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Voz profética. La pregunta al padre Ciaramella intenta conocer el peso real
que tiene hoy en la iglesia católica
argentina esta visión de compromiso
social, en una coyuntura mascada
por el aumento exponencial de la miseria
y la exclusión. Sin pretender cálculos matemáticos ni medir porcentajes, el
religioso reconoce que “existe
una iglesia más cercana al pueblo en la práctica pastoral, en la cercanía con
los sufrimientos de la gente, en la ayuda solidaria sosteniendo proyectos de
inclusión y asistencia”. Pero que
existen también “notorias contradicciones entre sectores e interpretaciones sobre el
rol de la Iglesia en medio del pueblo”. Y evalúa que son pocos los religiosos que suelen “tomar partido público en defensa del
pueblo sufriente”. Es decir, quienes “asumen
de verdad una voz profética frente a las flagrantes injusticias que vivimos
tanto en el ámbito económico y social como en cuanto a los delitos ambientales
que se cometen en perjuicio de las y los trabajadores y los grupos más
empobrecidos de nuestra sociedad”.
“Realidad que se refleja, según Ciaramella, en el episcopado, que en general “suele
usar un lenguaje críptico y tardío o que directamente no se pronuncia”. Así
como entre muchos otros religiosos,
cuyo desconocimiento de la doctrina
social de la Iglesia es llamativa. Con
el agravante de que dicha doctrina
abunda en principios teóricos
que, aunque muy válidos, sin
embargo, no integran un análisis
profundo de la realidad ni inciden
para que esos principios se conviertan en práctica
pastoral.
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REFORZAR
LO SOCIAL EN UN PAÍS DONDE EXPLOTA LA MISERIA.
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Por Sergio Ferrari | 24/12/2024 | Argentina, Economía.
Fuentes.
Revista rebelión miércoles 25 de diciembre del 2024.
La Iglesia Católica Argentina, mayoritaria y de
significativo peso –aunque con pérdida de membresía– en ese país sudamericano,
viene reiterando sus críticas al gobierno de Javier Milei por la explosiva
exclusión social. Mirada con la que parece coincidir, también, el Vaticano.
Como
contexto, los históricos insultos de Milei hacia su compatriota, el Papa Francisco.
“Tiene afinidad con los dictadores de izquierda… está del lado de dictaduras sangrientas”, afirmaba en septiembre de 2023 cuando era candidato poco antes de las elecciones presidenciales (https://www.youtube.com/watch?v=mQ30YStCTMg). Lo acusaba, además, de ser el “representante del maligno (el diablo) en la tierra” y de promover el comunismo (https://www.youtube.com/watch?v=3J4aHCBrTdQ). Meses más tarde, ya electo, Milei bajó el tono de sus ataques, trató de normalizar las relaciones con el Papa, lo visitó en el Vaticano y lo invitó formalmente a visitar próximamente su país de origen.
Al
año del nuevo gobierno
todo indica que
“Francisco, quien tiene una enorme experiencia política, no quiere romper con el gobierno y que éste tampoco quiere polarizar las relaciones”, explica Washington Uranga, periodista del cotidiano argentino Página 12 y uno de los analistas más reconocidos en temas eclesiales latinoamericanos. Sin embargo, hay hechos evidentes de que el Papa no calla cuando es necesario hablar: “Francisco fue muy claro al denunciar la represión contra las diversas movilizaciones que se dieron este último año en Argentina; recuerda la vigencia del tema Memoria-Verdad-Justicia, e insiste una y otra vez en la necesidad de priorizar la justicia social”.
A veces, completa Uranga, Francisco habla
directamente, protegiendo así a los obispos nacionales. Otras veces envía mensajes críticos a
través de ellos, y cuando procede de esta manera, “es evidente que en algunos casos
genera una clara molestia al gobierno. Quien, por otra parte, paga el precio de
no contar con cuadros de primer nivel para gestionar las relaciones con la
Iglesia Católica. Ni siquiera cuenta con funcionarios de peso ligados a los
sectores conservadores de la misma, lo que constituye un déficit evidente. Tal
vez la vicepresidenta Victoria
Villarruel es
la única que tendría ese perfil, pero dadas las profundas contradicciones que
tiene con Milei, no
puede asumir el rol oficial de interlocución con la jerarquía católica”.
