#FRIDAYSFORFUTURE: Huelga
Juvenil contra el calentamiento global.
El novelista y poeta británico William Golding
escribió el siglo pasado que las mujeres estaban equivocadas si pretendían la
igualdad con los hombres. “Ellas son bastante superiores y siempre lo han
sido. Cualquier cosa que le des a una mujer lo hará mejor… Engrandecen y
multiplican lo que les das…”. Hace unos días, pude reconfirmar la
sabiduría del escritor.
Y es que el Capitolio de los Estados Unidos
fue escenario de una movilización inspiradora. No
estoy hablando de las escaramuzas políticas interminables entre republicanos y
demócratas para torpedearse y culparse mutuamente, provocando las crisis de
gobernabilidad y las parálisis legislativas a las que la ciudad de Washington tiene acostumbrados al país y al mundo. Fue
algo distinto y extraordinario. Cientos de jóvenes adolescentes, la
abrumadora mayoría de las cuales eran mujeres de entre 15 a 18 años, abandonaron
las clases de sus “high schools”
para protagonizar unas rítmicas arengas para alertar a los
legisladores, y a quienes toman decisiones sobre la importancia de salvar al
planeta.
Como periodista he tenido la oportunidad de ser
testigo de innumerables movilizaciones populares, desde
aquellas masivas concentraciones de la década pasada en demanda de una reforma migratoria, hasta las recientes protestas en favor de una
política racional sobre control de armas. Pero pocas me han emocionado tanto,
como testimoniar la pasión y entusiasmo de estas jovencitas para combatir el
calentamiento global.
“Hay una crisis enorme en todo
Estados Unidos y en todo el mundo. Están muriendo personas y el gobierno de los
Estados Unidos no hace nada” sentenció
la joven Sarah
Brodsky, con la madurez y la convicción de una mujer de 16 años. La
frustración de Sarah y sus compañeras es entendible. En 2017, el presidente
Donald Trump abandonó orgullosamente el Acuerdo de París sobre el Cambio
Climático.
Aunque la estrella demócrata, la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Ed Markey
develaron el Green New Deal, un
ambicioso paquete legislativo que busca crear una economía estadounidense
“verde” con reducción masivas de emisiones de carbonos y una nueva generación
de empleos en las nuevas industrias, el grave asunto del calentamiento global
no aparece en el radar de prioridades del Congreso.
Pero las demandas de las jovencitas convocadas a
la Huelga Juvenil sobre Clima, son igualmente ambiciosas.
Desean conjuntar a los líderes mundiales a fin de que tomen una acción que
asegure que el calentamiento global no rebase los 1.5 °C, ente otras acciones. Aunque nada en la vida tiene
garantías, podemos estar seguros de que por ser un movimiento liderado por
mujeres las posibilidades de éxito serán mayores. Como diría William Golding, las mujeres
engrandecen y multiplican todo lo que tocan.
/////
Solo la Rebelión salvará al planeta.
UNA REBELIÓN GLOBAL PARA SALVAR EL PLANETA.
*****
Graham Peebles.
Counterpunch.
Rebelión sábado 8 de junio del 2019.
Traducido para Rebelión por Paco Muños de Bustillo.
"La mayor amenaza para la Tierra es pensar que otras personas van a
salvarla”. La responsabilidad es nuestra; los políticos y los gobiernos son autocomplacientes, deshonestos y
están inmersos en la ideología del pasado. A pesar de los repetidos avisos, no
se ha hecho nada sustancial y nos estamos quedando sin tiempo. Nadie más va
salvar nuestro planeta: hace falta que un movimiento global de desobediencia
civil fuerce a los gobiernos a acometer acciones radicales.
En 1992, la Unión de Científicos Preocupados (compuesta por
más de 1.700 de los científicos más destacados del mundo) emitió el “Aviso de los Científicos del Mundo a la
Humanidad”. En este documento afirmaban que “si queremos evitar un enorme
sufrimiento humano, es necesario que se produzca un gran cambio en nuestro
manejo de la Tierra y de la vida”. Sus palabras cayeron en oídos sordos. Décadas de inacción e indecisiones han
producido una escalada continua de la crisis hasta llegar al punto en que nos
hayamos ahora, al borde de la catástrofe
total.
