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“La ilusión desarrollista sobrevive en los críticos
de la ultra derecha, que al no proponer una lógica alternativa
reiteran el imposible de una gestión
“desarrollista”, más allá de que nombre le coloquen, en un imaginario de gobierno reformista del capitalismo, con potencial distribución del ingreso.
Por eso, lo alternativo supone la propuesta
por la independencia sobre la base
de un modelo productivo y de desarrollo
autónomo, en contra de la explotación y el
saqueo,
que privilegie la satisfacción de
las necesidades
sociales sobre bases políticas de ejercicio de la soberanía popular en contra de la dependencia
y del régimen del capital. La lógica
capitalista reitera la trampa de la dependencia
para la región, por lo que se
requiere volver a instalar en la cabeza
y el corazón de los pueblos la posibilidad de un orden anticapitalista, como hace más de un siglo lo vienen haciendo proyectos que, siendo abatidos, no fueron derrotados como posibilidad
de encarnar un futuro
no subordinado para nuestra América.
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LATINOAMÉRICA
Y EL CARIBE ATRAPADOS EN LA DEPENDENCIA.
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Por Julio
C. Gambina.
Fuente-Prensa
latina. 23 de diciembre del 2024.
Firmas
Selectas. Prensa Latina.
La región
latinoamericana y caribeña ingresó a la lógica capitalista de manera
dependiente. La colonización española y portuguesa, junto al genocidio de los
pueblos originarios; la inmigración masiva o la cacería humana en África para
incorporar fuerza laboral al proceso productivo, crearon las condiciones para
la inserción subordinada en la dinámica capitalista.
En esa dinámica y producto de una división
internacional del trabajo, el papel de la región se asumió como proveedora de
materias primas para una industrialización que expresaba las aspiraciones
universales de la dominación burguesa. Ese lugar en la producción mundial se
reiterará con el paso de los siglos, más allá de un corto lapso de
“industrialización sustitutiva de importaciones” gestado a la salida de la
segunda guerra mundial.
La CEPAL se constituyó como el colectivo profesional
que sintetizó el proyecto de modelo productivo y de desarrollo en los 50/60 del
Siglo XX. Al mismo tiempo surgieron corrientes de pensamiento crítico asentadas
en la tradición de Carlos Marx, que
intentaban sintetizar demandas de movimientos populares que proponían un rumbo
alternativo al capitalismo, especialmente luego de 1959 con la revolución cubana.
De ese
modo, podemos sintetizar los “proyectos” para los países en la región en una tríada: los
tradicionales conservadores de subordinación al poder hegemónico del capital
más concentrado; los que imaginaban una posibilidad de desarrollo capitalista
autónomo, estimulando una burguesía local, “nacional”,
que puede sintetizarse bajo el nombre “desarrollistas”,
con un imaginario de proyecto propio más allá de los capitales más concentrados
en el ámbito global, y los críticos, que desde Marx siguieron diversas trayectorias entre las cuales resaltan los
teóricos marxistas de la dependencia y un conjunto de intelectuales que
animaron la izquierda tradicional y
la nueva izquierda de los últimos sesenta años.
En rigor, un proyecto alternativo al capitalismo existía con anterioridad y provino en la segunda década del siglo pasado desde Perú.
Industrialización subordinada y dependiente
La
industrialización de la región no superó la dependencia, es
más, la agigantó ante la necesidad de importar
en bienes de capital, maquinarias,
herramientas, tecnología e insumos estratégicos para la producción contemporánea. La dependencia
se agudizó con la hegemonía de las
políticas de liberalización que atrajo el neoliberalismo de los 70/80 en los gobiernos de la región, más aún
con el decálogo del Consenso de Washington
en los 90 del Siglo XX.
El
crecimiento económico de la región, importante con la industrialización, consolidó el orden capitalista, ampliando la esfera
de la explotación y el saqueo, por
ende, la inserción subordinada en la
dinámica de producción y circulación
de capitales en el ámbito global.
