HAMBURGO. ALEMANIA. CUMBRE DEL G-20. MILES DE OPOSITORES EXPRESAN: ”BIENVENIDOS
AL INFIERNO”.- Ahora por primera
vez se reúnen los “verdaderos enemigos
de la humanidad”: Trump, Estados Unidos enemigo – en el papel- del libre comercio, pero sí “jocoso y prepotente enemigo” del Medio
ambiente y “dueño” de la “Madre de todas las bombas”; Putin, Rusia, el “nuevo zar de Europa”, ahora “protector del libre
comercio” – con el respaldo del
Presidente Xi Jinping de China - ”padre de todas las bombas”, Uno invasor, agresor con bombas y continuador
de la guerra contra Siria, Libia, Afganistán:
el otro defensor del gobierno y
protector del ”statu-quo” vigente de guerra, miseria, hambre y los dos con sus acciones –más la complicidad
de otros gobiernos de Occidente – como Francia,
Italia, Alemania –con sus acciones generan la MIGRACIÓN más grande dela Historia. Millones salen con dirección hacia Occidente y hoy se
presenta la Crisis Humanitaria más
salvaje e inhumana, sin solución a la vista. Pero porque 20 mil policías protegen una CUMBRE
de 20 países más desarrollados – capitalistas-imperialistas-globalizadores
como los del G-7 -, porque semejante
oposición en las calles de miles de
Ciudadanos y la violencia policial; porque estos mismos gobernantes traen consigo “la maleta descompuesta y maloliente”,
sin recursos y protectores poderosos de que encuentre “posibilidades” de
salvación. Está muriendo producto de sus
propias contradicciones: Es la Globalización neoliberal, que una vez más intentarán encontrar alguna salida de
salvación, pero desde un “camino” no
agradable para las mega-corporaciones – hoy dueñas y propietarias de la
globalización neoliberal – cuando el principal protector Estados Unidos, cierra su paternalismo originario, y la abandona
totalmente” – como es las políticas del libre comercio, ahora con el populismo
nacionalista y el proteccionismo absoluto. Aceptarán la propuesta del Gobierno Chino de una “Nueva Globalización”
en un escenario mundial, según ellos, “sin Democracia y Libertad”, sacrificarán sus sagrados principios Liberales, a cambio
de salvar el “libre comercio mundial y
el poder del capitalismo corporativo global”.
Y América Latina, que rol, que función y responsabilidad se tiene en
esta Cumbre –México, Brasil, Argentina –estarán presentes. Pero miremos
con profundidad y mucha atención, quienes
realmente estarán llevando “la voz y protesta de América Latina”, Gobernantes profundamente cuestionados por sus
pueblos y a nivel global, entre golpistas
y corruptos, entre relacionados con la narco-política
y la destrucción de la Democracia, hacia una democracia fallida y un narco-estado, así como las acusaciones sobre “fraude financiero” todos de
destrucción de las políticas sociales y liquidación de derechos en Educación,
Salud, Trabajo, Salarios y Bienestar Social. Pero ellos irán a justificar,
lo que finalmente decidan e impongan “los
Nuevos Amos del Mundo”, como son los representantes –presentes en la Cumbre – del CLUB DE BILDERBERG – aquí están los 8 propietarios de riqueza en el mundo
mayor que el 50% de pobres de la
humanidad – es decir, 3,500 millones – también están las 36 mega-corporaciones y propietarios que concentran el 99% de la riqueza del mundo,
pero NO están, no hay quien hable
por nosotros, que somos el 99% de la
población mundial, marginados, excluidos,
de la riqueza y por su puesto sin posibilidades
de ser parte activa del proceso de crecimiento macro-económico, pero, en
cambio, hoy estamos observando cómo el
modelo actual neoliberal, la globalización como la etapa superior del
sistema capitalista, está en camino
directo hacia su propia destrucción.
