¿FIN DE CUÁL CICLO? POR QUÉ ES FALAZ PENSAR EN UN LARGO PERÍODO DE
GOBIERNOS DE DERECHA EN AMÉRICA LATINA.
Fueron muchas y muchos los que a mediados de esta
década y en coincidencia - ¿casual, involuntaria? - con el
despliegue de la ofensiva restauradora del imperio se apresuraron a anunciar el
“fin del ciclo” progresista en Latinoamérica. La derrota del kirchnerismo en el 2015 y el ilegal e ilegítimo
derrocamiento de Dilma Rousseff en 2016 así como el grotesco juicio y
encarcelamiento de Lula aparecían
como signos inequívocos del inicio de un nuevo ciclo histórico. Sólo que
los profetas de esta epifanía jamás
se aventuraron a arriesgar algo muy elemental: ¿qué venía después? Terminaba un ciclo,
bien, pero: ¿quería esto decir que comenzaba otro? Silencio absoluto.
Dos alternativas. O bien
adherían a las tesis de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia, cosa absurda si las hay; o como los más
audaces insinuaban, con fingida preocupación, estábamos al comienzo de un ciclo largo de gobiernos de derecha. Digo
fingida porque, hipercríticos con los gobiernos del ciclo supuestamente en
bancarrota in pectore preferían la llegada de
una derecha pura y dura que, supuestamente, acentuaría las contradicciones
del sistema y mágicamente abriría la puerta a quien sabe qué … porque, sorprendentemente,
ninguno de esos
acerbos críticos del ciclo progresista hablaba de revolución socialista o
comunista, o de la necesidad de profundizar
la lucha antiimperialista. Por lo tanto, su argumento meramente retórico y
academicista moría en la mera certificación del presunto cierre de una etapa y
nada más.
Ahora bien: todos esos discursos se derrumbaron abruptamente en
las últimas semanas. En realidad, ya venían cuesta abajo desde el
inesperado triunfo de López Obrador en México y su tardía incorporación
al “ciclo progresista”. Su victoria
demostraba que si bien herido seriamente éste no había muerto. La debacle del macrismo y su casi
segura derrota en las presidenciales de octubre de este año y la reciente revelación de las ilegales e
inmorales argucias fraguadas entre el corrupto juez Sergio Moro y los fiscales
del poder judicial brasileño para
enviar a la cárcel a Lula asestan un duro golpe a los dos puntales sobre
los cuales reposaba el inicio del supuesto ciclo “pos-progresista”.
En la Argentina los macristas
esperan lo peor, sabiendo que sólo un milagro los salvaría de una
derrota. Y Bolsonaro está al borde del
abismo por la crisis económica del Brasil y por haber designado como
super-ministro de justicia a un
letrado inescrupuloso que da un rotundo mentís a su pretensión de ofrecer un gobierno transparente, impoluto, inspirado
en los más elevados principios morales del cristianismo que le inculcaron
los pastores de la iglesia evangélica
cuando -apropiada y oportunísticamente - lo rebautizaron en el río Jordán como Jair “Mesías” Bolsonaro.
Las filtraciones de los chateos por WhatsApp y conversaciones entre Moro y los fiscales dadas a
conocer por The Intercept , amén de
las múltiples denuncias por corrupción
en su contra y sus hijos, revelan que este santo varón llamado a lavar de
sus pecados a la política brasileña
no es otra cosa que el jefe de una banda delictiva, un impostor, un
charlatán de feria, un energúmeno cuyos días en el Palacio del Planalto parecen
estar contados. Y mantener a Lula en prisión será
cada día más difícil habida cuenta de la farsa jurídica perpetrada en su contra
y ahora exhibida a plena luz del día. Y Lula libre es un peligro de marca mayor para el actual
gobierno de Brasil.
Lo anterior no debe interpretarse como una aseveración
de que el ciclo iniciado con el triunfo de Chávez en las presidenciales
de diciembre de 1998 en Venezuela prosigue su marcha imperturbable. Mucho
ha sufrido en los últimos tiempos por la obra de destrucción llevada a cabo por
Macri, Piñera, Duque, Bolsonaro y la
verdadera “armada Brancaleone” que Trump
y su predecesor instalaron en Latinoamérica. Pero la realidad es porfiada y un
traspié no es derrota, como tampoco lo es un retroceso puntual. La larga marcha por la emancipación de
nuestros pueblos, que nunca fue lineal e invariablemente ascendente, sigue
su curso y acabará por desalojar a esos gobiernos entreguistas, reaccionarios y cipayos que hoy
agobian a Latinoamérica. Y no habrá que esperar mucho para verlo. Fuente. Atilio
A Boron. Página /12 martes 11 de junio del 2019.
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El Pueblo brasileño, el Partido de los Trabajadores PT. exige la LIBERTAD del ex presidente LULA, injustamente encarcelado, mediante una trama de "santa alianza" entre Jueces y Fiscales, sectores corruptos de la ultraderecha enquistados en el Senado y Diputados - cuyos presidentes de entonces hoy están presos - y los grandes medios corporativos de comunicación, con la finalidad de evitar la vuelta al gobierno del Partido de los Trabajadores y el objetivo central, destruir la personalidad política del ex presidente LULA, en ese entonves con amplia ventaja en la ciudadanía y las elecciones nacionales del año 2017.
