China y Rusia, en la forja y construcción de un Nuevo Orden Mundial" Trabajo Político frente a Occidente desorganizado - "Desorden Mundial" - hoy frente a las políticas "ultra-nacionalistas, proteccionistas" del Presidente Trump y la falta de visión política de la Unión Europea, sin rumbo y orientación estratégica, como consecuencia del Brexit del Reino Unido y el "crecimiento" político de la ultra-derecha nacionalista, enemiga del Multilateralismo. "A eso hay que añadir la coordinación diplomática en asuntos
internacionales, como se ha podido observar en la última reunión del Consejo de Seguridad de la ONU vetando
ambos países sanciones occidentales contra Venezuela. Quien llevó la voz cantante fue Rusia y China secundó. Lo mismo se
puede decir de todas las veces que se ha pretendido hacer lo mismo con Siria. Y al revés cuando lo que se ha tratado es de Corea del Norte,
donde Rusia hace lo que dice China".
"Esta coordinación no se queda aquí, sino que se
amplía a través de la Organización de
Cooperación de Shanghai o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras,
por ejemplo, donde Rusia es el
tercer contribuyente detrás de la propia China
y de India. Si a ello se añade la puesta en marcha del petro-yuan, que los dos países en
octubre de 2018 decidieron vincular
sus sistemas de pagos bilaterales, el
China Unión y el Karta Mir, para eludir el dólar, se puede establecer casi
con certeza el tiempo que le queda a Occidente hegemonizando el mundo: casi
nada. Especialmente porque al dejar de comerciar en dólares o en moneda
occidental, como el euro, el poder de Occidente declina de forma considerable.
Como dato, solo hacer notar que China y
Rusia comenzaron a comerciar en rublos y yuanes, de forma experimental,
hace cuatro años con porcentajes que no han hecho más que crecer: del 2% del total del comercio entre ambos en 2015 se pasó al
9% en 2016, fue del 15% en 2017 y se estima, porque aún no
hay datos, que estará muy cercano al 20%
en 2018. Aunque parezca poco, el porcentaje es muy alto en solo cuatro años
y sin una decisión firme, legal, para entendernos. Si se tiene en cuenta que el
comercio entre los dos países
alcanza los 100.000 millones de dólares
y que para el 2024 está previsto que sean 200.000 millones, solo hay que imaginar la cantidad de dólares de
menos que hay y habrá en el mercado mundial. La consecuencia es que el dólar ha bajado como moneda de reserva
mundial, por lo que es en esta tesitura en la que hay que situarse para
entender lo que está pasando y las paranoias agresivas de EEUU y sus desesperados intentos de evitar la desdolarización de la
economía mundial".
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Forjan un "Nuevo Orden Mundial". China y Rusia. Putin y Xi Jinping y una "nueva propuesta" política ante el hundimiento de la "globalización neoliberal" o "globalización de las élites". Y el desorden mundial impreso por las políticas proteccionistas y ultra-nacionalistas del Presidente Trump y la propia inestabilidad política como Unión Europea, en especial ante el Brexit del Reino Unido y su salida de la Unión Europea..
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LA
ALIANZA ESTRATÉGICA DE CHINA Y RUSIA DESTROZA LA HEGEMONÍA OCCIDENTAL.
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Alberto
Cruz,
CEPRID.
Rebelión
martes 12 de marzo del 2019.
La Unión
Europea, ese ente con apariencia de vida al igual que la tiene un zombi, celebró
entre los días 12-17 de febrero su 55 Conferencia Europea de Seguridad en
Munich (Alemania) y las conclusiones que saca de ella son de lo más
desalentadoras. La principal, una obviedad que llevaba dos años esquivando pero
que ahora ya no lo puede hacer: “el
afianzamiento de grandes potencias autoritarias ha provocado que el mundo esté
entrando en una nueva era de competencia de poder” (1).
Evidentemente se está refiriendo a China y a Rusia, contraponiendo sus modelos políticos con el “mundo occidental liberal”. Si hace dos
años la UE en esa misma conferencia anual decía que se asistía al “surgimiento” de esas grandes
potencias ahora ya reconoce que se han afianzado y que han puesto los mimbres
para un nuevo orden mundial que hace del multilateralismo su eje central. Tanto
que ahora sólo se puede certificar que "el orden internacional liberal ha sido
dañado hasta tal punto que es difícil que se pueda volver al status quo
anterior" (2).
