Amigos (as) lectores de nuestras páginas – que son también vuestras –
en esta oportunidad les presento tres Artículos muy importantes del Maestro
y Sociólogo brasileño Dr. Emir Sader – desde el pensamiento crítico latinoamericano, el pensamiento Mariateguista
– nos presenta – sobre tres realidades
histórico-políticas diferentes pero que son parte de una misma y dialéctica realidad
sobre América latina. Un comentario muy importante sobre el Libros del Vice-Presidente del Estado
Plurinacional de Bolivia Álvaro García Linera: “¿Que es una revolución?”, con el subtítulo “De la Revolución
Rusa de 1917 a la revolución de nuestros tempos”; un segundo Artículo como
hoy se combate la corrupción, pero con “Una
Judicialización Antidemocrática de la Política”, según el autor en el caso
concreto de los ex presidentes Lula y
Cristina, como uno de los poderes, como el Judicial, a como dé lugar quiere e intenta por todos los medios involucrar
en este proceso de lucha contra la corrupción, a Líderes Políticos de los movimientos Políticos Democráticos de
Izquierda,
tratando de encontrar supuestos cargos y responsabilidades, con la
finalidad de “liquidarlos de la política”,
como si es el caso de un sin-número de
Políticos que sí están comprometidos y fueron capturados por la corrupción –
entre ellos demostrado y comprobado, el
actual golpista que ilegal y anti-democráticamente conduce el Brasil. Y
finalmente, como es hoy visitar –
conocer en vivo y en directo la Bolivia actual de Evo y Álvaro, que considera
el más grande y significativo avance democrático y revolucionario del siglo
XXI. La Invitación es
para todos Ustedes distinguidos amigos(as). Un saludo revolucionario.
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LA BOLIVIA DE EVO Y DE
ÁLVARO.
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Emir
Sader.
América
latina en Movimiento.
ALAI
viernes 30 de junio del 2017.
Llego de
nuevo a Bolivia, pero no está Evo esta vez. Fue a Nueva York, a asumir la
presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ni más ni menos.
El indio presidente de Bolivia, ese país que solía estar, junto a Haití, a
Honduras, a Paraguay, entre los más pobres y desesperanzados del continente,
hoy es el que más crece, con estabilidad política, con promoción de nuevas
capas sociales y étnicas para dirigir el país desde el gobierno.
Hace ya
casi doce años, yo vine para la primera campaña electoral de Evo y de Álvaro.
Una dupla sorprendente, de sueño, que se aventuraba a disputar las elecciones
presidenciales en el país indígena que nunca había tenido un presidente
indígena.
Conforme
se terminaba la campaña iba quedando claro que ellos iban a ganar. Había dudas
sobre si ganarían en primera vuelta, incluso porque varios cientos de miles de
bolivianos no iban a poder votar, porque una extraña legislación impide
votar a los que no lo habían hecho en la elección local anterior y no se
habían inscrito de nuevo, porque no tenían la información de esa necesidad.
Pero el
conteo de los votos rápidamente no fue dejando ninguna duda. La ventaja
respecto a todos los candidatos blancos de la derecha tradicional era amplia.
El pueblo salía a las calles a conmemorar. Una indígena decía, en la calle, a
los periodistas extranjeros: “Antes ustedes venían porque nosotros tumbábamos
gobiernos. Ahora vienen porque nosotros hemos elegido a un gobierno nuestro”.
Álvaro
recibió a la prensa en un hotel de La Paz, mientras intentaba convencer a Evo
que venga desde Cochabamba, donde el conmemoraba con sus amigos y compañeros, a
presentarse a la prensa y a hablar al país como nuevo presidente de Bolivia.
Evo vino, habló y regresó para estar con su gente.
Fuimos
con Álvaro a El Alto, el pueblo plebeyo cercano La Paz, a conmemorar con la
gente, que exhibía una alegría contenida por tanto tiempo de lucha y de
sufrimiento. Fueron varios anos desde la “guerra del agua”, desde tumbar a
varios gobiernos neoliberales hasta esa indescriptible alegría de tener a uno
de los suyos para gobernar a Bolivia.
Volví a
la toma de posesión, en la ciudad indígena más antigua de Bolivia, Tiahuanaco.
Por la mañana, Evo llegó a la casa de Álvaro, de jeans, trayendo refrescos con
empanadas, para que comiéramos, antes de salir para la toma de posesión.
Conforme avanzábamos por la carretera, la gente que caminaba hacia el local de
la ceremonia descubrió que Evo estaba en una de las dos vans en que íbamos. Él
tuvo que bajar varias veces, para hablar con las personas, saludarlas y recibir
sus abrazos.