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LULA DA SILVA. UNA LUZ EN LA OSCURIDAD.
Cómo fue la operación judicial-mediática contra el expresidente de
Brasil
*****
La conmoción causada por la revelación sobre cómo se armó la
operación judicial-mediática contra Lula ya impactó en la Corte Suprema,
donde uno de los jueces la consideró “muy grave”. En el Congreso impulsan
una Comisión Investigadora y desde distintos sectores reclamaron la
inmediata libertad del ex presidente.
Darío
Pignotti.
Desde Brasilia martes 11 de junio del 2019.
Después de un tornado llamado “Morogate”. Brasilia,
centro del poder político nacional, quedó estremecida por la potencia
destructiva de las informaciones publicadas en el sitio The Intercept
sobre las maniobras que coordinaron el ex
juez Sergio Moro y el jefe de los fiscales de Lava Jato, Deltan Dallagnol, para
acusar a Luiz Inácio Lula da Silva a pesar de las hasta hoy inexistentes pruebas sobre
la entrega, como parte de una coima, de un departamento en la ciudad balnearia
de Guarujá. La defensa de Lula, que prepara medidas legales, exigió la libertad
del ex mandatario. “Los hechos imputados al funcionaro más notorio del gabinete
son “muy graves”, declaró Gilmar Mendes,
miembro del máximo tribunal.
Artículos de la Constitución y el
Código Procesal, establecen que sólo el Ministerio
Público cuenta con atribuciones en la formulación de la denuncia de un
ciudadano investigado y que el juez es pasible de impugnación si se conduce con
parcialidad. En este caso el magistrado
obró como si fuera el coordinador de los procuradores, según se desprende de
los primeros artículos del sitio editado
por el periodista norteamericano, ganador de un Pulitzer, Glenn Greenwald.
“Todavía no
hemos terminado de estudiar las medidas legales que vamos a llevar adelante,
nos estamos reuniendo ahora con el resto del equipo de trabajo, pero sin dudas
esto es causal para que el expresidente sea puesto en libertad con urgencia”, declaró la abogada Valeska Teixeira Zanin
Martins, defensora de Lula, en diálogo con Página/12. “Este tipo de
vinculación entre un juez y fiscales es totalmente ilegal, todo esto confirma
lo que siempre dijimos, este fue un caso de persecución política para retirar
al ex presidente de las elecciones del año pasado” en las que era favorito hasta un mes antes de la votación, cuando tuvo
que desistir de su candidatura asfaltando el camino el triunfo de Jair
Bolsonaro.
La
abogada recordó que “este caso típico de
Lawfare (guerra judicial con motivos políticos)” es motivo de una causa
abierta en el Consejo de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, donde la defensa cuenta con la participación
jurista australiano Joeffrey Robertson, que fue patrocinante de Julian Assange.
Ayer
Moro fue incapaz de disimular los daños sufridos. Escogió viajar a la Amazonia
acaso para tomar distancia de las preguntas de los reporteros de la Capital Federal y formuló dos
declaraciones contradictorias en menos de doce horas: primero admitió la
existencia de las conversaciones que tuvo con Dallagnol a través de la
aplicación Telegram y luego puso en duda aquel diálogo.
Además,
acusó de emplear métodos “delictivos”
para obtener las informaciones a los periodistas responsables del reportaje de
un medio de comprobada credibilidad como es The Intercept. Su editor Greenwald
fue quien publicó en 2013 los documentos obtenidos por el ex agente Edward
Snowden de la agencia norteamericana NSA,
nunca desmentidos.
Hasta
el cierre de esta crónica, en la noche del lunes, el presidente Jair Bolsonaro
se había llamado a silencio sobre las peripecias de su “superministro” de Justicia y Seguridada Pública. Pero hace un mes le
agradeció su contribución para que llegara a la presidencia en las elecciones
atípicas de octubre de 2018.
En
una de las conversaciones transcriptas por The Intercept el entonces juez Moro,
de la primera instancia federal de Curitiba, le dicta a Dallagnol los pasos a
ser dados en una de los tantos operativos de Lava Jato. Y en otra apercibe al
fiscal por la demora en generar nuevas acciones, generalmente espectaculares,
que siempre eran amplificadas por la propaganda (con apariencia de noticia) de
las empresas periodísticas (ver aparte).
A partir del destape del “Morogate”
tal vez se haya dado inicio a una temporada de vendavales que amenaza dejar más
a la intemperie al magistrado de provincia voló hasta lo alto del poder
nacional como un personaje de historietas. En las marchas por el impeachment de Dilma Rousseff se vendían muñequitos de Supermoro, con
su capa roja. El mismo personaje inflado de gas, de casi diez metros de
altura, se volvió a ver en una reciente concentración de bolsonaristas en el
centro de Brasilia.
