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Joseph Stiglitz, muy solicitado en
tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en 2001 , junto
con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (en realidad Premio
en Ciencias Económicas del Banco de Suecia creado en Memoria de Alfred Nóbel) por su contribución a la teoría de la
asimetría de la información, que sostiene que las fallas del mercado
capitalista no se deben a la inexistencia en la práctica de una competencia «
pura y perfecta » (« la mano invisible del mercado ») sino que es el resultado
de una información asimétrica e imperfecta que, dice, podría “tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la
economía” .
Desde el año 2000 Krugman tiene una columna bisemanal en el New York Times y recibió el premio « Nóbel » de
economía en 2008. En 2012 publicó un libro titulado « Acabad ya con esta crisis
». Subrayamos esta. Es decir no se trata de acabar con las crisis en general,
con su cortejo de concentración de las riquezas y expansión de la miseria, sino
de acabar con esta crisis. El enfoque de
Krugman aparece claro en la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos?) de su
libro. Allí dice que muchos se preguntan « ¿Cómo
ha pasado esto ? » Y que él, en cambio se pregunta: « Y ahora ¿qué hacemos?
». Y continúa: « Cada vez que leo
artículos, académicos o de opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para
prevenir futuras crisis financieras …me despiertan cierta impaciencia ». Más claro
imposible: salir del pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.
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STIGLITZ Y KRUGMAN dos de
los principales mentores económicos de la “Progresia”.
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Alejandro
Teitelbaum (especial para ARGENPRESS.info)
Jueves 31
de octubre del 2013.
Con
matices ligeramente diferentes pero con rasgos ideológicos similares, Joseph
Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y Paul Krugman (formador de
opinión que difunde sus ideas desde el año 2000 en su columna bisemanal del «
New York Times ») ambos consagrados con el premio « Nóbel » de Economía, son
dos de los principales mentores en materia económica de la « progresía » a
escala mundial. Tienen en común que critican algunos efectos y, a veces,
aspectos del sistema vigente pero se abstienen de criticar al sistema mismo.
Dr. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía. 2001
por su análisis de los mercados con información asimétrica.
***
1.- Joseph Stiglitz, muy
solicitado en tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en 2001
, junto con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (en realidad
Premio en Ciencias Económicas del Banco de Suecia
creado en Memoria de Alfred Nobel) por su contribución a la teoría de la
asimetría de la información, que sostiene que las fallas del mercado
capitalista no se deben a la inexistencia en la práctica de una competencia «
pura y perfecta » (« la mano invisible del mercado ») sino que es el resultado
de una información asimétrica e imperfecta que, dice, podría “tener profundos
efectos en la forma en la que se comporta la economía” .
Escribe Stiglitz:
…”Durante doscientos años los economistas utilizaron modelos económicos
simples que asumían que la información es perfecta, por ejemplo, que todos los
participantes tienen el mismo transparente conocimiento de los factores
relevantes. Ellos sabían que la información no era perfecta, pero tenían la
esperanza de que un mundo con moderadas imperfecciones en la información sería
semejante a un mundo con información perfecta. Nosotros mostramos que esa
noción estaba mal fundamentada: incluso las pequeñas imperfecciones en la
información podrían tener profundos efectos en la forma en la que se comporta
la economía (nuestro el subrayado). El Comité del Premio Nobel citó nuestro
trabajo acerca de la "asimetría de la información", un aspecto de las
imperfecciones causadas por el hecho de que distintas personas en un mismo
mercado saben distintas cosas.
Por ejemplo: el vendedor de un auto puede saber más sobre su auto que el
comprador; quien compra un seguro puede saber más sobre sus posibilidades de
tener un accidente (tales como la forma en la que maneja) que quien vende el
seguro; un trabajador quizá sepa más acerca de sus habilidades que un patrón
potencial; la persona que pide prestado tal vez sepa más sobre sus
posibilidades de pagar un préstamo que quien otorga el crédito. Pero las
asimetrías de la información son sólo una faceta acerca de las imperfecciones
de la información, y todas ellas -incluso cuando son pequeñas- pueden tener
fuertes consecuencias.”
En la
misma línea de pensamiento, Stiglitz
también formuló con Shapiro la
teoría del salario de eficiencia y explica la existencia del desempleo por las
deficiencias en la estructura informativa del empleo.
Entre otras cosas, Stiglitz sostiene
que la productividad está principalmente determinada por el nivel del salario
del trabajador (el empleador tiende a pagar un salario más elevado a fin de
incentivar al trabajador a ser más productivo: salario de eficiencia). Si bien
es cierto que un salario más elevado motiva al trabajador no hay que ser muy
experto para saber que no es el salario el que determina la productividad sino
a la inversa: la productividad (bienes o servicios producidos por hora
trabajada) es uno de los determinantes del nivel del salario: por eso un
trabajador calificado que produce más valor por hora trabajada que un
trabajador manual sin calificación gana más que este último.
Cabe
agregar que la productividad ha aumentado enormemente en los últimos decenios,
como consecuencia del progreso técnico y del aumento de la intensidad en el
trabajo y de la jornada laboral y sin embargo los salarios reales no han
seguido – ni aproximadamente- el mismo ritmo de crecimiento. Esto vale también
para los cuadros profesionales, cuyos salarios se mantienen congelados y sus
condiciones de trabajo no cesan de deteriorarse.
No hace
falta haber recibido el premio “Nobel”
del Banco de Suecia para darse cuenta que no es la asimetría de la
información o la información imperfecta la causa de los males del sistema
capitalista (entre ellos el desempleo). Las víctimas del sistema saben –o
deberían saber- que las verdaderas causas son la concentración en pocas manos
(gran capital y capital financiero parasitario) de las riquezas producidas por
el trabajo humano.
Con el
aumento de la productividad el desempleo tiende a aumentar y no a disminuir por
la sencilla razón que menos trabajadores activos pueden producir más bienes y
servicios.
Es la
política que prefiere el gran capital para aumentar su tasa de beneficio y
mantener una alta tasa de desocupación que presiona a la baja el salario real
de los trabajadores activos. Una prueba de la ineficacia de las teorías y de
los métodos de Stiglitz para
analizar la economía real es un informe que elaboró en 2002, encomendado por
los grupos financieros Fannie Mae y
Freddie Mac, donde afirmó que la actividad de dichos grupos, que
garantizaban los préstamos hipotecarios concedidos por los Bancos a clientes
poco solventes, no implicaban prácticamente ningún riesgo para el sistema
bancario. Según Stiglitz el riesgo era del orden de entre uno y medio millón y
uno y tres millones (sic). Concluia el Informe: This
analysis shows that, based on historical data, the probability of a shock as
severe as embodied in the riskbased capital standard is substantially less than
one in 500,000 – and may be smaller than one in three millions. Given the low
probability of the stress test shock occurring, and assuming that Fannie Mae
and Freddie Mac hold sufficient capital to withstand that shock, the exposure
of the government to the risk that the GSEs will become insolvent appears quite
low. » (Implications of the New Fannie Mae and Freddie Mac Risk-based Capital
Standard. Joseph E. Stiglitz, Jonathan M. Orszag and Peter R. Orszag).
Contra
las « previsiones » de Stiglitz,
basadas en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac contribuyeron en buena medida a desencadenar
la crisis financiera que dura hasta hoy.
Dr. Paul Krugman. Premio Nobel de Economía. 2008 por su análisis de
los patrones de comercio y la localización de la actividad económica.
***
II. Paul Krugman, otra figura mediática muy
apreciada y citada por la “progresía”, fue miembro del Consejo de Asesores
Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan de
1982 a 1983. En 1999 fue consultor en el Consejo
Asesor de Enron, el gigante transnacional de la energía que quebró en 2001
reconociendo una deuda de 40 mil millones de dólares y dejando en la calle a su
personal (12000 personas), al que, por añadidura, despojó del capital
previsional de su jubilación, invertido en acciones de la propia empresa.
Desde el
año 2000 Krugman tiene una columna
bisemanal en el New York Times y recibió el premio « Nóbel » de economía en
2008. En 2012 publicó un libro titulado « Acabad ya con esta crisis ».
Subrayamos esta. Es decir no se trata de acabar con las crisis en general, con
su cortejo de concentración de las riquezas y expansión de la miseria, sino de
acabar con esta crisis.
El enfoque de Krugman aparece claro en la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos?) de su libro. Allí dice que muchos se preguntan « ¿Cómo ha pasado esto ? » Y que él, en cambio se pregunta: « Y ahora ¿qué hacemos? ». Y continúa: « Cada vez que leo artículos, académicos o de opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para prevenir futuras crisis financieras …me despiertan cierta impaciencia ». Más claro imposible: salir del pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.
El enfoque de Krugman aparece claro en la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos?) de su libro. Allí dice que muchos se preguntan « ¿Cómo ha pasado esto ? » Y que él, en cambio se pregunta: « Y ahora ¿qué hacemos? ». Y continúa: « Cada vez que leo artículos, académicos o de opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para prevenir futuras crisis financieras …me despiertan cierta impaciencia ». Más claro imposible: salir del pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.
Comentando
este libro de Krugman, Michael Hudson
escribe:
“Por desgracia, la incapacidad de
Krugman para contemplar el problema económico de hoy como una cuestión de
deflación de la deuda refleja su fracaso (que sufre la mayoría de los
economistas, a buen seguro) a la hora de reconocer la necesidad de reducciones
de la deuda, de reestructurar el sistema bancario y financiero, y de volver a
transferir los impuestos del trabajo a las ganancias de la propiedad, de la
renta económica y de los precios de activos (de “capital”). El efecto de este estrecho conjunto de
recomendaciones consiste en defender el statu quo y, pese a su reputación como
liberal, eso convierte a Krugman en
conservador… Haciendo uso de la prestidigitación neoclásica de dar gato por
liebre, restringe el significado de “reforma estructural” en el sentido de los
economistas de la Escuela de Chicago
que culpan al desempleo actual por ser “estructural,” en el sentido de que los
trabajadores ocupan empleos que no corresponden a su formación. Con ello se
desvía la atención de los apremiantes problemas que son genuinamente
estructurales ».
Esta “explicación” de Krugman sobre
las causas del desempleo se relaciona con la teoría del “salario de eficiencia” de Stiglitz, mencionada más arriba, que
explica la existencia del desempleo por las deficiencias en la estructura informativa
del empleo.
En el
curso de su libro, Krugman, con un
estilo de serie B estadounidense, acumula sofismas y datos falsos.
Por
ejemplo en el párrafo “Comprender las
tasas de interés”, en la página 147 de la edición argentina escribe:
“Recordemos que, como vimos en el Capitulo 2, la trampa de liquidez se produce
cuando, incluso con tipos de interés cero, los residentes del mundo, en su
conjunto (el subrayado es nuestro), no están dispuestos a comprar tantos bienes
como están intentando producir. O, lo que es equivalente: la cantidad que la
gente desea ahorrar – es decir los ingresos que no desean gastar en consumo
corriente - es superior a la cantidad que las empresas están dispuestas a invertir”.
En este párrafo Krugman mete en
la misma bolsa al ahorro familiar (que en las clases modestas tiende a ser
inexistente) y al capital financiero improductivo y parasitario (que alcanza
cifras siderales) con el denominador común de “residentes del mundo” para
intentar ocultar la raíz de las crisis: la transferencia de la mayor parte de
las riquezas producidas por el trabajo humano al gran capital, al financiero en
particular, que se ha acentuado enormemente en los últimos treinta años. (A
Krugman le “impacienta” que se hable de las crisis en general).
Su
presunta preocupación por la situación de las clases populares queda al
descubierto cuando en el párrafo “El problema esencial en Europa” (páginas 192
y siguientes) escribe que para hacer más competitiva la economía (por ejemplo
de España, véase pág. 182 de su libro) hay que reducir los salarios
manteniéndose en la zona euro o salir del euro y devaluar la moneda nacional. Según Krugman, en este último caso los
salarios reales no caerían. Sólo se devaluarían con relación al euro. Todo el
mundo sabe, menos Krugman, que una
devaluación de la moneda nacional afecta negativamente el nivel del salario
real, pues no existen economías nacionales cerradas.
Comenta Hudson:
“El punto ciego de Krugman
con respecto a la deuda general hace descarrilar también la teoría del
comercio. Si Grecia abandona el euro
y devalúa su moneda (el dracma), por ejemplo, las deudas cifradas en euros o en
otra divisa fuerte aumentarán de modo proporcional. De manera que Grecia no puede marcharse sin repudiar
sus deudas en la en la litigiosa economía global de hoy. Sin embargo, Krugman cree en el viejo sinsentido
neoclásico según el cual todo lo que se necesita es la “devaluación” para rebajar el coste laboral interno. Es como si se
mostrase indiferente al sufrimiento que impone esa austeridad, como la que
sufrieron los países latinoamericanos a manos de los planes de austeridad desde
1970 en adelante. Los costes se pueden “poner bajo control ajustando los tipos
de cambio”. El problema es sencillamente, por lo tanto, una cuestión de tipos
de cambio (que se traduce al poco en costes laborales). La depreciación de la
moneda reducirá (según la teoría del comercio de Krugman) los costes laborales y otros costes internos hasta un
punto en que los gobiernos puedan exportar lo bastante no sólo para cubrir sus
importaciones sino pagar sus deudas en divisas extranjeras (que se dispararán en
términos de moneda local) ».
Krugman insiste con la necesidad de aumentar el gasto
gubernamental y en su libro (ver pág. 250) no parece desdeñar como “solución”
el llamado “keynesianismo armado” es
decir una
carrera armamentista o la guerra. Que practican periódicamente las grandes
potencias.
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Un análisis crítico de las ideas de Stiglitz y Krugman puede verse en Paulo Nakatani y Rémy Herrera, Crise financiere ou…de surproduction?
Un análisis crítico de las ideas de Stiglitz y Krugman puede verse en Paulo Nakatani y Rémy Herrera, Crise financiere ou…de surproduction?
Sobre Stiglitz también puede leerse de
Jean-Marie Harribey: »Commission Stiglitz : l’économie, la montagne et la
souris. http://alternatives-economiques.
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