Hasta que
llegamos, Evo nos dejó y se fue a que lo vistan los que iban a presidir la
ceremonia. Yo me fui a la fila de enfrente de la inmensa multitud y me encontré
con Galeano, con quien asistimos juntos a la ceremonia. Evo reapareció vestido
como un dios indígena, por las ropas, por los que lo cercaban, por el cielo
lindo y por las ruinas que formaban el escenario imponente.
Antes de
la toma de posesión en el Palacio Quemado, el palacio presidencial, una gran
cantidad de indígenas limpiaron a la plaza para que su presidente entrara ahí
para dirigir el país. Al día siguiente de la posesión en la ceremonia indígena,
Evo tomó posesión formal y colocó, para siempre, la bandera indígena, la
whipala, a la altura de la bandera tradicional de Bolivia, mostrando que una
nueva era se iniciaba en el país.
Ya más de
una década después, Bolivia es otro país bajo la dirección de Evo y de Álvaro.
No solo las caras de los que la gobiernan cambiaron radicalmente, sino el mismo
país es otro. De uno de los países más pobre del continente, se ha convertido
en el de mayor crecimiento y más sostenido. De país de exclusión social, se ha
vuelto país de la inclusión de todos, país en que no hay más analfabetismo, en
el que más de la mitad del Congreso está compuesto por mujeres, no como
resultado de alguna ley, sino como resultado de la promoción social de la mujer
boliviana, mayoritariamente indígena.
El lanzamiento
del libro Las vías abiertas de América Latina, con Álvaro y con
Ricardo Forster, se hizo en el auditorio del Banco Central (sic) de Bolivia,
con la presencia del mismo presidente del BC. Después hicimos un lanzamiento
también en Cochabamba. Es una tradición de la Vicepresidencia de Bolivia, desde
que Álvaro García Linera asumió, desarrollar actividades de debate, de
formación política, de impresión y de divulgación de libros, incluida la mejor
y la más bonita revista del pensamiento crítico latinoamericano: La
Migraña.
Ir a la Bolivia de Evo y de Álvaro es visitar lo mejor, lo más
avanzado, lo más audaz que América Latina ha producido en este siglo.
- Emir
Sader, sociólogo y científico político brasileño, es
coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de
Rio de Janeiro (UERJ).
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AMÉRICA LATINA: LA
JUDICIALIZACIÓN ANTIDEMOCRÁTICA DE LA POLÍTICA.
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Emir Sader.
América latina en Movimiento.
ALAI jueves 22 de junio del 2017.
Además de
las acusaciones a grandes líderes populares latinoamericanos como Lula y
Cristina de supuesto involucramiento con casos de corrupción, para intentar
pasar la idea de que todos los políticos son corruptos, otras acusaciones,
igualmente significativas, intentan criminalizar los actos de gobierno.
En el
caso de Cristina, se intenta transformar en caso judicial la política cambiaria
de su gobierno, que puede ser discutida como política de gobierno, pero nunca
criminalizada. Para hacerlo, intentan pasar la idea de que esa política habría
traído ventajas financieras para la ex-presidenta y para su ex-ministro de
economía. Se trata de ir acumulando sospechas que, aunque sin fundamento, vayan
generando niveles de rechazo a grandes líderes populares, para intentar
ponerles techo a su popularidad e ir generando una imagen de involucramiento
con irregularidades.
En el
caso de Lula pasa algo igual. Como no han encontrado ninguna prueba de algún
tipo de involucramiento con corrupción y su popularidad no deja de crecer,
buscan condenarlo no con pruebas, como confiesan que no tienen, sino con
“convicciones”, como si estas pudieran fundamentar alguna condena judicial. En
contra de Lula se agregan políticas de su gobierno, de promoción de los intereses
de empresas brasileñas, con financiamientos públicos y con promoción
internacional de esas empresas. Como no pueden concebir que Lula lo haya hecho
por el interés del país, tratan de adjudicarle alguna ventaja a cambio de esas
promociones. Un departamento que Lula nunca compró, un sitio que nunca fue de
su propiedad, algo que pudiera demostrar que Lula actuó en función de intereses
personales (como suele ser el caso de los gobernantes de derecha).
Para
confirmar esa forma antidemocrática de intentar excluir a políticos de gran
arraigo popular de la disputa electoral y de la vida política, quitando de las
manos del pueblo el derecho de decidir sobre sus destinos, en Colombia surge un
caso similar. El ex-alcalde Bogotá, Gustavo Petro, candidato de la izquierda a
las elecciones presidenciales del país, es blanco de un no menos espantoso
proceso que intentar sacarle de la disputa electoral, además de llevarlo a la
bancarrota personal, con multas de varias decenas de millones de dólares por
una política de tarifas diferenciadas en trasporte urbano, cuando fue alcalde
de la capital colombiana.
