La victoria de una coalición de izquierdas anti-austeritaria
en Grecia en enero de 2015 ha constituido una amenaza
para el BCE, la Comisión Europea, las
grandes empresas y todos los demás gobiernos de la UE (no solo los de la
zona euro). El BCE y todos los
dirigentes europeos han hecho de la derrota del proyecto de Syriza un objetivo central de sus
actividades y han conseguido sus fines en julio de 2015. El BCE ha asfixiado literalmente al sistema financiero griego
y al gobierno de Tsipras para
ponerles de rodillas. Para evitar capitular, el gobierno Tsipras habría podido poner en pie soluciones
alternativas como las que son planteadas en el capítulo final de Bancocracia. Habría debido
apoyarse en los resultados de la auditoría realizada por la Comisión para la Verdad sobre la Deuda
Griega. Ha preferido mantener una orientación moderada que estaba condenada
al fracaso.
Sin embargo, estos últimos años, se ve muy
claramente que, como consecuencia de la crisis de 2007-2008 y del refuerzo de las
políticas neoliberales, los pueblos
están dispuestos a optar por soluciones
radicales. Como prueba de ello, el eco encontrado en particular por las
propuestas más a la izquierda de Syriza
en Grecia, de Podemos en España e incluso de Jeremy Corbyn en el Reino Unido
o de Bernie Sanders en los Estados Unidos.
Una de las lecciones centrales de la capitulación
griega de julio de 2015 es que son necesarias fuerzas políticas que tengan
verdaderamente la voluntad de aplicar las medidas que plantean integrándolas en un programa coherente de ruptura con el
sistema. Otra lección es que un
gobierno de izquierdas debe aplicar medidas radicales respecto a la deuda
ilegítima, los bancos privados, los impuestos, los servicios públicos... a fin de promover
la justicia social y de emprender una transición ecológica. Sin esto, no habrá
salida de crisis en favor de los pueblos.
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ECONOMÍA. CADA
VEZ MÁS “BANCOCRACIA”.
“El Gobierno de
los Bancos”.
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Eric Toussaint.
CADTM
Rebelión jueves 1 de octubre del 2015.
¿Cuál ha sido la evolución
de la situación y cuáles son los acontecimientos más importantes en relación
con los temas abordados en el libro Bancocracia, desde que se terminó de
redactar el 31 de marzo de 2014?
No se ha impuesto al
sistema financiero privado ninguna medida que permitiera evitar el estallido de
nuevas crisis. Los gobiernos, así como las diferentes autoridades encargadas de
velar por el respeto de las reglamentaciones y su mejora, han atrasado en el
tiempo o han suavizado enormemente las pequeñas medidas anunciadas en 2008-2009.
Ha proseguido la concentración bancaria y también las actividades de riesgo.
Los 15 a 20 mayores bancos privados de Europa y los Estados Unidos han seguido
implicados en diferentes escándalos en relación con los préstamos tóxicos, los créditos hipotecarios fraudulentos, la manipulación de los
mercados de cambio, la manipulación de las tasas de interés (en
particular el Libor), la manipulación del mercado de la energía, la evasión
fiscal masiva, el blanqueo de dinero del crimen organizado, etc. Las autoridades
se han contentado con imponer multas, generalmente muy pequeñas en relación con
los delitos cometidos y su impacto negativo sobre las finanzas públicas, por no
hablar del deterioro de las condiciones de vida de centenares de millones de
personas en todo el mundo. Responsables de organismos de control como Martin
Wheatley, que dirigía el Financial Conduct Authority en Londres, han sido
despedidos por intentar hacer el trabajo que se les había confiado y emitir
demasiadas críticas hacia el comportamiento de los bancos. George Osborne, el Canciller del Echiquier (Ministro de Asuntos
Económicos y Financieros), ha decidido librarse de Martin Wheathley en julio de
2105, nueve meses antes del final de su contrato de cinco años.
A pesar de sus evidentes
responsabilidades, ningún dirigente bancario en los Estados Unidos o Europa (a
parte de Islandia) ha sido condenado mientras que los traders son perseguidos y
encarcelados a penas de prisión firme que van de 5 a 14 años.
