
(se había quedado sin dientes y no podía digerir alimentos sólidos), Gramsci murió a la edad de 46 años.
Con todo, ha logrado la posteridad intelectual que
trataba de alcanzar. Su cuñada Tatiana
consiguió sacar a escondidas sus Cuadernos
de la cárcel y se publicaron en Italia de 1948 a 1951. Después de
que su obra de se tradujera al francés,
alemán e inglés en la década de 1970 Gramsci
se convirtió en la influencia principal de los eurocomunistas anti-estalisnistas. Gramsci es ahora
citado constantemente por comentaristas que recuerdan su aforismo más memorable
(“pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”) y su descripción de
la década de 1930:
“La
crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, y
en ese lapso de tiempo aparecen los más diversos síntomas morbosos”.
En un discurso
pronunciado en 2013 el entonces Secretario de Estado de Educación [británico]
Michael Gove citó a Gramsci al
defender su insistencia en los métodos de educación tradicionales (“La
ideología que tanto temía [Gramsci]
en la Italia de entreguerras era lo que hemos denominado –de forma trágicamente
inapropiada– 'educación progresista'”). Hasta el grupo francés de extrema
derecha Nouvelle Droite y su homólogo belga Vlaams Blok
reivindicaron a Gramsci. ¿Qué explica este extraño y disputado legado?
El concepto
gramsciano característico es el de hegemonía, que indica un nivel de
dominación política que va más allá del control de un Estado o de un parlamento
hacia el ámbito de la cultura y las ideas. A Gramsci le preocupaba la cuestión de
por qué otras revoluciones en Europa occidental no habían seguido a la Revolución rusa de 1917. La respuesta
para él estaba en la persistencia de ideas capitalistas entre las instituciones
de la sociedad civil (los partidos políticos, los sindicatos, las
iglesias, los medios de comunicación).
“El Estado era solo una zanja exterior detrás de la
cual se levantaba un poderoso sistema de fortalezas”, escribió.
Gramsci defendía que
no bastaba con que los revolucionarios emprendieran meramente una “guerra de movimiento” (como habían
hecho los bolcheviques al tomar el
Estado ruso), tenían que luchar una “guerra
de posición”: una larga lucha en el terreno de la sociedad civil con el objetivo de cambiar lo que el escritor
denominó “el sentido común” (o la
“filosofía de los no filósofos”).
A finales de la
década de 1970 la revista Marxism Today analizó el
ascenso del thatcherismo a través del prisma de la hegemonía. Su exdirector Martin Jacques y el difunto teórico de la
cultura Stuart Hall** reconocieron que la nueva derecha estaba embarcada en un
proyecto no solo para ganar fuerza electoral sino para redefinir el “sentido común”. Como me dijo Martin Jacques, “la mayoría de los líderes políticos no tratan de establecer la
hegemonía. El experimento de Thatcher
era extremadamente inusual”.
Stuar Hall señaló la incesante popularización por parte del movimiento de “la
competición y la responsabilidad personal por el esfuerzo y la recompensa, la
imagen del individuo sobrecargado de impuestos debilitado por los mimos del
estado de bienestar”. Como señaló la propia Thatcher en 1981: “La
economía es el método; el objetivo es cambiar el alma”. Aunque desde
entonces la derecha ha utilizado el flexible y duradero concepto de hegemonía, la política del propio Gramsci era indudablemente marxista. La clase obrera sarda defendió una educación rigurosa en latín y gramática, pero pensando en unos
fines absolutamente diferentes de los del conservador Gove.
Comentaristas de derecha como Melanie Phillips y Peter Hitchens advirtieron hace tiempo de que la
izquierda está involucrada en un marcha gramsciana
a través de instituciones como la BBC,
las universidades y escuelas para tratar
de realizar un cambio cultural. Pero aunque el Nuevo Laborismo promovió causas liberales como los derechos de las
personas homosexuales, aceptó la hegemonía thatcheriana en vez de desafiarla.
Sin embargo, con Jeremy
Corbyn los conservadores se enfrentan al primer desafío prolongado a su
dominación cultural. Al igual que la nueva
derecha antes que ellos, la nueva
izquierda no aspira simplemente a derrotar a los oponentes en las
elecciones sino a invalidar sus ideales más preciados. Cuando Corbyn y sus aliados se refieren a sí
mismos como “la nueva corriente política
dominante” intentan, en términos gramscianos,
redefinir el “sentido común”. Como afirma Martin Jacques, “Corbyn es
bastante inusual en este contexto. En las últimas elecciones luchaba en el
terreno elevado, volvía a visitar el terreno en el que la izquierda perdió ante
el thatcherismo”.
Gramsci habría
admirado al grupo activista Momentum y su festival The Word Transformed (que
incluía sesiones sobre temas gramscianos como la educación a lo largo de toda la vida y el teatro político, y un
grupo de lectura de Stuart Hall). Como defendían los Cuadernos de la cárcel , Momentum busca el dominio de
todo el espectro y se compromete en los ámbitos de la sociedad civil y de la cultura popular.
En una era de medios sociales, vídeos virales y
educación superior de masas, el concepto de hegemonía de Gramscy es asombrosamente clarividente. De hecho Gramsci parece cada
vez más no meramente un pensador marxista para nuestro tiempo sino,
quizá, el pensador.
*****
George Eaton es el director político de New
Statesman.
Notas de la
traductora:
* Edición en castellano, Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, edición
crítica del Instituto Gramsci a cargo de Valentino Gerratana [traducción de Ana
María Palos, revisada por José Luis González], México D. F., Era, 1985.
** Stuart Hall (1932 – 2014)
fue un teórico cultural, activista político y sociólogo marxista de origen jamaicano que vivió y trabajó en Reino
Unido desde 1951.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario