“Los expertos, que también fueron coautores del estudio, coinciden en
que el clima ha afectado el conflicto
armado en las últimas décadas. Sin embargo, dejan claro que otros factores,
como el bajo desarrollo socioeconómico,
la fortaleza del gobierno, las desigualdades en las sociedades
y una historia reciente de conflictos violentos tienen un impacto mucho
mayor en los conflictos dentro de los países.” Históricamente,
los niveles de conflicto armado a lo largo del tiempo se han visto fuertemente influenciados por las
conmociones y los cambios en las relaciones internacionales entre los estados y
en sus sistemas políticos internos”, explica
James Fearon, profesor de ciencias políticas y coautor del estudio. “Es
bastante probable que, a lo largo de este siglo, una crisis
climática sin precedentes tenga un impacto significativo en ambos, pero
es extremadamente difícil anticipar si los cambios políticos relacionados con
la crisis climática tendrán grandes efectos en los conflictos armados. Por lo tanto, creo
que señalar los efectos climáticos como culpables de conflictos es razonable”.
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LA CRECIENTE CRISIS CLIMÁTICA AUMENTARÁ LOS
CONFLICTOS ARMADOS.
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Neus Palou.
La Vanguardia.
Sábado 15 de junio del 2019.
Según un estudio, con un aumento de temperatura de 4 grados centígrados de
riesgo de conflicto aumentaría hasta el 26%.
Un clima extremo impulsado por la crisis climática supone un daño económico enorme: disminuye la
producción agrícola y ganadera; escasean los alimentos y, por tanto, hay hambruna y se intensifica
la desigualdad entre grupos sociales. Estos factores provocan una escalada
de tensión que puede desembocar en un conflicto violento.
Según un estudio, publicado en la
revista Nature y liderada por
la Universidad de Stanford (EEUU),
la intensificación de la crisis climática aumentará el riesgo futuro de
conflictos armados violentos dentro de los países. Sintetizando puntos de vista
entre expertos, el estudio estima que en
un escenario con 4 grados centígrados más (lo que seguramente sucederá si
las sociedades no reducen sustancialmente las emisiones de gases de efecto
invernadero), la influencia del clima en los conflictos aumentará más de cinco
veces, con un 26% de probabilidad.
Incluso en un escenario de 2 grados centígrados de calentamiento en unos
niveles preindustriales (el objetivo
declarado del Acuerdo Climático de París), la influencia del clima en los conflictos sería más del doble, con una
probabilidad del 13%.
"Apreciar
el papel de la crisis climática y su impacto en la seguridad es importante, no solo para
comprender los costos sociales de nuestras continuas emisiones de efecto
invernadero, sino también para priorizar las respuestas, que podrían incluir
ayuda y cooperación”, asegura Katharine
Mach, directora de Stanford Environment y autora principal del estudio.
El
dilema del clima como culpable de las guerras
Los investigadores del estudio discuten intensamente
sobre si el clima desempeña un papel en el estallido
de guerras civiles y otros conflictos armados. Para comprender mejor el
impacto del clima, el estudio incluye entrevistas y debates entre expertos en ciencias políticas, ciencias ambientales,
economía y otros campos que llevan a diferentes conclusiones sobre la
influencia del clima en los conflictos en el pasado.
"Saber si
los cambios ambientales o climáticos son importantes para explicar el conflicto tiene implicaciones sobre lo
que podemos hacer para reducir la probabilidad de un conflicto futuro, así como sobre cómo tomar decisiones bien
informadas sobre como de duramente debemos combatir la crisis climática
futura”, explica Marshall Burke coautor
del estudio.
Los expertos, que también fueron coautores del estudio, coinciden en que el clima ha afectado
el conflicto armado en las últimas décadas. Sin embargo, dejan claro que otros
factores, como el bajo desarrollo
socioeconómico, la fortaleza del gobierno, las desigualdades en las
sociedades y una historia reciente de conflictos violentos tienen un
impacto mucho mayor en los conflictos dentro de los países.
”
Históricamente, los niveles de conflicto armado a lo largo del tiempo se han
visto fuertemente influenciados por las conmociones y los cambios en las
relaciones internacionales entre los estados y en sus sistemas políticos
internos”, explica James Fearon, profesor
de ciencias políticas y coautor del estudio. “Es bastante probable que, a lo largo de este siglo, una crisis climática sin precedentes tenga un impacto
significativo en ambos, pero es extremadamente difícil anticipar si los cambios
políticos relacionados con la crisis climática tendrán grandes efectos en los
conflictos armados. Por lo tanto, creo que señalar los efectos climáticos como
culpables de conflictos es razonable”.
Como
afrontar el futuro
Reducir el riesgo de conflicto y prepararse para un clima cambiante
puede ser un enfoque bueno para prevenir escenarios bélicos. El estudio explica que las estrategias de adaptación, como asegurar las
cosechas, almacenamiento de alimentos, escoger cultivos que se adapten a nuevos
escenarios climáticos y otras medidas, pueden aumentar la seguridad alimentaria
y diversificar las oportunidades económicas, reduciendo así los posibles
vínculos entre el clima y los conflictos.
El mantenimiento de la paz, la mediación de conflictos y las operaciones de ayuda posteriores al conflicto podrían incorporar el clima en sus
estrategias de reducción de riesgos al observar formas en que los peligros
climáticos pueden exacerbar los conflictos violentos en el futuro.
Sin embargo, los
investigadores dejan claro que es necesario aumentar la comprensión de la
efectividad de estas estrategias y los potenciales efectos secundarios
adversos. Por ejemplo, las prohibiciones a la exportación de alimentos debido a
la pérdida de cultivos pueden aumentar la inestabilidad en otros lugares.
” Comprender la
diversidad de formas en que el clima puede interactuar con los impulsores
conocidos del conflicto es la clave para invertir en las medidas adecuadas”, asegura Mach.
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Artículo científico de referencia:
Artículo científico de referencia:
‘Climate as a risk factor for armed conflict’.
Katharine J. Mach, Caroline M. Kraan, W. Neil Adger, Halvard Buhaug, Marshall
Burke, James D. Fearon, Christopher B. Field, Cullen S. Hendrix, Jean-Francois
Maystadt, John O’Loughlin, Philip Roessler, Jürgen Scheffran, Kenneth A.
Schultz & Nina von Uexkull. Nature (2019) DOI: 10.1038/s41586-019-1300-6
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