Se puede,
como en los casos de Cristina y de Lula, discutir las políticas públicas de
Petro, pero nunca criminalizarlas, menos todavía cuando tienen un carácter
claramente popular y democratizador.
La
operación, además de los ataques personales a esos líderes, incluye la
criminalización de las políticas de carácter público, la judicialización de los
programas de gobierno, el ataque a las acciones de los Estados, considerando
que perjudican los intereses del país. ¿Pero quiénes son los que acusan, quien
les dio representación democrática en el Estado de Derecho, para intentar
descalificar a gobiernos y políticas escogidas por el voto popular, por la vía
democrática?
Es una
nueva vía de intentar inviabilizar a gobiernos democráticos. En los tres casos,
Cristina, Lula y Petro, representan asimismo las alternativas de izquierda en
las próximas elecciones de Argentina, Brasil y Colombia, tres países
fundamentales en la región. Argentina y Brasil fueron los ejes de los procesos
de integración regional, que tanta incomodidad ha producido en la derecha de
nuestros países, así como en los EEUU. Colombia tiene como alternativa de la
derecha a Vargas Lleras o al candidato que lance Uribe. Petro aparece en
segundo lugar en las encuetas o incluso empatado en primero lugar.
La
democracia parece que, cada vez más, ahoga a la derecha, la condena a la
derrota. Sus políticas neoliberales chocan no solo con los intereses de la gran
mayoría de la población, sino también con la misma democracia.
En Brasil
un llamado Instituto Millenium esta semana ha llamado la atención sobre cómo
las elecciones del 2018 ponen en riesgo las (contra) reformas que la derecha
trata de poner en práctica mediante un golpe y por medio de un gobierno que
tiene el 2% de apoyo (con el margen de error, puede tener cero o menos que
cero). El neoliberalismo choca frontalmente con la democracia y con los
intereses de nuestros pueblos. De ahí que busquen, ahora de nueva forma, mediante la
judicialización de la política, burlar la democracia y la voluntad popular.
- Emir
Sader, sociólogo y científico político brasileño, es
coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de
Rio de Janeiro (UERJ).
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LA REVOLUCIÓN RUSA SEGÚN GARCÍA LINERA.
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Emir Sader.
América Latina en Movimiento.
ALAI lunes 19 de junio del 2017.
¿Qué
visión puede tener un revolucionario del siglo XXI en América Latina, sobre la
epopeya de los bolcheviques 100 años después? Nadie mejor que Álvaro García
Linera, para hacer una relectura de la revolución bolchevique, en su
centenario.
En el
libro “¿Que es una revolución?”, con el subtítulo “De la Revolución
Rusa de 1917 a la revolución de nuestros tempos”, (Editorial Akal) García
Linera rehace toda la trayectoria y las narrativas que se han hecho sobre la
Revolución Rusa en un texto denso y lleno de elementos para pensar la
contemporaneidad de la revolución.
Antes que
todo García Linera constata la dimensión del fenómeno en sus proporciones
históricas: “La revolución soviética de 1917 es el acontecimiento político mundial
más importante del siglo XX, pues cambia la historia moderna de los Estados,
escinde en dos y a escala planetaria las ideas políticas dominantes, transforma
los imaginarios sociales de los pueblos devolviéndoles su papel de sujetos de
la historia, innova los escenarios de guerra e introduce la idea de otra opción
(mundo) posible en el curso de la humanidad”.
La
Revolución Rusa anunció el nacimiento del siglo XX, poniendo la revolución como
“referente moral de la plebe moderna en acción”. “Revolución se
convertirá en la palabra más reivindicada y satanizada del siglo XX”.
Por ello,
“en los últimos 100 años morirán más personas en nombre de la revolución que en
nombre de cualquier religión”, con la diferencia de que “en la revolución, la
inmolación es a favor de la liberación material de todos los seres humanos”.
Enseguida
García Linera encara la revolución como “momento plebeyo”, que es “la sociedad
en estado de multitud fluida, autorganizada, que se
asume a sí misma como sujeto de su propio destino”, antes de definir el
significado de la Revolución Rusa. Linera critica enseguida a las visiones
reduccionistas de la Revolución Rusa, las que la reducen a la toma del Palacio
de Invierno y a la instauración de un nuevo gobierno. “La
revolución no constituye un episodio puntual, fechable y fotografiable, sino un
proceso largo, de meses y de años, en el que las estructuras osificadas de la
sociedad, las clases sociales y la instituciones se licuan y todo,
absolutamente todo lo que antes era sólido, normal, definido, previsible y
ordenado, se diluye en un ‘torbellino revolucionario’ caótica y creador”.
