"-En tu opinión, ¿cuál sería el primer paso para dar forma política
organizada a todo ese movimiento social, como señalabas al principio?
–Lo de la forma
política organizada vendría luego. Yo respetaría de momento lo que hay
ya organizado en la izquierda
alternativa, potenciando, como digo, el movimiento alterglobalizador, la red de redes, y comparando, mientras tanto,
esto que hay ahora con experiencias históricas anteriores. La organización
alternativa no suele salir de los partidos
políticos o sindicatos preexistentes, sino más bien por desarrollo de movimientos sociales potentes que en un
determinado momento buscan tener continuidad y que acaban integrando a las
organizaciones preexistentes o a gran parte de los afiliados a éstas".
"Pienso que este proceso también está ocurriendo ahora
y que va a seguir ocurriendo. Izquierda
Unida se creó porque había una importante presión movimentista previa (contra la OTAN,
antimilitarista, etc.) que coincidió con la crisis de todos, o casi todos, los
partidos políticos a la izquierda del PSOE.
La peor de las hipótesis en esas circunstancias es que tal o cual de los
partidos que formen parte del movimiento
amplio, de la red de redes, se crea lo suficientemente fuerte para dar el salto
por sí solo a la arena electoral en representación de todo el movimiento. Eso
es algo que crea divisiones y desconfianzas que tardan tiempo en curarse".
"Por tanto, a la hora de concretar, y antes de entrar
en la forma política organizativa, tendríamos que tratar de aclarar los
objetivos, los fines, las medidas alternativas que habría que tomar. Siguiendo
ese hilo, si es que se acepta seguirlo, podríamos partir de un principio
general y, además, generalmente apreciado por todas las corrientes y tradiciones
de izquierda que en el mundo han sido. Algo así como: De cada cual según sus capacidades; a cada
cual según sus necesidades. Creo que todavía hay algunos viejos que recuerdan eso, pero
apostaría a que también a los jóvenes
sensibles altermundistas les parece
bien. Luego, en función de este principio general, y atendiendo sobre todo a
las necesidades de las gentes que están en peor situación, podríamos ir
concretando algunas medidas que hay que tomar".
"En esto de las medidas concretas, y para no inventarse
nada desde fuera, seguramente bastaría con repasar lo que han dicho y escrito
los teóricos del movimiento
altermundista de los últimos años o, si se prefiere, aquellas cosas por las
que se han movilizado millones de personas en los cinco continentes. Y, eso
sí, habría que ordenar el listado de las reivindicaciones y de las medidas,
jerarquizando éstas en función de las
necesidades y capacidades de los de abajo: ni explotados (excluidos),
sobreexplotados, esclavizados, desempleados, precarios, oprimidos, humillados,
ofendidos y desgraciados (y póngase en femenino la parte correspondiente)".
/////
Francisco Fernández Buey, - España, 1943-2012- político de Izquierda, en entrevista del año 2010, y su excelente mirada, responsabilidad y compromiso con la Izquierda en el siglo XXI. Un gran legado histórico para las futuras Generaciones de la Izquierda en un mundo globalizado.
***
LA REFUNDACIÓN DE UNA IZQUIERDA PARA EL
SIGLO XXI.
ENTREVISTA A FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY.
*****
Miguel Riera.
El Viejo Topo.
Rebelión viernes 7 de junio del 2019.
Nota de
edición: El 4 de junio
de 1943 nacía en Palencia Francisco Fernández Buey. Lo recordamos con esta
interesante y sugerente entrevista concedida a Miguel Riera en junio de 2010 y
publicada entonces en El Viejo Topo bajo el título “POTENCIAR
LA RED DE REDES”.
*
Proseguimos aquí la serie de artículos y entrevistas
dedicados a la refundación de la izquierda. En esta
entrevista, el autor de Por una universidad democrática sitúa al movimiento altermundista como la piedra basal de una nueva izquierda
para el siglo XXI.
