“HAY UN LUGAR EN EL INFIERNO PARA LÍDERES MUNDIALES QUE TRAICIONEN A
TRUMP”: ASESOR DE TRUMP. El
gobierno Trump sigue desafiando a sus aliados sin pensar en las
consecuencias. Fuertes palabras que sintonizan con el sentir del gobierno Trump fueron emitidas este domingo por unos
de los asesores de alto nivel del presidente Donald Trump.
Peter Navarro, director del Consejo Nacional de
Comercio de la Casa Blanca, dijo que hay un “lugar especial en
el infierno” para cualquier líder mundial que traicione al presidente Trump,
refiriéndose al primer ministro canadiense Justin
Trudeau por sus comentarios sobre la guerra comercial de
Trump. Navarro fue el segundo funcionario estadounidense que atacó
agresivamente a Trudeau un día después de que Trump
se negó a firmar un comunicado del Grupo de los Siete (G-7) con Trudeau y otros
seis líderes occidentales.
Por
su parte distintos miembros del gobierno Trump culparon a Trudeau de la
disputa, sugiriendo que había traicionado a Trump al decir una cosa en privado
y luego criticar a Trump en frente de la opinión pública.
“Hay un lugar especial en el infierno para cualquier
líder extranjero que participe en la diplomacia de mala fe con el presidente
Donald Trump y luego trate de apuñalarlo por la espalda al salir”, le
dijo Navarro a Chris Wallace en “Fox News Sunday”.
“Eso es lo que
hizo la mala fe de Justin Trudeau con esa conferencia de prensa
con especialistas. Eso es lo que hizo el débil y deshonesto Justin Trudeau, y eso viene
directamente de Air Force One”,
continuó. “Para mis amigos en Canadá, ese fue uno de los peores
errores políticos de un líder canadiense en la historia moderna de Canadá”, añadió en tono de amenaza
contra Canadá, uno de los
principales socios estratégicos de EEUU.
Navarro siguió al asesor económico de Trump, Larry
Kudlow, quien arremetió públicamente contra Trudeau. Kudlow dijo que Trudeau
había apuñalado a la administración Trump por la espalda.
La intensa
lucha entre la administración y Canadá sobre la cumbre
del G-7
tiene como telón de fondo una escalada de la lucha comercial entre los dos países.
La tensión se elevó más después de que Trump
pidiera que Rusia fuera readmitida
en el G-7, una sugerencia que tuvo
mala recepción de parte de Canadá, el
Reino Unido, Francia y Alemania. Por su parte los demócratas acusaron a Trump de tratar mal a los aliados de Estados Unidos
mientras busca fomentar lazos más fuertes con Rusia, que describieron como un
enemigo de Estados Unidos.
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CON TRUMP AL INFIERNO.
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Ángel Guerra Cabrera.
Rebelión viernes 28 de junio del 2019.
Hace un año, Donald Trump, al más puro estilo hitleriano, decidió romper
el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, cuyo nombre oficial es Programa de
Acción Integral Conjunto (PAIC). La descabellada acción y la
reimposición por Washington de asfixiantes sanciones económicas al país de los
ayatolas desencadenó y ha agravado el nuevo conflicto estadounidense con esa
nación a tal grado de tensión que el mínimo error humano puede llevar a la “catástrofe” anunciada la semana pasada
por Vladimir Putin. Esto, suponiendo
que la escalada militar gringa en curso en el golfo Pérsico solo se limite a la
usual práctica trumpiana de conducir los conflictos a un punto álgido para
luego negociar desde posiciones más ventajosas. Porque no hay nada más parecido
al zafarrancho de Estados Unidos en las últimas semanas respecto al país persa
que los que precedieron a la agresión a Irak y a otros países como Vietnam,
incluyendo las operaciones de falsa bandera contra buques tanques en la región
de los que se culpa a Teherán y otros embustes semejantes. Bolton sabe mucho de
eso.
