jueves, 15 de octubre de 2015

BOLIVIA. DE TIQUIPAYA A PARÍS, LA GRAN BATALLA POR LA VIDA.

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LOS PUEBLOS DEL MUNDO REUNIDOS EN TIQUIPAYA, BOLIVIA DEL 10 AL 12 DE OCTUBRE DE 2015, hemos trabajado en una propuesta consensuada para ser presentada a la comunidad internacional y a los gobiernos del mundo para preservar la vida y contra el cambio climático; como una respuesta urgente a un fallido sistema capitalista y modelo civilizatorio que son la causa estructural de la crisis climática en el mundo.

ESTA DECLARACIÓN reúne nuestro pensamiento y sentimiento, y es nuestra propuesta para las negociaciones internacionales de las Conferencias de Partes de Naciones Unidas sobre cambio climático, medio ambiente, desarrollo sostenible y otros escenarios relevantes, así como para la agenda permanente de los pueblos para la defensa de la vida.

La transición hacia el modelo de civilización del Vivir Bien. El mundo está siendo azotado por una múltiple crisis global que se manifiesta en una crisis climática, financiera, alimentaria, energética, institucional, cultural, ética y espiritual y en un estado de guerra permanente. Esto nos señala que estamos viviendo una crisis integral del capitalismo y de un modelo de sociedad. Para sobrevivir, la humanidad tiene que liberarse del capitalismo porque conduce a la humanidad hacia un horizonte de destrucción que sentencia a muerte a la naturaleza y a la vida misma.

El modelo civilizatorio occidental articulado al sistema mundial capitalista ha sido expandido por las potencias imperiales y los países del Norte con crímenes de lesa humanidad, saqueos y sometimiento de nuestros pueblos; las guerras han sido el instrumento de sometimiento y dominación que ha utilizado el imperialismo para imponer su voluntad política y económica. Las guerras también han sido empleadas por las corporaciones transnacionales para arrebatarles el mar a los pueblos atentando contra su derecho al mar.

El colonialismo de las potencias del Norte ha ejercido opresión y dominación sobre la humanidad, haciendo que los pueblos pierdan su identidad y reproduzcan modelos ajenos, donde la naturaleza y el mismo ser humano son un capital a ser explotado. El orden colonial ha pretendido imponer una homogeneización económica, social, cultural y política a todos los países del Sur. Actualmente las potencias imperiales siguen violando de forma permanente la soberanía de los Estados, usando bombardeos, invasiones, guerras internas, espionaje y desestabilización de gobiernos democráticos para someter a los gobiernos y pueblos del mundo.

No es solamente el modelo armamentista y de la guerra el que destruye la vida en el planeta, también son los modelos económicos y la arquitectura financiera internacional los que estrangulan las economías de los países que intentan ser soberanos y dignos. Por esto, la reestructuración de la gobernanza de las instituciones financieras multilaterales debe ser un proceso transparente, consultivo e incluyente que permita llevar adelante un proceso de reforma del sistema financiero y monetario internacional.

Tenemos que poner en marcha un nuevo modelo civilizatorio que valore la cultura de la vida y la cultura de la paz, que es el Vivir Bien. El mundo precisa transitar hacia la visión holística del Vivir Bien, profundizando la complementariedad entre los derechos de los pueblos y los derechos de la Madre Tierra, que implica construir una relación de equilibrio entre los seres humanos con la naturaleza para restablecer la armonía con la Madre Tierra. El Vivir Bien en armonía con la Madre Tierra es el nuevo modelo de civilización para preservar la comunidad de vida, donde la Madre Tierra es un ser vivo sagrado y no un objeto para la explotación de los seres humanos.

Hoy, los pueblos del mundo nos sublevamos contra un sistema capitalista que promueve los negocios ambientales, la mercantilización y la privatización de las funciones ambientales de la naturaleza, que son y deben seguir siendo un bien común de los pueblos. Nos sublevamos contra el capitalismo que es la causa estructural del cambio climático y que pretende someter los ciclos vitales de la Madre Tierra a las reglas del mercado bajo el dominio de la tecnología capitalista.

La ciencia, los conocimientos y la tecnología deben ser instrumentos que promuevan la paz, la no violencia, la armonía, la vida plena y el vivir bien; deben estar orientadas a erradicar el desequilibrio del ser humano consigo mismo y con la Madre Tierra.


