"La sensación de urgencia por el problema que plantea
la escasez de tierra fértil está creciendo a la vez se predice que el planeta
podría alcanzar los 9 mil millones de habitantes para 2050. Sin un sistema de
cultivo sano, los agricultores no serán capaces de alimentar a la creciente
población mundial, dice Dave Montgomery, un geólogo de la Universidad de
Washington y autor del libro Cultivando una Revolución: Devolviendo la Vida al
Suelo (Growing a Revolution: Bringing Our Soil Back to Life). Para ver lo que le sucede a las civilizaciones que
perdieron el suelo fértil que necesitaban para cultivar alimentos, no nos
tenemos que ir más allá de Siria o Libia. Los registros romanos de tributos
muestran que en esas áreas se cultivaba gran cantidad de trigo, pero a medida
que los agricultores siguieron arando sus campos, expusieron a la intemperie a
los valiosos microbios y el mantillo erosionó. Hoy en día esas zonas tienen muy
poco suelo en el que cultivar. “En sociedades que pierden su tierra fértil, sus
descendientes son quienes pagan el precio,” dice Montgomery. “La naturaleza
necesita mucho tiempo para crear suelo.” Algunos cálculos dicen que se pueden
necesitar 500 años para que se desarrolle un mantillo sano y menos de un siglo
para que se degrade".
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El desierto de Sarigua, al oeste de
la ciudad de Panamá, después del pastoreo excesivo por el ganado y la pérdida
de la capa superficial del suelo por la erosión. Fotografía: Tomas
Munita / AP.
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EL MUNDO NECESITA TIERRA FÉRTIL PARA
CULTIVAR EL 95% DE SUS ALIMENTOS, PERO ESTÁ DESAPARECIENDO RÁPIDAMENTE.
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Susan Cosier.
The Guardian.
Rebelión martes 4 de junio del 2019.
Traducido por Eva Calleja.
Sin iniciativas para restaurar la
salud del suelo, podríamos perder nuestra habilidad de cultivar alimentos
suficientes para alimentar a la población del planeta.
El mundo cultiva el 95% de sus alimentos en la capa
más superficial del suelo, lo que hace del mantillo uno de los componentes más
importantes de nuestro sistema alimentario. Sin embargo, gracias a las
prácticas agrícolas convencionales, casi la mitad del suelo más productivo ha
desaparecido en el mundo en los últimos 150 años, amenazando los rendimientos
de las cosechas y contribuyendo a la contaminación por nutrientes, a la
aparición de zonas muertas y a la erosión. Solo en EEUU, el suelo de las
tierras cultivables se está erosionando 10 veces más rápido de lo que puede
regenerarse.
Según María-Elena Semedo, de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, si continuamos
degradando el suelo al ritmo al que lo estamos haciendo ahora, el mundo podría
quedarse sin tierra fértil en unos 60 años. Sin tierra fértil, la habilidad de
la tierra para filtrar agua, absorber carbono y alimentar a la gente se
desmorona. No solo eso, sino que los alimentos que cultivemos probablemente
tendrán una menor cantidad de nutrientes vitales.
La combinación moderna de labranza intensiva, falta de
cultivos de cubierta, fertilizantes sintéticos y pesticidas, está dejando a la
tierra sin los nutrientes, minerales y microbios que sustentan una vida sana de
las plantas. No obstante, hay algunos agricultores que están intentando ir
contra esta tendencia para salvar sus tierras y sus medios de subsistencia.
“No queremos volver a ver nuestro suelo a no ser que
lo andemos buscando,” dice Keith Berns, un agricultor de Nebraska que no ha
tocado un arado en tres décadas.
Él y su hermano, Brian, comenzaron con la práctica de
la siembra directa en su granja de 2.100 acres, donde cultivan maíz y soja,
cuando se dieron cuenta de que así podrían incrementar el carbono, los
nutrientes y el agua disponible en el suelo. Su granja se encuentra en una zona
del país bastante árida y mantener la humedad de la tierra es su principal
prioridad. Con un aumento del 1% de carbono, un acre de tierra puede retener
unos 40.000 galones adicionales de agua.
Una vez que dejaron de labrar, la familia Berns vio
como la materia orgánica del suelo aumentaba, lo que puede tener el beneficio
añadido de hacer que los alimentos cultivados en ese suelo sean más nutritivos.
La materia orgánica, una parte del suelo que contiene
plantas y tejidos animales en descomposición, sirve como reserva de nutrientes
que alimentan a los microbios que proporcionan nitrógeno para el crecimiento de
las plantas y que secuestran carbono. Cuanta más materia orgánica, más
microrganismos puede albergar el suelo.
“En un puñado de tierra hay más organismos que gente
hay en la tierra,” dice Rob Myers, un científico del suelo de la Universidad de
Missouri Con un aumento de materia orgánica, los Bernses cultivaron más
alimentos usando menos agua y menos fertilizantes.
