ENTRAR A ANALIZAR EL “MUNDO DEL TRABAJO” EN EL TERCER MILENIO
representa en realidad el asumir una gran responsabilidad histórico-política,
por las condiciones reales, cómo se encuentra el TRABAJO hoy en un sistema mundo, el de la Globalización Neoliberal, o la globalización de las élites, que en
las4 décadas de vigencia ha logrado quebrar, fracturar, desconocer hasta
silenciar las condiciones ECONÓMICO-SOCIO-LABORALES,
en los distintos sectores sociales del Mundo del Trabajo. Supervivencia de Trabajadores, con Trabajo Legal y
Salarios “dignos” y con organización Sindical. Amplio submundo laboral con “decenas”
se formas de CONTRATOS de
Trabajadores sin ningún DERECHO LABORAL.
El mundo de los JÓVENES, de los llamados “Nuevos Esclavos Asalariados”, No Conocen Derechos Laborales. Muy
cerca el submundo de los trabajadores Subempleados,
el Empleo informal y los millones de Desempleados.
Simplemente iniciemos nuestro análisis, por el comienzo, el inicio
de la Globalización,
década de los 70’ del siglo XX, y el
pregón neoliberal de la Primer Ministro
Inglés. Este modelo de Estado no
sirve, El Estado no es la solución, es el problema; Presidente Reagan
acabar con el PODER SINDICAL, porque
el mundo empresarial – tiempos de los “30
años de oro del capitalismo” y de vigencia del Estado de Bienestar Social –
la CLASE OBRERA
organizada – con el apoyo de Gobiernos
Socialistas, Social-Demócratas, consiguieron “grandes e históricas Reivindicaciones
y Derechos Laborales” que consolidaron y fortalecieron la Democracia Liberal:
Vacaciones de 30 días, 8 horas de trabajo
o 38 a la semana, Organización Sindical, Derecho de Huelga y Negociación
Colectiva, Descanso Dominical, Seguro de Desempleo Seguridad Social, Derecho de
Jubilación. Derechos reconocidos, vigentes de los Trabajadores y Derechos
Universales. Derechos Sociales que
la Democracia Europea, exporta –
regala – a todo el Mundo, reafirmando como columna vertebral de todo este “Sistema Social” la LIBERTAD de EXPRESIÓN
Una mirada general a lo que fue esta realidad del mundo laboral del
siglo XX – tiempos del
capitalismo industrial – que pasó realmente, porque el ingreso del capitalismo
financiero-especulativo – la GLOBALIZACIÓN
NEOLIBERAL – porque rompe, fractura y destroza esta realidad laboral y cómo
la FLEXIBILIZACIÓN LABORAL – o la
desregulación del mercado del trabajo, logra imponer, las “nuevas condiciones
de esclavitud asalariada”. Realidad inhumana, que nos conduce a reflexionar
profundamente desde el mundo del trabajo legal, si es que aún se respeta los Derechos Sociales de los TRABAJADORES que
logran mantener – a pesar de las presiones político-patronales – el SINDICATO.
Obviamente hoy en los tiempos de la Cuarta
Revolución Industrial – la Era Digital – habrá o no trabajo?, disminuirá
significativamente o solo necesitarán Mano
de Obra Profesional, Especializada, o como se manifiesta que entramos en forma
definitiva al Mundo Sin Trabajo, la SOCIEDAD
SIN TRABAJADORES o el Mundo de los ROBOTS. Especulaciones por ahora. Pero queremos tener
en primera instancia, cual es la OPINIÓN de la OIT. Organización Internacional
del Trabajo de las Naciones Unidas.
/////
O.I.T. Cumbre sobre el Mundo del Trabajo, 2018.
***
EL “CULTIVAR, PROTEGER Y PRACTICAR” EL DIÁLOGO SOCIAL
DE LA OIT, NO ES SUFICIENTE.
*****
Eduardo Camín.
ALAI.- miércoles 13 de junio del 2018.
La
Conferencia Internacional del Trabajo
finalizó el 8 de junio con el llamado del Director
General de la OIT Guy Ryder a “cultivar, proteger y practicar” el diálogo
social, un rostro humano que encubre las clásicas medidas encaminadas a salvar
el capitalismo, aplicando el clásico principio lampedusiano de que es necesario
que todo cambie para que todo permanezca igual.
El
tripartismo – que reúne a gobiernos, empleadores y trabajadores – “no
sólo aporta un valor agregado al mundo del trabajo, sino que es un antídoto muy
poderoso contra ciertas tendencias negativas que observamos en el discurso
político y el debate público”, declaró.
Guy Ryder señaló los progresos
alcanzados por los tres grupos en las negociaciones de nuevas normas sobre la
violencia y el acoso en el mundo del trabajo y confió en un resultado positivo
de esta discusión “debido a la importancia de lo que está en juego. En verdad, este
problema es demasiado grande, no podemos fracasar”.
La Conferencia reanudará la
discusión sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo durante la
Conferencia del centenario de la OIT, en junio 2019, con vistas a la adopción
de un convenio, complementado por una recomendación. Naturalmente
cualquiera puede imaginar o advertir sentimientos del todo nuevos en estas
conferencias sin una correspondiente experiencia empírica, cualquier mente
puede formar ideas nuevas y originales, en la materia.
