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“En
este marco, Perú, juega un rol estratégico para China
y su guerra comercial contra EE.UU. Para China, Chancay,
implica expandir sus exportaciones
a otros mercados como el Sudamericano
y depender menos del yanqui (las importaciones a China
han caído del 20% al 13%),
a la vez que saquea los potentes recursos naturales
peruanos (minerales, litio, energía, pesca, obra pública, etc.).
No
obstante, el nombramiento del banquero antichino, Howard
Lutnick, en la secretaria de comercio yanqui, fortalece la tendencia arancelaria y
de choques más profundos contra China, que para Trump
implicaría fortalecer alianzas con Chile, Ecuador o Argentina (aunque
aquí la industria del acero también es perjudicada por las políticas
proteccionistas americanas), con el fin de cercar al gigante asiático.
La instalación de un satélite espacial en Talara, la presencia de Antony
Blinken vendiendo trenes usados a López Aliaga (con un
contrato leonino y la emisión de bonos soberanos a tasas de interés de 10%), y el aterrizaje de Biden
con 600 militares armados hasta
los dientes, implica que EE.UU. no va a ceder territorio en su
patio trasero. Así las cosas, Perú se
ha tornado en un botín en disputa para
las potencias imperialistas (y la de China
como un imperio periférico en ascenso), que, por las contradicciones inmanentes al sistema, podría llevarnos a una tercera guerra mundial,
donde nuestro país puede jugar un rol de enclave geopolítico –
militar de uno de los bandos
en pugna.
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PERÚ:
UN TERRITORIO EN DISPUTA GEOPOLÍTICA Y MILITAR.
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Por César Zelada | 20/12/2024 | América Latina y Caribe
Fuentes: Rebelión
Fuentes Revista Rebelión, sábado 32
de diciembre del 2024.
La
reunión de APEC de noviembre fue celebrada por la élite
con bombos y platillos. No obstante, para un sector vinculado a la industria
exportadora, la algarabía, le duró poco. Sucede
que el asesor de Donald
Trump, Mauricio
Claver-Carone, declaró que,
“…cualquier producto que pase por
Chancay o cualquier puerto de propiedad china en la región debería tener un
arancel del 60%…”, (Infobae, 18/11).
Es
que China tiene inversiones en sectores
económicos estratégicos no solo en Perú
sino también en Ecuador (hidroeléctricas), Chile
(litio, etc.), Argentina (represas y estación espacial en
Neuquén), Bolivia (litio) y Brasil
(energía renovable, etc.). Habría que agregar que EE.UU.
y China se encuentran en una guerra
comercial, producto del impasse del sistema
capitalista (crisis de sobreproducción
de mercancías, etc.), en el que el primero se encuentra en declive.
Bajo
el impulso del capital financiero, China,
se tornó en un “dragón” de la exportación,
lo que implicó (motivado por la mano de obra barata y la facilidad de insumos),
la mutación de las filiales de empresas yanquis al gigante asiático.
“Esta -deslocalización- tuvo como
propósito aumentar los niveles de rentabilidad de capital, procurando
neutralizar la caída de la tasa de ganancia que se venía constatando… Pero esto
ha tenido un costo. La
industrialización operada
en China, en el marco de la globalización y el acople chino-norteamericano,
tuvo como contrapartida una desindustrialización de las potencias capitalistas
tradicionales”, redactó el economista de la UBA,
Pablo H. (19/11).
Por
su lado, la tendencia a la producción masiva
china, ha producido sobrecapacidad
(vendiendo productos a bajo costo, gracias al subsidio estatal). Esta situación
ha generado desequilibrios
con una gran oferta muy
superior a la demanda.
“Es fundamental que EEUU y la
Unión Europea creen un frente unido y claro contra la sobrecapaciadad
industrial de China”, declaró la secretaria de tesoro yanqui, Janet Yellen
(El Economista, 23/05), refiriéndose a la exportación china de acero y
vehículos eléctricos. Es que la producción china
alcanza no solo la industria básica e intermedia sino también la industria de alta
tecnología (microchips IA, etc.) y las energías
limpias.
Trump,
en su primer gobierno, trató de revertir esta situación aplicando subsidios
al capital yanqui, aranceles a los productos chinos
y una serie de medidas proteccionistas
(¿Qué dirán los libertarios?). Pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Trump, tenía en contra al
Departamento de Estado, condiciones insuperables de mano
de obra barata china, la Corte Suprema y las cámaras legislativas.
Pero, para su segundo mandato,
Trump, tiene el control
casi total del establishment y
ha asegurado que va a parar la guerra con Rusia porque para él el enemigo principal
es China.
“Según Larry Hu, economista jefe para China de Macquarie Group…las exportaciones se desplomarían un ocho por ciento durante el año siguiente y recortaría un dos por ciento del crecimiento económico anual de China. Y si Trump pretende cerrar las importaciones de productos fabricados por empresas chinas en otros países como México, el daño sería aún mayor…”, (NYT, 11/11/24).
En
este marco, Perú, juega un rol estratégico para China
y su guerra comercial contra EE.UU. Para China, Chancay,
implica expandir sus exportaciones
a otros mercados como el Sudamericano
y depender menos del yanqui (las importaciones a China
han caído del 20% al 13%),
a la vez que saquea los potentes recursos naturales
peruanos (minerales, litio, energía, pesca, obra pública, etc.).
No
obstante, el nombramiento del banquero antichino, Howard
Lutnick, en la secretaria de comercio yanqui, fortalece la tendencia arancelaria y
de choques más profundos contra China, que para Trump
implicaría fortalecer alianzas con Chile, Ecuador o Argentina (aunque
aquí la industria del acero también es perjudicada por las políticas
proteccionistas americanas), con el fin de cercar al gigante asiático.
La instalación de un satélite espacial en Talara, la presencia de Antony
Blinken vendiendo trenes usados a López Aliaga (con un
contrato leonino y la emisión de bonos soberanos a tasas de interés de 10%), y el aterrizaje de Biden
con 600 militares armados hasta
los dientes, implica que EE.UU. no va a ceder territorio en su
patio trasero.
Así
las cosas, Perú se ha tornado en un botín
en disputa para las potencias
imperialistas (y la de China
como un imperio periférico en ascenso), que, por las contradicciones inmanentes al sistema, podría llevarnos a una tercera guerra mundial,
donde nuestro país puede jugar un rol de enclave geopolítico –
militar de uno de los bandos
en pugna.
César Zelada. Director de la revista La Abeja
obrera. Dirigente del MSTP. Colaborador en varios medios de prensa obrera y
popular.
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