La Iglesia Católica Argentina –como reflejo de la política vaticana– ha reiterado una y otra vez la necesidad de priorizar lo social, mirando en los ojos a un gobierno que con su plan económico ha aumentado la pobreza, cataclismo social que hoy afecta a más del 55% de los casi 47 millones de habitantes.
Propio de ajedrez: mover piezas con
estrategia
En
paralelo, el Papa Francisco
continúa haciendo designaciones o
proponiendo nombres, de un peso
simbólico muy particular. En noviembre pasado, por ejemplo, con el voto democrático de sus pares,
los obispos argentinos, se eligió presidente de la Conferencia Episcopal de ese país al arzobispo
de la ciudad de Mendoza,
Marcelo Colombo.
Muy reconocido por su compromiso social
e influenciado en su formación por Jorge Novak, uno de los muy pocos prelados que entre 1976 y 1983 se opusieron abiertamente a la
última dictadura militar.
Casi
al mismo tiempo se designó al frente de la poderosa Caritas nacional a Gustavo
Carrara, ligado a los curas
villeros que trabajan en los barrios
más marginados del país. El Vaticano
además lo consagró arzobispo de La Plata,
ciudad capital de la Provincia de Buenos
Aires, que con más de 18 millones de
habitantes constituye la mayor
concentración poblacional del país.
La designación de Ángel Rossi como arzobispo de la ciudad
de Córdoba, según el analista Uranga
“significó una verdadera revelación”. Premia la práctica social de ese jesuita,
quien poco después fue consagrado cardenal por el Papa.
Para
Uranga, la evidencia de
que el Papa “ha venido reconfigurando el
escenario de la iglesia en Argentina” no concluye con estos
nombramientos, tan afines a su propia
visión: por ejemplo, entre otros,
“la nueva camada de obispos, en
particular en el área metropolitana de Buenos Aires, que son bergoglianos, muchos de ellos
relativamente jóvenes y con bastante compromiso social”, no dejan ninguna duda con respecto
al proyecto de renovación y
actualización generacional de la jerarquía
argentina como una apuesta de futuro
asumida por Roma.
Visión
compartida por el
sacerdote Marcelo Ciaramella, de la diócesis
de Florencio Varela (en la Provincia
de Buenos Aires), y miembro activo del Grupo
de Curas en la Opción por los Pobres. Para el padre Ciaramella, “no hay duda de
que Francisco ha intentado con algunos de sus nombramientos marcar una línea
social”.
Voz profética
La
pregunta al padre Ciaramella intenta conocer el peso real
que tiene hoy en la iglesia católica
argentina esta visión de compromiso
social, en una coyuntura mascada
por el aumento exponencial de la miseria
y la exclusión.
Sin
pretender cálculos matemáticos ni medir porcentajes, el religioso
reconoce que
“existe una iglesia más cercana al
pueblo en la práctica pastoral, en la cercanía con los sufrimientos de la
gente, en la ayuda solidaria sosteniendo proyectos de inclusión y asistencia”.
Pero que existen también “notorias contradicciones entre sectores e
interpretaciones sobre el rol de la Iglesia en medio del pueblo”. Y evalúa
que son pocos los religiosos que
suelen “tomar partido público en defensa
del pueblo sufriente”. Es decir, quienes “asumen de verdad una voz profética frente a las flagrantes injusticias
que vivimos tanto en el ámbito económico y social como en cuanto a los delitos
ambientales que se cometen en perjuicio de las y los trabajadores y los grupos
más empobrecidos de nuestra sociedad”.
