La destrucción de los Estados-nación. Igor Collazos señala que
hay diversas formas de lograr la destrucción de un estado-nación: enclave,
intervención, secesión, regionalismo, metástasis, anexión, especialización,
conflictos. El enclave
es la ocupación y consolidación de puntos estratégicos,
relativamente pequeños pero muy bien posicionados para el control, sobre todo
de redes de comunicación y transporte; la intervención, la actuación
armada contra Estados nación; la secesión, la separación
de porciones del territorio; el regionalismo significa forjar identidades
artificiales que enfatizan la diferencia sobre la unidad con miras a posicionar
la idea de secesión por motivos pretendidamente culturales.
La metástasis significa el crecimiento descontrolado
de enclaves al interior de un Estado nación; la
anexión, el apoderamiento
de una fracción del territorio de por parte de una potencia extranjera;
la especialización, el fomento del desarrollo excesivo de una actividad
económica particular de una región para debilitar su capacidad de negociación,
lo cual queda plenamente descrito por la teoría de la dependencia y de los
sistemas mundo,
y los conflictos, el apoyo a guerras entre pueblos hermanos para terminar de
consolidar su separación.
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AMÉRICA LATINA: BALCANIZAR LA REGIÓN,
DESTRUIR LOS ESTADOS-NACIÓN Y LA INTEGRACIÓN.
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Aram Aharonian.
CLAE/Rebelión.
Lunes 15 de abril del 2019.
La insistente
estrategia de los sucesivos gobiernos estadounidenses es la fracturar definitivamente
el territorio latinoamericano-caribeño incluyendo sus esfuerzos - hoy bastante
exitosos - de terminar con los procesos de integración soberanos de la región,
como MERCOSUR, UNASUR (Argentina acaba de renunciar su salida del bloque) y la
CELAC.
La
balcanización de Latinoamérica es un rasgo característico de la actual
geopolítica en disputa. Y eso se nota cada vez más en casi todos los
espacios de integración. Washington está forzando a cambiar la lógica de
inserción, provocando un reordenamiento geopolítico en Latinoamérica, viraje
que será determinante en unos años cuando se visualice mejor cómo la región se
transforma no sólo al interior sino también en su relación con el exterior.
EE.UU. usa todas las armas de una guerra híbrida y
multidimensional (llamada de quinta generación), que van desde la amenaza de
intervención armada, pasando por una guerra psicológica permanente por medios masivos
de comunicación trasnacionales y las llamadas redes digitales, hasta el
chantaje de condicionar préstamos crediticios de los organismos multilaterales
como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco
Interamericano de Desarrollo al seguimiento estrictos de los deseos políticos
de Washington.
Tal es así, que
el ex canciller ecuatoriano Ricardo Patiño denunció un compromiso del
presidente Lenín Moreno con el
vicepresidente estadounidense Mike Pence
que le condicionó a que, primero, se
pongan en la fila para atacar a Venezuela;
segundo, que acaben con la integración
sudamericana, y tercero, que entreguen al fundador de WikiLeaks Julian Assange, “a
cambio de un mísero préstamo del Fondo Monetario Internacional”,
mientras se teme que el próximo paso sea la reactivación de la exbase militar
estadounidense en Manta.
La campaña de guerra psicológica en el caso
venezolano ha estado dirigida a crear identidades políticas no solo
contrapuestas, tratando que las mismas adquieran un carácter insalvable incluso
desde el punto de vista político y social. La misma práctica se aplica a
diversos países de la región.
Viejos planes balcanizadores.
Durante el siglo pasado se habló de una teoría
conspirativa, el plan Andinia, complot para desmembrar la Patagonia de la
Argentina y de Chile y crear allí otro Estado judío. Incluía el acoso
permanente a los mapuches en ambos lados de la frontera, dividir Brasil en
varios estados, eliminando la superpotencia de la zona, por lo que Colombia,
Venezuela, Ecuador, Bolivia verían la pérdida y fragmentación de sus actuales
territorios en mini-estados.
Algunos analistas señalan que a EE.UU. no le
interesa el petróleo de Venezuela, ya que es solo un medio para lograr su
verdadero fin, la división del mundo en dos grandes bloques: una zona de orden
compuesta por "naciones integradas", y otro territorio anarquizado,
lleno de "naciones no integradas" donde los conflictos y el caos
serán el día a día. Para ello es necesaria la destrucción de los
Estados-nación.
La estrategia es la balcanización, la fragmentación
sistemática de un Estado nación en estados más pequeños mutuamente hostiles,
concepto que se origina en las guerras en la península balcánica y en especial
con destrucción de Yugoslavia –con los respectivos genocidios- en la década de
1990, por parte de la OTAN y EEUU. La idea central es "atizar las
diferencias donde existan y crearlas donde no las haya".
Obviamente, el estímulo separatista se logra con la
injerencia de fuerzas extranjeras y la complicidad de las oligarquías y los
poderes fácticos de estas zonas.
La historia confirma que en la década de los 1860
cuando como resultado de la expulsión del embajador británico por parte de
Mariano Melgarejo, la reina Victoria decreto que “Bolivia no existe”, haciendo
publicar mapas de Sudamérica en la que el territorio boliviano estaba
distribuido entre todos sus vecinos. Cabe recordar que Bolivia ha sido mutilada
por guerras de conquista en tres oportunidades perdiendo el 50% de su
territorio a Brasil, Paraguay y Chile.