Moro
hizo de Lava Jato una bandera capaz de amalgamar al amplio campo conservador,
donde germinaría un núcleo neofascista, encuadrado detrás de la premisa de acabar
con Lula luego de derrocar a Dilma Rousseff. Y así fue: Dilma cayó en 2016, Moro condenó a
Lula en 2017 y en abril de 2018 lo encarceló,
tras la ratificación de su fallo por parte de una cámara de apelaciones.
“Moro
pateaba corners y cabeceaba al mismo tiempo”, comentó un juez del Supremo
Tribunal Federal a un periodista de la radio
CBN, de la cadena Globo. Según ese magistrado del Supremo, protegido por el
anonimato, con la depreciación de la credibilidad del ministro de Justicia
subieron las chances de que Lula acceda al régimen semiabierto como lo solicitó
la semana pasada una procuradora al Superior Tribunal de Justicia, de la
tercera instancia.
Los
hechos imputados al funcionaro más notorio del gabinete son “muy graves”, declaró sin proteger su
identidad Gilmar Mendes, él también miembro de la más alta Corte.
En el Congreso, el líder de la bancada del Partido de
los Trabajadores Paulo Pimenta, anunció el inicio de
conversaciones con otras fuerzas de izquierda para la creación de una Comisión
Parlamentaria de Investigaciones con foco en Moro y Dallagnol. Otra de las transcripciones divulgadas por The
Intercept informa sobre la indignación de algunos fiscales sobre la posibilidad
de que Lula conceda una entrevista antes de las elecciones y la preocupación
con que pueda contribuir a la victoria de su apadrinado político, Fernando
Haddad.
En
ese mismo trecho de la nota los miembros del Ministerio Público planean una
estrategia para que ese reportaje a los diarios
Folha y El País – que finalmente no se hizo en 2018– sea convertido en una
conferencia de prensa a fin de que en ella haya periodistas afines a Lava Jato.
The Intercept anticipó que
cuenta con harta documentación a ser publicada en próximas ediciones, que de
ser tan letales como las del domingo, pueden afectar más a Moro y eventualmente
salpicar a otros personajes. Los rumores sobre lo que vendrá son de todo tamaño,
y no se descarta
que surjan conversaciones o menciones más detalladas sobre cómo se gestó la
aproximación Moro-Bolsonaro.
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El tremendo Juez. Moro, el símbolo de la derecha brasileña y latinoamericana. Ejemplo de un "nuevo" trabajo de investigación sobre la Corrupción. Hoy se cae en pedazos, al haberse descubierto como armaron, como urdieron la trampa para denunciar y encarcelar al Ex presidente LULA. y enviarlo a la cárcel con falsos argumentos, creados e inventados por ellos. Jueces y Fiscales.
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QUÉ DICEN LOS MENSAJES
DEL JUEZ Y LOS FISCALES DEL LAVA JATO.
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Claves
de la filtración.
Página
/12 martes 11 de junio del 2019.
Los
siguientes son puntos clave de la filtración
Dudas
sobre el tríplex
En septiembre de 2016, el fiscal Deltan Dallagnol
compartió con otros fiscales sus dudas acerca de una acusación que estaba a
punto de formalizar contra Lula por supuestamente haber recibido un
departamento de parte de constructoras que serían recompensadas con contratos con Petrobras.
“Dirán que estamos acusando con base a una noticia en un diario y con
indicios débiles...
entonces es un ítem que debe estar bien sustentado. Fuera de ese ítem, hasta
ahora tengo dudas de la vinculación entre Petrobras y el enriquecimiento, y
después que me hablaron estoy con recelo de la historia del depto... Son puntos
en los que tenemos que tener las respuestas claras en la punta de la lengua”,
se lee en uno de los mensajes. Un día
después, Dallagnol se emocionaría al leer un reportaje de 2010 donde se
apuntaba que Lula era dueño de dicho inmueble. Aquí los mensajes del fiscal a
los fiscales:
23:05:11 – ¿Sabemos cuál
es la fuente de la nota? ¿No vale preguntarle a la reportera, Tatianah Farah,
cuál es su fuente?
23:05:29 –
Creo que vale. Informalmente, si ella estuviese de acuerdo, es posible
escucharla.
23:05:58 –
Porque si él (Lula) ya era dueño del
tríplex...la nota es excitante, pero si convertimos esto en un testimonio puede
ser mejor.
COORDINACIÓN ENTRE JUEZ Y FISCALES
En
una conversación, el juez Sergio Moro
le sugiere a Dallagnol contactar a
una fuente para indagar en un caso contra Lula. “Aparentemente la persona estaría dispuesta
a prestar información. Te la estoy enviando. La fuente es seria”,
escribió el magistrado.
– “¡¡Gracias!! Contactaremos”,
responde Dallagnol.
– “Serían decenas de inmuebles”,
agrega Moro.
Dallagnol le
explica después que llamó a la fuente pero que ésta no quiso hablar.
– “Estoy pensando en hacer una
intimación oficial (a la fuente), incluso basada en noticia apócrifa”, comenta
Dallagnol.
– “Mejor formalizar,
entonces”, escribe Moro.
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