Dada la enorme proporción del problema, muchas
personas se sienten abrumadas y desesperanzadas. La “ecoansiedad”, definida como el “miedo crónico a una catástrofe medioambiental”, está en aumento en
muchos países, y desencadena sentimientos de rabia, aflicción, desesperación y
vergüenza. Algunas personas están tan preocupadas que han tomado la extrema
decisión de no tener hijos hasta que se aborde de modo efectivo la crisis del
cambio climático.
La “huelga de
nacimientos” (Birth Strike), según el Guardian, es “una organización global de voluntarios, hombres y mujeres, que han
decidido no tener hijos en respuesta a la `descomposición del clima y al
colapso de la civilización que se avecina´ […] Se trata de un `reconocimiento
radical´ del modo en que la inminente amenaza existencial ya está `alterando la
manera en que imaginamos el futuro´”.
El objetivo de BirthStrike no es desalentar a las personas que
desean hijos, sino comunicar la
emergencia de la crisis medioambiental.
Muchos de sus miembros también participan en el movimiento revolucionario Extinction Rebellion (XR), “Rebelión contra la Extinción”, un
grupo sociopolítico británico que
utiliza la resistencia no violenta para crear conciencia de la urgencia de
abordar la crisis ecológica. Este movimiento ha creado réplicas en docenas de
países, entre los que están Estados Unidos, las Islas Salomón,
Australia, España, Sudáfrica y la India.
Rebelión contra la Extinción solicita que
los gobiernos declaren el estado de
emergencia ecológica, y que Reino Unido se ponga a la cabeza y reduzca sus
emisiones de carbono a cero para 2025.
Es un objetivo ambicioso, ciertamente, pero necesitamos formularlo en tales
términos y que las asambleas ciudadanas diseñen
un plan de acción para abordar el colapso
climático y la pérdida de biodiversidad. Su intención es
“crear una movilización pacífica planetaria a la escala de la Segunda
Guerra Mundial”. Únicamente una respuesta global de tal calado, afirman, “nos
ofrecerá la oportunidad de evitar el escenario más pesimista y recuperar un
clima seguro”.
Al igual que ocurría en otros grandes movimientos
sociales, como el de las sufragistas, el movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos y el
Movimiento por la Libertad de Mahatma
Gandhi en la India, la metodología de XR se basa en la desobediencia civil. En abril de este año, el grupo organizó una gran
acción no violenta en el centro de Londres. Miles de personas ocuparon
espacios públicos en la capital, bloqueando puentes, provocando alteraciones y
representando un espectáculo. Diseñaron “acciones
de dilema” en las que las autoridades tenían que elegir si permitían o no
que se desarrollara la acción, si detenían y reducían a los manifestantes o no.
Las protestas duraron diez días y fueron
parte de una acción global en la que participaron personas en 33 países y los
seis continentes.
En Londres hubo más de 1.100 detenidos, entre quienes
ejercían su derecho a manifestarse de forma pacífica. La rebelión fue importante e histórica. Tuvo gran cobertura mediática y dio pie a un debate
en el parlamento británico, al final del cual se declaró una “emergencia climática” nacional. Un
paso positivo, aunque todavía está por verse lo que eso significa realmente y
que acciones políticas producirá.
#FRIDAYSFORFUTURE: Huelga Juvenil
contra el calentamiento global.
***
Junto con la huelga de estudiantes por el cambio climático
(Fridays for Future) y otros grupos, XR forma parte de un movimiento mundial nunca
visto anteriormente; un grupo diverso y unido de activistas ecologistas y ciudadanos preocupados, hombres mujeres y
niños profundamente interesados por el medio
ambiente, que reconocen que sus gobiernos no están haciendo prácticamente
nada para abordar el tema y que es preciso un cambio sistémico radical y
urgente.
