“LA NUEVA GUERRA FRÍA” LA UNI-POLARIDAD Y TRUMP CONTRA EL MUNDO. EL
NUEVO DESORDEN MUNDIAL. INFORME DE LA CASA
BLANCA PLANTEA UNA GUERRA ECONÓMICA CONTRA CHINA..- Algunas de las fuerzas motrices detrás de
la creciente guerra comercial de ESTADOS
UNIDOS contra CHINA se presentan en un informe de la CASA BLANCA. Publicado por la Oficina de Comercio y Política de
Manufactura, el informe se titula “Cómo la agresión económica de China
amenaza las tecnologías y la propiedad intelectual de los Estados Unidos y el
mundo”.
La oficina está dirigida por el Asesor Económico de Trump, Peter Navarro,
uno de los belicistas anti-China más estridentes de la administración y el
autor de un libro titulado Muerte
a causa de China. El informe comienza con una cita del informe del
Comité de Revisión Económica y de Seguridad de los Estados Unidos y China publicado en
noviembre pasado. Afirma que el gobierno chino está implementando una
estrategia industrial a largo plazo para “garantizar su dominación global”. “El
objetivo final” de BEIJING “es
que las compañías nacionales reemplacen a las compañías extranjeras como
diseñadores y fabricantes de tecnologías y productos clave, primero en casa y
luego en el extranjero”.
EL IMPULSO
DE CHINA PARA ASCENDER EN LA CADENA DE VALOR
mediante el aumento de la producción de productos de alta tecnología se
considera ilegítimo y debe detenerse. El informe señala que CHINA ha disfrutado de un rápido crecimiento económico para
convertirse en la segunda economía más grande del mundo, al tiempo que
moderniza su base industrial. “Sin embargo, continúa, “gran parte de este
crecimiento se ha logrado en buena medida mediante actos, políticas y prácticas
agresivas que quedan fuera de las normas y reglas mundiales ... Dado el tamaño
de la economía de CHINA y el alcance
de sus políticas que distorsionan el mercado, la agresión económica de China ahora amenaza no solo a la
economía de los Estados Unidos, sino también a la economía global en su
conjunto”.
EL INFORME
ACUSA A CHINA EN DOS ÁREAS CLAVE: la adquisición de tecnologías clave de los EEUU y otros países, y
la captura de las industrias emergentes de alta tecnología que impulsarán el crecimiento económico en el futuro y muchos
avances en la industria de la defensa. “A través de dicha implementación, el Estado chino
busca acceder a las joyas de la corona de la tecnología estadounidense y la
propiedad intelectual”, afirma.
El
informe detalla una larga lista de
prácticas que considera que infringen las prácticas y normas globales. La política
industrial de CHINA busca “introducir, digerir, absorber y reinventar”
las tecnologías y la propiedad intelectual de todo el mundo.
ESTA
POLÍTICA SUPUESTAMENTE SE IMPLEMENTA A TRAVÉS DEL ROBO INSPIRADO POR EL ESTADO, medidas coercitivas e intrusivas para forzar transferencias
de tecnología de empresas estadounidenses que operan en CHINA, y restricciones en materias primas críticas.
China también está acusada de inversión de tecnología
respaldada por el Estado, así como de recopilación de información, incluida la
recolección de código abierto, la colocación de recolectores de información en universidades
estadounidenses y otros centros de innovación, y la contratación de
talento El informe cita una declaración de la Oficina del Director de
Inteligencia Nacional, que afirma que “los actores chinos
son los perpetradores de espionaje económico más activos y persistentes del
mundo”.
/////
TRUMP LANZA GUERRA AUTODESTRUCTIVA CONTRA BEIJING.
*****
Ulises Noyola
Rodríguez.
ALAI. América
Latina en Movimiento.
Miércoles 27 de junio del 2018.
La guerra comercial entre Estados
Unidos y China se ha intensificado a través de la imposición de un nuevo
arancel de 25% sobre las importaciones industriales provenientes de China.
Frente a la amenaza de Xi Jinping de contraatacar a la ofensiva norteamericana,
el presidente norteamericano amenazó con poner aranceles adicionales sobre
productos chinos, que representan casi la mitad del comercio entre las dos
naciones.
Para
defender su ofensiva en contra de Beijing, el presidente Donald Trump sostuvo que resulta
necesario defender la competitividad tecnológica de Estados Unidos y con ello proteger
el futuro de los estadounidenses frente a las políticas injustas del gobierno
chino. Por lo tanto, la imposición de aranceles se centró en productos
industriales que contribuyen al desarrollo tecnológico de China en sectores
estratégicos como el aeroespacial, robótica, información, comunicaciones, entre
otros.
A
causa de los aranceles impuestos sobre los productos chinos, las empresas
norteamericanas tendrán que pagar más por las importaciones provenientes de
China. Por esta razón, la Cámara de Comercio de Estados Unidos advirtió que la
guerra comercial afectará a la manufactura, la agricultura y los consumidores.
Los productores estadounidenses verán, al enfrentar mayores costos, socavada su
competitividad internacional, con lo cual se acercarán a perder mercados en el
exterior.
El
temor del gobierno estadounidense está en la industrial de China de
volverse autosuficiente en la mayoría de los insumos industriales, que serán
imprescindibles para las nuevas tecnologías. Con el fin de cumplir esa
autosuficiencia, las empresas chinas están dispuestas a importar una cantidad
masiva de tecnología de centros industriales como Estados Unidos, Alemania,
Francia y otros países industrializados, cuyas exportaciones se verían
impulsadas por el ascenso industrial de Beijing.
