En plena crisis
del capitalismo, en varios países donde esta crisis se concentró en la pequeña
y media empresa, - la crisis golpeó fuerte y los propios gobiernos abandonaron completamente cualquier proceso de apoyo o
salvamento de estas pequeñas y medianas empresas, donde está concentrada real y objetivamente más del 70% de la PEA de
cada país - los propietarios abandonaron
por completo, despidieron a sus trabajadores, burlando todos sus Derechos, pero siempre garantizando el pago a
los acreedores, entre ellos, los bancos y sus propias inversiones. Esta es una práctica muy común en América
latina, en especialmente en las dos últimas décadas del siglo XX donde la crisis
del capitalismo y la dependencia pegó con fuerza a los derechos de los trabajadores.
Tiempos de las dictaduras, del aumento de
la deuda externa, de la corrupción generalizada, del atraso y destrucción del
proceso de industrialización, que en parte se había iniciado a finales de la
década de los 60’ del siglo XX, tiempos del surgimiento de los Paraísos Fiscales.
Lo
Trabajadores por lo general abandonados, cesados, despedidos de sus trabajo, sin horizontes claros y definidos, pero con fuerza de la Unión, y Dignidad como
Proletarios, como explotados Aprendieron
la LECCIÓN, lección que FUE MUY BIEN APRENDIDA. Los
Trabajadores, organizados,
asumieron en momentos muy difíciles y de abandono total del empresario, la CONDUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE LA EMPRESA y todos ellos organizados y con la experiencia
de la LUCHA SINDICAL, continuaron
con su producción, buscando nuevos caminos, nuevas vías de apoyo, solidaridad
incluso hipotecando lo que aún quedaba de sus derechos para obtener CREDITOS y volver a funcionar la Empresa, pero con la GARANTÍA
LEGAL de que eran los TRABAJADORES los ”nuevos Propietarios” quienes hacían
resurgir – como el ave fénix, la empresa de las cenizas – del fracaso del empresario
y víctimas directas de la propia crisis del capitalismo. El TRABAJADOR, logró salir adelante con su nueva experiencia, por lo general fueron exitosos e incluso
muy competitivos en el mundo de los tiempos iniciales de la globalización, sin embargo, la voracidad del empresario, las
leyes que lo protegen, llegó momentos en los cuales, con el apoyo del Estado – ahora sí presente, con su conjunto de
funcionarios – arrebataron estas experiencias de los trabajadores organizados
en la NUEVA EMPRESA. Saludamos esta experiencia
de los Trabajadores GRIEGOS, que la SOLIDARIDAD, LA
UNIDAD Y LA DIGNIDAD COMO TRABAJADORES, SEA LA GUÍA CENTRAL CONDUCTORA DE ESTA
NUEVA EXPERIENCIA.
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Cartel
de publicidad de uno de los productos de limpieza de la fábrica Viome.
***
LOS TRABAJADORES
DE ESTA FÁBRICA GRIEGA DEMUESTRAN CÓMO ENFRENTARSE AL CAPITALISMO.
*****
Aditya Chakrabortty.
The Guardián/El diario.
Viernes 21 de julio del 2017.
- Un valiente grupo de trabajadores se ha convertido en ejemplo para Reino
Unido y el resto de Europa al tomar el control de su lugar de trabajo
- Los dueños, en quiebra, huyeron y los trabajadores son ahora los dueños
de la fábrica. No hay jerarquías y todos tienen el mismo salario
Uno podría llamar a los
hombres y mujeres de VIOME trabajadores
de fábrica, pero eso no sería ni la mitad. Prueba con esto: de las personas más
valientes que he conocido nunca. O con esto: organizadores de uno de los
experimentos sociales más llamativos en la Europa contemporánea. Y con esto
otro: una lección diaria de Grecia al
Reino Unido del Brexit, tanto en la forma de trabajar como en la forma de
hacer política.
En
el punto más alto de la crisis griega en 2011, el personal de VIOME fichó y empezó a trabajar para
enfrentarse a un dilema existencial. Los dueños de la empresa estaban en
quiebra y habían abandonado la fábrica, situada en la segunda ciudad más grande
de Grecia, Tesalónica. Desde este
momento, el guión se escribió prácticamente solo: la fábrica, que producía
químicos para la industria de la construcción, se iba a cerrar. Habría despidos
inmediatos y se hundiría a decenas de familias en la pobreza. Y viendo que
Grecia estaba en la mayor depresión económica jamás vista en la Unión Europea,
las posibilidades de que los trabajadores consiguiesen otro empleo eran
prácticamente nulas.
Así
que decidieron ocupar su propia fábrica. No solo eso, sino que la han
puesto patas arriba. Pasé un par de días allí hace unas semanas informando
para Vice News Tonight on HBO y ahora parece una fábrica
normal. Tras la fachada, se ha convertido en el equivalente político a la
cabina Tardis [cabina de la serie británica Doctor Who que
se caracteriza por ser mucho más grande por dentro que por fuera]: cuanto más
miras al interior, mayor es su importancia.
Para
empezar, no hay jefes. No hay jerarquía y todo el mundo tiene el mismo sueldo.
Tradicionalmente, las fábricas trabajan de acuerdo a un modelo de trabajo en
cadena, donde cada persona realiza una labor de uno o dos minutos durante todo
el día, todos los días: Yo pongo la pantalla, tu el protector y ella mete el
iPhone en la caja. Aquí, todo el mundo se reúne a las 7 de la mañana para tomar
un café griego negro y hablar sobre lo que hay que hacer. Es en ese momento
cuando se reparten las tareas. Y, sí, se turnan para limpiar los baños.
A
ver si nos entra en la cabeza. Un puñado de hombres y mujeres de mediana edad
que han pasado toda su carrera recibiendo órdenes a modo de ladridos sobre lo
que tenían que hacer y cuándo hacerlo han tomado el control de su lugar de
trabajo y de su futuro laboral. Se han convertido en sus propios jefes. E
inmediatamente se han alineado a los principios de la máxima igualdad posible.
“Antes solo hacía una cosa
y no tenía ni idea de lo que hacía el resto”. Así recuerda Dimitris
Koumatsioulis la fábrica cuando empezó a trabajar en 2004. ¿Y ahora? “Todos
estamos unidos. Hemos olvidado el concepto de 'yo' y podemos funcionar
colectivamente como 'nosotros'”.
El
otro gran cambio se ha producido entre la fábrica y sus vecinos. Cuando los
trabajadores “recuperaron” su lugar de trabajo (por utilizar el concepto
local), solo lo pudieron conseguir con la ayuda de los residentes de la ciudad.
Cada vez que llegaban los representantes de los antiguos dueños para requisar
el equipo de la fábrica, tal y como les había permitido un tribunal, centenares
de residentes formaban una cadena humana en frente de la fábrica (contacté con
los abogados de VIOME, pero a pesar
de las promesas, no llegó ninguna declaración).
Cuando los trabajadores
preguntaron a la comunidad local qué deberían empezar a producir, una solicitud
era dejar de hacer productos químicos de construcción. Ahora fabrican en su
mayoría jabón y detergentes ecológicos: más limpio, más verde y más agradable
para el olfato de sus vecinos.
El
personal de la fábrica utiliza el edificio como punto de reunión para
refugiados locales y he visto cómo se entregaban las oficinas a médicos para
convertirlas en una clínica para trabajadores y vecinos. El sistema
sanitario griego se ha destruido por los recortes en el gasto, en ocasiones el
trato a los refugiados es espantoso; y en ambos casos, los trabajadores de VIOME están haciendo todo lo que pueden
para reemplazarlos.
Donde
el Estado ha colapsado, el mercado se ha quedado corto y los jefes han huido,
estos 26 trabajadores están intentando llenar el vacío. A estas personas les ha
fallado el capitalismo; y ahora rechazan el capitalismo en sí mismo como un
fracaso.
Otro
veterano, Makis Anagnostoy, habla de
cómo su fábrica es la prueba de que “una
economía alternativa es posible”. Compara esto con el modo en que
normalmente pensamos sobre el trabajo. En cualquier gran fábrica u oficina, los
guardias de seguridad mantienen a raya al mundo exterior. En la puerta, dejas
tus principios a un lado y escuchas a los jefes. Incluso se habla sobre la
conciliación entre vida personal y vida laboral como si fuesen polos opuestos.
En VIOME, esto se combina. Uno de
los resultados es un fuerte vínculo de lealtad entre los trabajadores y su
comunidad.
La tarde en que llegué,
una multitud de personas se presentó para recaudar fondos. Se sentaron en
sillas de plástico en medio del almacén y vieron una obra de Dario Fo,
representada por una compañía nacional de teatro. La actriz principal modificó
algunas de sus líneas para referirse a este lugar y a este negocio: “Venden sus
jabones por todos lados ¡Y todo el mundo los compra!”. El público aplaude
mientras a algunos se les saltan las lágrimas.
VIOME es
valiosa, pero también es frágil. Desde el tejado del edificio se puede ver la
inmensa área propiedad de la empresa matriz. Solía emplear a 350 personas;
ahora, los 26 hombres y mujeres operan desde un pequeño rincón del terreno.
Ganan
lo mismo que si estuviesen recibiendo la prestación por desempleo. Y cuando cae
la noche, uno de los trabajadores se queda de guardia —por si acaso vuelve el
antiguo dueño—. Durante el día, una serie de barriles vacíos actúan a modo de
barricada.
Por
todas sus debilidades, VIOME ofrece
una lección en política a cualquier visitante británico. Un año después del
referéndum de permanencia en la UE, los británicos han entrado en una era de
una soberanía estúpida. Los acomodados políticos aseguran que lo han “pillado”. Hacen que escuchan, pero
solo escuchan las respuestas que quieren. A los disidentes se les dice que “están menospreciando Reino Unido”.
Cualquier brote de democracia, tal como puede ser que el Partido Laborista
quiera más voz de sus representantes, se aplasta como un ejemplo de ley de la
calle.
Mientras
tanto, la política en Reino Unido se
vende como lo que un aspirante a tory alfa le dijo a otro en una recepción con
champán. Desde Tesalónica, ves todo eso como la mentira que realmente es.
¿Recuperar el control? Simplemente dar la posibilidad a Alexander Boris de Pfeffel Johnson de poner alguna carita en
horario de máxima audiencia. ¿Referéndums? Llenos de mentiras y alarmismo.
Si estás cansado de antiguos
ex alumnos jugando al populismo, ven a ver cómo es la democracia cuando la pone
en práctica la gente. VEN A VIOME.
Traducido por Javier
Biosca Azcoiti.
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