Bancos que han sido
nacionalizados con grandes gastos a fin de proteger los intereses de sus
grandes accionistas privados son vendidas de nuevo a precios de saldo al sector
privado, como el Royal Bank of Scotland en el Reino Unido en 2015. El
salvamento de RBS había costado 45 000 millones de libras, su reprivatización
provocará probablemente una pérdida de alrededor de 14 000 millones de libras. Es
también el caso de SNS Reaal y de ABN Amro en los Países Bajos, de Allied Irish
Banks en Irlanda o de una parte del difunto Banco Espirito Santo en Portugal.
Las pérdidas para las finanzas públicas son enormes.
La política del BCE ha evolucionado en la forma pero no en el fondo. La
institución basada en Francfort se ha lanzado a partir de principios de 2015 a
una política activa de quantitative easing (expansión cuantitativa) comprando
títulos a los bancos privados europeos cada mes por un montante de 60 000
millones de euros. El BCE compra a los bancos productos estructurados que les
anima a producir. Les compra igualmente obligaciones bancarias (covered bonds)
y títulos de deuda soberana de los países que aplican
políticas neoliberales. Al mismo tiempo, el BCE presta a los bancos privados a
una tasa del 0,05% (tasa en vigor desde septiembre de 2014).
La FED ha
puesto término a la política de quantitative easing llevada a cabo entre
2008 y 2014. No compra ya títulos hipotecarios estructurados a los bancos. Ha
anunciado desde comienzos del año 2014 que procederá por primera vez desde 2006
a una subida de las tasas de interés. En principio, esto debería tener lugar
antes de finales de 2015. Pero las potenciales repercusiones negativas para la
economía del país la llevan a dudar. En efecto, una subida de las tasas de
interés atraerá masivamente capitales a los Estados Unidos, lo que encarecerá
el dólar contra las demás monedas y disminuirá las exportaciones
estadounidenses dada la atonía del resto de la economía mundial. Además,
numerosas empresas privadas corren el riesgo de encontrar graves problemas de
refinanciación de sus deudas. Sin olvidar que el coste del reembolso de la deuda pública aumentará mecánicamente. Aunque esto cuente
poco en las dudas de la FED, hay que añadir que el impacto sobre las economías
emergentes será muy negativo pues masas considerables de capitales las
abandonarán y serán transferidas hacia los Estados Unidos con la intención de
lograr mayores rendimientos y mayor seguridad.
Las políticas seguidas
tanto por los bancos centrales como por los gobiernos no han relanzado la
inversión productiva. Las grandes empresas privadas están sentadas sobre
montañas de liquidez a un lado y otro del Atlántico. Para las empresas
no financieras europeas, esto representa más de un billón de euros (1 000
000 000 000 €) que, en lugar de ser utilizados para aumentar las inversiones y
la producción, permanecen en la tesorería de las empresas. Las empresas
utilizan masivamente sus beneficios para comprar sus propias acciones en Bolsa a fin tanto de mantener las cotizaciones al alza (o
impedir su bajada) como de proporcionar a los accionistas copiosos ingresos. Al
mismo tiempo, la parte de los beneficios que sirve para remunerar a los
accionistas bajo la forma de dividendos continúa aumentando, lo que refuerza
por supuesto la tendencia a no invertir.
Está completamente claro
que la política de los gobiernos y de los bancos centrales alimenta una burbuja especulativa en los mercados bursátiles. Esta
burbuja puede estallar en cualquier momento. Ya ha comenzado en China en 2015 y
se producirá en un momento u otro en Europa y en los Estados Unidos.
Paralelamente, los precios
de una serie de materias primas están a la baja (petróleo, minerales
sólidos...). La caída radical del precio del petróleo ha puesto fin al boom del
gas de esquisto en los Estados Unidos y numerosas empresas del sector están al
borde de la quiebra. Grandes países exportadores de petróleo como Venezuela y
Nigeria están muy afectados por la caída de los precios.
