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Sin embargo, tenemos hoy en día tres
casos sobresalientes y emblemáticos que envuelven a los representantes
políticos canadienses. En el municipio de Toronto el alcalde de la
ciudad, Rob Ford, está al borde del desafuero por ser protagonista de una
grotesca cuchipanda en las oficinas del City Hall donde se consumió abundantes
bebidas alcohólicas, se contrató mujeres copetineras y se fumó “crackcocaine”. En el nivel provincial de Ontario,
todavía huele mal la investigación del mega proyecto por mil cien millones de
dólares de la planta de gas que obligó a la renuncia al premier Dalton
McGuinty; y en Ottawa la capital el
escándalo de los cobros indebidos y fraudulentos hechos por tres senadores
y las altas sumas en salarios y estipendios de esa cámara novelesca de notables
han sacudido de arriba abajo al gobierno conservador de ultraderecha del primer ministro Stephen Harper.
En orden a la importancia nos preocupa la
investigación sobre el Senado a cargo de la RCMP, policía federal, por cuanto el gobierno de mayoría
parlamentaria pero de minoría popular, sólo el 39% votó por él, del
primer ministro Harper ha querido remediar el problema del fraude cometido con
la suspensión de tres senadores estrella nombrados por él. La ciudadanía tiene derecho a saber la verdad acerca de los gastos
escandalosos del Senado, donde el esfuerzo de Harper está destinado a evitar la
responsabilidad personal y la de su despacho. Recordemos que desde cuando Stephen Harper llegó a Ottawa, el proceso
democrático se ha ido deteriorando hasta la pérdida de confianza en las
instituciones, por ejemplo, él prometió una reforma del senado que nunca
ocurrió; y este maltrato a la democracia ha ido de mal a peor luego de su tercera elección
donde obtuvo una mayoría parlamentaria con una minoría de votos ciudadanos.
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LA CORRUPCIÓN EN CANADA.
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Viernes 8 de noviembre del 2013.
Carlos
Angulo Rivas (especial para ARGENPRESS.info)
Los
escándalos políticos en los últimos días han sido sucesivos alrededor de la
corrupción en las altas esferas de gobierno en Canadá. Los medios de
comunicación han estado muy activos en cuanto a las investigaciones públicas y
policiales. Y como dice el proverbio popular: en todas partes se cuecen habas,
ya que cuando hablamos de este tema candente de inmoralidad en los hombres
públicos casi siempre pensamos o nos referimos a los gobiernos de México para
abajo y casi nunca a Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo,
tenemos hoy en día tres casos sobresalientes y emblemáticos que envuelven a los
representantes políticos canadienses. En el municipio de Toronto el alcalde de
la ciudad, Rob Ford, está al borde del desafuero por ser protagonista de una
grotesca cuchipanda en las oficinas del City Hall donde se consumió abundantes
bebidas alcohólicas, se contrató mujeres copetineras y se fumó “crackcocaine”.
En el nivel provincial de Ontario, todavía huele mal la investigación del mega
proyecto por mil cien millones de dólares de la planta de gas que obligó a la
renuncia al premier Dalton McGuinty; y en Ottawa la capital el escándalo de los
cobros indebidos y fraudulentos hechos por tres senadores y las altas sumas en
salarios y estipendios de esa cámara novelesca de notables han sacudido de
arriba abajo al gobierno conservador de ultraderecha del primer ministro
Stephen Harper.
En orden
a la importancia nos preocupa la investigación sobre el Senado a cargo de la
RCMP, policía federal, por cuanto el gobierno de mayoría parlamentaria pero de
minoría popular, sólo el 39% votó por él, del primer ministro Harper ha querido
remediar el problema del fraude cometido con la suspensión de tres senadores
estrella nombrados por él. La ciudadanía tiene derecho a saber la verdad acerca
de los gastos escandalosos del Senado, donde el esfuerzo de Harper está
destinado a evitar la responsabilidad personal y la de su despacho. Recordemos
que desde cuando Stephen Harper llegó a Ottawa, el proceso democrático se ha
ido deteriorando hasta la pérdida de confianza en las instituciones, por
ejemplo, él prometió una reforma del senado que nunca ocurrió; y este maltrato
a la democracia ha ido de mal a peor luego de su tercera elección donde obtuvo
una mayoría parlamentaria con una minoría de votos ciudadanos.
