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“El triunfo del empresario
republicano, a quien Bolsonaro
llamó recientemente como el "colorado", haciendo notar cuánta confianza
hay entre ellos, será un factor que
jugará en favor de la ultraderecha
hemisférica. Y se hará sentir en Brasil. Bolsonaro cree, y no está cerrado, que este Trump 2.0
presionará en favor de una amnistía que lo libre de todo cargo por el golpe que
no fue. El inicio del segundo mandato trumpista coincidirá
con una nueva fase del proceso judicial contra el expresidente, que estará a cargo de la Procuraduría General de la
República, bastante conservadora, y permeable a las presiones. Las
presiones sobre el proceso también proceden de la actual cúpula militar
interesada en que la institución no sea manchada por el juicio. Esa preocupación
habría sido uno de los temas planteados este sábado por los comandantes del Ejército, la Marina y la
Aeronáutica durante la reunión mantenida con Lula. El encuentro no había sido
anunciado en la agenda oficial.
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Presidente electo de Uruguay Yamandu Orzi, saluda a presidente Lula, durante su visita a Brasil.*****
NUEVO PRESIDENTE ORSI SE
SOLIDARIZÓ CON LULA POR EL GOLPE FALLIDO.
Los presidentes de Brasil y
Uruguay hablaron de la próxima cumbre del Mercosur.
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El mandatario uruguayo hizo explícito su apoyo su par brasileño en
un clima enrarecido por el juicio contra Bolsonaro y la detención de sus colaboradores
militares.
Por Darío Piggnotti.
Fuente. Página /12. Domingo 1 de diciembre del 2024.
Esta fue la segunda
conversación entre ambos en cinco días. La anterior, hecha por teléfono,
ocurrió el lunes posterior al triunfo de Orsi ante Álvaro
Delgado, del Partido Nacional, apadrinado del mandatario Luis Lacalle Pou.
Cumbre
El tiempo en la agenda de un
presidente es un bien escaso: y Lula conversó durante aproximadamente una hora y media con Orsi en menos de una semana. Y tal vez vuelva a hacerlo este jueves
durante la cumbre
del Mercosur en Montevideo. En esa reunión que cerrará
la presidencia semestral del bloque por parte del mandatario saliente, Lacalle Pou, se espera la presencia del
argentino Javier Milei, que no recibió ni un telefonema de Lula en casi once meses de gobierno
(sin olvidar el saludo glaciar en la cumbre
del G20 celebrada en Rio).
Volvamos a lo ocurrido en el Planalto el viernes al mediodía, cuando el futuro presidente
uruguayo llegó al despacho de Lula con tres colaboradores importantes, de
los cuales dos serán ministros a partir de marzo al iniciarse el cuarto
gobierno del Frente, una coalición
de fuerzas de izquierda bastante
diversas, que ha demostrado su vigencia a pesar de la marea derechista y
ultraderechista global, que no logró ser hegemónica en América Latina. Al menos por ahora.
Luego de conversar con Lula, Orsi hizo un pronunciamiento de cuatro minutos a
los periodistas que lo aguardábamos en la planta baja de Palacio, en torno de
quienes fue reforzada la presencia de efectivos de seguridad. Mientras tanto en
la Plaza de los Tres Poderes,
ubicada entre la Presidencia y el
Supremo Tribunal Federal, acaban de instalarse más vallas y se estacionaron
vehículos de la policía.
La situación parece estar bajo control
en Brasil, aunque hay una tensión
difusa tras las graves denuncias
harto documentadas sobre la planificación del alzamiento militar finalmente
fallido. Nadie subestima el tono amenazador de las declaraciones de un Bolsonaro acorralado
- puede ser condenado y, de no haber un pacto de impunidad, detenido - así como
de su hijo el senador Flavio Bolsonaro.
Saludo político
"Por supuesto traje un saludo de Mujica (...) Hay una relación muy
estrecha, de afinidad entre mi partido y el propio Lula da Silva (..) fue una conversación
entre amigos (...). Y, por supuesto, nuestra
solidaridad con el gobierno de Brasil por todas las cosas que han ocurrido a lo
largo de este tiempo" declaró Orsi.
Sobrio, vistiendo un traje azul, camisa
a rayas con el último botón desprendido y el nudo de la corbata flojo, al
hablar con la prensa no abundó sobre el
golpe y la conmoción brasileña posterior a la imputación de Bolsonaro. Pero el asunto obviamente preocupa en la izquierda uruguaya. Por
otra parte, fuentes consultadas por este diario indicaron que, en la reunión del Planalto, y en las conversaciones entre
representantes de Lula y Orsi, el golpe fallido
no fue un asunto menor.