A estas alturas de la historia se puede afirmar sin
riesgo de error que China y Rusia,
los dos países protagonistas del fin de la hegemonía occidental, han logrado
una alianza estratégica en la que hay un gran denominador común: la
amenaza estadounidense, en primer lugar, y la occidental en segundo término.
Zbigniew
Brzezinski, uno de los principales pensadores geoestratégicos
de EEUU, tuvo tiempo de darse cuenta de lo que estaba pasando un poco antes de
su muerte (2017) e intentó hacer
sonar la alarma en el establishment estadounidense pero sin demasiado éxito.
Eran los últimos años de Obama en la
presidencia y se consideraba a Brzezinski poco menos que un viejo con sus
capacidades intelectuales muy dañadas. Pero Brzezinski se fue a la tumba casi
con la misma cuestión que llevaba repitiendo durante los últimos veinte años de
su vida: que Eurasia se iba a convertir en “el
escenario más peligroso para EEUU” y que había que evitar “una gran coalición de
China y Rusia, coalición que no sería ideológica sino por reclamos
complementarios”. E iba un paso más allá al afirmar que en dicha
coalición sería China
quien llevase la voz cantante.
No se equivocó mucho, desde luego. Pero quien sí se
equivocó fue el llamado “estado
profundo”, que no veía posible esta alianza dada la “no convergencia natural de intereses” entre China y Rusia y sus
diferencias en cultura, valores e, incluso, intereses. Y siguió haciendo lo
mismo, lo único a lo que está acostumbrado desde la desaparición de la URSS y la hegemonía incontestada de EEUU desde entonces: imponer y agredir,
con el inestimable seguidismo de sus vasallos de la UE y de otros países bajo
su férula, como Japón. Y quienes eran
rivales geopolíticos hasta hace muy pocos años, más o menos hasta el 2008,
comenzaron poco a poco a acercarse hasta llegar a la relación más completa,
densa y consecuente que han tenido nunca (3).
Desde la expansión de la OTAN hacia las fronteras con Rusia a la guerra de los Balcanes, desde la guerra de Georgia contra Osetia y Abjasia al golpe
neonazi del Maidán en Ucrania, los intentos de hacer retroceder a Rusia y
humillarla han sido muchos. Pero cuanto más se agredía a Rusia más cerca se ponía a este país de China. Y China, encantada. Porque hoy es un hecho que Rusia está sobreviviendo a las
sanciones occidentales, impuestas por EEUU
y secundadas por la UE, gracias
sobre todo a China y eso ha
provocado que desde 2014 Rusia haya
girado lentamente, pero de forma irreversible, hacia el este asiático y que China se haya convertido en el socio
comercial más importante para Rusia,
bastante por encima de EEUU y de Alemania
que ocupan los puestos segundo y tercero, respectivamente. Si a ello se añade
que este año China pasará a ser el
mercado más grande de gas para Rusia,
por encima de Alemania, ya está
dicho todo. Ni Rusia ha caído por
las sanciones, ni caerá, ni China podrá
ser amenazada ni bloqueada en su dependencia de petróleo y gas puesto que el
grueso de lo que necesita le llega desde Rusia.
La alianza entre los dos países es tan estrecha que
comparten la misma visión de cómo EEUU
está desafiando sus intereses en Europa
del Este o en el Mar del Sur de
China y hace lo posible y lo imposible por provocar el descontento social,
en Rusia imponiendo sanciones y en China imponiendo aranceles. Por si
hubiese alguna duda, cabe mencionar que en la Estrategia de Seguridad Nacional
de Trump se
define a China y a Rusia como competidores estratégicos, adversarios
y enemigos.
El Nuevo Bloque económico-político. China Rusia y la "nueva propuesta" del "Nuevo Orden Mundial" que viene de "Oriente". India, Irán y otros países conforman este nuevo "Bloque", ante el desorden de Occidente.
***
No debería sorprender, por lo tanto, que China y Rusia hayan respondido afirmando su “asociación estratégica integral”. Una asociación “integral, igualitaria y basada en la confianza y
cooperación estratégica”, según el ministro de Asuntos Exteriores ruso, o “juntas como labios y dientes” en palabras
del embajador chino en Moscú (4). La alianza es tan sólida que Putin no
ha tenido empacho alguno en reconocer que "la lucha principal, que ahora está en
marcha, es la del liderazgo mundial y no vamos a enfrentar a China en
esto".
