ECONOMÍA DIGITAL.- también es conocida como economía de Internet y es
un tipo de economía basada en tecnologías de computación digital, por lo cual,
cada vez más, esta nueva economía digital se interconecta con la economía
tradicional, lo cual hace más difícil, por ejemplo, marcar una clara
delimitación entre ambas.
MAS
SOBRE ECONOMIGA DIGITAL
La frase “economía digital” fue acuñada en el best-seller de 1995 de Don Tapscott The Digital Economy: Promise and Peril in the Age of Networked
Intelligence. Este fue uno de los primeros libros que adelantó
cómo el internet cambiaría la manera de hacer negocios.
Se convirtió en un best-seller internacional a un mes de su lanzamiento, apareció en
varias listas de los libros más vendidos, incluyendo la lista de The New York Times Business Book; y se
mantuvo en la lista de los más vendidos del BusinessWeek durante siete meses.
The Digital Economy fue también el libro de negocios más vendido de 1996, según
BusinessWeek.
Thomas Mesenbourg
(2001)
asegura que los tres componentes principales del concepto de “economía digital”
son:
·
Compatibilidad con la infraestructura (hardware,
software, teleconferencias, redes, etc.)
·
Negocio electrónico (cómo se manejan los negocios,
cualquier proceso que una organización lleva a cabo mediante redes de
computación).
·
Comercio Electrónico (transferencia de bienes; por ejemplo,
cuando se vende un libro online).
No obstante, como afirma Bill Imlah, algunas nuevas
aplicaciones están trastocando estos límites y aumentando la complejidad; por ejemplo, el
social media y la navegación en internet. En
la última década del siglo 20, Nicholas Negroponte
(2001) utilizó como metáfora el cambio que representaría pasar de
procesar átomos a procesar bits. Mencionó las desventajas del antiguo proceso (masa, materiales, transporte) y las
ventajas del moderno (ingravidez, naturaleza
virtual, movimiento global instantáneo). En esta nueva economía, la
interconexión digital y las infraestructuras de comunicación proporcionan una
plataforma global sobre la cual organizaciones y personas trazan estrategias,
interactúan, se comunican, colaboran y buscan información. Recientemente, la
economía digital fue definida como la rama de la economía que estudia los bienes intangibles de costo marginal
cero en la red.
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Dr. Sociólogo. Profesor de la Universidad de Californa, William I. Robinson, y su excelente artículo sobre como cambió y porque el sr. Trump, al final "renegoció" el TLCAM, TLC - si era opuesto a todos losTratados y porque entra a este Tratado con Méwxico y Canada, por su puesto el primer TLC, vigente desde 1994, señalando que el, primer gran pededor ha sido y sigue siendo México.
***
ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO. ¿ QUE HAY DETRÁS
DE LA RENEGOCIACIÓN DEL TRATADO DE LIBRE COMERCIO?.
Trumpismo y la Nueva Economía
Global.
*****
William I. Robinson.
ALAI. América Latina en Movimiento.
Miércoles 26 de julio del 20217.
La
decisión del gobierno del Presidente
Donald Trump de renegociar con México el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) ha sido interpretado por la mayoría de los comentaristas
como la salva de arranque de una nueva oleada de proteccionismo
estadounidense. Pero el discurso público de Trump no debe confundirse con la esencia del programa económico de
su gobierno y las probables políticas comerciales. Una explicación mejor
para la renegociación – la que podría arrancar tan temprano como a mediados de
agosto – reside en la transformación de la economía norteamericana y global en
los años posteriores a la puesta en vigencia
en 1994 del TLCAN.
La región
económica norteamericana forma parte de un sistema globalizado de producción y
finanzas. Aunque tuvieron motivación para hacerlo, las elites políticas y
económicas estadounidenses no podrían desenmarañar a Estados Unidos (o a la región norteamericana) de la vasta red de cadenas de subcontratación y “outsourcing”
(externalización) que caracteriza la economía global. Trump y los multimillonarios que
conforman su gabinete son parte de la clase capitalista transnacional. El
imperio empresarial de la familia de Trump
se extiende sobre el mundo, incluyendo fábricas en México que se aprovechan
de la mano de obra barata para exportar a Estados Unidos gracias a las
disposiciones del TLCAN.