EL PRESIDENTE BOLIVIANO, EVO MORALES, afirmó el sábado en Tiquipaya, sede de la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida, que el capitalismo es como el cáncer para la Madre Tierra y llamó a extirpar ese mal para salvar al planeta y a la humanidad. En su discurso de inauguración, el Jefe de Estado dijo que es imperativo trabajar en políticas y programas para curar las heridas de la Pachamana (Madre Tierra), amenazada de muerte, y tomando en cuenta que ese cáncer es todavía benigno. En esa línea pidió una alianza de los pueblos del sur con los pueblos del norte para construir un “gran movimiento mundial”, para reconstruir la relación vida-Madre Tierra. “Para esos hay que desarrollar muchas políticas y programas, porque para el sistema capitalista, el planeta, el medioambiente, es objeto, objeto de saqueo”, mientras para los pueblos la Pachamama, es vida, alertó.
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La lucha de los pueblos en este siglo es la lucha por la defensa de los bienes comunes y el patrimonio común. En el capitalismo los bienes comunes se privatizan, son saqueados y explotados para el beneficio de unas pocas personas, empresas y transnacionales. La armonía global de la Madre Tierra constituye la base de nuestro patrimonio común y el espacio atmosférico se ha convertido en el patrimonio común más importante de la sociedad actual.

 La colonización atmosférica con la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, producto de la excesiva e irracional industrialización de los países desarrollados, ha quebrado el equilibrio en la Madre Tierra. Si la temperatura se incrementa más allá de los 1,5 grados centígrados estaremos viviendo una catástrofe planetaria. Ante la impunidad de los delitos de los países contra la Madre Tierra, es una necesidad inmediata contar con un sistema jurídico internacional que castigue a los países que no cumplen con sus compromisos internacionales de proteger la integridad de la Madre Tierra.

El capitalismo ha contraído múltiples deudas con la humanidad y con la Madre Tierra, como ser la deuda climática, deuda social y deuda ecológica. Los países capitalistas y desarrollados han profundizado la brecha entre ricos y pobres que existen en el mundo, han impulsado la expropiación y la usurpación de recursos naturales de los pueblos y países del Sur, han acumulado la riqueza, en detrimento del bienestar de nuestros pueblos, deteriorando su riqueza espiritual y moral.

En el mundo se está perdiendo la vida en comunidad y la vida en familia. Pocos pueblos son los que practican la solidaridad y la complementariedad entre las personas y de ellas con la naturaleza. Las religiones y espiritualidades del mundo son el resguardo moral de la sociedad en la construcción de una cultura de paz y cultura de vida, de diálogo a la solución de la crisis climática y a la crisis social que destruye la vida y nuestros valores comunitarios, y crea desequilibrios y conflictos en las sociedades, empobreciendo a las personas, sobre todo a las más vulnerables, niñas, niños, adolescentes, y víctimas de las guerras, de la trata y tráfico y de la discriminación.

Por culpa del capitalismo no sólo la Madre Tierra está enferma sino también la humanidad. La humanidad no debe vivir sin valores y sin principios éticos. La humanidad no puede vivir soportando la imposición de un solo modelo económico, político, social y cultural. La humanidad no debe vivir separada en clases, dividida por élites políticas y bajo religiones y creencias impuestas a la fuerza, bajo visiones que separan a los seres humanos de la naturaleza y rompen el equilibrio entre los seres vivos. Tenemos que sanar a la humanidad para salvar a la Madre Tierra.

 En un escenario donde nuestra Madre Tierra se encuentra más herida y el futuro de la humanidad se ve en mayor peligro, los pueblos del mundo debemos seguir dialogando y defendiendo la vida.

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Tiquipaya, octubre 10 - La II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático comienza con la presencia del presidente Evo Morales, y en espera de sus pares de Ecuador, Rafael Correa, y de Venezuela, Nicolás Maduro, y el titular de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, quienes junto con representantes de 42 países buscarán propuestas para enfrentar un cambio climático cuyas consecuencias afectan, sobre todo, a los más pobres.

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BOLIVIA. DE TIQUIPAYA     A PARÍS, LA GRAN BATALLA POR LA VIDA.
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Luis Camilo Romero.

Opinión.-

ALAI.- jueves 15 de octubre del 2015.