–Parece que casi todo el mundo está de acuerdo en que hay que
“refundar la izquierda”, pero el acuerdo con frecuencia se desvanece cuando se
intenta llenar de contenido esa expresión. ¿Qué elementos te parecen
determinantes para que pueda hablarse con propiedad de una refundación de la
izquierda?
–La izquierda viene refundándose, desde hace aproximadamente una década, en lo que se
ha llamado movimiento alterglobalizador o altermundista. Ahí, en este
movimiento de movimientos, están ya representados los sujetos del cambio. Ahí
se ha ido bosquejando también lo que podría ser el programa para cambiar el
mundo de base. Y ahí hay también una amplia red de redes para la configuración
de una izquierda mundial.
Lo que falta ahora es dar forma política organizada a
todo ese movimiento social y encontrar la palabra nueva y compartida para hacer
frente a la barbarie existente.
-¿Y entonces cuál es papel de la actual izquierda política?
–Primero
potenciar el movimiento altermundista y, con él, los
movimientos sociales críticos del neoliberalismo y alternativos al capitalismo
salvaje realmente existente. Aunque ahora esté pasando por un bache, el
movimiento altermundista es, junto con algunos de los procesos políticos
latinoamericanos, el obstáculo más serio con que ha topado el capitalismo en
los últimos tiempos (aparte, obviamente, de sus propias contradicciones). Creo
que si no se desarrolla a fondo este movimiento social global no se puede ni
hablar de recuperación de la izquierda política, al menos en los países ricos
del mundo.
La izquierda política tradicional, la formada por los partidos
socialistas y comunistas, para entendernos, hace tiempo que se declaró
insolvente para cambiar el mundo de base o que quedó desfasada. La izquierda
verde que surgió en Europa a finales de los setenta con la pretensión de ser
una nueva izquierda alternativa ya no se diferencia en nada sustancial de la
otra a la hora de la verdad. Deduzco de ahí que no son los movimientos sociales
los que tienen que aprender de los partidos organizados, como se dice a veces,
sino éstos los que tienen que aprender del tipo de actuación de los movimientos
sociales de los últimos veinte años.
Y luego, una vez aprendido que la izquierda política no está para “encauzar” movimientos sino para
potenciarlos fundiéndose con ellos, lo que habría que hacer, en mi opinión, es
reinventar un tipo de organización sociopolítica lo más parecido a lo que fue
la Primera Internacional.
-¿Ese planteamiento implicaría una refundación previa de la izquierda
política?
–Depende de lo que se entienda por refundación. Desde hace ya bastantes años la
izquierda política, sobre todo en Europa, ha seguido un camino inverso al
que exigía el proceso de globalización en curso: en vez de acentuar el carácter
internacionalista y mundialista con el que nació, la izquierda política
organizada se volvió sobre sí misma, disolvió los lazos internacionales que
tenía y se hizo cada vez más localista y particularista. Esto ha afectado
también a los principales sindicatos, que, por lo general, y con algunas
excepciones, vienen limitándose a la defensa de los intereses de lo que antes
se llamaba “aristocracia obrera”, país
por país.
En esas condiciones la izquierda política y los sindicatos a ella vinculados han quedado
completamente desarmados para hacer frente a los poderes que hegemonizan el proceso de globalización.
Tal como está configurada ahora, la izquierda política puede conseguir quizás
ciertos éxitos temporales en las elecciones en tal o cual país, pero
prácticamente no tiene nada serio que oponer a los organismos internacionales
que dominan en el mundo actual. Esto era ya patente hace un montón de años,
cuando en Italia, por ejemplo, se
creó Refundación Comunista, pero se
ha hecho meridiano durante la última crisis.
