"Marta Harnecker: Un tesoro de los pueblos. En el 2009, El Centro Internacional Miranda le rindió
un homenaje a Marta Harnecker y ese homenaje incluyó la
publicación de un libro con el título: Marta
un Tesoro Internacional. Se me pidió una colaboración y en esa ocasión
escribí esto que seguidamente transcribo y que tuvo por título: Marta, Una
mañanita revolucionaria que le ofrece frescura a la revolución. En esta oportunidad, tomo prestado una
parte del título de este libro dedicado a Marta. No es posible concentrar, en una palabra,
una idea que nos permita calificar las andanzas de Marta por el proceso
revolucionario bolivariano. No es fácil, pero si se hace un esfuerzo, pudiera
calificarse como una de las conciencias fundamentales del proceso y una especie de “mañanita revolucionaria”,
que le ofrece frescura y vigor a la revolución".
"Esa es la percepción real, que toma cuerpo y sentido
en las reflexiones y propuestas que va aportando sobre cómo darle forma, contenido y sentido
al Poder Popular. Haber centrado su
trabajo en este tema de tanta significación para el desarrollo del Socialismo del siglo XXI, no se exagera, si se
afirma que Marta se metió en el mero
centro de un proceso que huele a esperanza y tiene también el compromiso de enmendar los errores del socialismo del siglo
XX".
"Disponer de un partido revolucionario es una decisión fundamental para
avanzar en un proceso de transformación revolucionaria. Esta tarea de construcción de un partido no agrega mucho valor al socialismo del siglo
XXI, porque ya es una necesidad que
está debidamente registrada y argumentada. No
es el caso de la construcción del Poder Popular, porque es esta necesidad
el socialismo de ayer tuvo una gran debilidad y Marta va sistematizando
experiencias, contactos, jornadas de trabajo y todo eso va agregándole valor a
una visión que cada día cobra mayor fuerza, según la cual; el socialismo del siglo XXI será posible en la
medida que el Poder Popular y las organizaciones
construidas por ese Poder Popular, tengan la
suficiente fuerza para sustituir las instituciones del estado burgués. No hay otra; Marta va
asomándonos varias ideas de lo que no es el Poder Popular y que los
auténticos constructores de ese poder deben ir revisando. Si queremos destruir
esa esperanza, improvisemos su conformación y esa esperanza se diluirá en un
tiempo relativamente corto. Si queremos
destruir uno de los aspectos estratégicos de ese proyecto bolivariano,
alimentemos la conformación de los Consejos Comunales y de las Comunas con
la idea de construir
espacios de “participación” con la
única y exclusiva idea de obtener algunos recursos (dinero) desde los
ministerios".
"Esa circunstancia no es lo sustantivo en la conformación del Poder
Popular. Puede recibirse muchos recursos
desde los ministerios, puede asistirse a muchos encuentros con ministros,
pueden consumirse muchas horas en reuniones de trabajo; sin embargo, eso no es lo sustantivo. Una lectura de sus andanzas y
reflexiones no dejan lugar a dudas sobre el significativo aporte que ofrece a
la revolución venezolana y de la región, porque colocar su capacidad
intelectual y físico en promover la participación de las comunidades
organizadas y en darle sentido al Poder Popular, Marta está en perfecta sintonía con el
reto estratégico del Socialismo del siglo XXI".
"Marta nos advierte que no es fácil el construir el Socialismo del siglo
XXI. El hecho de ser el Poder Popular un elemento
sustantivo del Socialismo del siglo XXI y de tener ese poder concreción en la
participación popular; Marta también nos señala, que esa idea tiene su
contrario dentro de las filas de la revolución. El poder, el tema de fondo y ese poder puede estar concentrado en el Poder Popular, como principio básico del socialismo
del siglo XXI o concentrado en otras instituciones:
Partido, Ministerios, personas". Fuente Evaristo Marcano Marín. Rebelión.
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MARTA HARNECKER, LUCHADORA INCANSABLE.
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Ximena de la Barra.
Rebelión martes 18 de junio del 2019.
Otros hablarán con mayor propiedad sobre su obra. Yo,
que fui su amiga y colaboradora durante las dos últimas décadas, voy a
centrarme en aquella mujer que la producía y la compartía.
Proveníamos de diferentes orígenes, aunque ambas
chilenas. Ella de la Acción Católica, yo
de la educación y demás círculos laicos. En tanto que yo en Chile me dedicaba al activismo estudiantil y estudiaba
arquitectura, ella fue becada a la Ècole Normal de Paris donde estudió con
Louis Althuser. Esa enriquecedora experiencia la hizo abandonar su
militancia en el catolicismo en favor
del marxismo. Dejó de ser sólo periodista
y psicóloga para desempeñarse también como educadora popular, lo que fue su
pasión y que siguió desarrollando hasta el final.