La Cumbre del
G-20, está hoy y mañana en Hamburgo-Alemania, discutiendo esta
realidad multipolar, -pero también
con una exigencia mundial, como salvamos el Planeta, de la destrucción del Medio Ambiente; escenario global, donde están en juego dos
alternativas y propuestas del Nuevo Orden Mundial. Occidente tratará de mantener el actual statu-quo del capital corporativo
global y Oriente – chino-ruso –
llevará adelante su nueva propuesta de la “globalización
inclusiva” “al servicio de los pueblos” y para disminuir la terrible y
violenta desigualdad económico-social, Palabras, más palabras. Veremos hoy y
mañana como se destruye, o como se salva temporalmente el sistema mundo actual.
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AMÉRICA LATINA EN EL G-20: INTERESES EN JUEGO.
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Jorge Argüello*
Soberanía
Digital jueves 6 de julio del 2017.
Las deliberaciones de la cumbre del
G-20 en Hamburgo afectarán a América Latina. Argentina, que organizará la
cumbre de 2018, deberá estar a la altura.
I. Las próximas deliberaciones del Grupo de
los 20 (G-20) en Hamburgo
tendrán una importancia especial para América Latina, porque la región recibirá
el testigo de la cumbre que organizará en 2018, en Argentina, y lo hará en un
contexto global tan interconectado que, como nunca antes, la suerte de
cualquier parte del planeta está atada a la del resto, aun cuando el poder
mundial siga exhibiendo un evidente desbalance.
Los antecedentes inmediatos de esta
cumbre, cuando ya han transcurrido diez años desde la crisis financiera que
todavía frena la expansión de la economía mundial, son un tanto desalentadores
considerando, por ejemplo, los insatisfactorios resultados del último encuentro
del Grupo de los Siete (G-7) países
más desarrollados, en abril pasado, en Italia.
En
Taormina, el debut del presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
consagró un virtual bloqueo de las conversaciones con sus socios europeos,
principalmente Alemania y Francia, y profundizó una brecha creciente entre
ambas costas, que incluye asuntos tan diversos como el cambio climático y el
comercio. Ello y la continuidad de las sanciones a Rusia llenan de nubarrones
la próxima cumbre del G-20.
Junto al nuevo, aún incierto, rumbo
definido por el gobierno de Trump, la salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) se erigió como otro gran
contrapeso de la vía de cooperación internacional que abrió en 2008 el G-20, un proceso paralelo al sistema
multilateral consagrado en las últimas décadas pero que demostró capacidad de
reacción rápida ante una crisis global inédita y que, sobre todo, que prometió
dar un paso adelante en la democratización de la gobernanza global al
incorporar a países emergentes y en desarrollo.
Los
tres grandes objetivos de la presidencia de turno alemana para la Cumbre de
Hamburgo sugieren cuáles son los mejores antídotos para evitar la
traumática regresión a un mundo fragmentado y desconectado: asegurar la
estabilidad, mejorar la sostenibilidad y asumir la responsabilidad.
II. El consenso mayoritario de los países
miembros del G-20 se ha venido consolidando en dirección opuesta a la que
tomó recientemente el histórico eje anglosajón Washington-Londres. Los primeros
buscan renovar los «acuerdos precrisis» y los segundos, la reformulación del statu
quo, mientras China parece asumir una interesante posición orientada a
liderar el mundo emergente. En este contexto, el imperativo de una agenda común
potenciadora de los intereses latinoamericanos choca con la realidad todavía
desajustada de los miembros latinoamericanos del G-20: Argentina, Brasil y
México.
La
Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de 2016
(realizada en China) había valorado especialmente la idea de la «inclusión», de
«una economía mundial innovadora, vigorosa, revitalizada, interconectada e
inclusiva».
Pero
EEUU es aún una gran potencia económica y militar,
por lo que la decisión de Trump de retirar al país –principal emisor de gases
de efecto invernadero– del histórico Acuerdo de París contra el Cambio
Climático evidencia un giro político de grandes implicancias ante los problemas
globales. En contraste, y en el mismo paso de ballet, el segundo contaminante principal,
China, abrazó el consenso.