Para decirlo de manera que me pueda entender todo el
mundo: en este momento no sólo el gran capital sino incluso una institución tan
decadente y envejecida como la iglesia
católica u organizaciones no-gubernamentales nacidas hace cuatro días
tienen más vínculos y más presencia internacional que la izquierda política. Lo
cual es nefasto para los trabajadores del mundo y es una ridiculez de
dimensiones históricas, sobre todo teniendo en cuenta que esta izquierda de la que estamos hablando nació anunciando la mundialización del
capital y declarando que los obreros no tienen patria. Así que, vista la
cosa de esta perspectiva, no hay duda de que la izquierda política tiene que refundarse. O resucitar, diríamos algunos…
-Por otra parte, la crisis de los foros sociales es evidente. Si no
surge una referencia política clara capaz de forzar avances hacia una
transformación real, los entusiasmos se diluyen, y al final cada grupo se
dedica a su pequeña parcela. ¿Crees que es posible avanzar en una articulación
de los movimientos sociales?
–Desde luego el
bajonazo de los foros sociales en este momento es una evidencia. Y
es, además, una evidencia llamativa, teniendo en cuenta las características de
esta crisis y que el Foro Social Mundial venía anunciándola desde hace años,
criticando abiertamente el sistema que la ha producido y propugnando medidas
alternativas que ahora podrían aplicarse.
En cambio, no estoy tan seguro de que haga falta ahora
una referencia política para impedir que se diluyan los
entusiasmos e ilusiones que crearon los foros sociales. Al menos si por
“referencia política clara” se entiende alguna forma de partido político
parecido a los que hemos conocido hasta ahora, incluyendo ahí, por supuesto, a
los que se han llamado “verdes” y “ecosocialistas”. La diferencia en
ellos entre “política” y “politiquería”
no está suficientemente clara y ahí sigue rigiendo la tendencia a la
burocratización en cuanto se toca poder (o “podercito”).
Me explicaré mejor: una cosa es la repolitización de los movimientos sociales
alternativos, o sea, la conciencia
política, que me parece necesaria, y
otra, muy distinta, pretender que tal o cual partido con pretensiones
electorales es ya un “referente
político” de lo alternativo.
No creo que los jóvenes activos en el movimiento altermundista y en otros
movimientos sociales vayan a ilusionarse ahora con un referente político de
esas características. En primer lugar,
porque una parte de estos jóvenes
están aún en alguno de esos partidos, y eso les produce, por lo que yo sé, más
malestar que ilusión. Y en segundo lugar,
porque la gran mayoría de los jóvenes
activos en las organizaciones que de verdad se mueven, empezando por el “movimiento de movimientos”, no quieren
ni oír hablar de tales partidos como referente. Cosa que se comprende: no por
la juventud, sino por los errores que hemos cometido quienes hemos estado en
ellos.
Si uno se fija en las novedades atractivas que hoy
funcionan como referente de la izquierda
propiamente dicha en el mundo pronto llega a la conclusión de que son (sobre
todo antes de tocar poder) organizaciones
sociopolíticas en un sentido amplio, laxo, ligero, más próximas a los
movimientos que a los partidos, o combinaciones de las dos formas históricas.
Hay dos rasgos que considero claves en estos referentes: la primacía de lo social sobre lo político y el respeto a la diversidad o pluralidad
interna.
ATAC. Movimiento altermundista - reclamando en parte la aplicación de la Tasa Tobin - y la lucha de los Movimientos Sociales contra la Globalización.
***
Precisamente por eso te decía antes que habría que
reinventar un tipo de organización
sociopolítica parecido al de Primera
Internacional. Dar la primacía a lo social sobre lo político es algo que
compartieron marxistas
y anarquistas, socialistas y libertarios de la primera hora. Lo que
el nuevo referente, vamos a decir sociopolítico, mejor que político, tendría
que aprender es el respeto a la diversidad o pluralidad de culturas (también de
culturas políticas) en el seno de los movimientos y de las organizaciones. Por
dos razones. Primera: porque esa
falta de respeto fue la tumba no sólo de la Primera Internacional sino de las
que siguieron. Y segunda: porque sin
ese respeto es inconcebible hoy en día una organización mundial que aspire a un
mundo nuevo en un mundo como este,
al mismo tiempo tan globalizado y
con tantas lenguas, culturas, costumbres y habilidades diferentes y constantemente
en contacto.