Realidad que se refleja, según Ciaramella,
en el episcopado, que en general “suele
usar un lenguaje críptico y tardío o que directamente no se pronuncia”. Así
como entre muchos otros religiosos,
cuyo desconocimiento de la doctrina
social de la Iglesia es llamativa. Con
el agravante de que dicha doctrina
abunda en principios teóricos
que, aunque muy válidos, sin
embargo, no integran un análisis
profundo de la realidad ni inciden
para que esos principios se conviertan
en práctica pastoral.
Desafíos del nuevo liderazgo católico en Argentina (entrevista)
Padre
Marcelo Ciaramella
El padre Marcelo Ciaramella además de su compromiso político y social
cotidiano en la base tiene una mirada analítica –histórica y actual– de la
Iglesia Católica Argentina, a la que sirve desde hace 40 años, aniversario que
acaba de celebrar el 15 de diciembre pasado. En 2021, la Universidad Nacional
de Quilmes (provincia de Buenos Aires) publicó su tesis que resume una parte de
esa mirada titulada “Las Complicidades Eclesiásticas del genocidio económico de
la dictadura (1976-1981). Iglesia y neoliberalismo en la dictadura”, trabajo
final para su Maestría de Ciencias Sociales y
Humanidades con orientación en economía.
Pregunta: ¿La elección del arzobispo
Marcelo Colombo como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA)
puede interpretarse como un paso hacia un mayor compromiso social de parte de
la jerarquía?
Marcelo Ciaramella (MC): A
priori puede ser interpretada como una señal en favor de una
pastoral social comprometida con los pobres,
pero estoy convencido de que la única
verdad es la realidad. En un tiempo
podremos ver qué nos dice esa
realidad que en estos momentos es
bastante oscura y humillante para el pueblo
argentino. Conozco muy bien a Marcelo
Colombo. Somos amigos, casi contemporáneos,
y compartimos muchos momentos juntos. Cuando lo designaron obispo en 2009, fue una celebración muy sentida, que viví
casi en primera persona. Reactualizó en ese momento la figura de nuestro querido obispo Jorge Novak, fundador y prelado histórico de la popular diócesis de Quilmes, en la Provincia de Buenos Aires, y duro opositor de la dictadura argentina. Tanto Marcelo como
yo fuimos ordenados por Novak. Él nos transmitió su testimonio
de servicio y amor a los pobres,
la valoración innegociable de los derechos humanos y la comunión fraterna con otras miradas religiosas,
lo que popularmente llamamos ecumenismo.
MC: Creo que lo intentará. Es una persona honesta y comprometida con el Evangelio.
Sé que no le será fácil articular
en un organismo tan complejo la
burocracia institucional y el Evangelio.
Pero ahí vale la enseñanza del obispo
Novak, quien nunca renegó a la colegialidad episcopal ni habló mal en público de sus colegas,
pero que nunca dejó de decir en voz alta
lo que su conciencia cristiana y
pastoral le reclamaban. Con palabras directas,
juicios certeros y sin amedrentarse por el poder. En una de las primeras y más recientes entrevistas luego de ser elegido presidente de los obispos
argentinos, Marcelo fue claro en afirmar
que todo lo que sea reforma
económica debe ser con la gente
adentro, es decir, sin excluir socialmente a los más necesitados y frágiles (https://www.elcohetealaluna.com/boton-modo-novak/).
Pregunta: ¿Cuáles son los desafíos más
complejos del nuevo presidente de la CEA en un contexto político-social tan
polarizado?
MC: El Arzobispo Colombo ha dicho con claridad que respetará la institucionalidad democrática y las autoridades elegidas por el pueblo, pero que no dejará de señalar las situaciones
que afectan la vida de la sociedad.
Ese es el gran desafío: ser profetas, denunciar la injusticia y
el pecado estructural poniéndose del
lado de las víctimas. Es decir,
además de caminar y construir la Iglesia
desde los pobres, ser profeta y anunciar
siempre el Evangelio, denunciando la injusticia y los crímenes económicos, sociales y culturales de gobiernos como el actual, de Javier Milei.
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