Trump atacó al TLCAN durante
su campaña electoral como parte de su estrategia de obtener una base social
entre sectores de la clase obrera estadounidense, desproporcionadamente blanca,
quienes enfrentan una cada vez mayor inseguridad y el deterioro de sus
condiciones de vida como resultado de la globalización capitalista.
Ningún candidato puede aspirar a ser electo a la presidencia sin presentar un
mensaje populista. También fue obligada Hillary Clinton a declararse durante la campaña en contra del Acuerdo de Asociación Trans Pacífico
(conocido por sus siglas en inglés como TPP)
que Trump echó a la borda una vez
que tomó posesión, y al igual que Barack
Obama fustigó contra la globalización y sus efectos devastadores para los
trabajadores cuando él se postuló para la presidencia.
Pero más
allá del discurso público, no hay nada populista en las políticas que hasta la
fecha el gobierno de Trump ha
planteado. El “Trumponomics”
abarca la desregulación total, recortes del gasto social, el desmantelamiento
de lo que aún queda del Estado de bienestar social, las privatizaciones, la
reducción de los impuestos a las corporaciones y los pudientes, y una expansión
de los subsidios estatales al capital – en fin, el neo-liberalismo en
esteroides. La elite política
estadounidense se ve muy dividida y sumida en luchas internas, pero los
empresarios e inversionistas están en su mayor parte encantados con el programa
neo-liberal de Trump, como lo indica
el fuerte aumento de la bolsa de valores en los meses posteriores a su
elección.
De la economía
industrial a la economía digital.
Cuando fue negociado el TLCAN a principios de los años 90, las compañías más grandes en
Estados Unidos eran las de automotriz, de electrodomésticos, y de
máquinas-herramientas, mientras la manufacturera aun impulsaba la economía
estadounidense. Al momento que el TLCAN
entro en vigencia en 1994, la
Organización Mundial de Comercio (OMC) aun no existía, pocas personas
utilizaban el internet, y apenas las computadoras entraban en uso generalizado
pero aun no existía la economía digital. Las negociaciones del libre
comercio tuvieron en aquel entonces como objetivo principal el establecimiento
de un sistema globalizado de producción por medio del levantamiento de las
barreras nacionales al movimiento transfronterizo de los bienes. Este
objetivo fue logrado gracias al TLCAN,
junto con la creación de la OMC en 1995,
y la subsiguiente aprobación, entre 1995
y 2016, de una cantidad extraordinaria de 400 acuerdos comerciales
internacionales, de acuerdo con los datos de la OMC.
Pero desde que el TLCAN y la OMC entraron en vigencia la economía global ha seguido
su proceso de desarrollo y transformación. En particular, la
transnacionalización de los servicios y la emergencia de la llamada economía
digital y de datos – incluyendo las comunicaciones, la informática, la
tecnología de plataforma y digital, el comercio electrónico, los servicios
financieros, el trabajo profesional y técnico, y un sinfín de otros productos
no tangibles tales como la cinematografía y la música que requieren
protecciones de propiedad intelectual - se han colocado al centro de la
agenda capitalista global. De hecho, el crecimiento mundial del comercio
en servicios ha superado por mucho el de los bienes en el último cuarto de
siglo. Ya para 2017, los
servicios representaban aproximadamente el 70 por ciento del producto mundial
bruto.
Por un
lado, Estados Unidos lidera el camino en el desarrollo de la
economía digital y les corresponde a los servicios la mayor cuota de
crecimiento de las exportaciones. Estados
Unidos registró en 2016 un déficit
comercial de $750 mil millones de dólares con el resto del mundo en cuanto
a exportaciones de bienes, sin embargo registró ese año un superávit de $250 mil millones en la venta de servicios. En
2016 Estados Unidos tuvo un déficit
comercial con México de $64 mil millones en concepto de exportaciones e
importaciones de bienes, pero registró un superávit
de casi $7 mil millones en el comercio de servicios con ese país, de
acuerdo con los datos de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos.
