ESCLAVITUD EN
BRASIL, UN TRISTE RÉCORD EN LA OCTAVA ECONOMÍA DEL MUNDO.
Brasil, el mayor
productor de café, emplea mano de obra esclava en sus plantaciones. Un problema
ligado a los intereses de la Bancada ruralista, el grupo más poderoso del
Parlamento.
Brasil, el mayor productor de café del mundo, emplea mano de obra esclava e
infantil en sus plantaciones. Y peor aún, dos grandes
multinacionales del sector, Nestlé,
con sede en Suiza, y la holandesa Jacobs
Douwe Egberts, que juntas controlan el 40% de las ventas mundiales de ese
producto, eran consientes de esta situación y, por lo
tanto, han sido cómplices de estos cultivadores esclavistas. Es lo que se
desprende del estudio ‘Café
amargo’, realizado por la ONG Danwatch.
Otro informe publicado
este mes por Catholic Relief Services,
la agencia internacional humanitaria de la comunidad católica de los Estados
Unidos, en colaboración con la ONG
Repórter Brasil, denuncia situaciones de trabajo forzado y esclavitud en 15 granjas que producen café. Los inspectores brasileños se encontraron con trabajadores agrícolas “sometidos a
trabajos forzados y extenuantes, en condiciones degradantes,
además de servidumbre por deudas”, lo que el Gobierno del país tropical
considera “condiciones análogas a la esclavitud”. En algunos casos,
los trabajadores soportaban jornadas de 11 horas y vivían en casas sin baño,
con un suministro de agua no apta para el consumo humano.
“Durante muchos años, las fiscalizaciones del Gobierno brasileño
han estado centradas en
el sector ganadero y en el área de extracción de carbón. Con el paso
del tiempo, otras áreas rurales comenzaron a ser investigadas, como la
producción de la caña de azúcar o la reforestación. Por esta razón, solo ahora
tenemos acceso a datos sobre esclavitud
en el sector del café”, explica a El Confidencial André Micalli
Campos, investigador de la ONG Repórter Brasil, una
organización fundada en 2001 por periodistas, científicos sociales y educadores
para denunciar las violaciones de los derechos fundamentales de los
trabajadores.
BRASIL fue el primer país del
mundo que, en 1995, reconoció la existencia del trabajo esclavo. Entre 1996 y 2014, unos 48.700
esclavos han sido liberados. En teoría, el artículo 149 del
código penal brasileño considera un crimen someter al trabajador a condiciones
degradantes, jornadas exhaustivas, servidumbre por deuda o cualquier tipo de
trabajo forzoso. A pesar de las
políticas públicas implementadas en el país tropical para combatir el
trabajo esclavo, que han sido incluso reconocidas internacionalmente, muchos
especialistas temen que Brasil esté emprendiendo un camino que le llevará a un
retroceso. “La situación actual es muy preocupante. Los que trabajamos en esta
área ni siquiera soñamos con conquistar nuevos derechos. El principal objetivo es no perder
lo que ya conquistamos”, señala Micalli.
Curiosamente, algunos parlamentarios son responsables
de implementar prácticas esclavistas, casi siempre amparados por la impunidad.
El último caso ha saltado a la actualidad el pasado 3 de abril, en plena
histeria pre 'impeachment'. Beto Mansur,
diputado federal por el Partido Republicano Brasileño, ha sido condenado por el
Tribunal Superior del Trabajo a pagar una multa de 200.000 reales (50.000
euros) por “daño moral colectivo”. Su delito: haber empleado mano de obra esclava e infantil en
su hacienda de Bonópolis, en el estado de Goiás. La fiscalización ha
detectado la presencia de trabajadores en condiciones precarias, alojados en
barracones con techo de plástico y paja, que dormían sobre el suelo, sin baño y
sin acceso al agua potable.
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EUROPA: COMBATIENDO LA
ESCLAVITUD EN LAS PLANTACIONES.
Miles de personas migrantes
explotadas por Empresarios sin escrúpulos.
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Giorgio Trucchi.
Rel-UITA.
Sábado 22 de julio del
2017.
El drama de miles de personas migrantes que trabajan
en condiciones de semiesclavitud en las
plantaciones de la península
italiana va paulatinamente despertando preocupación en varios ámbitos de la
vida nacional. La aprobación de una ley que castiga con fuerza la explotación
laboral demuestra que sí es posible hacer algo para acabar con esta ignominia.
Largas y extenuantes jornadas de trabajo, salarios indignos, falta absoluta de las normas mínimas de seguridad e higiene, hacinamiento en las barracas donde viven, condiciones de precarización laboral absoluta, son solamente algunas de las graves violaciones que sufren los obreros agrícolas, en su mayoría migrantes, en las plantaciones italianas y de otros países de Europa.
Largas y extenuantes jornadas de trabajo, salarios indignos, falta absoluta de las normas mínimas de seguridad e higiene, hacinamiento en las barracas donde viven, condiciones de precarización laboral absoluta, son solamente algunas de las graves violaciones que sufren los obreros agrícolas, en su mayoría migrantes, en las plantaciones italianas y de otros países de Europa.
Son miles de seres humanos explotados bajo el sistema de caporalato [1],
cuyo sufrimiento enriquece tanto al capataz
(caporale) que contrata la mano de obra, como el empresario agrícola
que se desinterese de las condiciones laborales de estas personas.
Las zonas más afectadas son las regiones del sur de
Italia, aunque el fenómeno ya se ha extendido prácticamente a todo el país. Son
plantaciones de cítricos, tomates, manzanas, sandías, uva, hortalizas, pero
también hay una fuerte presencia en el sector pecuario.
La mano de obra migrante empleada en las plantaciones
proviene principalmente del Este Europeo
(Rumania y Bulgaria), África del Norte
(Marruecos y Túnez) y de Asia
(Punjab/India). En menor cantidad de África
Central (Senegal y Camerún).
La FLAI y la
tutela de los derechos.- Contacto y mediación cultural.
Ante una situación que se hace cada día más insostenible, la Federación de Trabajadores de la Agroindustria (FLAI), que integra la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), ha iniciado un minucioso trabajo de contacto, mediación cultural y tutela de los derechos de los obreros y obreras agrícolas.
Ante una situación que se hace cada día más insostenible, la Federación de Trabajadores de la Agroindustria (FLAI), que integra la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), ha iniciado un minucioso trabajo de contacto, mediación cultural y tutela de los derechos de los obreros y obreras agrícolas.
“Todas estas personas, incluyendo a los italianos,
entran al mercado laboral de manera ilegal, es decir a través del caporalato. Y lo aceptan porque
necesitan trabajar y no tienen alternativas”, dijo a La Rel, Pietro Ruffolo, coordinador
para las políticas europeas de la FLAI.
Muchas veces este mecanismo perverso de explotación
está relacionado con el crimen organizado y el control que las mafias tienen
sobre los territorios y las actividades productivas. Para las trabajadoras esto
se convierte en doble explotación: laboral y sexual.
De acuerdo con el último informe de la FLAI sobre la relación entre crimen
organizado y agricultura (Agromafias
y caporalato [2]), la
infiltración de la mafia en la cadena agroalimentaria italiana y el control del
sistema de caporalato generaría una economía oculta valorada entre 14 y 17,5
mil millones de euros.
Las personas sometidas a explotación en las plantaciones
son entre 400 y 430 mil.
“El corazón de nuestra actividad está puesto en el
contacto permanente con las trabajadoras y trabajadores para relacionarnos con
ellos, escuchar sus problemáticas y necesidades, concientizarlos sobre sus
derechos y la importancia de organizarse.
El paso sucesivo es lograr romper el miedo para que,
con nuestro acompañamiento legal, denuncien los atropellos que sufren y hagan
el primer paso para defender sus derechos”, explicó Ruffolo.
Una ley contra
el caporalato.- Los empresarios son corresponsables.
Durante más de una década, la FLAI ha luchado para que se aprobara una ley contra el sistema de caporalato, que sancionara también a los empresarios coludidos con esta práctica delincuencial.
Durante más de una década, la FLAI ha luchado para que se aprobara una ley contra el sistema de caporalato, que sancionara también a los empresarios coludidos con esta práctica delincuencial.
“En este sistema, el caporale y el empresario son
igualmente responsables y deben ser castigados por sus acciones. Para nosotros
era imprescindible que la nueva ley recogiera este principio”, manifestó el
dirigente sindical.
La muerte, entre mayo y junio del 2015, de cuatro obreros agrícolas en el sur de Italia desencadenó
una fuerte reacción social, que obligó a la clase política acelerar el proceso
de discusión y aprobación de la ley.
En octubre del 2016, el Parlamento aprobó el texto
definitivo que consta de 9 artículos, y que prevé la detención de 1 a 6 años para aquellos empresarios
que se les haya responsables del delito de “explotación de mano de obra a
través del uso de caporales”.
En caso de reincidencia en el delito o de violencia
contra el trabajador, la pena se eleva hasta 8 años de cárcel.
De darse la detención del empresario, la actividad
económica continuará bajo el mando de un interventor y los trabajadores podrán
seguir desempeñando sus labores, pero asegurándoles las condiciones
contractuales previstas por la legislación laboral.
“La ley está
comenzando a funcionar y ya se han dado varias detenciones en diferentes
regiones de Italia.
Ahora hay que defenderla, porque ya se está
conformando un frente empresarial que presiona a sectores de la política para
que se reforme e incluso se derogue”, concluyó
Ruffolo.
Notas:
[1] Sistema de explotación de mano de obra irregular basado en la figura de un capataz ilegal, el caporale.
[1] Sistema de explotación de mano de obra irregular basado en la figura de un capataz ilegal, el caporale.
[2] http://www.flai.it/osservatoriopr/
Fuente: Rel-UITA.
Fuente: Rel-UITA.
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