En los años 90 comenzaron a plantar cultivos de
cubierta entre cosechas. El centeno y el trigo sarraceno, entre otros cultivos
de cubierta, proporcionan más materia orgánica al suelo, alimentando así a
microorganismos como bacterias y hongos. Estos cultivos también fijan el
nitrógeno en el suelo y reducen la erosión.
Los Bosques de la Madre Naturaleza - La Amazonía - está siendo "asesinada" por la cantidad de químicos - mercurio - por la minería ilegal - criminal - ante la parsimonia eterna de los gobiernos de turno de permitir esta práctica criminal.
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En medio de la preocupación por la pérdida de tierra
fértil, la siembra directa y los cultivos de cubierta se están haciendo cada
vez más populares, según el Censo de Agricultura de EEUU de 2017. El cuarenta
por ciento de las tierras de cultivo de EEUU se gestionan en granjas de siembra
directa, frente al 32% de 2012.
Aunque su uso todavía no está muy implantado, los
cultivos de cubierta se están popularizando entre los agricultores, especialmente
en el cinturón del maíz del país. A nivel nacional, los agricultores plantaron
cultivos de cubierta en 15 millones de acres, un 50% más que hace cinco años.
Los hermanos Berns vieron este cambio de primera mano.
Cuando al principio decidieron plantar cultivos de cubierta tuvieron
dificultades para encontrar semillas. Viendo que había una carencia en el
mercado, en 2009 montaron su propia empresa de semillas de cultivos de
cubierta, una mezcla que los agricultores conocen ahora como coctel de cultivos
para sembrar en otoño. Durante el primer año vendieron semillas suficientes
para cubrir 2.000 acres. El año pasado vendieron las suficientes para cubrir
850.000.
La sensación de urgencia por el problema que plantea
la escasez de tierra fértil está creciendo a la vez se predice que el planeta
podría alcanzar los 9 mil millones de habitantes para 2050. Sin un sistema de
cultivo sano, los agricultores no serán capaces de alimentar a la creciente
población mundial, dice Dave Montgomery, un geólogo de la Universidad de
Washington y autor del libro Cultivando una Revolución: Devolviendo la Vida al
Suelo (Growing a Revolution: Bringing Our Soil Back to Life)
Para ver lo que le sucede a las civilizaciones que
perdieron el suelo fértil que necesitaban para cultivar alimentos, no nos
tenemos que ir más allá de Siria o Libia. Los registros romanos de tributos
muestran que en esas áreas se cultivaba gran cantidad de trigo, pero a medida
que los agricultores siguieron arando sus campos, expusieron a la intemperie a
los valiosos microbios y el mantillo erosionó. Hoy en día esas zonas tienen muy
poco suelo en el que cultivar.
“En sociedades que pierden su tierra fértil, sus
descendientes son quienes pagan el precio,” dice Montgomery. “La naturaleza
necesita mucho tiempo para crear suelo.” Algunos cálculos dicen que se pueden
necesitar 500 años para que se desarrolle un mantillo sano y menos de un siglo
para que se degrade.
El mundo también se está enfrentando a una crisis de
nutrición. Un estudio de 2004 publicado en la Revista del Colegio Americano de
Nutrición (American College of Nutrition) comparó los nutrientes en cosechas de
1950 con los de las cosechas de 1999 y encontró descensos en proteínas, calcio,
fosforo, hierro, vitamina B12 y vitamina C.
La práctica de cultivar una o dos variedades, como
maíz y soja, aceleró la degradación del suelo, según Montgomery. Las políticas
del gobierno animaron a los agricultores estadounidenses a especializarse, lo
que resultó en monocultivos que necesitan cada vez más agua, fertilizantes y
pesticidas.
Las prácticas, sin embargo, están cambiando, dice
Montgomery y Myers. “Creo que estamos viendo un gran movimiento, pero que justo
está empezando a crecer”, dice Montgomery.
Mejorar la salud del suelo paga dividendos, pero las
inversiones en suelo fértil puede necesitar años para mostrar resultados. Este
es el reto al que se enfrentan los agricultores que funcionan con márgenes
ajustados, según Montgomery, que dice que el gobierno debería hacer más para
incentivar las mejores prácticas.
Bern sugiere que los agricultores hagan esos cambios
despacio, usándolos en una parcela cada vez. En los estados del Atlántico medio
como Meryland y Virginia, los gobiernos locales han incentivado a los
agricultores, a través de subvenciones, para que planten cultivos de cubierta,
lo que ha aumentado el ritmo de adopción de esas prácticas en estos últimos 20
años.
Nos jugamos mucho. Si los agricultores de los EEUU y
de todo el mundo siguen sin darle un mayor valor a lo que alimenta sus
cosechas, podríamos estar enfrentándonos a una catástrofe inimaginable, según Myers:
“Tenemos que tener esa tierra fértil, es fundamental para nuestra
supervivencia”.
Esta traducción se puede reproducir libremente a
condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora
y Rebelión.org como fuente de la traducción.
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