Otra vez el mundo ha sido testigo de un evento de los Pueblos sobre Cambio Climático, celebrado en Bolivia, donde se planteó un cambio de paradigma, del modelo industrial capitalista depredador con la naturaleza a un nuevo civilizatorio, en comunión con la Madre Tierra, en consonancia con las urgencias que asumirá en diciembre en la Conferencia de las Partes (COP21) de Francia.
Esta nueva versión (II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático), aprobada por Naciones Unidas, propuso la creación de un garante Tribunal Internacional de Justicia Ambiental, que muchos dirán si ya se planteó hace cinco años y que no pudo llevar a la práctica al igual que el desacatado Protocolo de Kyoto de 1997.

Este Tribunal Internacional de Justicia Climática y de la Madre Tierra, como propuesta de los Pueblos, tiene que ser un órgano judicial independiente, articulado por la Convención de las Naciones Unidas, para adjudicar controversias derivadas de la interpretación e implementación de las acciones necesarias para responder al cambio climático.

Pero también deberá ayudar a resolver los problemas de acción colectiva asociados con la falta de cumplimento de los compromisos de países desarrollados en respuesta al cambio climático.

El Tribunal debe tener jurisdicción sobre cualquier controversia relativa e impacto causado por la falta de implementación en buena fe de acciones relativas al cambio climático y estar basado en la sabiduría de la justicia de las naciones de los Pueblos Indígenas", dice un acápite de la Declaración de Tiquipaya.

Es que un horizonte sombrío de degradación ambiental y catástrofes se cierne sobre la humanidad. Los temas como mitigación, adaptación, riesgo, incertidumbre entre otros, y las consideraciones acerca de qué es mejor para los países subdesarrollados y en vías de desarrollo son parte del debate en las altas esferas de la política internacional.

Para algunos la crisis climática y medioambiental se inscribe en una crisis capitalista sistémica y global, en pleno desarrollo, que compromete al conjunto del planeta y la supervivencia de la humanidad. Es decir, se trataría de una crisis de un patrón civilizatorio de crecimiento supuestamente infinito.

Los resultados de esta Cumbre reflejaron ese sin fin de preocupaciones y por ello, consideramos que ahora la batalla dentro del debate está en los siguientes días en Paris, Francia, para que las resoluciones no caigan en saco roto o los sectores opositores, que se frotan las manos al ver los fracasos del gobierno, no se alegren con otro desencanto.

Son muchos los fundamentos teóricos prácticos que se plantean para desafiar al sistema capitalista, y así como el Presidente Morales identificó como la causa de los principales males, de muerte y destrucción del planeta, es también urgente que, para salvar a la Madre Tierra tenemos que acabar con el sistema capitalista.

La Declaración de Tiquipaya, al margen de exigir que se ponga en marcha un nuevo modelo civilizatorio que valore la cultura de la vida y la cultura de la paz, también planteó la necesidad de encarar una lucha sostenida para evitar que la temperatura terrestre suba más allá de 1,5 grados centígrados, porque lo contrario pone en riesgo el planeta y la humanidad.

“El mundo precisa transitar hacia la visión holística del Vivir Bien, profundizando la complementariedad entre los derechos de los pueblos y los derechos de la Madre Tierra, que implica construir una relación de equilibrio entre los seres humanos con la naturaleza para restablecer la armonía con la Madre Tierra”, reza en otra parte de la Declaración.

Se remarcó una vez más que el Vivir Bien en armonía con la Madre Tierra, es el nuevo modelo de civilización para preservar la comunidad de vida, donde la Madre Tierra es un ser vivo sagrado y no un objeto para la explotación de los seres humanos.

Que la Cumbre de París sea sobre todo una cumbre de los pueblos organizados, de los movimientos que defienden el planeta. Una gran movilización donde se encuentre a los pueblos de Europa, de África, de Asia, de América Latina, del Caribe, de los Estados Unidos, un solo pueblo. 

“Cuidar a la Madre Tierra es una cuestión moral, sobre todo en cuanto al desafío del cambio climático. Ya no podemos darnos el lujo de aspirar a la prosperidad, tenemos que transformar nuestras economías y aprovechar las oportunidades de un futuro con una baja emisión de carbono. No hay un plan B, porque no hay un planeta B”, dijo el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon en la Cumbre.

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 - Luis Camilo Katari, es comunicador boliviano para América Latina y el Caribe.


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