SOCIOLOGÍA AGRARIA. DÍA DEL CAMPESINO
PERUANO. 50 AÑOS de REFORMA AGRARIA, MILLONES HOMBRES Y MUJERES DEL CAMPO HOY
REALIZAN UN ALTO EN SU DIARIA TAREA DE LABRAR LA TIERRA DE CULTIVO para decirnos a todo el PERÚ OFICIAL, URBANO, a los GOBIERNOS de TURNO hasta cuándo durará
la postergación, el olvido histórico del AGRO peruano, cuando millones de seres
humanos dependemos directa e indirectamente de ellos con su producción: LA AGRICULTURA FAMILIAR. (AGRICULTURA,
GANADERÍA) La producción de papa, quinua, maíz, trigo, cebada y todos los
productos para la Mesa Familiar. Juntos Agricultores-Ganaderos cuando hacen
llegar al mercado la carne, leche, queso y cuantos productos más entran en
nuestra Mesa familiar. Hoy es el DÍA DEL
CAMPESINO el HOMBRE y MUJER del CAMPO. Sin embargo, marginados, olvidados,
postergados de apoyo del Estado, con
Créditos Agrarios, Tecnología
para ser mejores productivos y más competitivos, impulsar Derechos Sociales
como EDUCACIÓN Y SALUD, todo ha sido
totalmente abandonado en especial en los últimos 30 años de Gobiernos
neoliberales y sobre todo que han destruido su “mercado interno” con los Tratados de Libres Comercio TLC o las masivas
importaciones de productos que nosotros producimos y somos los primeros en el
mundo, no sólo por nuestra condición de PAÍS
MEGADIVERSO, sobre todo, por la fuerza, energía, lucha constante y
permanente del CAMPESINO en su TIERRA
que lo trabaja todos los días desde que amanece el día hasta la “entrada del
sol”. ES SU VIDA.
HOY ES EL DÍA QUE SE CELEBRA 50 AÑOS DE LA HISTÓRICA
REFORMA AGRARIA. EL
GOBIERNO MILITAR del GENERAL JUAN VELASCO ALVARADO, la mañana
del 24 de junio de 1969, dio la Histórica LEY DE REFORMA AGRARIA en el
PERÚ. (Día, mes y Año que me encontraba en la Ciudad de Cañete, distrito de Imperial, como Docente de Educación Secundaria, una experiencia extraordinaria,
porque continuamos nuestra “sagrada
Tarea Magisterial” -. Iniciada en Puno el año anterior de ser parte integrante de la
Creación Histórica del Glorioso SUTEP). La
Ley de Reforma Agraria, Terminaban siglos de explotación primero de los NEGROS COOLIES – importados desde el África- durante la Colonia y parte de
la naciente República. Con el
Proceso de la Independencia Nacional
y los sucesivos Gobiernos Militares a lo largo de los primeros 50 años, se les
otorgó su LIBERTAD, A los esclavos negros,
durante el Gobierno del Mariscal
CASTILLA. Ahora los esclavos son reemplazados con millones de CAMPESINOS
– hombres y mujeres de campo – que pasan a la condición de SEMI-ESCLAVOS. LA OLIGARQUÍA
PERUANA dueña y señora del PERÚ, estableció una de las formas más
violentos e inhumanos sistemas de explotación de millones de CAMPESINOS en las HACIENDAS COSTEÑAS.
Grandes e Históricos MOVIMIENTOS CAMPESINOS marcaron nuestra historia del
siglo XIX y XX, a lo largo y ancho
de todo el PERÚ.
OTROS EN LOS ANDES LUCHARON CONTRA el
GAMONALISMO AGRARIO – otro sistema inhumano de explotación
de millones de campesinos quechuas y aimaras
y otras etnias de toda la SIERRA
PERUANA. Históricos Movimientos campesinos durante más de 150 años, marcaron el hito histórico
del PERÚ contemporáneo. Que GAMONALISMO Y OLIGARQUÍA como dueños
absolutos de la TIERRA, y en la SIERRA los GAMONALES eran
dueños absolutos de la TIERRA y la VIDA
de los miles de campesinos que vivían bajo el techo de la HACIENDA FEUDAL. Siempre fue el centro de las luchas CAMPESINAS a los largo y nacho de todo
el PERÚ, estuvo, la lucha por el DERECHO A LA TIERRA, que
les pertenecía en forma ancestral y que les arrebataron “con mil triquiñuelas” mediante
las distintas formas de organizaciones “legales”
y semi-legales que existieron como formas de dominación y explotación. Cuando llegué en marzo de 1968, a la Ciudad
de AZANGARO – PUNO –, para ejercer la Docencia
– recién Egresado Titulado de la Universidad San Agustín en el Colegio “Pedro Vilcapaza”, esta Provincia era el Centro neurálgico del GAMONALISMO ANDINO
y tuve la oportunidad de conocer por dentro una de las más grandes HACIENDAS FEUDALES. (Cuyos territorios comprendían desde la
Sierra hasta la Selva) Conocí en “vivo y
directo”, los PONGOS Campesinos –hombres y
mujeres semi-esclavos, que nacían y morían dentro de la hacienda y
eran propiedad del Gamonal. Para estudiosos sobre el Problema Agrario en el Perú esta realidad terminó el 24 de junio de
1969, pero el proceso fue impuesto de
Arriba hacia abajo, - como un regalo
al mundo campesino – como una de las “Reformas
Agrarias más radicales del Continente”, mediante distintas y nuevas formas
de Organización SAIS.