En cualquiera de los dos casos es válido continuar
citando a Putin:
"Una acción bélica norteamericana contra el país
persa solo contribuiría a una explosión de violencia en la zona y los
iniciadores de una acción como esa deben tener en cuenta las consecuencias
negativas".
Ya este desenlace, solo en la zona, sería de una magnitud sin
precedente pues Irán es mucho más poderoso militarmente que lo que eran
Afganistán, Irak y Libia juntos, posee tradiciones milenarias y sus
combatientes han demostrado un gran patriotismo. Tiene, además, los buques
yanquis a tiro de sus misiles, tupida defensa antiaérea y aliados en la región
que pueden extender el eventual conflicto bélico más allá de sus fronteras y
hacer mucho daño a Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita, principales
compinches mesorientales de Washington y también principales enemigos del pacto
nuclear con Teherán.
Cuántos millones de muertos más; cuánta destrucción
más, muchas veces de tesoros del patrimonio mundial, cuantos cientos de miles,
o millones, de refugiados más, ocasionados por las guerras estadounidenses
desde 2003. Una gigantesca ola humana tocando desesperada a las puertas de
Europa y de la propia potencia agresora podrían esperarse, pues los que huyen
del hambre y la violencia, como estamos viendo en México, poseen insospechadas
capacidades para cruzar desiertos, mares y océanos.
Supongo que por prudencia, Putin se abstuvo de
referirse a un posible desarrollo de las acciones militares en el que Rusia,
más que ningún otro país, podría verse involucrada aunque no lo desee y en el
que es muy difícil imaginar que los dos grandes contendientes, si no es que
China resulta succionada también a la hoguera, recurran al uso del arma
nuclear. Tal vez por eso el presidente ruso se cuidó de advertir que los
agresores deben tener en cuenta las consecuencias “negativas”. No hay más que
observar un mapa y reflexionar.
El PAIC fue negociado durante años y firmado en 2015
por China, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia -los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU- más Alemania, la Unión Europea
(UE) y, por supuesto, Irán. Al desentenderse de su compromiso con este,
Washington, además, impuso a sus socios europeos y a Japón que abandonaran la
mayor parte de sus intercambios económicos con Irán bajo amenaza de duras
sanciones, amenaza también dirigida a China, India y otros países. La UE, que
puede ser muy dañada por un conflicto en Irán y también teme las sanciones de
Trump, no ha enfrentado a Washington con la energía que se requeriría para
mantener sus compromisos con el PAIC. Además, sus empresas con negocios en
Estados Unidos abandonan Irán por temor a las sanciones.
El PAIC busca asegurar el carácter estrictamente
pacífico del programa nuclear iraní y el país persa ha venido cumpliendo con
sus duras estipulaciones al pie de la letra, tal como certifican periódicamente
los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Se trata de los
estándares de inspección más duros que se hayan aplicado a Estado alguno. A
cambio de este cumplimiento, las sanciones económicas que ahogaban injusta y
arbitrariamente a Irán se iban levantando gradualmente. Las transnacionales
regresaron a hacer negocios en el país asiático, este pudo comenzar a recibir
limitadamente créditos y vender cantidades de petróleo en el mercado
internacional. Después de todo, Irán, firmante del Tratado de no Proliferación
Nuclear, siempre aseguró que no tenía intención de desarrollar el arma atómica.
En contraste con Israel, que junto a Trump y los fundamentalistas sionistas de
la Casa Blanca -como Bolton, Kushner, Pence y Pompeo-, lo acusan de ser una
amenaza terrorista, pero es el Estado judío el que, contra el derecho
internacional, posee no menos de 200 armas nucleares y ha agredido a todos sus
vecinos, mientras Irán nunca ha agredido a ningún otro país. Y ahora los señores
del dinero le exigen que siga cumpliendo los acuerdos, aunque muera de hambre.
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