El compromiso es una de las maneras más positivas de
superar la ecoansiedad y la sensación de desempoderamiento;
participar y descubrir que hay una gran cantidad de personas que sienten lo
mismo, que están sumamente preocupadas, que no saben muy bien qué hacer, pero
están firmemente decididas a hacer algo. El
compromiso frente a problemas comunes crea potentes vínculos mediante la
solidaridad y refuerza la lucha.
Cuando se dio por terminada la acción de abril, Rebelión contra la
Extinción afirmó:
“Vamos a abandonar la ocupación de espacios físicos, pero hemos abierto
un espacio para la verdad en el mundo […] En esta era de la desinformación,
decir la verdad es un acto de poder”.
Hacia
una vida sencilla.
La crisis medioambiental es una crisis universal,
existencial y exponencial, y se relaciona con una serie de temas
interconectados:
el colapso
ecológico, la extinción de especies, la deforestación, la contaminación del
aire, el agua y el suelo, y el cambio climático.
La manipulación de los sistemas existentes para
realizar pequeños cambios no resolverá los problemas; es preciso que se
produzca un cambio radical sistémico y social de manera urgente. Los gobiernos son débiles y están
comprometidos por sus relaciones con las grandes empresas y su obsesión por la
economía; son deshonestos y se niegan a dar los pasos necesarios para
salvar el planeta, así que debemos obligarlos a que escuchen y a actuar de
acuerdo a las necesidades, que son inmensas.
El consumismo desaforado e irresponsable debe acabar;
la sostenibilidad y la vida sencilla deben ser, a
partir de ahora, la clave de nuestras vidas. Es esencial el compromiso individual y colectivo, el compromiso de
vivir de una manera ecológicamente responsable, ser conscientes del impacto
ecológico de todo lo que hacemos como individuos: qué compramos, qué comemos,
cómo viajamos, cómo utilizamos los servicios públicos, etc., y el compromiso de
participar; participar en las protestas y/o en el activismo digital, ejercer
presión en los políticos y en las empresas, y apoyar los movimientos radicales
verdes en lo que esté en nuestras manos.
Todos los gobiernos, y en particular las democracias occidentales, necesitan ser
presionados para que conviertan el medio ambiente en su principal prioridad. La crisis medioambiental es la mayor
emergencia de nuestro tiempo y de cualquier otro; cualquier programa público
debe diseñarse a partir de ahora del modo en que produzca el impacto
medioambiental más positivo; hace falta
ponerse de acuerdo e implementar planes a corto (5 años), medio (10 años) y largo plazo (25 años), ambiciosos pero factibles, con el pleno
compromiso de llevarlos adelante; es preciso escuchar la voz de los científicos
del clima y de los ecologistas y establecer grandes programas de información
pública.
La labor de rescate del medio ambiente no es algo separado de la
imperante crisis democrática y de la necesidad de cambiar de un
modo fundamental el injusto y destructivo orden
socioeconómico. Para que se restablezca la armonía ecológica y el mundo natural pueda sanar, necesitamos
cambiar radicalmente los sistemas y formas de vida que están alimentando la
crisis e inculcar nuevos modelos de vida basados en valores más humanos.
El consumismo y la codicia son el veneno que está
produciendo el colapso ecológico, y el consumismo es la savia vital del sistema económico. En un planeta con recursos finitos,
el crecimiento sin fin es el objetivo de los gobiernos ilusos. Es una locura colectiva que debe terminar. Los políticos y el poder empresarial,
sin embargo, no van a darse cuenta, así como así de la gravedad de la
emergencia y actuar en consecuencia. Es preciso que gran cantidad de personas realicen actos de desobediencia civil
coordinados a escala mundial,
planificados para llevar a cabo la mayor alteración posible de la vida cotidiana
de un modo pacífico. Cuando la gente se une todo es posible; ha llegado el momento
de unirnos para salvar el planeta.
GRAHAM PEEBLES es un periodista
independiente británico y cooperante en países en desarrollo. En 2005
fundó The Create Trust y ha dirigido proyectos educativos en
Sri Lanka, Etiopía y la India.
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