Para
nuestra región, que ratificó en bloque ese acuerdo, el consenso en la lucha
contra el cambio climático es tan prioritario en el G-20 como pueden serlo el
empleo, la educación y las pandemias. América Latina atesora una tercera parte
del agua dulce del planeta y un tercio de la tierra por cultivar, cuando el
mundo se prepara para alimentar a 9.800 millones de seres humanos tan pronto
como en 2050. La incremental frecuencia de fenómenos extremos está exponiendo a
grandes poblaciones e infraestructuras de la región, arriesga la producción de
alimentos y amenaza a los glaciares.
En
estos meses, EEUU comenzó a minar otras acciones de estabilización
que se propusieron en las cumbres del G-20
desde 2008, en particular sobre el comercio. China y México cayeron bajo la ofensiva comercial de Trump, pero
también Alemania, a la que Washington reprocha su superávit y su rol en lo que
la nueva administración norteamericana considera un euro debilitado que altera
la competencia.
La última reunión de ministros de
Finanzas del G-20 anticipó el desafío que afrontará Hamburgo: EEUU bloqueó una condena expresa al proteccionismo
comercial. Las malas señales llegaron también a América Latina, con el anuncio
de renegociación del Tratado de Libre
Comercio con México y con Canadá (TLCAN), además del freno al proceso de
acercamiento a Cuba que había iniciado el gobierno de Barack Obama.
La nueva estrategia estadounidense, en
general, opera como un eficaz recordatorio de que América Latina debe aprovechar
su participación en el G-20 para
comenzar a definir y a consensuar una agenda compartida que le permita
coordinar la defensa de sus intereses comunes como región, una tarea pendiente
y urgente en contextos adversos.
III. El nuevo contexto incluye la reconversión
histórica del «eje anglosajón». El sistema multilateral –político,
financiero y comercial que conocimos hasta hoy se había inspirado en la Carta
Atlántica de 1941, firmada en alta mar por Franklin D. Roosevelt y Winston
Churchill. «Máxima colaboración entre las naciones en el campo económico»,
decía su V Cláusula. En plena guerra, los dos líderes vieron más allá.
Ahora, mientras la special
relationship angloestadounidense sellada hace tres cuartos de siglo
abandona su original espíritu de cooperación internacional, América Latina debe
observar el juego de otras alianzas claves dentro del G-20.
Un alineamiento que recuperó toda su
importancia histórica después del Brexit
es el de Alemania y Francia,
revitalizado con la elección del presidente Emmanuel Macron, que asestó un golpe al populismo nacionalista y
reivindicó ideas fundacionales del europeísmo: «Europa no es un
supermercado, sino un destino común, un lugar donde se reúnen las libertades
individuales, el espíritu de la democracia y la justicia social».
Otro movimiento indisimulable es el de China, que consolidó una presencia de
primer orden en la economía y el comercio de América Latina y lidera en el G-20 el bloque emergente de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica, 29% del PIB global). Paradojas de la historia, China –y no EEUU–
se postula ahora ante el mundo como adalid de la lucha contra el cambio
climático y de la promoción del libre comercio.
Frente a estos reacomodamientos, la
visita este año de la canciller Angela
Merkel a México y Argentina realza la importancia –todavía potencial– de la
región en la búsqueda de nuevos consensos dentro del G-20. La pregunta para la
región, sin embargo, es qué tipo de consensos y para qué. Los líderes
latinoamericanos todavía no han alcanzado a esbozar una respuesta colectiva.
IV. La agenda organizada por Alemania para la
cumbre del G-20 de Hamburgo, que incluye como prioridad avanzar en la
regulación financiera, tiene como trasfondo que el grupo siente las bases de
una economía global estable y sostenible.