Pero este ejercicio dialéctico de
mediación, de paz social, de dialogo es tan viejo como la propia injusticia que
lo precede.
La mediación tratara de organizar y
financiar ciertas actividades que mitiguen las tensiones que produciría una
población marginada desatendida. Desde esta imagen de neutralidad, el Estado
tratara de consensuar formas pacificas de convivencia entre la población
propietaria, la población mercancía, y la población marginada, lo que en
definitiva supone la legitimación y estabilidad del verdadero causante del
caos.
Creemos que la precisión de su prosa
hace cuasi imposible encontrar sinónimos
explicativos de los términos en las palabras más actuales del lenguaje onusiano
que pretende ocultar lo esencial del problema que es el propio sistema
capitalista.
Ignorarlo en el debate parece ser la
nueva misión de los intelectuales funcionales a estas corrientes de
pensamiento. Pero ver la realidad es definir el mundo en que vivimos, sin
contemplaciones.
Vivimos en medio de una enorme
falacia, de un mundo desaparecido que nos empeñamos en no reconocer como tal y
que se pretende perpetuar mediante políticas artificiales.
Bajo la égida del colonialismo
globalizador vemos cómo se construyen y reconstruyen las historias nacionales.
Con esa ilusión que nos hacen seguir administrando crisis al cabo de las cuales
se supone que saldríamos de la pesadilla.
Distante de la mediocre parcialidad
y la mutilación del conocimiento integrador que defiende la burguesía, podemos
entender que el sistema capitalista es caótico, y que en su seno conlleva una
crisis tras otra, que a su vez sólo aparece a los ojos comunes en el instante
en que la gran burguesía empieza a hallar dificultades de rentabilidad y
ganancia y por consecuencia se ahonda la contrata natural de la inmensa riqueza
que se genera en el sistema, que no es otra, que las hambrunas, miserias,
precariedad y violencia desquiciante. El sistema está diseñado para la
acumulación de capital, no para la satisfacción de las necesidades de quienes
trabajan.
La ganancia es el único motor de la
actividad económica, por ello al capitalismo le es indiferente invertir en
medicinas, drogas o tráfico de seres humanos, es un negocio como cualquier
otro. El capital necesita incrementar la tasa de explotación al trabajo (su
fuente de riqueza), forzado por la competencia global, lo que lo impele a
depauperar y de esta forma continua a empeorar las condiciones de trabajo y
existencia de los trabajadores en el mundo.
Cada vez más el poder económico y su
institucionalización (las organizaciones políticas de la burguesía) dominan el
planeta y deciden por millones su destino. La feroz competencia entre
megacorporaciones y otras de menor importancia impulsa a la sobreproducción
desesperada y absolutamente disociada de las necesidades sociales pertinentes a
la humanidad.
Por este mecanismo de concentración
se reduce la cantidad de trabajadores ocupados, lo que constriñe la demanda
efectiva de los bienes y servicios que una franja obrera produce y que otra más
pequeña puede consumir, en detrimento de millones de obreros expulsados al paro
o transformados en Ejército Industrial de Reserva donde su depauperación,
servirá al sistema para el sostenimiento de bajos salarios y aumentará la
competitividad entre obreros para mendigar empleos de condiciones laborales
infamantes de precariedad.
Es de por sí evidente que
dialécticamente coexisten en el sistema contra tendencias que frenan o
amortiguan la evolución de estas bases funcionales, según períodos históricos
de auge o retroceso de la lucha de clases. Sin embargo, la realidad nos muestra
que a medida que se desarrolla el sistema, agudiza todas sus contradicciones y
se muestra más reaccionario y salvaje.
Mientras que, en la realidad, los
trabajadores son echados a la calle sin pena ni gloria por centenas de miles,
las empresas quiebran, la inflación se dispara y hace imposible la
subsistencia, la burguesía con sus órganos propagandísticos se dedica a
explicitar subidas y bajadas de la bolsa de valores. Encubrir la crisis, y
hacerla ver como un episodio externo al sistema es un éxito de los economistas
de la burguesía que repiten aquellos que incluso se dicen socialistas y sólo
corean con golpes de moral los manuales neoliberales y keynesianos.
Hoy es recurrente incluso en los
países centrales del capitalismo; reformas laborales con la extensión de la
jornada de trabajo, la precarización del empleo como políticas económicas que
radicalizará el capital para abaratar los salarios, hambrear a la clase obrera
y someterla, con el fin de salvar la tasa de ganancia y reflotar el sistema.
Sabemos que el rol de la OIT es
relativo en la resolución de estos temas ya que los mismos dependen de los
estados, pero los planteos realizados y las recomendaciones que derivan de
estos -cultivar, proteger y practicar con el diálogo social- no nos convencen.
Las medidas que se proponen van encaminadas a salvar el capitalismo aplicando
el clásico principio lampedusiano de que es necesario que todo cambie para que
todo permanezca igual.
Por mucho que se modifique se le
dote de “rostro humano” o se le denomine con términos eufemísticos (capitalismo
social, economía social de mercado) el capitalismo será siempre capitalismo y
tendrá sus propias limitaciones. Ahora bien, la falta de interés, la resignación, la
apatía mundializada podrían permitir que se instaure lo peor. Y lo peor ya está
en nuestras puertas.
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Eduardo Camín, desde Ginebra.- Periodista uruguayo, exdirector del semanario Siete sobre Siete. Miembro
de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe
Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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