Como las Sociedades Agrícolas de Interés Social. El tiempo lo dice todo,
durante estos 50 años que realmente ha sucedido en el Perú con el Problema Agraria. La
Respuesta en parte la tenemos en el Artículo que publicamos de OTRA MIRADA.
CAMPESINOS HOMBRES Y MUJERES DEL PERU PROFUNDO, años
gloriosos de Historia de sus Luchas Campesinas, para
conseguir con su esfuerzo, unidad y siempre defendiendo su Cultura, su
Identidad – tradiciones, costumbres, danzas, canciones, jornadas de siembra y
cosecha, pastar su ganado vacuno, lanar, con pobreza, desarrollando,
enriqueciendo nuestra DEMOCRACIA
ASOCIACIONISTA, PARTICIPATIVA, con gran DIGNIDAD en nuestros LÍDERES
COMUNITARIOS, activando desde las “raíces” la lucha social y cultural para
salir de aquella forma tradicional del “día del indio” y siempre nosotros, con fuerza, coraje, y nuestra lengua materna
siempre presente – ser protagonistas de cientos de Movimientos Populares
Andinos y gustosos celebrar el DÍA DEL
CAMPPESINO, junto al Aniversario de la capital del Tahuantinsuyo, la Ciudad de CUSCO y siempre recordando el
sacrificio heroico de cientos de MARTIRES que entregaron sus Vidas por la Conquista de sus
DERECHOS. SALUDOS Y FUERTE ABRAZO PARA TODOS USTEDES. Pablo Raúl, lunes
24 de junio del 2019.
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REFORMA AGRARIA, CINCUENTA AÑOS Y ALGO MÁS…POR VENIR.
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Por: Eduardo
Zegarra*.
Otra Mirada lunes 24 de
junio del 2019.
Este 24 de junio se cumplen 50 años del inicio de la
reforma agraria impulsada por el gobierno de Juan Velasco Alvarado.
La reforma agraria peruana es considerada como una de las más pacíficas y
profundas a nivel mundial, con expropiaciones rápidas de cientos de haciendas;
y redistribución de tierras a cientos de miles de trabajadores, aparceros y
comuneros a lo largo de todo el territorio nacional. Se puede decir que más que
una reforma tradicional (que hubo antes y en otros países), fue un cambio radical
en las relaciones sociales, económicas y jurídicas en el campo peruano, un
cambio que ha marcado (para bien y para mal) a la agricultura y sociedad
peruanas de las últimas cinco décadas.
La
reforma agraria peruana pertenece más a la generación de mis padres (que
tuvieron participación tardía en el proceso reformista en su momento), y es
considerada hoy por algunos como la fuente de todos los problemas del agro,
mientras para otros como un proceso revolucionario de carácter progresista y
casi intachable. Lo cierto es que fue un periodo de cambios irreversibles
que abrieron nuevas relaciones sociales y económicas, nuevas oportunidades y
nuevos problemas agrarios. Al parecer ni los propios militares sabían muy
bien hacia donde iría el proceso, y mucha de la dinámica provino de la activa
participación de trabajadores y comuneros, actores centrales del proceso de
expropiaciones en las que el gobierno militar era aliado. La dinámica fue
compleja y diversa en el territorio y la sociedad rural (en la sierra sur incluso
hubo tomas comuneras de tierras en los 1970s y 1980s que tuvieron una lógica
propia). Lo cierto es que el agro peruano fue profundamente transformado, y en
la práctica desapareció una casta de hacendados costeños y gamonales serranos
que eran parte de los sectores dominantes de ese entonces.
Luego
del intenso periodo inicial de expropiaciones de haciendas, se pasó a la
difícil organización y gestión de formas asociativas (cooperativas, EPS, SAIS)
de las ex haciendas impulsadas por el régimen para evitar la fragmentación
productiva y la destrucción del capital colectivo. Vinieron años de serias
dificultades para estabilizar este nuevo modelo, que finalmente sería
descalabrado con el regreso del Arq.
