EL MUNDO DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICO-SOCIAL. EL
RESULTADO MÁS SALVAJE E INHUMANO QUE NOS DEJA LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL.-
PREMIAR EL TRABAJO, NO LA RIQUEZA. OXFAM expresa: Para poner fin a la
crisis de desigualdad económico-social, debemos construir una economía para los
trabajadores, no para los ricos y poderosos. También vivimos de ilusiones, en
un mundo donde en forma permanente, el
capitalismo va “creando”, “descubriendo” generando, nuevos caminos, rutas y formas
legales e ilegales de acumulación mundial del capital corporativo global,(Mundo
Social, Economía Militar, Corrupción, etc.) pero en la ”acera del frente”
de la larga avenida política del siglo XXI, tiempos históricos y políticos de
la “NUEVA SOCIEDAD CIVIL, Real,
Emergente, Popular, Plural y Democrática, se va forjando desde los
“escenarios de escenarios de las clases y la lucha de clases”, con Nuevos
Actores Sociales y Políticos, Nuevos
LÍDERES Comunitarios – Tiempos históricos de DEMOCRACIA CIUDADANA – la Nueva REVOLUCIÓN SOCIAL CIUDADANA del
siglo XXI. “Única alternativa” en Democracia, para acabar, terminar para
siempre con el mundo salvaje e inhumano de la DESIGUALDAD Económico-Social.
EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL. (Davos-Suiza-2018) la cita global de
los Ricos y multimillonarios del mundo, tendrán la responsabilidad social y el
compromiso político con los 7,400
millones de Seres Humanos, de “reflexionar” sobre esta realidad vil, violenta,
salvaje e inhumana de la DESIGUALDAD ECONÓMICO-SOCIAL – Mundializada - que
nos deja la globalización neoliberal, donde el 1% de los Billonarios del mundo, hoy están reunidos en el FORO, son cada vez más ricos y
concentran el 99% de la riqueza mundial,
mientras que la inmensa mayoría de miles de millones de Habitantes, luchan a
diario por sobrevivir frente a la POLI-CRISIS
SISTÉMICA, millones sin derechos a
los servicios públicos (Agua, Luz) miles de millones víctimas del Desempleo,
hambre, miseria, enfermedades, nuevas formas de “esclavitud de trabajo
asalariado” , desplazados y Migrantes forzados, trata sexual y trata de
esclavitud para el trabajo, así como la pobreza globalizada y la extrema
pobreza concentrada en la Ciudad Global.
EL AÑO PASADO SE PRODUJO EL MAYOR AUMENTO DE LA
HISTORIA en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de
dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días. En 12 meses, la riqueza de esta élite ha aumentado en 762 000 millones
de dólares. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema
en el mundo hasta siete veces. El 82% de
la riqueza generada durante el último año fue a parar a manos del 1% más rico,
mientras que la “riqueza” del 50%
más pobre no aumentó lo más mínimo. LA
RIQUEZA EXTREMA de unos pocos se erige sobre el trabajo peligroso y mal
remunerado de una mayoría. Mientras las
MUJERES ocupan mayoritariamente los empleos más precarios, prácticamente
todos los súper ricos son VARONES.
Los Gobiernos deben favorecer la creación de una sociedad más igualitaria a
base de dar prioridad a los trabajadores y a los pequeños productores agrarios
en vez de a los más ricos y poderosos. Ilusión y fantasía mientras no cambie en
forma definitiva EL SISTEMA. La REVOLUCIÓN SOCIAL CIUDADANA del siglo XXI, nos está
tocando la Puerta. CIUDADANOS DEL MUNDO: UNÍOS !!.