En ese
sentido, la deuda pública ha sido
un factor sustancial para la dependencia
desde los orígenes de la generalización
del modo de producción capitalista y
acrecida en la parte final del siglo pasado, que retoma con fuerza en el presente según verificamos
en los datos recogidos en los informes de los organismos internacionales, caso de dos documentos del FMI emitidos en octubre del 2024:
1)
Informe del FMI: “Recalibrar políticas y avanzar con reformas”, en https://www.imf.org/es/Publications/REO/WH/Issues/2024/10/25/regional-economic-outlook-western-hemisphere-october-2024,
y 2) Informe sobre perspectivas de la
economía mundial en https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2024/10/22/world-economic-outlook-october-2024.
La
dependencia motivó ciclos
de resistencia y confrontación muy
importantes, habilitando experiencias que
generaron expectativas de cambios
políticos y económicos. Remito a Chile
a comienzos de los 70, en Centro América a fines de los 70 y durante los 80/90. Todas esas experiencias, incluida la cubana, fueron
brutalmente boicoteadas por el poder imperial de EEUU, asociado a las
clases dominantes locales. La intencionalidad
era habilitar la posibilidad de restauración
conservadora para profundizar la
lógica dependiente del desarrollo local.
Nuevas experiencias contra la dependencia
La
primera década del Siglo XXI
es un tiempo de nuevas y masivas
rebeliones que generaron expectativas esperanzadas de cambio en toda la región, con nuevas insistencias sobre la perspectiva
anticapitalista y antiimperialista por el socialismo. Proyectos para una integración no
subordinada se constituyeron en agenda
imprescindible, junto a propuestas por una
nueva arquitectura financiera
para la independencia productiva y
un modelo de desarrollo asentado en
la satisfacción de las necesidades
populares.
La
obstrucción no se hizo
esperar y aparecieron nuevas formas
de golpes de Estado, que
obstaculizaron dinámicas de cambio en Honduras,
en Paraguay o en Brasil, como parte de una ofensiva política de las derechas ultra-liberales para retomar
un rumbo de ofensiva por el libre
comercio y el movimiento
internacional de capitales.
El
desafío histórico vuelve a
presentarse en la contradicción de
un bloque social y político que
lidera el proyecto de reafirmación
de la dependencia, bajo condiciones
de digitalización de la economía capitalista, de estímulo a innovaciones tecnológicas, caso de la inteligencia artificial o la robótica, profundizando la inserción subordinada y con ella la explotación y el saqueo, convocando a pensar
y actuar en términos alternativos.
Un
problema adicional es la
renovada expectativa por un nuevo
“desarrollismo”, acudiendo al
imaginario de un despliegue del capitalismo sin subordinación a la
lógica concentrada e imperialista
del régimen
del capital.
Un dato
relevante es que el gobierno Milei pretende constituirse en vanguardia de la estrategia de restauración
de la dominación capitalista, tal
como lo destacan sus intervenciones en foros
internacionales, recientemente en Montevideo
en la cumbre del MERCOSUR, en donde se suscribió la voluntad por un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
La
ilusión desarrollista sobrevive en
los críticos de la ultra derecha, que al no proponer una lógica alternativa
reiteran el imposible de una gestión
“desarrollista”, más allá de que nombre le coloquen, en un imaginario de gobierno reformista del capitalismo, con potencial distribución del ingreso.
Por eso, lo alternativo
supone la propuesta por la independencia sobre la base de un modelo productivo y de desarrollo
autónomo, en contra de la explotación y el
saqueo,
que privilegie la satisfacción de
las necesidades
sociales sobre bases políticas de ejercicio de la soberanía popular en contra de la dependencia
y del régimen del capital.
La lógica
capitalista reitera la trampa
de la dependencia para la región, por lo que se requiere volver a
instalar en la cabeza y el corazón de
los pueblos la posibilidad de un
orden anticapitalista, como hace más de un siglo lo vienen haciendo proyectos que, siendo abatidos, no fueron derrotados como posibilidad
de encarnar un futuro no subordinado
para nuestra América.
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