miércoles, 12 de julio de 2017

PERÚ: INFORMALIDAD versus ILEGALIDAD. REVISANDO CONCEPTOS.

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ECONOMÍAS TRANSGRESORAS.- INFORMALIDAD Y DELITO.- Existe la idea de que tenemos varias economías en el Perú, pero en realidad todas funcionan en un solo sistema que se retroalimenta mutuamente de actividad formal, informal y delictiva. Hay necesidad por lo tanto de encontrar soluciones de conjunto, que apunten a una reforma profunda del Estado y a la reestructuración productiva del país que termine con la informalidad y el delito. De esta manera podremos brindar trabajo decente a los peruanos y garantizar un desarrollo sano y sostenible para todos. Otra Mirada.

UNA ECONOMÍA CON VARIAS CARAS.- Es ya un lugar común de las últimas décadas decir que buena parte de la economía peruana es informal, es decir que las unidades productivas y el trabajo que se realiza en ellas no se ha registrado legalmente. Asimismo, empieza a ser también corriente señalar que otra parte es delictiva, que se da no sólo al margen de la legalidad sino en contra de ella. Ha existido, asimismo, por lo menos desde la década de 1980, un debate sobre la solución frente a lo que se considera un grave problema para el desarrollo e incluso la viabilidad del Perú como país. Ha abundado desde el poder el señalamiento de que la informalidad era un problema de papeles. Había necesidad, nos dijo en su momento Hernando de Soto, de legalizar la propiedad que los informales habían obtenido en la ciudad por la vía de la invasión, para que pudieran valorizar sus activos y entrar en el mercado. De igual forma, sucesivos gobiernos han tratado de aliviar la carga laboral y burocrática de las empresas, principalmente rurales y pequeñas, para facilitar su legalización. Sin embargo, treinta años después y tras muchos programas, planes y leyes, seguimos con una situación más aguda todavía.

¿De qué se trata? ¿Tenemos acaso una economía formal y moderna por una parte y otra informal y atrasada que procrea el delito por otra? No, de ninguna manera, todo indica que nuestra economía es una sola. La parte denominada moderna o formal, que si la medimos por la cantidad de riqueza es largamente la más importante, no lo es tanto, si se toma en cuenta la cantidad de trabajo con derechos que produce, y que es tan solo una pequeña porción del trabajo de toda la economía. Sin embargo, la producción de esta riqueza no sería posible si es que no existieran importantes lazos con las “otras economías”, la informal y la delictiva. Solo como ejemplo es el de la minería ilegal, criminal.

Para empezar, la existencia de trabajo informal, con peores condiciones a las señaladas por la ley, mantiene bajo el salario en el sector moderno de la economía y a una gran masa laboral en condición total o parcial de “ejército de reserva”, que en realidad termina siendo permanente. Pero también porque buena parte de la producción informal produce para la economía moderna e incluso parte de las unidades productivas llamadas modernas producen y/o venden informalmente. Por último, esta informalidad, promueve el delito, brindando un espacio en la economía y la sociedad para la burla abierta de la ley y el desarrollo de prácticas criminales con muy elevadas tasas de ganancias. No está demás señalar que estas elevadas ganancias alimentan el sector moderno por la vía del denominado lavado de activos pudiendo crear bolsones sociales  y regionales de aparente progreso.

Luego de varias décadas que los peruanos hemos estado esperando la solución al problema de la economía trasgresora creemos que no se puede escamotear el carácter estructural de la misma. Requerimos construir un verdadero Estado, con el cual se identifique la población, para formalizar la informalidad y combatir el delito. Hay necesidad, asimismo, de un cambio del modelo primario exportador  y de sus características de capitalismo salvaje, sin derechos, para que empiece a retroceder tanto la informalidad como el delito. Un modelo que promueva la diversificación productiva, la producción de valor agregado y el trabajo con derechos podrá ser visto como una alternativa por aquellos que no tienen más remedio que vender su fuerza de trabajo en condición  de precariedad o, peor aún, inventarse alguna ocupación para sobrevivir. La solución estructural y la construcción de un Estado moderno, por supuesto, no van solas. Hay necesidad de incentivos tributarios y crediticios, levantamiento de trabas burocráticas, unificación de catastros  y desarrollo de eslabonamientos macro regionales en el marco de la reestructuración productiva.

De esta forma, podremos tener una economía productiva que brinde empleo docente y promueva la integración entre los peruanos, más allá de los cantos de sirena que han permitido ganar votos pero dejan a la población en la incertidumbre de la pobreza y la falta de trabajo. Otra Mirada mayo del 2014.

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Incendio en las galerías Nicolini.Zona de las Malvinas.Lima. Testimonio de explotación y esclavitud laboral y salariasl. 2 jóvenes perdieron la vida quemados dentro de los conteiners,verdaderos centros de esclavitud. Esta forma de explotación es propia - a nivel mundial - del capitalismo salvaje en la  era neoliberal, Pero los opinologos peruanos, han descubiertto "la pólvora", con este incendio, propio de la imnformalidad criminal, incentivada por la codicia del capitalista.
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PERÚ: INFORMALIDAD versus ILEGALIDAD. REVISANDO CONCEPTOS.
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Francisco Pérez García.

ALAI. América Latina en Movimiento.

Martes 11 de julio del 2017.


A raíz del incendio producido en una galería comercial en la zona de Las Malvinas, en el Cercado de Lima, diversos columnistas, periodistas y autoridades se han apresurado en responsabilizar a la “informalidad” como la principal causa del suceso y la muerte de al menos cuatro jóvenes que laboraban en condiciones precarias e inhumanas en los pisos superiores del edificio. 

Sin embargo, en la definición de discursos se está introduciendo en el mismo saco conceptos que no necesariamente tienen relación. Lo ocurrido en el incendio no es producto de la informalidad, es resultado de la ilegalidad, del incumplimiento de las normas, de la clásica “sacada de vuelta” a la ley. 

Pero ¿Qué es la informalidad? 

El término “informal” fue acuñado en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Kenya, en el año 1972. Este término incluye un modelo dual, de generación de ingresos, en las áreas urbanas, constituido por el empleo remunerado y de cuenta propia que ha evolucionado teniendo como hito la Resolución Relativa al Trabajo Decente y la Economía Informal aprobada en la Conferencia General de la OIT el año 2002. (1)  


Esta resolución, si bien considera que no existe una definición precisa, se puede argumentar que el término hace referencia “al conjunto de actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas que, tanto en la legislación como en la práctica, están insuficientemente contempladas por los sistemas formales o no lo están en absoluto. Las actividades de esas personas y empresas no están recogidas por la ley, lo que significa que se desempeñan al margen de ella; o que no están contempladas en la práctica, es decir que, si bien estas personas operan dentro del ámbito de la ley, ésta no se aplica o no se cumple; o que la propia ley no fomenta su cumplimiento por ser inadecuada, engorrosa o imponer costos excesivos”.



En el año 2015 se ratifica el término de economía informal, desde la Recomendación 204 OIT que establece sugerencias para que los Estados garanticen la transición de la Economía Informal hacia lo formal. 

El concepto de “economía informal”, hace referencia, al conjunto de actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas, que “tanto en la legislación, como en la práctica, están insuficientemente contempladas por sistemas formales o no lo están en absoluto.” (2)

Es importante entender, desde la mirada de OIT que las actividades enmarcadas en la economía informal o la “informalidad” a secas, donde se producen bienes y servicios de manera lícita, aunque en algunas oportunidades no se cumpla con los requisitos legales de procedimiento, deben diferenciarse, de aquellas que son delictivas o ilegales, como lo son, el contrabando, el tráfico ilícito de  drogas, la minería ilegal con explotación de mano de obra infantil, entre otras, que están contempladas en las normas de sanción del derecho penal.

Entonces, lo hecho por el ¿empresario? Jhonny Coico “El Gringo” y su esposa, al mantener encerrados a dos jóvenes trabajadores y sometiéndolos a condiciones laborales infrahumanas, simplemente linda con la ilegalidad (trata de personas en su modalidad de esclavitud, exposición al peligro, además de homicidio culposo entre otros), no es para nada una esquirla producto de la informalidad que pregonan a los cuatro vientos los “opinólogos” en los medios de comunicación. 

Como dato importante se debe considerar que, en el país, el 75% de los empleos generados en el país, están dentro de la economía informal. Esto significa que más de 11 millones de personas se encuentran sin beneficios laborales o con empleos temporales precarios. Jovi Herrera y Jorge Huamán de 21 y 19 años, muertos calcinados en una trampa de metal, eran trabajadores informales, pero sometidos a un trato ilegal. Su informalidad no los mató, los asesinó la ilegal actividad de quienes lo “contrataron” por una miserable cantidad de soles. 

Informalidad no es ilegalidad, menos aún delincuencia a ser perseguida por las autoridades. 

Notas

Pérez Herrera, Marcial. “Estudio de Caso: Autoempleo, Familia y el Proceso de Formalización”, 2016. (Fundación Friedrich Ebert).

 (2) Pérez Herrera, Marcial. Op.cit

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