-Hablas de una organización inspirada en los primeros tiempos de la
Primera Internacional. Eso suena a la Quinta Internacional que propuso Samir
Amin, una idea que sólo ha encontrado eco, y muy desfigurado, en la Venezuela
de Chávez. ¿Crees que es realista pensar que se trata de algo posible?
-Bueno, en realidad la idea de una organización inspirada en
la Primera Internacional no es tan
nueva. De eso hablábamos ya hace treinta años, en los orígenes de la
revista mientras tanto, cuando dialogábamos aquí sobre marxismo y anarquismo con Martínez Alier
y con otros amigos libertarios. Y cosas de parecido tenor recuerdo haber leído,
también por entonces, en las páginas de El Viejo Topo. Si la memoria no me falla,
también Chomsky propuso una variante
de esta misma idea hace ya años, cuando estaba naciendo el movimiento anti-globalización. Es cierto que Samir Amin por un lado y Chávez por otro han perfilado de
maneras distintas la idea de una Quinta Internacional inspirada en la Primera,
pero el hecho mismo de que la idea se haya reiterado, a pesar de las
diferencias, es ya indicio de que se necesita algo así. Concretar la idea es
difícil, muy difícil. Todo lo que tiene que ver con la superación de las
trágicas heridas históricas de la izquierda
revolucionaria es difícil y delicado de tratar. Pues eso implica reconocer
errores y en algunos casos aceptar la culpa por asesinatos cometidos en nombre
de la propia tradición. Pero deberíamos actuar, también en esto, como si fuera
posible, tratando de crear las condiciones de posibilidad para una nueva Internacional.
-En tu opinión, ¿cuál sería el primer paso para dar forma política
organizada a todo ese movimiento social, como señalabas al principio?
–Lo de la forma
política organizada vendría luego. Yo respetaría de momento lo que hay
ya organizado en la izquierda
alternativa, potenciando, como digo, el movimiento alterglobalizador, la red de redes, y comparando, mientras tanto,
esto que hay ahora con experiencias históricas anteriores. La organización
alternativa no suele salir de los partidos
políticos o sindicatos preexistentes, sino más bien por desarrollo de movimientos sociales potentes que en un
determinado momento buscan tener continuidad y que acaban integrando a las
organizaciones preexistentes o a gran parte de los afiliados a éstas.
Pienso que este proceso también está ocurriendo ahora
y que va a seguir ocurriendo. Izquierda
Unida se creó porque había una importante presión movimentista previa (contra la OTAN,
antimilitarista, etc.) que coincidió con la crisis de todos, o casi todos, los
partidos políticos a la izquierda del PSOE.
La peor de las hipótesis en esas circunstancias es que tal o cual de los
partidos que formen parte del movimiento
amplio, de la red de redes, se crea lo suficientemente fuerte para dar el salto
por sí solo a la arena electoral en representación de todo el movimiento. Eso
es algo que crea divisiones y desconfianzas que tardan tiempo en curarse.
Por tanto, a la hora de concretar, y antes de entrar
en la forma política organizativa, tendríamos que tratar de aclarar los
objetivos, los fines, las medidas alternativas que habría que tomar. Siguiendo
ese hilo, si es que se acepta seguirlo, podríamos partir de un principio
general y, además, generalmente apreciado por todas las corrientes y tradiciones
de izquierda que en el mundo han sido. Algo así como: De cada cual según sus capacidades; a cada
cual según sus necesidades. Creo que todavía hay algunos viejos que recuerdan eso, pero
apostaría a que también a los jóvenes
sensibles altermundistas les parece
bien. Luego, en función de este principio general, y atendiendo sobre todo a
las necesidades de las gentes que están en peor situación, podríamos ir
concretando algunas medidas que hay que tomar.