Los
productos con un elevado
contenido tecnológico representaron apenas 8.1% de las exportaciones de Estados
Unidos hacia China en 2016. Por lo tanto, la proporción seguirá siendo poco
significativa después de la imposición de aranceles sobre los productos chinos,
que indudablemente intensificará la incertidumbre en los intercambios
comerciales. Con la política agresiva en contra de China, la cooperación
tecnológica entre las empresas de China y Estados Unidos se vislumbra imposible
en el corto plazo.
La
política comercial de Donald Trump es contradictoria con relación a China. Por
un lado, el mandatario estadounidense reclama una reducción drástica del
déficit comercial con el gigante asiático; y por otro, restringe el comercio de
bienes tecnológicos que podrían contribuir a expandir las exportaciones
norteamericanas en el mercado chino y así disminuir sustancialmente la brecha
comercial. Además, la expansión de las exportaciones ayudaría al
fortalecimiento de la manufactura y la creación de empleos, que se encuentran
cada vez más debilitados en Estados Unidos.
En
cambio, los negociadores norteamericanos insisten en disminuir el déficit
comercial a través del incremento de
la compra de materias primas (carne, soja y gas) por parte de las empresas
chinas. Por su reducido valor, estos productos no pueden recortar
significativamente la brecha comercial con China. Además, con la posible fuerte
respuesta del gobierno chino de poner aranceles sobre los productos
principalmente del sector agrícola de Estados Unidos, las compras disminuirán y
por consiguiente se anulará la posibilidad de comenzar a reducir el déficit
comercial.
Por
si fuera poco, el gobierno republicano golpearía duramente su base electoral en
los estados productores de alimentos, entre los que sobresalen California,
Illinois, Iowa, Minnesota, Nebraska. Como China es el segundo comprador de
productos agrícolas de Estados Unidos, la reducción de las ventas de esos
productos en el mercado chino detonará seguramente una caída en los ingresos de
los agricultores norteamericanos por la imposición de aranceles por parte de
Beijing.
De
la misma forma, la inversión china disminuyó de manera significativa en Estados
Unidos, llegando a un minúsculo monto de
29,000 millones de dólares el año pasado. Para defender su seguridad nacional,
el gobierno estadounidense canceló así varios proyectos de infraestructura de
empresas chinas, evitando que Beijing adquiriera tecnología de punta. Pero al
cancelar los proyectos del gigante asiático, el gobierno estadounidense perdió
inversiones que habrían apoyado el crecimiento económico, la creación de
empleos y la recaudación de impuestos.
Además,
la administración de Trump, de acuerdo a varios medios americanos, planea
prohibir la compra de compañías por empresas donde los accionistas chinos
posean por lo menos el 25% de la propiedad de la empresa en industrias
importantes. Las restricciones de inversión tan elevadas sobre China privarán a
las empresas norteamericanas de financiamiento fresco para implementar innovaciones
tecnológicas, sin las cuales, se encontrarán rezagadas con respecto a las demás
corporaciones, que están constantemente actualizando sus procesos de
producción.
Interesadas
en invertir en nuevas tecnologías, las empresas chinas aportarían el financiamiento
necesario para que las firmas norteamericanas pudieran incrementar su
productividad y por ende su competitividad global. Los flujos de inversión de
China en Estados Unidos tienen todavía un gran potencial para aumentar en el
futuro, tomando en cuenta que las empresas chinas tendrán que producir una
diversa gama de bienes y servicios sofisticados para la clase media.
Como
prueba de ello, los salarios promedios
mensuales en varias ciudades chinas como Shanghai (1,135 dólares), Beijing (983
dólares) y Shenzen (938 dólares), ya están por encima de los niveles salariales
de miembros de la Unión Europea como es el caso de Croacia y Lituania.
Adicionalmente, el gobierno chino está ampliando las prestaciones sociales y
los servicios públicos, factores que están incrementando los ingresos laborales
de los trabajadores chinos para luego equipararse con las remuneraciones de los
países mejor posicionados a escala mundial.
Por
añadidura, la política agresiva de Donald Trump está cerrándole la puerta a
Estados Unidos en Asia. Esto responde a que China ensambla una cantidad
importante de sus productos con la colaboración de los países asiáticos para
luego exportarlos a Estados Unidos. Al poner aranceles sobre los productos de
China, el presidente estadounidense también está imponiendo barreras
comerciales sobre las mercancías de los demás países de Asia, que tienen fuertes
vínculos con el gigante asiático.
Cabe
recordar que el desacuerdo entre los países asiáticos con Washington se
acrecentó desde la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación
Transpacífico el año pasado. El posible regreso de Estados Unidos al acuerdo
comercial resulta ahora imposible con el rechazo del
primer ministro japonés, Shinzo Abe, a la aplicación de aranceles sobre el
acero y el aluminio, anunciados el pasado mes de marzo, a los productores
japoneses. Y peor aún, la estrategia del presidente Donald Trump de firmar
acuerdos comerciales bilaterales con los países asiáticos está perdida ante las
tensiones comerciales en curso.
De
manera inevitable, una intensificación de la guerra comercial por Washington,
como lo plantea el mandatario estadounidense, no será tolerada por los países
asiáticos, quienes colaboran con China en diversos campos desde el comercio
hasta la seguridad. La postura proteccionista de Donald Trump representa una
seria amenaza para Estados Unidos, ya que sería una dura estocada para las empresas
norteamericanas en seguir perdiendo terreno en el continente asiático.
Ulises
Noyola Rodríguez.
Colaborador del Centro de Investigación sobre la
Globalización.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario