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PERÚ. LA IZQUIERDA DIVIDIDA SOMOS CERO. UNIDA SEREMOS RESPETADOS. Para
forjar y construir la Unidad de la Izquierda Peruana – progresistas, demócratas
socialistas, revolucionarios – es un trabajo a mediano y largo plazo, no es
asunto sólo de tiempos electorales – esa unidad es acomodada, interesada, falsa,
por lo general descansa sobre “muros de papel” – en cambio cuando decimos a
mediano y largo plazo, es un trabajo que debe comenzar desde abajo, desde los
propios cimientos sociales de la sociedad, es decir, desde el colectivo social, el barrio, el distrito, el
asentamiento humano, la Provincia, converger con fuerte dosis de doctrina política
en la Región, que en la vida
cotidiana del quehacer político debe ser el gran “muro” de construcción y resistencia de la Unidad de la Izquierda
en el Perú. Pero la Unidad solo será posible si trabajamos con la CONFIANZA que nos brinda – don que nos
entrega nuestro pueblo – la transparencia – no ocultar absolutamente nada, de
cara a la verdad, cueste lo que cueste y si verdaderamente estamos seguros de
retomar y reconstruir la IDENTIDAD de la Izquierda y el COMPROMISO
social y político de trabajar todos en unidad y cohesión, por un Perú Nuevo
en un Mundo Nuevo. Debemos asumir con modestia, respeto y honestidad con los
sagrados intereses de nuestro pueblo, asuntos pendientes internos en la
izquierda, con la finalidad de iniciar el proceso de construcción de UNIDAD,
con bases sólidas y lo suficiente compartidas por todos quienes tenemos
pertenencia a esta comunidad del pensamiento político de la izquierda peruana.
(Por ahora sólo los enumero).
PRIMERO.- Los dirigentes Nacionales con pertenencia
a determinadas organizaciones políticas – que han hecho política electoral
desde 1990 – tiempos del FREDEMO y de Fujimori, 2001, gobierno constitucional de
Toledo, Gobierno de García, 2006 y gobierno de Humala 2011. Formular un proceso
de “auto-crítica” política de izquierda de su activa
participación – apoyo o parte de gobierno – con la finalidad de “limpiar” de
cara a nuestro pueblo, amigos, simpatizantes, camaradas y militantes – de su
participación en el gobierno de turno -.
SEGUNDO.- Desarrollar un proceso local-regional-nacional de deslinde político-ideológico
inter-generacional. Es muy fácil expresar los “viejos” deben dar un paso al
costado. NO, eso no es político, es
liquidación personal y generacional. Se puede despreciar a unos por los errores
cometidos o por los “enjuagues” seudo-políticos que realizaron, sigan o continúen
vegetando en las filas de la izquierda, realmente como “viejos” de mal ejemplo,
esos si deben de irse, en cambio los pocos que son un verdadero ejemplo, aquellos líderes que entregaron su vida
con pasión, servicio, honestidad y dignidad al servicio de los derechos intereses
de nuestro pueblo. Esos deben seguir estando presentes en la Izquierda no sólo
como Símbolos y Paradigmas de
respeto, dignidad y orgullo de nuestro pasado de gloria y honor de los “cientos”
de procesos revolucionarios. Respeto, cariño y admiración. Si son Generación 68 – París 68 – mi respeto y
admiración, porque son verdaderamente nuestro mejor capital político y nuestro más
grande ejemplo de Ciudadanía Política Patrimonial.
TERCERO.- Es
urgente, prioritario, principal en el
proceso de construcción de la Unidad de la Izquierda Peruana, recuperar, no
solo la Confianza de nuestro pueblo,
que nos otorga en su representación y que nosotros le devolvemos a diario con
mayor participación, organización desde el propio Poder Popular Local – el escenario de escenarios de las clases y la
lucha de clases – en lo central reconstruir la IDENTIDAD POLÍTICA DE LA IZQUIERDA. Nosotros
los que estamos en la Comunidad Política Socialista, tenemos una identidad de
clase, identidad ciudadana, identidad política, identidad democrática,
Identidad de ser de Izquierda, porque siempre estamos y seguiremos estando al
servicio de los intereses sagrados de nuestro pueblo. Nosotros no pertenecemos
a la comunidad política de izquierda peruana, para servir a nuestros intereses
individuales, o desde allí escalar posiciones nefastas y patronales.
CUARTO.- Desde
el inicio del proceso de reconstrucción de la Unidad Política de la Izquierda,
sustentar con claridad meridiana, que no aceptamos y ni aceptaremos en el más
mínimo detalle o denuncia por actos DE CORRUPCIÓN; nosotros la Izquierda, hemos nacido en
la calle, en la plaza pública – ese es nuestro recinto histórico, ese es
nuestro hogar de la lucha diaria junto a nuestro pueblo – La corrupción con sus mil rostros visibles invisibles no entra, es
imposible que ingrese por cualquiera de los caminos por donde transita nuestro
pueblo. Así como también por el propio origen de nuestro nacimiento, crecimiento
y desarrollo en las calles y plazas públicas, en el local sindical, gremial,
político, la IZQUIERDA nunca se
manchó con lo más mínimo o elemental de todo el colorido de lo que es la
corrupción. Un hombre (Mujer) de
izquierda, un Militante, un Camarada, un Gobernante (Presidente, Congreso, Ministro,
Región, Alcalde, etc.) su vida, su pasión y lucha por la defensa de nuestro
pueblo, es
absolutamente incompatible con cualquier acto de Corrupción. Somos y debemos
seguir siendo inmunes a la corrupción.
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LA
IZQUIERDA EN LA ENCRUCIJADA.
*****
Por
Nicolás Lynch.
Otra
Mirada lunes 12 de octubre del 2015.
La cita electoral para el 2016 se presenta propicia
para una opción progresista en el Perú. La crisis de la continuidad neoliberal
sin vuelta en el corto plazo, la multiplicación de movimientos sociales
producidos por esta y la aguda crisis en las alturas, plagada de corrupción,
entreguismo y dictadura, son los elementos que nos brindan una oportunidad.
Todos ellos están llamados a crear las condiciones para una opción amplia, de
centro izquierda, que le dé otro rumbo al país.
Sin embargo, estos factores no van junto con la
construcción de una voluntad política acorde con las circunstancias. Por un
lado, la mayor parte de los medios de comunicación buscan minimizar, si no
desprestigiar abiertamente, cualquier opción cuestionadora del modelo. Pero,
por el otro, y quizás lo más importante para los que trabajamos por una opción
distinta, no hemos estado a la altura de las circunstancias. Ellos nos lleva,
aunque sea aún temprano en la campaña, a un escasísimo porcentaje en las
encuestas.
La primera cuestión que debemos considerar es que
nos enfrentamos a un sistema político cerrado, que no nos quiere dentro y que
si, por cualquier circunstancia, logramos colarnos en él, hará todo lo posible
por botarnos. Las reformas electorales, que nadie quiere aprobar en el actual
Congreso, son una muestra de ello. La inconsciencia sobre esta situación lleva
al fenómeno de los “dueños de la pelota”. Me refiero a algunos líderes y
organizaciones progresistas que, amparados en una legislación anterior, han
conseguido su inscripción electoral y actúan en consecuencia en los frentes o
alianzas políticas que promueven. “Si no me dejan poner las reglas del juego,
recojo mi pelota y me la llevo a mi casa.”
Pero el fenómeno de los dueños de la pelota nos
lleva a otras dos cuestiones: el sectarismo político que esconde intereses
personales y de grupo, y la cerrazón programática de los dueños, ya no solo de
la pelota, sino también de la verdad. El sectarismo político se expresa en el
veto a las personas o a las organizaciones por tal o cual razón del pasado sin
tomar en cuenta que en política las alianzas están dictadas por los adversarios
y/o enemigos a enfrentar y no por la pulcritud biográfica de los potenciales
aliados. La cerrazón programática, por otra parte, busca imponer puntos de
vista, por más que sean minoritarios, confundiendo política con ideología y
queriendo llevar la certeza del predicador al arte de lo posible, con
resultados ciertamente desastrosos.
Estas cuestiones de sectarismo y cerrazón han
buscado disfraces, el más importante de los cuales ha sido la pugna
intergeneracional. Pertenezco a una generación que se abrió paso temprano y
extrañó no haber tenido, sino solo por excepción, maestros. Sin embargo, me veo
en la paradoja de observar a otra generación naciente que, con algunas
excepciones también, ha optado por denunciar a los pocos mayores en actividad
como uno de los obstáculos para su ascenso. Empero, la orfandad de contenido en
esta pugna señala la denuncia como falsa dejando desnudos y resfriados a sus protagonistas.
La consecuencia es que el sectarismo, la cerrazón y
los disfraces en un sistema político cerrado vienen cumpliendo sus objetivos,
el más importante de los cuales es la ausencia de una alternativa progresista
en la escena nacional. Ni Únete, ayer aliado del Partido Humanista y hoy de
Democracia Directa, ni el Frente Amplio, a pesar de sus elecciones internas,
parecen estar en disposición de ganar, cada cual por su lado, el favor del
pueblo izquierdista. Ni qué decir del trabajo mayor, hegemónico, de alianzas
hacia el centro político y la opinión pública hastiada de neoliberalismo.
Ninguno, separado, parece despegar para poder realizarlo. Necesitamos, por lo
tanto, de una herramienta más poderosa que sea un mejor punto de partida. Ya no
por nostalgia con el pasado remoto, sino por exigencia del presente, para poder
partir y enfrentar con posibilidades a los que quieren seguir medrando a costa
de nuestro pueblo.
Esa herramienta no es otra que el llamado “frente de
frentes”. La urgencia de unir en una sola propuesta las corrientes hasta ahora
separadas, principalmente las que se nuclean alrededor del Frente Amplio y de
la alianza Únete-Democracia Directa. Esto permitiría comenzar un
posicionamiento para una alternativa progresista con esperanza de maduración en
el corto plazo. En esta confluencia encontrarían realidad y debate los
precandidatos del momento para llegar por el método de elecciones primarias
abiertas supervisadas por la autoridad electoral a tener un candidato común.
Seguir mirándose en el espejo y haciendo las preguntas del cuento de hadas ya no nos lleva a
ninguna parte y, lo que es peor, impide que tengamos alguna opción para el
2016.
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