Por el otro lado, México rápidamente realiza una transición hacia la economía digital. El valor de los
servicios de la informática en 2016 ascendió a $20 mil millones y se espera que se vayan incrementando año por año
en un 15 por ciento. Los empresarios mexicanos de la alta-tecnología se
vanaglorian del surgimiento de los valles
de silicio en la Ciudad de México y en Guadalajara, las dos ciudades más
grandes del país.
El TLCAN no incluía
disposiciones relacionadas con el comercio digital. Además, no incluía
estipulaciones en cuanto a las empresas estatales y el sector energético
mexicano, ni tampoco obligó a México a reformar su código laboral o a abandonar
una cantidad de prácticas regulatorias. Aunque el gobierno mexicano del Presidente Enrique Peña Nieto ha
permitido la participación de las compañías energéticas extranjeras en la
exploración y la producción por primera vez desde que el país nacionalizó el petróleo en 1938, el sector energético en su
mayor parte aún sigue siendo nacional y público. Y los sucesivos
gobiernos neo-liberales en México no
han podido avanzar mucho en sus esfuerzos
por reformar el código laboral y levantar las regulaciones en cuanto a la contratación
de los trabajadores con el fin de
flexibilizar a la mano de obra.
El
representante estadunidense de comercio
Robert Lighthizer, quien representará a Estados Unidos en la renegociación del TLCAN, fue explícito en
declarar que el objetivo de la renegociación
es “modernizar” y “actualizar” el
acuerdo. “El TLCAN fue
negociado hace 25 años,” dijo, “y mientras han cambiado considerablemente
nuestra economía y nuestros negocios, el TLCAN
no ha cambiado.” En particular, dijo, el “comercio digital” apenas
había empezado cuando el TLCAN entró
en efecto. Son necesarias nuevas disposiciones relacionadas con el
comercio digital y la propiedad intelectual, afirmó. Lejos del
proteccionismo, al insistir en renegociar el TLCAN y otros aspectos del régimen comercial global, Estados Unidos
funge para bajar las barreras nacionales al comercio digital y de servicios que
constituyen ahora la vanguardia de la economía global, es decir, Estados Unidos
promueve la nueva generación de la globalización.
El
Trumpismo es una respuesta ultra-derechista a la crisis de legitimidad que
descansa sobre un mensaje populista y nacionalista dirigido en particular a
aquellos sectores de la clase obrera, desproporcionalmente blanca, que
enfrentan condiciones laborales y sociales cada vez más precarias. La
fanfarronería imperial y el discurso racista, basados en parte en despertar el
sentimiento anti-mexicano y anti-inmigrante, es una apelación a estos sectores
a que canalicen su temor e inseguridad hacia una conciencia racista de su
condición.
***
¿Porque la retórica nacionalista, populista, y proteccionista?
El intento de explicar las relaciones comerciales,
económicas e internacionales desde una perspectiva anticuada del estado-nación oscurece más que aclara las dinámicas del nuevo
capitalismo global. Si bien es cierto, si apartamos el comercio de
servicios, que Estados Unidos tiene
un enorme déficit comercial con México,
al igual que con China y muchos
otros países, el hecho es que las exportaciones que van desde el territorio
mexicano al territorio estadounidense no son exportaciones “mexicanas.” Más bien son exportaciones de centenares de
corporaciones transnacionales de todas partes del mundo que operan en
territorio mexicano y que mueven sus productos por las vastas redes de la
economía global. Las exportaciones de bienes desde México a Estados Unidos son exportaciones no de un estado-nación
sino de estas corporaciones transnacionales que cruzan numerosas fronteras en
sus operaciones globales. Las
estadísticas comerciales nacionales esconden la esencia transnacional de la
nueva economía global, y con ello, las relaciones transnacionales de clase
detrás de muchas dinámicas políticas internacionales contemporáneas.