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El Presidente Donald Trump., presente en el Foro Económico Mundial, el Foro de la Desigualdad económico.social-político, que se realiza en la ciudad de Davos, Suiza. Ha sido el hijo pródigo, recibido, por los hoimbres más ricos y poderosos del mundo. No importó este año que que sus políticas salvajes hayan cortado - terminado con el libre comercio mundial - si en el mismo año, encontraron, generaron nuevas fuentes y caminos de acumulación del capital corporativo global. Están "en paz y a la par", porque siguen aparentemente por caminos distintos, pero continuan defendiendo y están "plantados" en el mismo terreno - con sus dientes venenosos - el de la globalización neoliberal.
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DAVOS, EL FORO DE LA DESIGUALDAD MUNDIAL.
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Miguel Urban.
El Salto.
Rebelión sábado 27 de
enero del 2018.
La
reunión de los más poderosos del mundo, en un paraíso fiscal en el corazón de
Europa, entre felicitaciones por el crecimiento económico chocan con la
desigualdad producida por la decisiones que estas mismas personas toman.
Hay pocos momentos donde
el capitalismo global se muestre públicamente en toda su obscenidad y poderío
como ocurre cada año en Davos. En
el Foro Económico Mundial todo acompaña: el lugar (un complejo lujoso en
una lujosa ciudad fuertemente vigilada de un paraíso fiscal situado en
pleno corazón de Europa), el decorado (fuerzas de seguridad, lobbistas y
periodistas se entremezclan con una de las mayores densidades de poder
económico y político que pueden contemplarse en el mundo, con sus reuniones y
cenas privadas y los precios desorbitados que acompañan cualquier servicio),
los contenidos y, sobre todo, las compañías. Por si fuera poco, este año el
cierre corre a cargo de Donald Trump, el
“peligroso populista antiglobalización” que después de la ventajosa reforma
fiscal para las multinacionales y los multimillonarios es recibido en Davos como el hijo pródigo. Ni en las
mejores distopías cinematográficas habría salido un guión tan rotundo.
Los poderosos allí
reunidos, que no son precisamente tontos, se cuidan muy mucho
de amortiguar la obscenidad de la cita. Por eso insisten continuamente en el
carácter informal y no vinculante de la reunión, se incluyen ponencias sobre la
economía verde -¡bienvenido mister
Capitalismo Verde!-, se ofrece la posibilidad de conocer en primera
persona durante unos minutos el drama de las personas refugiadas(como si de un
zoológico humano se tratase), se juega al feminismo neoliberal y
hasta se incorpora al diagnóstico muchas de las críticas que, desde hace varias
décadas, vienen haciendo los movimientos
sociales sobre el paradigma de
crecimiento incontrolado y sus nefastas consecuencias sobre las personas,
los pueblos y el planeta. Pero precisamente porque no son tontos, una vez
cumplido con el decoro, los papeles se mojan, las anteojeras reaparecen y las
recetas vuelven a su cauce habitual.
Davos
es también una excusa para que otros actores aprovechen, aprovechemos, el
momento obsceno para denunciar a quienes allí se reúnen y las consecuencias de
sus decisiones. Es lo que hace, por ejemplo, OXFAM cada año,
publicando su informe sobre la
desigualdad social en el mundo. Los datos confirman una y otra vez que la brecha entre ricos
y pobres no solo no se
cierra, sino que no deja de aumentar. Y que lo hace precisamente a raíz de
la supuesta “salida de la crisis” de
la que en 2018 se cumplen 10 años.
Cifras que vuelven a desmontar la tan manida “recuperación económica” con la que día tras día nos bombardean
desde tribunas oficiales y oficialistas. Porque claro que la economía española
está aumentando, como ocurre en Europa y en el resto del mundo. Pero, como
allí, ese crecimiento no se reparte por igual. En 2017 el 1% más rico capturó el
40% de toda la riqueza creada en España, mientras que el 50% más pobre -sí, la
mitad de la población española- apenas recogió el 7%.
