"En primer lugar y antes que nada, los países occidentales liderados por el mundo
angloamericano han estado en guerra y han asesinado y desplazado a millones de musulmanes con total
impunidad durante los últimos treinta años. Los principales comentaristas de
los medios de comunicación y los portavoces e ideólogos de partidos políticos
han identificado a los musulmanes
como una amenaza terrorista global y el principal objetivo de su “guerra contra
el terror”. El mismo día en que se produjo la matanza, Israel lanzó ataques
aéreos a gran escala contra cien objetivos en Gaza. Israel ha asesinado a
cientos de palestinos desarmados y herido gravemente a más de 20.000 en menos
de dos años. Las masacres israelíes suelen producirse también en viernes,
el Sabbat musulmán".
"La islamofobia es un fenómeno que supera enormemente otros “delitos de odio” en
todo Occidente y ha penetrado en las instituciones políticas y culturales
judeocristianas. Los dirigentes políticos occidentales e israelíes han impuesto
políticas de inmigración extremadamente restrictivas (que en algunos países han
supuesto la prohibición total de inmigración musulmana). Israel va todavía más
lejos al expulsar del país a residentes históricos árabes. Es obvio que el
asesino neozelandés siguió las pautas israelíes y occidentales".
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JAMES PETRAS: LA MASACRE DE LAS MEZQUITAS EN
NUEVA ZELANDA.
La supremacía blanca y las guerras de
Occidente
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Sociólogo. James Petras.
Rebelión sábado 32 de marzo del 2019.
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.
La masacre perpetrada el viernes 15 de
marzo en Christchuch, Nueva Zelanda, que causó 97 muertos y heridos musulmanes,
tiene profundas raíces políticas, ideológicas y psicológicas.
En primer lugar y antes que nada, los países occidentales liderados por el mundo
angloamericano han estado en guerra y han asesinado y desplazado a millones de musulmanes con total
impunidad durante los últimos treinta años. Los principales comentaristas de
los medios de comunicación y los portavoces e ideólogos de partidos políticos
han identificado a los musulmanes
como una amenaza terrorista global y el principal objetivo de su “guerra contra
el terror”. El mismo día en que se produjo la matanza, Israel lanzó ataques
aéreos a gran escala contra cien objetivos en Gaza. Israel ha asesinado a
cientos de palestinos desarmados y herido gravemente a más de 20.000 en menos
de dos años. Las masacres israelíes suelen producirse también en viernes,
el Sabbat musulmán.
La islamofobia es un fenómeno que supera enormemente otros “delitos de odio” en
todo Occidente y ha penetrado en las instituciones políticas y culturales
judeocristianas. Los dirigentes políticos occidentales e israelíes han impuesto
políticas de inmigración extremadamente restrictivas (que en algunos países han
supuesto la prohibición total de inmigración musulmana). Israel va todavía más
lejos al expulsar del país a residentes históricos árabes. Es obvio que el
asesino neozelandés siguió las pautas israelíes y occidentales.
En segundo lugar, en
años recientes, todos los regímenes occidentales han tolerado a individuos indeseables, violentos y
supremacistas blancos, que gozan de libertad para propagar con palabras y
hechos la violencia contra el islam. La mayor parte de las masacres contra
musulmanes fueron anunciadas por adelantado en las denominadas redes sociales,
como Twitter, que llegan a millones de seguidores.
En tercer lugar,
mientras las fuerzas policiales locales y estatales recopilan información y
espían a ciudadanos musulmanes
cumplidores de la ley, aparentemente fracasan a la hora de actuar de la misma
manera con peligrosos individuos que se autodefinen como antimusulmanes. Tal es
el caso del reciente asesino en masa de Nueva Zelanda, Brenton Torrant.
La policía y los servicios de inteligencia
del país no guardaban información sobre Torrant ni le tenían sometido a
vigilancia, a pesar de que defendía abiertamente la supremacía blanca a través de la violencia y admiraba a otros supremacistas como el noruego Anders Brevet, autor de la muerte de
más de 70 jóvenes cuando estaban de
campamento.
Torrant publicó un manifiesto
contra el islam de 44 páginas,
fácilmente disponible para cualquiera que tuviera un ordenador –incluso un poli
torpe– y mucho más para las fuerzas de seguridad neozelandesas. Torrant planeó el ataque con meses de antelación,
pero no estaba en la lista de personas sometidas a vigilancia.
Torrant no tuvo ningún problema
en conseguir una licencia de armas y comprar una docena de ellas de gran
potencia, incluyendo material para fabricar artefactos explosivos improvisados,
que la policía descubrió posteriormente sujetos a su vehículo.
Por
qué la policía llegó tarde.
La mezquita de Al Noor,
donde se produjeron la mayor parte de los muertos y heridos, se encuentra en el
centro de Christchurch, a menos de cinco minutos de la jefatura de policía,
pero la policía tardó 36 minutos en responder. El supremacista blanco tuvo tiempo para asesinar y mutilar, para salir
de la mezquita, regresar a su coche, recargar las armas y regresar a la
mezquita, vaciar su munición sobre los fieles musulmanes (con una versión civil
del fusil M 16), conducir hasta el Centro Islamico Linwood y seguir asesinando
y mutilando a más fieles musulmanes, antes de que la policía apareciera
finalmente en escena y le detuviera.
¡Y el alcalde felicitó a la policía! ¡Uno podría
sospechar que las autoridades estaban en connivencia!
¿Qué razones podrían explicar la ausencia o el fracaso
total de la policía? ¿Que el individuo no estuviera bajo vigilancia, el retraso
en llegar a la escena del crimen o la falta de cualquier tipo de autocrítica?
El
aumento de la extrema derecha contraria a la inmigración y a los musulmanes.
Los individuos como Brenton Torrant están proliferando en todo el mundo, y no se debe a
que sean enfermos mentales o psicópatas. No son tanto producto de la ideología de la supremacía blanca como
producto de las guerras occidentales e
israelíes contra los musulmanes: sus dirigentes están detrás de esa lógica,
de esos métodos (las armas) y de la impunidad de la que gozan.
Los regímenes occidentales guardan información de los
ecologistas y de los activistas contra la guerra,
pero no de los supremacistas
contrarios al islam, que se preparan abiertamente para la guerra contra la “invasión” de los inmigrantes
musulmanes, que huyen de las guerras europeas y estadounidenses contra Oriente
Medio.
La policía tarda
medio minuto en responder al tiroteo contra un agente; no permiten que los
delincuentes, disparen, recarguen armas, vuelvan a disparar y se trasladen para
matar a más policías. No creo que el retraso se deba a la negligencia de la
policía local.
La matanza
fue consecuencia del hecho de que las víctimas eran musulmanes que se encontraban en el interior de una mezquita. Las lágrimas y las coronas de
flores, las oraciones y las banderas posteriores al crimen no cambian ni
cambiarán el asesinato de musulmanes.
Las campañas educativas contra la islamofobia pueden ayudar solo si el Estado actúa para acabar con
las guerras occidentales e israelíes contra los países y las personas
musulmanas. Solo cuando las autoridades occidentales acaben con la imposición
de restricciones especiales contra los llamados “invasores musulmanes”, los “supremacistas blancos” y sus vástagos ideológicos dejarán de
reclutar seguidores entre los, por lo demás, ciudadanos normales.
Las masacres en las mezquitas y los crímenes contra
individuos musulmanes dejarán de ocurrir cuando los estados imperialistas y sus gobernantes dejen de invadir, ocupar y
desarraigar a los países islámicos y a sus gentes.
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