Una de las tesis del libro Bancocracia, es que los bancos centrales y
los gobiernos persiguen dos grandes objetivos:
1. Acudir
al rescate de los grandes bancos privados, sus grandes accionistas y sus
principales dirigentes a la vez que garantizan la prosecución de sus
privilegios. Se puede afirmar sin riesgo de equivocarse que sin la acción de los bancos centrales, algunos grandes bancos
habrían quebrado y que esto habría forzado a los gobiernos a tomar hacia sus
dirigentes y grandes accionistas medidas fuertes medidas coercitivas.
2. Participar y apoyar de forma ofensiva los
ataques del Capital contra el Trabajo a fin de aumentar las ganancias de las
empresas y hacer a las grandes empresas europeas más competitivas en el mercado
mundial frente a sus concurrentes extranjeros... Estos dos objetivos son
comunes a la FED, al Banco de Inglaterra, al BCE y al Banco de Japón.
En lo que se refiere al BCE, se añaden a ello dos objetivos específicos
y complementarios:
1. Defender el euro, que es una camisa de
fuerza para las economías más débiles de la zona euro así como para todos los
pueblos europeos. El euro es un instrumento al servicio de las grandes empresas
privadas y de las clases dominantes europeas (el 1% más rico). Los países que
forman parte de la zona euro no pueden devaluar su moneda puesto que han
adoptado el euro. Sin embargo los países más débiles de la zona euro saldrían
ganando en devaluar a fin de reencontrar la competitividad frente a los
gigantes económicos alemán, francés, frente a Benelux (Bélgica, Países Bajos,
Luxemburgo) y a Austria. Países como Grecia, Portugal, España o Italia están por
tanto atrapados por su pertenencia a la zona euro. Las autoridades europeas y
los gobiernos nacionales aplican a partir de ahí lo que se llama la devaluación interna: imponen una disminución de los
salarios en beneficio únicamente de los dirigentes de
las grandes empresas privadas.
2. Reforzar la dominación de las economías europeas
más fuertes (Alemania, Francia, Benelux...) donde están basadas las mayores
empresas privadas europeas. Esto implica mantener fuertes asimetrías entre las
economías más fuertes y las más débiles.
La victoria de una
coalición de izquierdas anti-austeritaria en Grecia en enero de 2015 ha constituido una amenaza para el BCE, la
Comisión Europea, las grandes empresas y todos los demás gobiernos de la UE (no
solo los de la zona euro). El BCE y todos los dirigentes europeos han hecho de
la derrota del proyecto de Syriza un objetivo central de sus actividades y han
conseguido sus fines en julio de 2015. El BCE ha asfixiado literalmente al
sistema financiero griego y al gobierno de Tsipras para ponerles de rodillas.
Para evitar capitular, el gobierno Tsipras habría podido poner en pie
soluciones alternativas como las que son planteadas en el capítulo final de
Bancocracia. Habría debido apoyarse en los resultados de la auditoría realizada
por la Comisión para la Verdad sobre la Deuda Griega. Ha preferido mantener una
orientación moderada que estaba condenada al fracaso.
Sin embargo, estos últimos
años, se ve muy claramente que, como consecuencia de la crisis de 2007-2008 y
del refuerzo de las políticas neoliberales, los pueblos están dispuestos a
optar por soluciones radicales. Como prueba de ello, el eco encontrado en
particular por las propuestas más a la izquierda de Syriza en Grecia, de Podemos
en España e incluso de Jeremy Corbyn
en el Reino Unido o de Bernie Sanders
en los Estados Unidos. Una de las lecciones centrales de la capitulación griega
de julio de 2015 es que son necesarias fuerzas políticas que tengan
verdaderamente la voluntad de aplicar las medidas que plantean integrándolas en
un programa coherente de ruptura con el sistema. Otra lección es que un
gobierno de izquierdas debe aplicar medidas radicales respecto a la deuda
ilegítima, los bancos privados, los impuestos, los servicios públicos... a fin de promover
la justicia social y de emprender una transición ecológica. Sin esto, no habrá
salida de crisis en favor de los pueblos.
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