Fernando Belaunde al poder a inicios de los 1980s. Parte del problema
fue que las formas asociativas fueron impuestas a los agricultores, y con
serias deficiencias de diseño, gestión y organización. Además, prevaleció
un contexto macroeconómico de extracción de excedentes agrarios en favor de la
industrialización urbana. Para el gobierno conservador de Belaúnde fue
relativamente fácil derribar al frágil sistema de cooperativas, decretando su
parcelación y creando un nuevo sector de pequeños productores costeños
(parceleros) y de valle en la sierra que hasta el día de hoy pueden
considerarse como los principales "herederos" de la reforma agraria
velasquista.
La
historia de los años siguientes es más cercana a mi generación. La
extrema y despiadada violencia senderista y el total descalabro económico del
primer gobierno de Alan García terminaron postrando aún más a la pequeña
agricultura, una agricultura que ya venía descapitalizada y que sería
abandonada a su suerte ante procesos de descomposición económica y social en
esa nefasta década de los 1980s.
Este contexto generó las condiciones
para que aparezca la contra-reforma agraria liberal iniciada en los 1990s por
el gobierno de Alberto Fujimori y que se sustentaría en un proceso de
reconcentración de tierras (y agua) desde una burguesía ligada a intereses
urbanos, mayormente financieros y de servicios. Este sector identificó en
las tierras más ricas de la costa como oportunidad para recomponer negocios en
el agro en base a una expansión agrícola financiada por el Estado mediante
grandes proyectos de irrigación. El proceso se consolidó con la apertura
comercial y la firma de tratados de libre comercio en los 2000s, así como con
apoyos directos para la "industria
naciente" (donde destaca la
famosa Ley Chlimper, o de Promoción
Agraria, que hoy se acerca a los 20 años y quiere ser extendida con el
mismo argumento que no es otro que el del privilegio). Apareció
así una nueva casta de agroexportadores costeños, que opera unas 200,000 hectáreas
bajo riego y unos 300,000 empleos en la costa, y que se ha convertido en actor
clave del llamado "boom
exportador" de frutas y hortalizas.
El
problema es que este modelo agrario funciona bien sólo para los
agroexportadores y sus ganancias, pero a costa de bajos salarios y condiciones
precarias para los trabajadores agrícolas. Pero incluso yendo más allá,
no hay mucha evidencia de que las zonas agroexportadoras estén generado
procesos de articulación y dinamización de territorios y de otros sectores de
la agricultura. En gran medida, los más de dos millones de pequeños agricultores
(muchos de ellos herederos o hijos de los herederos de la reforma agraria) han
sido totalmente excluidos de este modelo que ha ido consolidando un extremo
dualismo agrario, incluso más marcado que el existente antes de la reforma
agraria, dualismo que hoy es uno de los problemas estructurales de nuestra
agricultura.
Luego
de casi tres décadas de modelo liberal, las contradicciones y problemas para
desarrollar el conjunto del agro nacional se han hecho evidentes en el reciente
paro agrario, que ha abierto un nuevo e histórico momento en la agricultura
peruana. Se ha puesto en tela de juicio a la extrema desprotección a la
pequeña agricultura familiar frente a la desleal importación de alimentos
subsidiados, instrumento que ha sido utilizado sistemáticamente por el modelo
liberal para erosionar a la pequeña y mediana agricultura orientada básicamente
al mercado interno, es decir, a la alimentación de los peruanos. El
Estado neoliberal ha renunciado a generar cualquier política de protección y
apoyo a este enorme y vasto sector social que hoy llamamos agricultura
familiar, y se ha limitado a darle facilidades y gollerías a la agro-exportación
y a su voracidad por nuevos grandes proyectos de irrigación en la
costa.
Luego
de cincuenta años, los desafíos de encontrar una senda de desarrollo agrario de
amplia base social y territorial en nuestro país siguen vigentes; y quizás
enfrentarlos hoy sea más urgente que nunca. La reforma agraria vino para
cambiar y quedarse en el tejido social agrario, pero pareciera que las élites
económicas se siguen resistiendo a integrar a este tejido como parte del
desarrollo capitalista moderno, desterrándolos más bien a la pobreza y
marginalidad. Las soluciones tendrán que venir de un modelo económico y
social distinto, desde la propia agricultura familiar y las comunidades
campesinas, desde las provincias; y con
un modelo de Estado distinto, realmente descentralista y que promueva y se
haga cargo de la dinámica económica de los territorios rurales. Por eso
este 24 de junio nos encuentra otra vez con el agro peruano en fase de
transición. Quizás no habrá una nueva
reforma agraria pronto, pero sí esperamos nuevas políticas y condiciones para encontrar la auténtica senda del desarrollo
agrario y rural que nuestros agricultores se merecen.
*
Investigador Principal de GRADE.
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