“El desmantelamiento del Estado de Bienestar a la sombra del Brexit
alcanza a una de sus baluartes: el estatal Servicio Nacional de Salud, el NHS.
El embate contra el NHS viene de
lejos porque su existencia siempre puso en tela de juicio el apotegma de que
privado bueno, estatal malo. En los 80
el Thatcherismo lanzó una reorganización interna del NHS a través de la creación de un mercado interno, proceso que
siguió con una creciente subcontratación
de servicios y el lanzamiento de las iniciativas público-privadas en los 90.
La Oficina de Auditoría de la Nación
señala que las subinversiones llevadas adelante por los conservadores han
resultado en un sustancial déficit en las cuentas del NHS. Especialmente ruinoso para sus finanzas ha sido la construcción de hospitales,
rebautizados por el ingenio mediático–popular como “uno por dos”: por el costo de cada hospital bajo la iniciativa
público–privada, se podrían haber construido dos si solo lo hubiera hecho el
estado. Un caso típico es el del University
Hospital Coventry en el que la autoridad regional a cargo debió pedir
prestado dinero incluso antes de que entrara en funcionamiento para pagar unos
60 millones de dólares de deuda. En el año del referendo a favor del Brexit, 2016, el sector privado obtuvo 267 de los 386
contratos licitados por el NHS”.
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En la Gran Bretaña del Brexit, un millón y medio de
personas vive en la extrema pobreza.
REINO UNIDO. A LA SOMBRA DEL BREXIT, UN MODELO DESAPARECE.
LA SILENCIOSA TRANSFORMACIÓN DEL ESTADO DE BIENESTAR INGLÉS.
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Unos 14 millones de británicos,
la quinta parte de la población, son pobres, y un millón y medio vive en
condiciones de extrema pobreza.
Marcelo
Justo.
Desde
Londres.
Página/12
domingo 2 de junio del 2019.
A primera vista no hay más que Brexit.
Hace más de tres años que el debate público y mediático británico está dominado
por este tema en una sociedad polarizada entre los que quieren seguir en la Unión Europea (UE) a través de un nuevo
referendo y los que quieren salir cuanto antes del bloque europeo, con o sin
acuerdo.
A
la sombra de este debate, oculto tras tanto sonido y furia, la sociedad
británica está experimentando una silenciosa transformación del Welfare State
(Estado de Bienestar) creado a finales de la segunda guerra mundial.
Un
informe del Rapporteur de Naciones Unidos sobre “Extreme Poverty”, que será
presentado ante la ONU, a fines de junio deja en claro el deterioro que ha sufrido el Estado de
Bienestar tras nueve años de
austeridad conservadora. En un intento de ilustrar la situación, el
Rapporteur neoyorquino Philip Alston
recurre a la célebre definición de la vida que dio Thomas Hobbes, uno de los padres de la filosofía política moderna.
“Hobbes
hizo notar que la vida de los más relegados de la sociedad era “solitaria,
pobre, horrible, brutal y corta”. A medida que se evapora el contrato social
británico, estas predicciones se están convirtiendo en la nueva realidad”,
señaló a la prensa británica.
El estudio de la ONU halló que unos 14 millones –una
quinta parte del total de la población– son pobres y un millón y medio vive en
condiciones de extrema pobreza. La línea de la pobreza en el Reino
Unido abarca a los que ganan un 60 por ciento menos que el ingreso medio (un
padre con dos chicos e ingresos equivalentes a 1000 dólares mensuales). Extrema
pobreza o “destitution” son los que sobreviven con menos de 13 dólares diarios.
Estas cifras de la pobreza deberían escandalizar en
una de las siete máximas potencias del planeta, miembro del G-7. El
congelamiento salarial vigente desde que asumieron los conservadores en 2010,
el bajo nivel del salario mínimo y el deterioro de los servicios públicos
debido a los fuertes recortes presupuestarios son factores cruciales de este
deterioro del “contrato social
británico”. En los últimos años los conservadores le han sumado un kafkiano sistema universal de
beneficios sociales que, escudado en una supuesta simplificación burocrática,
terminó generando demoras y virtuales exclusiones del sistema que empujaron a
miles de británicos a situaciones de emergencia.
