viernes, 15 de marzo de 2019

"FRENTE A LA DESIGUALDAD, ECONOMÍA FEMINISTA".

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¿Qué es pues la economía feminista? Primero, es importante mencionar que esta expresión empezó a utilizarse a principios de la década de 1990, aunque el análisis económico de diversas desigualdades de género surgió mucho antes y había tomado formas distintas, por ejemplo, en cuanto a las brechas salariales entre hombres y mujeres, un tema que ya se debatió en 1918 y de nuevo en 1936 en Inglaterra, y el debate sobre el trabajo doméstico en Europa durante la década de 1970. Por otra parte, para el marxismo ortodoxo la cuestión de la mujer se convirtió en un tema clásico desde un principio, y la economía neoclásica se ocupó de cuestiones relacionadas con la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, el capital humano y la división del trabajo doméstico desde la década de 1950.  

Sin embargo, muchos de estos debates y aproximaciones a la cuestión de la mujer no eran muy feministas, en el sentido de centrarse en las desigualdades profundas contra las que el feminismo ha estado luchando. Por ejemplo, los modelos y estudios de la teoría neoclásica y del marxismo clásico no cuestionaban (y a menudo  siguen sin cuestionar) las normas patriarcales y relaciones de género que ponen a las mujeres en condiciones de subordinación y de opresión: formas patriarcales de dominación/subordinación como sistemas de propiedad y de herencia, tradiciones machistas de todo tipo, violencias contra las mujeres, techos de cristal, la misma división del trabajo y la concentración de las mujeres en la economía del cuidado, las desigualdades en educación y en prácticas profesionales, la segregación por género en el mercado laboral, etcétera. 

La economía feminista acentuó sus críticas a medida que profundizó teórica y empíricamente en los orígenes y los efectos de las distintas desigualdades de género y su conexión con la economía. Los años ochenta supusieron la introducción del género como un concepto transversal en todas las disciplinas, incluyendo la economía. “El género está en todas partes” escribió la historiadora norteamericana Joan Scott, del mismo modo que la categoría clase está en todas partes.  La expresión economía feminista surgió de estos cambios y de la transversalidad de estos conceptos, para sugerir que toda la economía podía analizarse desde un punto de vista feminista. Fue a principios de los años noventa cuando se afianzó la expresión, especialmente con la creación de la International Association for Feminist Economics (IAFFE) en EEUU. Desde entonces, la economía feminista se ha extendido en todas direcciones, incluida España, donde su influencia se ha hecho notar en distintas direcciones y donde existe una asociación de economía feminista que organiza una reunión cada dos años. 



Básicamente, la economía feminista ha ido expandiéndose por lo menos en torno a cinco áreas:

1- Ha contribuido a la visibilización y denuncia de las desigualdades de género en sus múltiples aspectos socioeconómicos;
2- Ha generado una fuerte crítica de la economía ortodoxa tan conectada con el capitalismo neoliberal.
3- Ha contribuido a la construcción de una visión alternativa de la economía
4- Ha trabajado muchas cuestiones de género conectadas con el desarrollo y la globalización
5- Está participando en la urgente tarea de analizar y construir alternativas al sistema económico dominante desde el ecologismo.



El segundo aspecto importante de la economía feminista ha sido su cuestionamiento y crítica de la economía ortodoxa, por ejemplo, en el caso del concepto del hombre económico y la racionalidad económica, dos conceptos básicos sobre los que se ha construido la teoría económica tan ligada (ya desde Adam Smith) al funcionamiento del capitalismo. El supuesto del hombre económico asume que la conducta humana busca la maximización de la ganancia individual y la acumulación, ya sea la maximización de beneficios, rentas u otros tipos de remuneración, sin tener en cuenta otros objetivos como el deseo de prestar un servicio a la sociedad, la solidaridad, la armonía social, etcétera. 

Al mismo tiempo, la teoría ortodoxa concede una importancia primordial al crecimiento económico y al aumento del consumo y la inversión sin considerar sus efectos, por ejemplo, sobre el medio ambiente y la sostenibilidad del planeta y de las generaciones futuras. Esto lleva al correspondiente consumismo y economismo, o la preponderancia de lo económico en la vida social y política como hemos visto desarrollado tan claramente durante el período neoliberal. Desde la economía feminista, otro aspecto básico es la necesidad de transcender el androcentrismo del hombre económico y su visión economicista de lo social y político.  Fuente. Revista Alternativas Económicas. N° 57.


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Lina Gálvez Muñoz, exconsejera de Conocimiento, Investigación y Universidad de la Junta de Andalucía, catedrática y miembro de Economistas Frente a la crisis.
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"FRENTE A LA DESIGUALDAD, ECONOMÍA FEMINISTA".
Economistas frente a la crisis.
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Raúl Bocanegra.

Público, jueves 14 de marzo del 2019.

El grupo de Pensamiento “Economistas frente a la crisis”, aboga por un debate serio e informado que contribuya a cerrar las brechas de género.