Hasta
ahora Harper ha nombrado 59 senadores entre sus amigos de partido y tres de
ellos, Patrick Brazeau, Pamela Wallis y Mike Dufy, principales máquinas de la
campaña electoral a su favor están siendo investigados por la policía, han sido
separados del partido Conservador y suspendidos sin goce de haber. Una salida
rápida a fin de paralizar las investigaciones policiales cuyas ramas en el
senado llegan a un problema de orden ético en el reparto Conservador-Liberal de
una institución inservible y dispendiosa. La integridad consustancial al
liderazgo de un país y la honestidad de los políticos a manera de ejemplo de
los ciudadanos, han caído de su propio pedestal en medio de los escándalos.
La única solución práctica a los repetidos conflictos de intereses, a los serios inconvenientes de la corrupción, a los graves dilemas de la inmoralidad, arrastrados por el Senado desde su creación sería la abolición de este organismo antidemocrático e inútil. Observemos que el senado en Canadá no es una cámara legislativa porque no elabora ni discute ni aprueba leyes; tampoco es un órgano representativo de los ciudadanos porque ninguno de sus miembros es elegido por el voto popular como sucede en otros países; y por último no es democrático porque el reparto de los nombramientos recae en una sola persona, el primer ministro. Tenemos así la presencia de un organismo pre-histórico e inservible, inoperante y decorativo, financiado por sumas millonarias provenientes de los contribuyentes.
La única solución práctica a los repetidos conflictos de intereses, a los serios inconvenientes de la corrupción, a los graves dilemas de la inmoralidad, arrastrados por el Senado desde su creación sería la abolición de este organismo antidemocrático e inútil. Observemos que el senado en Canadá no es una cámara legislativa porque no elabora ni discute ni aprueba leyes; tampoco es un órgano representativo de los ciudadanos porque ninguno de sus miembros es elegido por el voto popular como sucede en otros países; y por último no es democrático porque el reparto de los nombramientos recae en una sola persona, el primer ministro. Tenemos así la presencia de un organismo pre-histórico e inservible, inoperante y decorativo, financiado por sumas millonarias provenientes de los contribuyentes.
A pesar
del disgusto mostrado por Stephen Harper, comprometido con el actual escándalo
del Senado, durante el fin de semana en la convención del partido Conservador
sobre políticas a seguir, varios miembros del parlamento en coincidencia con
una mayoría de ciudadanos, abogaron por la abolición del Senado. Este es un
sentimiento popular inocultable que debe llevarse al referéndum la próxima
primavera (Abril) propuso el MP Maxime Bernier. No obstante, los defensores de
este organismo de elite, representativo de las clases empresariales,
propietarias, dirigentes y políticas, salieron al paso con justificaciones
extravagantes ajenas al sistema parlamentario de gobierno existente en Canadá.
En las
raíces del escándalo en el Senado que ha debilitado al gobierno conservador de
ultraderecha de Harper, también ha renacido la exaltación adversa de los
ciudadanos, los trabajadores y los jóvenes, quienes padecen en carne propia el
contraste entre los privilegios, los altos salarios, los gastos de
representación, secretarios y oficinas, frente a la austeridad decretada contra
la población por la agenda capitalista neoliberal. Ciento tres miembros de este
organismo, más la burocracia a su alrededor, cobran mensualmente espléndidos
salarios sin observarse resultados positivos y útiles a la sociedad, mientras
el gobierno de Harper lanza un masivo ataque a los gastos sociales y al sector
público, recortando los presupuestos de salud, educación, asistencia social,
desempleo, y las pensiones de retiro.
Hoy el
gobierno Conservador está profundamente debilitado por una confusa “suspensión”
en vez de la destitución de los tres senadores incursos en los delitos de
fraude; además, enfrenta dos corrientes políticas; por un lado están los
Liberales con la voz elevada para salvar el Senado, institución representativa
de las altas clases dirigentes, mediante una reforma integral modernizadora
dicen; por otro lado están los NDPs, los trabajadores, los jóvenes y las
comunidades sociales, los analistas políticos, demandando la desaparición total
del senado, anacrónica “Cámara de los Lores” canadiense. En las actuales
circunstancias, el debate sobre la abolición del senado, cuerpo desacreditado e
inservible, requerirá de la participación ciudadana, del aporte de las
universidades, las federaciones laborales, los partidos, los centros
comunitarios, las comunidades representativas, para luego ir a una consulta
popular. El
compromiso por la transparencia ética y moral en el parlamento y en la
administración pública debe prevalecer y ser apoyado por todos.
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Carlos Angulo Rivas es poeta y escritor peruano.
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