Uno
de los rasgos más visibles de este deterioro social es la proliferación de
bancos de alimentos convertidos en alternativas para cubrir los agujeros de la
austeridad. Hoy la red más importante es el Trussel Trust que
suministra alimentos de emergencia en más de 400 puntos del país. En los dos
primeros años de la gran austeridad conservadora –2011 y 2012– unas 128 mil
personas recurrieron a esos bancos. En 2017-2018 la cifra se quintuplicó a más
de 666 mil personas.
En
su recorrido del Reino Unido, el Rapporteur
de la ONU encontró instancias de hambre y prostitución vinculados a estas
reformas burocráticas del Estado de Bienestar. El endeudamiento, la usura, la
pobreza energética, el impacto en la salud son parte de este sórdido cocktail de pobreza extrema de primer
mundo. El ex director de la Trussell
Trust, Chris Mould, lo ejemplificó así.
“Hay gente que tiene que elegir
entre comer y prender la calefacción, hay padres que apenas comen para
alimentar a sus hijos. Es increíblemente fácil caer en esta situación. La pérdida del empleo, una cuenta muy alta
de electricidad, una reducción de los beneficios sociales, un drama familiar
resulta en la destitución de una persona. Si a esto se le suma que los
salarios son muy bajos y los empleos son temporales o de medio tiempo, mucha
gente entra y sale de situaciones de extrema necesidad”, señaló Mould a Página/12.
El desmantelamiento del Estado de Bienestar a la
sombra del Brexit alcanza a una de sus baluartes: el estatal Servicio Nacional de Salud, el NHS.
El embate contra el NHS viene de
lejos porque su existencia siempre puso en tela de juicio el apotegma de que
privado bueno, estatal malo. En los 80
el Thatcherismo lanzó una reorganización interna del NHS a través de la creación de un mercado interno, proceso que
siguió con una creciente subcontratación
de servicios y el lanzamiento de las iniciativas público-privadas en los 90.
La Oficina de Auditoría de la Nación
señala que las subinversiones llevadas adelante por los conservadores han
resultado en un sustancial déficit en las cuentas del NHS. Especialmente ruinoso para sus finanzas ha sido la construcción de hospitales,
rebautizados por el ingenio mediático–popular como “uno por dos”: por el costo de cada hospital bajo la iniciativa
público–privada, se podrían haber construido dos si solo lo hubiera hecho el
estado. Un caso típico es el del University
Hospital Coventry en el que la autoridad regional a cargo debió pedir
prestado dinero incluso antes de que entrara en funcionamiento para pagar unos
60 millones de dólares de deuda. En el año del referendo a favor del Brexit, 2016, el sector privado
obtuvo 267 de los 386 contratos licitados por el NHS.
El célebre físico Stephen
Hawkings, que sufría una enfermedad degenerativa neuromuscular,
advirtió poco antes de su muerte en marzo del año pasado que se estaba buscando
convertir al NHS es un “sistema
de seguros al estilo de Estados Unidos, gerenciado por organizaciones
privadas”.
Hawkings,
que dependió desde los 21 años del NHS,
escribió un artículo para el matutino The
Guardian en el que llamaba a evitar “que haya un sistema de salud
desigual” mientras reivindicaba al NHS como el “sistema más justo para el
suministro de atención sanitaria”.
La
visita de estado de Donald Trump a esta tierra del Brexit que comienza este
lunes 3 de junio es un paso de este proceso. Los conservadores están desesperados por demostrar que la salida de la Unión Europea es su
reingreso al mundo: cualquier palabra que diga Trump a favor de un tratado
de libre comercio posbrexit favorecerá su causa. Raramente Trump se priva de opinar sobre
cualquier tema, pero en el caso británico su interés central es muy claro: el NHS.
En
más de una ocasión el gobierno británico
se negó a confirmar que un tratado de libre comercio con Estados Unidos excluiría al NHS
de la mesa de negociaciones. El
servicio británico que cubre a los 65 millones de británicos “de la cuna a la
tumba” es el tesoro más codiciado por el sector privado estadounidense. A
la sombra de un Brexit sin acuerdo que
invisibiliza los estragos que están ocurriendo a nivel
social, la estrategia de las multinacionales estadounidenses se puede hacer
realidad.
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