De todos modos, el tema principal de la
conversación fue el interés de Orsi y Lula en que el Mercosur
avance hacia un acuerdo con la Unión Europea en la reunión de la semana próxima en Montevideo, donde es aguardada la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula
Von der Leyen.
Onda expansiva
El plan para acabar con la democracia en Brasil, estuvo a un pelín de concretarse, y en ese caso todos los países
del subcontinente habrían sufrido los coletazos.
La
conspiración contemplaba asesinar a fines de 2022 al entonces presidente electo
Lula, a su vice y a un juez del Supremo. También, decretar un estado de excepción, montar un campo
de concentración comparable al de
Auschwitz (según consta en las casi 900 páginas de la denuncia de la
Policía Federal) y designar una junta compuesta por generales como el anciano Augusto Heleno, en cuyo
prontuario aparece el haber servido a
los militares más duros dentro régimen que gobernó de facto entre 1964 y 1985.
Es decir, Brasil se encaminaba
hacia una dictadura de libro. Como las del siglo pasado, cuando desde el Planalto los militares además de
reprimir y matar en Brasil exportaban
la inestabilidad hacia sus vecinos. Así ocurrió en 1973 con el respaldo dado al
golpe de estado uruguayo.
Antes, en 1971, el dictador Emilio Garrastazú
Médici ideó la invasión de Uruguay en caso de que el recién creado Frente
Amplio se impusiera en las elecciones de aquel año. Lo cual no ocurrió debido
al triunfo conservador. Se lo llamó "Plan 30 Horas", porque era el tiempo estimado para que las tropas venidas de la
vecina provincia de Rio Grande do Sul
dominaran el "paisito".
Con tal demostración de fuerza advertirían qué tipo de escarmiento les esperaba
a otros países si la izquierda llegaba al poder. El golpe de Estado en Chile, en 1973, fue otra demostración de
hasta dónde llegaba el brazo terrorista
brasileño.
Nombres clandestinos
Según documentos desclasificados por Estados Unidos, el presidente Richard Nixon y su consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger fueron
informados del Plan 30 horas. La
noticia no contrarió al gobernante republicano ni a su consejero. Al contrario,
este plan de ataque militar contra
Uruguay se ajustaba al papel de gendarme regional atribuido a Brasilia.
La costumbre de bautizar a las
conspiraciones con nombres clandestinos, observada en la Operación 30 Horas permaneció hasta 2022, cuando la trama para matar
a Lula y perpetuar a Bolsonaro fue bautizada
como "Operación Puñal
Verde-Amarillo".
Fuga de Bolsonaro.
El jueves a la noche, cuando Orsi aterrizó en Brasilia aún repercutía una entrevista en la que Bolsonaro declaró su intención de refugiarse en alguna embajada ante el riesgo de ser preso.
Al hacer esa afirmación, que más parece
una confesión, confirmaba las especulaciones
surgidas en diciembre del año pasado sobre la posibilidad de que se asilara en Argentina durante su viaje
para la toma de posesión Javier Milei. Otra especulación, que ganó
fuerza en estos días, habla sobre un refugio en la embajada argentina en
Brasilia.
Factor Trump
A Bolsonaro se le templa la voz y por
veces grita como cuando intimidaba a los periodistas en Palacio de Alvorada, la residencia presidencial, cada vez que
habla de Donald Trump. Se sospecha que cuando el
republicano asuma, el 20 de enero,
dos meses antes de que Orsi haga lo propio en Uruguay, habrá que reforzar la atención
sobre lo que pueda ocurrir en la inmensa, y en fase de ampliación, embajada
norteamericana en Brasilia. Ya que la
posibiidad de un refugio está en boca de todos.
El triunfo del empresario republicano, a quien Bolsonaro llamó
recientemente como el "colorado",
haciendo notar cuánta confianza hay
entre ellos, será un factor que jugará
en favor de la ultraderecha hemisférica.
Y se hará sentir en Brasil. Bolsonaro cree, y no está errado, que este Trump 2.0
presionará en favor de una amnistía que lo libre de todo cargo por el golpe que
no fue.
El inicio del segundo mandato trumpista coincidirá con una nueva fase
del proceso judicial contra el expresidente,
que estará
a cargo de la Procuraduría General de la República, bastante conservadora, y
permeable a las presiones.
Las
presiones sobre el proceso también proceden de la actual cúpula militar
interesada en que la institución no sea manchada por el juicio. Esa preocupación
habría sido uno de los temas planteados este sábado por los comandantes del Ejército, la Marina y la
Aeronáutica durante la reunión mantenida con Lula. El encuentro no había sido
anunciado en la agenda oficial.
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