La
combinación extraordinaria de una serie de eventos y factores es lo que hace la
revolución posible: “Las revoluciones son acontecimientos excepcionales,
rarísimos, que combinan de una manera jamás pensada corrientes de lo más
disimiles y contradictorias, que lanzan a la sociedad entera, anteriormente
indiferente y apática, a la acción política autónoma”, consagrando
la imagen clásica del “viejo topo”. Una revolución, según García Linera,
“es, por excelencia, una guerra de posiciones y una concentrada guerra de
movimientos”, aproximando a Lenin de Gramsci. En la intensa lucha
ideológica previa, los bolcheviques se van volviendo políticamente hegemónicos
en las clases subalternas. “En realidad, la insurrección de octubre simplemente
consagró el poder real alcanzado por los bolcheviques en todas las redes
activas de la sociedad laboriosa”, que “se presenta más que como ‘dualidad de
poderes’, como ‘multitud de poderes locales’”.
Así, para
García Linera, la contraposición entre revolución y democracia es un falso
debate, porque una “revolución es la realización absoluta de la democracia”. De
la misma forma que es una interpretación equivocada considerar que las
revoluciones son un tipo de “guerra de movimientos”, imposible sin una “guerra
de movimientos” que construye, a lo largo del tiempo, las condiciones del
triunfo revolucionario. Por ello Lenin defiende el concepto de “frente único”
en los debates de la Internacional Comunista, explicitado por Gramsci sobre las
sociedades orientales y occidentales.
Hay un
aspecto universal de la revolución soviética, que se radica “en la victoria
cultural, ideológica, política y moral de las corrientes bolcheviques en la
sociedad civil”. Enseguida García Linera retoma los términos con lo que
caracterizó las etapas de la revolución boliviana, al enfocar las relaciones
entre el momento jacobino leninista y el momento gramsciano hegemónico. Él se
refiera al momento jacobino como “el punto de bifurcación de la
revolución”, que no tiene que ver con un momento de ocupación de instalaciones
del viejo poder, ni del desplazamiento de las viejas autoridades. “Las
revoluciones del siglo XXI muestran que esto último llega a realizarse por vía
de elecciones democráticas.”
“El punto de bifurcación o momento jacobino es este epitome
de las luchas de clase que desata una revolución”, es “un tiempo donde los discurso enmudecen, las
habilidades de convencimiento se repliegan y la querella por los símbolos
unificadores se opacan”. En la revolución cubana fue la batalla de
Girón, en el gobierno de Allende el golpe de Pinochet, en Venezuela el paro de
actividades de PDVSA y el golpe de Estado en 2002, en Bolivia el golpe de
Estado cívico-prefectural de septiembre de 2008. La importancia de ese momento
“jacobino-leninista” radica en instituir “de forma duradera, el monopolio de la
coerción, de los impuestos, de la educación pública, de la liturgia del poder y
de la legitimidad político-cultural”. Esa combinación inseparable de los
momentos “hace que una revolución con un momento gramsciano sin un momento
leninista sea una revolución trunca, fallida”.
El libro
desemboca en la discusión de lo que es el socialismo. García Linera incorpora
la idea de que se una revolución no se propaga a otros países termina
agotándose. Frente a esa y a otras dificultades, observa: “Uno
desearía hacer muchas cosas en la vida, pero la vida nos habilita simplemente a
hacer algunas. Uno desearía que la revolución fuera lo más diáfana, pura, heroica,
planetaria y exitosa posible – y está muy bien trabajar por ello - , pero la
historia real nos presenta revoluciones más complicadas, enrevesadas y
riesgosas. Uno no puede adecuar la realidad a las ilusiones, sino todo lo
contrario: debe adecuar las ilusiones y las esperanzas a la realidad, a fin de
acercarla lo más posible a ellas, abollando y enriqueciendo esas ilusiones a
partir de lo que la vida real nos brinda y enseña”.
En el
análisis concreto da la dinámica de la revolución rusa, García Linera advierte
de que “ninguna revolución tiene un contenido predeterminado”, lo que fue
generando el carácter de la revolución rusa fue la forma como los bolcheviques
fueron encarando las trasformaciones revolucionarias. “El
socialismo no es la estatización de los medios de producción”, sino,
en términos leninistas: “no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al
servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado
de ser monopolio capitalista”.