Aunque China
se desgañite diciendo que no, que no es eso lo que pretende, la realidad es muy
tozuda y todo el mundo lo ve. Incluida la UE
que se pregunta "¿cómo recoger
las piezas de lo que queda del liderazgo occidental?" intentando
aprovechar el momento para ser alguien en geopolítica y lanzar de forma abierta
la idea franco-alemana de un ejército europeo o intentar tener un papel más relevante y no secundario en cuestiones
económicas (5). No lo tiene fácil cuando se tiene que reconocer que lo
primero es una idea que no entusiasma a la población europea pese a que tampoco
entusiasma como antaño el vasallaje a EEUU
dado que solo el 14% de la población de
los 27 países de la moribunda UE “tienen confianza plena” en EEUU (6).
Si China tiene algún
talón de Aquiles es el militar y aquí entra Rusia con decisión y firmeza. No solo ambos países vienen
realizando maniobras y ejercicios militares conjuntos desde el año 2015, sino que hay ya una alianza
militar funcional donde los generales rusos y chinos tienen reuniones
periódicas sobre la evolución de los respectivos ejércitos, las amenazas a que
se enfrentan y sobre la transferencia de tecnología
rusa a China, que es cada vez mayor y más completa.
A eso hay que añadir la coordinación diplomática en asuntos
internacionales, como se ha podido observar en la última reunión del Consejo de Seguridad de la ONU vetando
ambos países sanciones occidentales contra Venezuela. Quien llevó la voz cantante fue Rusia y China secundó. Lo mismo se
puede decir de todas las veces que se ha pretendido hacer lo mismo con Siria. Y al revés cuando lo que se ha tratado es de Corea del Norte,
donde Rusia hace lo que dice China.
Esta coordinación no se queda aquí, sino que se
amplía a través de la Organización de
Cooperación de Shanghai o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras,
por ejemplo, donde Rusia es el
tercer contribuyente detrás de la propia China
y de India. Si a ello se añade la puesta en marcha del petro-yuan, que los dos países en
octubre de 2018 decidieron vincular
sus sistemas de pagos bilaterales, el
China Unión y el Karta Mir, para eludir el dólar, se puede establecer casi
con certeza el tiempo que le queda a Occidente hegemonizando el mundo: casi
nada. Especialmente porque al dejar de comerciar en dólares o en moneda
occidental, como el euro, el poder de Occidente declina de forma considerable.
Como dato, solo hacer notar que China y
Rusia comenzaron a comerciar en rublos y yuanes, de forma experimental,
hace cuatro años con porcentajes que no han hecho más que crecer: del 2% del total del comercio entre ambos en 2015 se pasó al
9% en 2016, fue del 15% en 2017 y se estima, porque aún no
hay datos, que estará muy cercano al 20%
en 2018. Aunque parezca poco, el porcentaje es muy alto en solo cuatro años
y sin una decisión firme, legal, para entendernos. Si se tiene en cuenta que el
comercio entre los dos países
alcanza los 100.000 millones de dólares
y que para el 2024 está previsto que sean 200.000 millones, solo hay que imaginar la cantidad de dólares de
menos que hay y habrá en el mercado mundial. La consecuencia es que el dólar ha bajado como moneda de reserva
mundial, por lo que es en esta tesitura en la que hay que situarse para
entender lo que está pasando y las paranoias agresivas de EEUU y sus desesperados intentos de evitar la desdolarización de la
economía mundial.
De la pérdida de la hegemonía occidental es consciente casi todo el mundo y por eso
ahora, con Venezuela como ejemplo, se constata cómo sólo un tercio de los
países del mundo ha reconocido al títere
Juan Guaidó como “presidente interino” siguiendo los designios de EEUU. Esta rebelión, por pequeña e
insignificante que parezca, tiene mucho más relieve que cualquier otra cosa
porque significa que hay un nuevo orden mundial en marcha, un nuevo orden
multilateral que ha dado al traste con el viejo orden internacional como, a su
pesar, se ha visto obligada a reconocer de forma abierta la UE.
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Notas:
(1) Munich Security Report 2019. The Great
Puzzle: Who Will Pick Up the Pieces? MunichSecurityReport2019.pdf
(2) Ibid.
(3) Alberto
Cruz, “Eurasia como eje del siglo XXI” https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2111
(5) Munich
Security Report 2019.
(6) Ibid.
ALBERTO CRUZ es periodista, politólogo y escritor.
Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento 'Taman' de aviadoras
soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración
del CEPRID y que ya va por la tercera edición. Los pedidos se pueden hacer
a libros.lacaida@gmail.com o
bien a ceprid@nodo50.org También
se puede encontrar en librerías.
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