Esta transformación personal se plasma en su primer
libro, publicado por Siglo XXI en 1969. El
más conocido y leído de todos los suyos, el generador de consciencias, Los Conceptos Elementales
del Materialismo Histórico. En él, estudiantes, militantes
revolucionarios y estudiosos en el mundo entero han encontrado en lenguaje
sencillo y motivador un instrumento teórico que les permita el estudio crítico del marxismo. Su
intención era entregar los conceptos teóricos necesarios para el conocimiento científico de la realidad
concreta, sin el cual sería imposible intentar transformarla. La evidente
efectividad de esta obra motivó a Marta,
ya con un mayor bagaje intelectual y
experiencia internacional, publicarlo en edición revisada en 1971 y en una nueva revisión en 1984. Entre toda su obra: libros, artículos de opinión, cuadernos de
educación popular, y audiovisuales, pongo el acento en esta obra porque refleja
tanto su propia transformación como su afán por ayudar a los demás en similar
empresa.
Ambas vivimos activamente los días políticamente más
extraordinarios en Chile colaborando con el Gobierno de Salvador Allende, aunque seguíamos moviéndonos por
círculos diferentes. Vino el horror y
para ella el exilio a Cuba donde se integró totalmente y donde formó su
familia. Para mí la lucha clandestina y una posterior ilegalidad inicial en España. Nos conocimos en Caracas durante una clase que daba su
segundo esposo, el eminente economista canadiense Michael Lebowitz, en el
Auditorio de la Facultad de Economía. Ella
había sido requerida por el gobierno de Hugo Chávez para actuar de asesora
en temas puntuales que el Presidente fuera señalando, y para actuar como su
consciencia crítica. Chávez escuchaba a
todo el mundo. Eso es cierto. Pero tenía especial interés y respeto por las
opiniones de Marta.
Fiel a su pensamiento, ella recorría las comunidades conversando con sus habitantes antes de proporcionar sugerencia alguna.
Para ella, la pedagogía popular no sólo significaba transmitir su conocimiento. Más importante aún, significaba también ser una “aprendedora”. Ella enseñaba lo que iba aprendiendo. Se sumergía en
la realidad popular, especialmente en las luchas de los pueblos por cambiar una
realidad generalmente adversa. La documentaba la sistematizaba y la devolvía a
sus orígenes para que pudiera ser útil. En ese afán estaba cuando me invitó a
integrarme a su equipo para viajar al interior del Estado de Lara y estudiar los procesos de profundización de la
democracia a través de los Consejos
Comunales.
Marta iba grabadora en mano conversando con la gente.
Para nuestra sorpresa, llegó corriendo una maestra de escuela con un ejemplar
de Los Conceptos
Elementales … solicitando un autógrafo. Lo mismo se repitió
con una funcionaria municipal. “Ahora,
yo también soy gente” le dijo una campesina. Era su forma de
expresar la diferencia. La mujer
pertenecía a un Consejo Comunal, participaba en desarrollar un diagnóstico
de su territorio, en elaborar un plan de proyectos prioritarios, en administrar
el presupuesto público descentralizado correspondiente, y en gestionar su
ejecución. Pero, además, a ella, como
vocero de su comunidad, se le abrían las puertas del ayuntamiento donde era
recibida, reconocida, donde negociaba la solución a los pequeños problemas y
donde se le presta asistencia técnica para los proyectos más complejos. Ella era parte del nuevo Estado Venezolano.
Ya no sólo era “gente”,
también era “autoridad pública”
(usando el viejo lenguaje autoritario).
Marta siempre estaba en el lugar donde había que estar. Donde se están produciendo cambios. Donde surge la esperanza. Por eso no vio razón de volver a Chile. No solo ha estado en
Venezuela. Estuvo en su día en
Nicaragua, en El Salvador, en Uruguay, en Porto Alegre, Brasil, en Bolivia, en
Ecuador, etc. y más recientemente en Grecia,
en el Estado de Kerala en India, y más. En este permanente andar y
conversar, Marta ha demostrado una gran sabiduría. No sólo por su capacidad de
entender y explicar los procesos sociales y su articulación con el Estado. Ni
tampoco sólo porque ha sido capaz de entregar oportunamente los señalamientos
necesarios que contribuyan a orientar los caminos. También ha sido sabia al saber distinguir “lo negro del blanco” como
diría Violeta Parra. Supo distinguir
entre lo importante y lo superfluo. Entre lo que construye futuro colectivo y
lo que lo estanca.
Por todo esto es que puedo decir que Marta era fundamentalmente generosa y no
sólo porque el afán de lucro jamás ha motivado su trabajo. Lo ha sido
precisamente porque compartía lo aprendido con aquellos que más lo necesitaban.
Con los que luchan. También fue
generosa porque estimuló y apoyó las iniciativas de otros, abriéndoles espacios
para enriquecer sus caminos.
Como colaboradora puedo decir que también fue generosa e integradora al
escuchar. Para ella la opinión de los
demás era siempre importante. Son innumerables las personas que nos hemos
beneficiado de sus esfuerzos, de su generosidad y de sus múltiples sabidurías.
Hace 10 años atrás, celebrábamos 40 años de su trayectoria y 100 obras
publicadas. Pero hubo más. En 2013 el Viejo Topo le publicaba Un
Mundo a Construir y más adelante, Planificando desde Abajo.
Se nos ha ido está titán ida incansable, plena de energía física, intelectual y
creativa. La
realidad actual nos hace pensar que no la merecíamos. En cualquier caso, nos ha
dejado con una tarea clara.
Madrid, junio de 2019.
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