En esto de las medidas concretas, y para no inventarse
nada desde fuera, seguramente bastaría con repasar lo que han dicho y escrito
los teóricos del movimiento
altermundista de los últimos años o, si se prefiere, aquellas cosas por las
que se han movilizado millones de personas en los cinco continentes. Y, eso
sí, habría que ordenar el listado de las reivindicaciones y de las medidas,
jerarquizando éstas en función de las
necesidades y capacidades de los de abajo: ni explotados (excluidos),
sobreexplotados, esclavizados, desempleados, precarios, oprimidos, humillados,
ofendidos y desgraciados (y póngase en femenino la parte correspondiente).
-Hablas de “ordenar el listado de las reivindicaciones y de las
medidas”. ¿Qué propondrías para ir poniendo el hilo en la aguja?
–De las medidas
concretas que estaban ya recogidas en la mayoría de los documentos de la izquierda altermundialista y que
también han estado en el origen de tantas y tantas manifestaciones, seguramente
habría que priorizar, en el plano
global, estas cuatro:
1ª Condonación de la deuda externa a los países empobrecidos;
2ª Dedicación del 0,7% del PIB de los países ricos a ayudar a las
poblaciones de países en peor situación socio-económica;
3ª Garantía para la soberanía alimentaria de los pueblos y
poblaciones afectados por el intercambio desigual; y
4ª Tasación de las transacciones comerciales internacionales y de
los flujos especulativos de capitales, dedicando lo recaudado a políticas
sociales para mejorar la situación de los desfavorecidos.
Esto supondría, claro está, reestructurar, disolver
o abolir los principales organismos económico-financieros internacionales
actualmente existentes y, desde luego, democratizar
la organización de las Naciones Unidas. Yo veo en la realización de medidas
así una de las condiciones de posibilidad, necesaria, para abordar con justicia
el asunto de la crisis
ecológica global, que es el otro
gran problema de la humanidad en la actualidad. Pues la conciencia del
problema no basta.
En lo más próximo, en lo local, estatal o regional, una izquierda digna de ese nombre tendría
que hablar claro, sobre todo después de lo que hemos visto en la última crisis.
Para contactar de verdad con los que quieren
otro mundo esa izquierda tendría que decir, creo yo, cosas así:
1º Ninguna reforma del mercado
laboral que no venga precedida por la reforma del mercado financiero y por
el pago, con intereses, de los daños causados por los especuladores;
2º Ningún tipo de ayuda pública, estatal o ciudadana a bancos, entidades financieras y aseguradoras que no venga precedida
por el reparto social de los beneficios previamente obtenidos por esas
entidades privadas;
3º Ninguna medida de ajuste y austeridad que no vaya
precedida por la reducción de la jornada laboral, la abolición de los trabajos
precarios y la puesta en práctica del principio “a igual trabajo, igual salario”;
4º Ningún reparto del trabajo para pobres y desgraciados que no vaya precedido por el reparto equitativo de la riqueza y por una
renta básica de ciudadanía;
5º Ninguna ley de extranjería que no venga
precedida por el reconocimiento de que los inmigrantes
son, en primer lugar, trabajadores y hermanos de los trabajadores del país de
acogida.
En ese contexto no debería considerarse aceptable ningún discurso de democratización de
nada que no fuera precedido por el ejemplo patente de la democratización de la
gestión de las grandes empresas privadas, empezando por la banca y las grandes
corporaciones de la información y la
comunicación. Toda propuesta de democratización que no empiece por la
democratización real de la empresa de quien la hace se considerará, sin más, materia para chistes de El Roto…
Supongo que en cosas así piensa la gente cuando piensa por dónde podría
empezar el socialismo
del siglo XXI.
Fuente: Entrevista realizada por Miguel Riera y publicada en el nº 269
de El Viejo Topo, junio de 2010, bajo el título Potenciar la red de
redes.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario