ECONOMÍAS TRANSGRESORAS.- INFORMALIDAD Y DELITO.- Existe la idea de que tenemos varias
economías en el Perú, pero en realidad todas funcionan en un solo sistema que
se retroalimenta mutuamente de actividad formal, informal y delictiva. Hay necesidad por lo tanto de encontrar
soluciones de conjunto, que apunten a una reforma profunda del Estado y a la
reestructuración productiva del país que termine con la informalidad y el delito.
De esta manera podremos brindar trabajo decente a los peruanos y garantizar
un desarrollo sano y sostenible para todos. Otra Mirada.
UNA ECONOMÍA CON VARIAS CARAS.- Es ya un lugar
común de las últimas décadas decir que buena parte de la economía peruana es
informal, es decir que las unidades productivas y el trabajo que se realiza
en ellas no se ha registrado legalmente. Asimismo,
empieza a ser también corriente señalar que otra parte es delictiva, que se
da no sólo al margen de la legalidad sino en contra de ella. Ha existido, asimismo,
por lo menos desde la década de 1980,
un debate sobre la solución frente a lo que se considera un grave problema para
el desarrollo e incluso la viabilidad del Perú como país. Ha abundado desde el
poder el señalamiento de que la informalidad era un problema de papeles. Había necesidad, nos dijo en su momento
Hernando de Soto, de legalizar la propiedad que los informales habían
obtenido en la ciudad por la vía de la invasión, para que pudieran valorizar
sus activos y entrar en el mercado. De
igual forma, sucesivos gobiernos han tratado de aliviar la carga laboral y
burocrática de las empresas, principalmente rurales y pequeñas, para
facilitar su legalización. Sin embargo, treinta años después y tras muchos
programas, planes y leyes, seguimos con una situación más aguda todavía.
¿De
qué se trata? ¿Tenemos acaso una economía formal y moderna por una parte y otra
informal y atrasada
que procrea el delito por otra? No, de ninguna manera, todo indica que nuestra
economía es una sola. La parte denominada moderna o formal, que si la medimos
por la cantidad de riqueza es largamente la más importante, no lo es tanto, si
se toma en cuenta la cantidad de trabajo con derechos que produce, y que es tan
solo una pequeña porción del trabajo de toda la economía. Sin embargo, la
producción de esta riqueza no sería posible si es que no existieran importantes
lazos con las “otras
economías”, la informal y la delictiva. Solo como ejemplo es el de la minería ilegal,
criminal.
Para
empezar, la existencia de trabajo informal, con peores condiciones a las señaladas por la ley,
mantiene bajo el salario en el sector moderno de la economía y a una gran masa
laboral en condición total o parcial de
“ejército de reserva”, que en realidad termina siendo permanente. Pero
también porque buena parte de la producción
informal produce para la economía moderna e incluso parte de las unidades
productivas llamadas modernas producen y/o venden informalmente. Por último,
esta informalidad, promueve el delito, brindando
un espacio en la economía y la sociedad para la burla abierta de la ley y el desarrollo de prácticas criminales con
muy elevadas tasas de ganancias. No está
demás señalar que estas elevadas ganancias alimentan el sector moderno por
la vía del denominado
lavado de activos pudiendo crear bolsones sociales y regionales de aparente progreso.
Luego
de varias décadas que los peruanos hemos estado esperando la solución al
problema de la economía trasgresora
creemos que no se puede escamotear el carácter estructural de la misma. Requerimos
construir un verdadero Estado, con el cual se identifique la
población, para formalizar la informalidad y combatir el delito. Hay necesidad, asimismo, de un cambio del
modelo primario exportador y de sus
características de capitalismo salvaje, sin derechos, para que empiece a
retroceder tanto la informalidad como el delito. Un modelo
que promueva la diversificación productiva, la producción de valor agregado y
el trabajo con derechos podrá ser visto como una alternativa por aquellos
que no tienen más remedio que vender su
fuerza de trabajo en condición de precariedad
o, peor aún, inventarse alguna ocupación para sobrevivir. La
solución estructural y la construcción de un Estado moderno, por supuesto, no
van solas. Hay necesidad de
incentivos tributarios y crediticios, levantamiento de trabas burocráticas,
unificación de catastros y desarrollo de
eslabonamientos macro regionales en el marco de la reestructuración productiva.
De esta forma, podremos tener una
economía productiva que brinde empleo docente y promueva la integración entre
los peruanos, más
allá de los cantos de sirena que han permitido ganar votos pero dejan a la
población en la incertidumbre de la pobreza y la falta de trabajo. Otra Mirada
mayo del 2014.
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Incendio en las galerías Nicolini.Zona de las Malvinas.Lima. Testimonio de explotación y esclavitud laboral y salariasl. 2 jóvenes perdieron la vida quemados dentro de los conteiners,verdaderos centros de esclavitud. Esta forma de explotación es propia - a nivel mundial - del capitalismo salvaje en la era neoliberal, Pero los opinologos peruanos, han descubiertto "la pólvora", con este incendio, propio de la imnformalidad criminal, incentivada por la codicia del capitalista.
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PERÚ: INFORMALIDAD versus
ILEGALIDAD. REVISANDO CONCEPTOS.
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Francisco Pérez García.
ALAI.
América Latina en Movimiento.
Martes
11 de julio del 2017.
A raíz
del incendio producido en una galería comercial en la zona de Las Malvinas, en
el Cercado de Lima, diversos columnistas, periodistas y autoridades se han
apresurado en responsabilizar a la “informalidad” como la principal causa del
suceso y la muerte de al menos cuatro jóvenes que laboraban en condiciones
precarias e inhumanas en los pisos superiores del edificio.
Sin
embargo, en la definición de discursos se está introduciendo en el mismo saco
conceptos que no necesariamente tienen relación. Lo ocurrido en el incendio no
es producto de la informalidad, es resultado de la ilegalidad, del
incumplimiento de las normas, de la clásica “sacada de vuelta” a la ley.
Pero ¿Qué es la informalidad?
El
término “informal” fue acuñado en un informe de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) en Kenya, en el año 1972. Este término incluye un modelo
dual, de generación de ingresos, en las áreas urbanas, constituido por el
empleo remunerado y de cuenta propia que ha evolucionado teniendo como hito la Resolución Relativa al Trabajo Decente y la Economía Informal
aprobada en la Conferencia General de la OIT el año 2002. (1)
Esta resolución, si bien considera que no existe una definición precisa, se
puede argumentar que el término hace referencia “al conjunto de actividades económicas desarrolladas por los
trabajadores y las unidades económicas que, tanto en la legislación como en la
práctica, están insuficientemente contempladas por los sistemas formales o no
lo están en absoluto. Las actividades de esas personas y empresas no están
recogidas por la ley, lo que significa que se desempeñan al margen de ella; o que
no están contempladas en la práctica, es decir que, si bien estas personas
operan dentro del ámbito de la ley, ésta no se aplica o no se cumple; o que la
propia ley no fomenta su cumplimiento por ser inadecuada, engorrosa o imponer
costos excesivos”.
En el año 2015 se ratifica el término de economía
informal, desde la Recomendación 204 OIT que establece
sugerencias para que los Estados garanticen la transición de la Economía
Informal hacia lo formal.
El concepto de “economía
informal”, hace referencia, al conjunto de actividades económicas
desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas, que “tanto en la
legislación, como en la práctica, están insuficientemente contempladas por
sistemas formales o no lo están en absoluto.” (2)
Es importante entender, desde la mirada de OIT que las actividades enmarcadas en
la economía informal o la “informalidad” a secas, donde se producen bienes y
servicios de manera lícita, aunque en algunas oportunidades no se cumpla con
los requisitos legales de procedimiento, deben diferenciarse, de aquellas que
son delictivas o ilegales, como lo son, el contrabando, el tráfico ilícito de
drogas, la minería ilegal con explotación de mano de obra infantil, entre
otras, que están contempladas en las normas de sanción del derecho penal.
Entonces, lo hecho por el ¿empresario? Jhonny Coico
“El Gringo” y su esposa, al mantener encerrados a dos jóvenes trabajadores y
sometiéndolos a condiciones laborales infrahumanas, simplemente linda con la
ilegalidad (trata de personas en su modalidad de esclavitud, exposición al
peligro, además de homicidio culposo entre otros), no es para nada una esquirla
producto de la informalidad que pregonan a los cuatro vientos los “opinólogos”
en los medios de comunicación.
Como dato importante se debe considerar que, en el
país, el 75% de los empleos generados en el país, están dentro de la economía
informal. Esto significa que más de 11 millones de personas se encuentran sin
beneficios laborales o con empleos temporales precarios. Jovi Herrera y Jorge Huamán de 21 y 19 años, muertos calcinados en
una trampa de metal, eran trabajadores informales, pero sometidos a un trato ilegal.
Su informalidad no los mató, los asesinó la ilegal actividad de quienes lo
“contrataron” por una miserable cantidad de soles.
Informalidad
no es ilegalidad, menos aún delincuencia a ser perseguida por las
autoridades.
Notas
Pérez Herrera, Marcial. “Estudio de Caso:
Autoempleo, Familia y el Proceso de Formalización”, 2016. (Fundación Friedrich
Ebert).
(2) Pérez Herrera, Marcial. Op.cit
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