¿Entonces, por qué Trump
ha atacado a México mediante un discurso que es nacionalista, populista,
y proteccionista, para no mencionar profundamente
racista? Para contestar esta pregunta, hay que identificar una
contradicción fundamental en el capitalismo global: la globalización económica
se lleva a cabo dentro de un sistema de autoridad política basada en el estado-nación. Esta contradicción genera un sinfín de dilemas
para los estados y para la elite transnacional. La legitimidad de los gobiernos depende del crecimiento, la generación
de empleos, y la prosperidad. Pero en la época de la globalización
los gobiernos dependen de atraer a sus territorios nacionales la inversión
corporativa transnacional, lo que a cambio se logra con la provisión al capital
de los incentivos relacionados con el neo-liberalismo – la presión para abajo
sobre los salarios, la desregulación, la austeridad, etc. – que terminan agravando la desigualdad, el
empobrecimiento, y la inseguridad para las clases trabajadoras.
Para decirlo en términos académicos, los estado-naciones enfrentan una
contradicción entre su necesidad de promover la acumulación transnacional en
sus territorios y su necesidad de lograr la legitimidad política. Los gobiernos alrededor del mundo han venido
experimentando cada vez más agudas crisis de legitimidad frente a las
desigualdades sin precedente que produce la globalización. Esta situación
genera políticas desconcertantes y aparentemente contradictorias.
El Trumpismo es una
respuesta ultra-derechista a la crisis de legitimidad que descansa sobre un
mensaje populista y nacionalista dirigido en particular a aquellos sectores de
la clase obrera, desproporcionalmente blanca, que enfrentan condiciones
laborales y sociales cada vez más precarias. La fanfarronería imperial y el discurso racista, basados en parte
en despertar el sentimiento anti-mexicano y anti-inmigrante, es una apelación a
estos sectores a que canalicen su temor e inseguridad hacia una conciencia
racista de su condición.
Por lo tanto,
la agenda mexicana de Trump no puede verse separada del recrudecimiento de
la guerra contra los inmigrantes, en particular aquellos de México y de Centroamérica. La
criminalización de los inmigrantes, el fuerte incremento de las redadas y las
detenciones, y la retórica de “construir
el muro,” forman parte de una estrategia más amplia de desarticular la
organización política y la resistencia que se extienden entre las comunidades
inmigrantes en años recientes. No es de sorprenderse que la reciente
oleada de detenciones y deportaciones de inmigrantes de México y Centroamérica han hecho blanco en particular a los
dirigentes del movimiento pro derechos de los indocumentados.
Pero la economía
estadounidense y la clase capitalista transnacional dependen de la
súper-explotación de una fuerza labor en peonaje debido a la falta de derechos
ciudadanos. Los gobernantes norteamericanos han venido explorando el
reemplazamiento del sistema actual de súper-explotación de la mano de obra
inmigrante indocumentada por un masivo programa de “trabajadores visados” que sería más eficaz para conjugar la
súper-explotación con el súper-control. Así, mientras ha disparado el
número de detenciones y deportaciones de trabajadores inmigrantes en California en años recientes, el uso de
“trabajadores visados” en la
industria agropecuaria en ese estado, cuyo valor asciende a $47 mil millones de dólares, incrementó en
un 500 por ciento entre 2011 y 2017.
Todo esto no quiere decir que el discurso
populista, nacionalista, y proteccionista de Trump puede ser descartado. Este discurso está impregnado de
un racismo atroz en tanto inspira una movilización neo-fascista de los grupos
de extrema derecha en la sociedad civil norteamericana y agrava las tensiones
internacionales. Pero nos conviene ver el Trumpismo como una respuesta, ultra derechista y altamente
contradictoria y inestable, a la crisis del capitalismo global más que una política
mordaz de proteccionismo y de populismo.
- William I. Robinson es
Profesor de Sociología, Universidad de California-Santa Bárbara.
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