“Frente a la creciente precarización de las vidas, la desigualdad económica y la falta de democracia económica, hay que apostar por las propuestas de la economía feminista”. Esta es una de las ideas que defendió el grupo de pensamiento Economistas Frente a la Crisis EFC, este lunes por la tarde en un encuentro en Sevilla. El colectivo EFC nació en el año 2001 con el objetivo de fomentar una economía que ponga a las personas y su bienestar en el centro de los debates técnicos, agrupa a una treintena de catedráticas, catedráticos y expertos y expertas en diferentes campos del conocimiento. De él forma parte también la hoy presidenta del PSOE, Cristina Narbona.

Tres días después de otro emocionante y masivo 8-M, Día de la Mujer Trabajadora, los profesores y profesoras Jorge Fabra, Ruth Rubio , Cecilia Castaño, Carles Manera y Lina Gálvez (quien hizo un breve paréntesis en su actividad académica durante el año pasado, en que fue consejera de Universidad del Gobierno andaluz por el PSOE) coincidieron en defender que la igualdad de género es “un problema global que requiere respuestas globales”.

“La desigualdad de género -analizan estos expertos y expertas- se expresa con especial intensidad en tres grandes ámbitos. Por un lado, en el de las relaciones personales y familiares, donde las diferencias de los roles de género tradicionales inciden negativamente sobre las mujeres. En segundo lugar, en el trabajo, en el que se asigna a la mujer un papel subordinado, segregado y precario. Y en tercer lugar, en el ámbito de las políticas públicas, en las que se reproducen las desigualdades de género que provienen del mercado de trabajo y los sesgos de género”.

La profesora Rubio manifestó en el encuentro que lo fundamental para evitar la opresión era la “equidad”:

“Equidad para evitar la opresión. Toda agenda de progreso tiene que combinar tres ejes: la justicia de género, el eje medioambiental y el social. El progreso no puede darse sin ellos”.

Gálvez, la exconsejera andaluza de Universidades, abogó por que las reflexiones del movimiento feminista se trasladen a los debates económicos.

“Llevamos varios años desde la economía feminista haciendo análisis para centrar el análisis en las personas. Hay que ir cerrando la brecha de desigualdad, que es lesiva para la propia economía, cuando el mandato de los cuidados sigue recayendo en las mujeres”, dijo Gálvez. “La economía debe atender al interés general, no el interés de unos pocos: la salida de la crisis se ha hecho absolutamente en falso” manifestó Gálvez.

“En estas elecciones -agregó la catedrática y exconsejera- debemos exigir un debate informado, ya que las fake news y las mentiras se están normalizando y es una amenaza enorme. Debe haber un debate serio para que la ciudadanía tome conciencia de sus propias decisiones, que afectan a su futuro y bienestar”.

Síndrome de la impostora.

En un documento al que ha tenido acceso Público, Economistas Frente a la Crisis analiza que la discriminación por razón de género empieza pronto.

“Entre la población adulta en España, las mujeres tienen un mayor nivel de estudios y más aún entre la población joven”, se analiza. En 2015, el 37,5% de las mujeres adultas (25-64 años) disponía de estudios superiores, frente al 32,7% de los hombres. Entre los más jóvenes (25-34 años), la diferencia se acentúa, ya que el 47% de las mujeres tienen estudios superiores frente a tan sólo el 34,9% de los hombres.

Sin embargo,

“en la infancia, a partir de los 5 ó 6 años, niños y niñas son educados de manera diferenciadora, con roles distintos, y se produce una socialización diferenciada y el síndrome de la impostora”, que el grupo EFC define de este modo: “La sensación de que pertenecen a un grupo inferior y esto provoca una autoexclusión progresiva, alejándolas de vocaciones científicas”.

“Las condiciones materiales influyen sobre la libertad”, afirmó Gálvez.

“Si hay buena educación pública o no, hacer depender el bienestar de las personas del tamaño de nuestros bolsillos. Ese feminismo liberal es neoliberal: Como si todas las personas estuviéramos en la misma situación, como si tuviéramos libertad para elegir. Una niña que nace en una favela, puede que elija libremente alquilar libremente su útero para gestar para otra”, ironizó Gálvez.

EFC destaca como retos y propuestas en el terreno de la educación y formación para los próximos años las siguientes: el fomento de las vocaciones científicas en las niñas revisando los valores de transmisión en la infancia; la garantía de la inclusión y visibilización de mujeres referentes a lo largo de la historia, en los libros de texto; la promoción de itinerarios formativos combatiendo la segregación horizontal para facilitar la ruptura de estereotipos.

Este grupo de expertos y expertas considera que

“la organización de la sociedad española descansa fundamentalmente sobre las familias y, principalmente, sobre las mujeres”. Lo que lleva a que “las mujeres españolas se incorporen en peores condiciones a los mercados de trabajo por tener mayores cargas domésticas. Los cuidados de personas mayores y cargas familiares recaen en la mujer como sustituta natural”.

Así, al respecto, EFC recomienda equiparar el gasto social al de Europa; desarrollar escuelas públicas infantiles de 0 a 3 años; fomentar la corresponsabilidad masculina para incrementar la incorporación del hombre en los cuidados, y potenciar sistemas mixtos de cuidados.

En el terreno laboral, el grupo de economistas recomiendan el fomento de la flexibilidad y de la conciliación en mujeres y hombres; el incremento de la meritocracia en la selección de personal y en la carrera profesional; el fomento de la productividad y la reducción del presentismo; el facilitamiento de medidas para eliminar techos de cristal y la paridad en los puestos de poder.

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