Esta
tendencia ha reforzado una desigualdad en el reparto de la riqueza acumulada de
la que no hablan los grandilocuentes discursos sobre la recuperación: hoy en España el 10% más enriquecido tiene
más que el 90% restante. Y dentro de ese selecto club, el 1% más privilegiado acumula por sí solo
el 25% de toda la riqueza del país.
Si lo traducimos al lenguaje corriente las palabras se vuelven aún más
hirientes: apenas un puñado de personas tienen tanto como varios millones. Y esta desigualdad
no para de crecer. Gracias a
ella, ya son 25 los españoles en la lista de multimillonarios de Forbes. Y sí,
“multimillonarios” significa que, al menos, tienen 1.000 millones de euros.
Foro Económico Mundial. Davos.
Suiza. El Foro de la Desigualdad Económico-social-política. Los ricos,
poderosos y Políticos neoliberales del mundo reunidos en el Foro, para
definir los destinos de la Humanidad. Cambios, No imposible. Mayor
explotación del trabajo, más saqueo de los recursos naturales, Sí con
nuevas formas más sofisticadas y modernizadas.
***
A
lo mejor no entendimos bien y por “recuperación”
se referían únicamente a las cuentas corrientes de quienes se pasean por Davos y otros foros similares.
Visto que no se comen ni dan calor, ¿no será que con los “brotes verdes” querían hablarnos en realidad de los billetes de
100 que cada día abultan más en las carteras de los de siempre? Porque aquí
solo salen de la crisis quienes nunca entraron y esa famosa “luz al final del túnel” empieza a
parecerse a la de la hoguera donde se queman los derechos de muchos para que
unos pocos sigan alimentando su maquinaria de guerra económica.
En
tiempos marcados, especialmente en Occidente,
por la centralidad de la identidad y la seguridad como nuevos paradigmas, la
combinación de escasez y desigualdad emergen a la vez como resultado, causa y
eje central del nuevo ciclo histórico que viven tanto Europa en general como
España en concreto. De ahí que ningún proyecto transformador que se precie
puede dejar de colocar en el centro de su acción el combate contra la
desigualdad. No habrá otra Europa ni
ningún cambio político que merezca ese nombre si, en su gestación, no han hecho
de la desigualdad, de todas las desigualdades crecientes, plurales e
interconectadas, su principal bandera y razón de ser. Cualquier Plan B para
Europa pasa por señalar con el dedo acusador lo que ocurre en Davos y las cifras que arrojan las consecuencias de las
decisiones que allí se cuecen, pero no basta.
Hay
que lanzar propuestas para que esa otra Europa
empiece a dibujarse en el horizonte de lo posible. Y hay que hacerlo interviniendo
en las realidades que son fuente y reflejo de esa desigualdad, como la
fiscalidad, la precariedad o la austeridad. De lo contrario, dejaremos el
tablero libre para que unos, se llamen
Macron o Felipe VI, sigan cacareando la recuperación de la confianza
popular en el proyecto europeo basada en una recuperación económica de cartón
piedra y, otros, por su parte, se queden con el monopolio del desmontaje de la
mentira para proponer menos derechos, menos libertades, más xenofobia y más
lucha de los últimos contra los penúltimos.
Sin ese Plan B contra la
desigualdad, el debate sobre Europa seguirá encerrado en la
trampa que nos obliga a elegir entre neoliberalismo o racismo, entre austeridad
o exclusión, entre la globalización de las élites de Davos y el repliegue nacional excluyente de los Le Pen y Trump de turno. Esa dicotomía
se rompe atacando su flanco más débil y evidente: la desigualdad depredadora
que unos y otros proponen y alimentan. Porque nuestro combate es contra las
élites que provocan desigualdad y contra quienes se aprovechan de ella para
convertir a los más golpeados en chivos expiatorios y exculpatorios de las
primeras. Ambos
nos encontrarán de frente en la lucha por otra Europa que tenga en el combate
contra la desigualdad uno de sus pilares fundadores y fundamentales.
Miguel
Urbán, eurodiputado de Podemos.
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