Así, hay otros asuntos comunes, como la
digitalización de la economía y su efecto en la destrucción de empleos
tradicionales, que causó terremotos políticos en el Norte pero impactan con la
misma fuerza en regiones en desarrollo (hay 200 millones de desocupados en todo
el mundo, un tercio de ellos son jóvenes, según la Organización Internacional
del Trabajo, OIT). En ese sentido, en un mundo interconectado como el actual,
la agenda de Hamburgo no será la de unas pocas potencias.
Pero
hilando más fino, América Latina necesita coordinar con prioridad en el
G-20 los intereses que se juegan en
el sistema internacional de comercio y conseguir atención privilegiada para la
agricultura y su significación global, tanto en términos de seguridad
alimentaria como de la vigencia de las reglas multilaterales.
En
estas décadas de multilateralismo, América Latina transformó su estructura
comercial, desde México con su experiencia dentro del TLCAN hasta
Brasil como nuevo exportador de alimentos. Ese cambio, exige también que los
países desarrollados pongan la agricultura y la agroindustria bajo las reglas
de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), como parte de una condición
central de la estabilidad internacional: la seguridad alimentaria.
La
región debería persistir en esa demanda de manera pragmática y
constructiva. La nueva generación de acuerdos interregionales de comercio e
inversiones, como el Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), de
incierto futuro sin EEUU, y las negociaciones, también inciertas, del Mercosur
con la UE pueden colocar a América Latina en el centro del gran juego.
V. La agenda de la cumbre del G-20 de 2018
que prepara el gobierno argentino debiera ser una adecuada continuidad de la de
Hamburgo. En Buenos Aires, la región tiene frente a sí el desafío de asumir la
representación del mundo en desarrollo. Un precedente, en 2014, fue la reunión
en Brasil del BRICS con la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Argentina plantea centrar el G-20 2018 en concertar acciones que
hagan de la globalización un proceso inclusivo y que la imparable
digitalización de la economía tenga nuevas respuestas para el empleo: dotar de
nuevas habilidades a la población activa es una prioridad compartida, por
razones políticas, de paz social o de subsistencia para millones de personas a
las que la dinámica capitalista reemplaza por ordenadores y robots.
Todo nos devuelve así al inicio de la última crisis global y su marca de
identidad: las finanzas. Nuestra región necesita capital de inversión para
explotar sus riquezas naturales de manera sustentable, para generar empleos que
reduzcan la pobreza, para adaptarse al siglo XXI y alcanzar lentamente la línea
de las economías más desarrolladas. Es la traducción, para América Latina, de «globalización con
inclusión».
Hamburgo
será para la región un nuevo aprendizaje de participación en
un G-20 que ejerce las veces de
comando de acción rápida de un sistema multilateral que debe ser repensado. Y,
esperemos, un anticipo de lo que América Latina puede demandar y aportar al
mundo.
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*Es el presidente de la Fundación
Embajada Abierta. Previamente, se desempeñó como embajador de Argentina en
Portugal y Cabo Verde. Desde 2011 hasta 2012, fue embajador de Argentina en los
Estados Unidos, y entre 2007 y 2011 fue representante permanente de Argentina
ante la Organizacion de las Naciones Unidas (ONU). Durante su labor en la ONU,
fue presidente del Grupo de los 77 y China, presidente del Grupo
Latinoamericano y Caribeño, presidente del Comité de Acción Global de
Parlamentarios, presidente del grupo de trabajo sobre la Revitalización de la
labor de la Asamblea General y presidente del Comité Especial de
Descolonización.
Argüello fue además diputado nacional
entre 1991 y 1995, y nuevamente entre 2003 y 2007. En
esta posición, se desempeñó como presidente del Comité de Relaciones Exteriores
y del Observatorio Parlamentario sobre Malvinas.
ARGÜELLO obtuvo un título en derecho de
la Universidad Nacional de Buenos Aires y una maestría en administración y
políticas públicas de la Universidad de San Andrés.
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