“... el socialismo jamás podrá ser
la socialización o la democratización de la pobreza, porque fundamentalmente es
la creciente socialización de la riqueza material.” “A contracorriente de lo
que la izquierda mundial creyó durante todo el siglo XX, la estatización de los
grandes medios de producción, de la banca y del comercio, no instaura un nuevo
modo de producción ni instituye una nueva lógica económica -mucho menos el
socialismo- , porque no es la socialización de la producción”. “En otras
palabras: uno de los fetiches de la izquierda fallida del siglo XX: ‘la
propiedad del Estado es sinónimo de socialismo’, es un error, una impostura.
Incluso hoy se tiene un izquierdismo deslactosado que, desde la cómoda
cafetería en la que planifica terribles revoluciones a partir de la espuma del
capuchino, le reclama a los gobiernos progresistas más estatizaciones para
instaurar el socialismo inmediatamente”.
En parte
final del libro García Linera se detiene en una de sus (justas) obsesiones
actuales: el rol importante de la resolución de los problemas económicos y su
rol de conquista de tiempo. En él, se demuestra el fracaso total del comunismo
de guerra y como Lenin justifica e introduce a la NEP, para organizar la
economía soviética en las condiciones de enorme retroceso social provocado por
las devastaciones del país.
“La
regla básica del marxismo de que la base material de la sociedad influye en las otras
esferas, no siempre es tomada en cuenta por los revolucionarios, que pueden
llegar a sobredimensionar la voluntad y la acción política como motores de cambio”.
Sin embargo, “sin base material, no existen potencialidades
revolucionarias que espolear y, por tanto, devienen en impotencia discursiva”. “La NEP derrumba
buena parte de las ilusas concepciones pre-constituidas acerca de la
construcción del socialismo, ayuda a precisar lo que el socialismo es en
realidad y fija con claridad las prioridades que una revolución en marcha debe
resolver.”
“El socialismo como construcción
de nuevas relaciones económicas no puede ser una construcción estatal ni una decisión
administrativa; sino, por encima de todo, una obra mayoritaria, creativa y
voluntaria de las propias clases trabajadoras que van tomando en sus manos la
experiencia de nuevas maneras de producir y gestionar la riqueza”.
Así, “la lucha
por un nuevo sentido común y estructuras organizativas de las clases laboriosas
son las tareas fundamentales en el proceso revolucionario”. “La economía y la
revolución mundial representan entonces las preocupaciones post
insurreccionales”.
“En
síntesis, el socialismo es un larguísimo período histórico de intenso antagonismo
social, en el que, en lo económico, las relaciones capitalistas de producción y
la lógica del valor de cambio siguen vigentes, pero que, en su interior, desde
sus entrañas, en el ámbito local, nacional, surgen una y otra vez incipientes,
intersticiales y fragmentarias formas de trabajo comunitario, asociado, que
pugnar por expandirse a escalas regionales y nacionales”. “El socialismo no es
pues un modo de producción ni un destino. Es un espacio histórico de intensas
luchas de clases...”.
¿Por qué fracasó la revolución soviética? Porque logró ensamblarse con otras revoluciones. Y porque el
Estado asumió el protagonismo de los cambios y las decisiones sociales, lo cual
es el camino rápido del fracaso. Pero quedó de esa revolución la experiencia
mas prolongada de una revolución social.
“Hoy recordamos la revolución
soviética porque existió, porque por un segundo despertó en los plebeyos del
mundo la esperanza de que era posible construir otra sociedad...”. “Pero también
la recordamos porque fracasó de manera estrepitosa, devorando las esperanzas de
toda una generación de clases subalternas”.
Aunque
citando a García Linera ampliamente,
para darle la palabra de forma textual, aunque sea un libro relativamente
pequeño –cerca de 100 páginas -, estoy seguro de que hay muchos otros
argumentos que vale la pena que sean considerados por nosotros hoy. Pero bastan
esos para que se reafirme que la mejor fuente para encarar el pasado, el
presente y el futuro, es la práctica revolucionaria, que permite a García Linera extraer ese conjunto de
extraordinarias lecciones. En comparación con seminarios tristes, encerrados en
claustros académicos, celebrados sobre los cien años de la revolución de 1917,
lejos de la realidad histórica y política contemporánea, este es un texto más
de García Linera que lo reafirma como el
mejor y el más importante intelectual latinoamericano contemporáneo.
- Emir
Sader, sociólogo y científico político brasileño, es
coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de
Rio de Janeiro (UERJ).
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