Otra ocasión en que se habló de la supresión de
Bolivia fue durante el primer gobierno de Hernán Siles Suazo, cuando la revista
estadounidense Time propuso la “polonización” de Bolivia entre
sus vecinos, con la excusa de que un país que vivía en un caos permanente, y
donde se había derrumbado la economía con la reforma agraria y la
nacionalización de las minas, obligaba a vivir de la caridad internacional, no
debía mantenerse independiente ya que con ello sólo perjudicaba a sus propios
habitantes.
Una opinión similar la sostuvo el dictador chileno
Augusto Pinochet cuando afirmo que Bolivia carecía de viabilidad como nación y
que la mejor solución sería que su territorio fuera distribuido entre Chile,
Perú, Brasil y Argentina. O sea una “polonización”, aludiendo al pacto
Hitler-Stalin, que en 1940 se repartieron Polonia entre la URSS y Alemania.
Estos planes fueron repetidos en diversas
coyunturas por políticos neoliberales como el genocida Gonzalo Sánchez de
Lozada que afirmaba que Bolivia es un país inviable. Durante los años del
neoliberalismo y a causa del saqueo que sufría el país fueron muchos
politólogos que afirmaban lo mismo, una mentira que se repitió tantas veces
cosa que muchos llegaron a creer que era verdad, Bolivia un país inviable.
En 2008 el plan de balcanización llevó a un
enfrentamiento entre el gobierno popular indigenista de Evo Morales y los
gobernantes neoliberales y oligárquicos de la llamada Media Luna (departamentos
de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando), que enfrentó a la región andina
occidental de enorme riqueza minera (Potosí, La Paz, Oruro) y la de los llanos
orientales y sus élites terratenientes, empresariales y oligárquicas, zona rica
en hidrocarburos y producción agroganadera. El plan secesionista fracasó.
En el caso
de Colombia se pretendía crear la “Antioquia federal” así uno
de los departamentos más importantes del país se perdería creándose una nación
autónoma independizándose de Bogotá. Pero la balcanización ya había empezado en
el siglo XIX con la separación de Colombia de Venezuela y luego en 1903 cuando
Estados Unidos dividió Panamá de Colombia, para apoderase del canal
interoceánico y de su importancia geoestratégica: este puerto conecta al mar
Caribe con el océano Pacífico.
Por su
parte, Ecuador perdería gran parte de su salida al mar y Guayaquil sería una
nación soberana.
La destrucción de los Estados-nación
Igor
Collazos señala que hay diversas formas de lograr la destrucción de un
estado-nación: enclave, intervención, secesión, regionalismo,
metástasis, anexión, especialización, conflictos.
El enclave es la ocupación y
consolidación de puntos estratégicos, relativamente pequeños pero muy bien
posicionados para el control, sobre todo de redes de comunicación y transporte;
la intervención, la actuación armada contra
Estados nación; la secesión, la separación
de porciones del territorio; el regionalismo significa forjar identidades
artificiales que enfatizan la diferencia sobre la unidad con miras a posicionar
la idea de secesión por motivos pretendidamente culturales.
La metástasis significa el crecimiento
descontrolado de enclaves al interior de un Estado nación; la anexión, el apoderamiento de una
fracción del territorio de por parte de una potencia extranjera; la
especialización, el fomento del desarrollo excesivo de una actividad económica
particular de una región para debilitar su capacidad de negociación, lo cual
queda plenamente descrito por la teoría de la dependencia y de los sistemas
mundo, y los conflictos, el apoyo a guerras entre pueblos hermanos para
terminar de consolidar su separación.
Empezar con Venezuela, seguir con Colombia ¿Y Brasil?
Washington
trabaja en la balcanización de Venezuela. Primero se intentó
crear una “zona liberada” en la
frontera sur, en el estado Táchira, limítrofe con el departamento Norte de
Santander en Colombia, por donde se intentó, el 23 de febrero ingresar la “ayuda humanitaria” estadounidense (que
Venezuela no pidió), caballo de Troya de una eventual invasión donde los
colombianos jugaron un papel fundamental.
Hoy están creando las condiciones mediáticas y
objetivas para hacer del estado Zulia
una especie de estado fallido, un territorio sin ley, "tierra de nadie" y de esta manera propiciar una
intervención militar multinacional con "carácter
humanitario", para que una vez tomado el control militar del Estado
Zulia crear una especie de República Libre de Venezuela y desde allí formar un
Gobierno.
Quienes
dirigen desde Washington el esquema de guerra híbrida y multidimensional contra
Venezuela, creen que es más factible ocupar militarmente y llevar "ayuda
humanitaria" sólo al estado Zulia que hacerlo en todo el territorio del
país. Zulia es una zona principalmente petrolera, pero también ganadera, que
limita con Colombia, lo cual la convierte en una zona geoestratégica
fundamental.
Hoy EE.UU.
intenta desmembrar a los estados fronterizos de Táchira y/o Zulia de Venezuela para formar
una nueva republiqueta. No se puede
olvidar que Panamá era territorio de Colombia y que los Estados Unidos
desmembró ese territorio en 1903 para formar una nueva República. La teoría de
la balcanización sigue estando presente en la mente del imperio.
Las
declaraciones de Trump supuestamente en contra del presidente colombiano Iván Duque es el aval para el retorno
de Colombia a la era de la guerra civil, del conflicto interno, en momento en
que el gobierno ultraconservador va en
picada, con una crisis económica y social in crescendo, pérdida de
credibilidad y duro fracaso en el Parlamento al pretender impugnar partes
vitales de los acuerdo de paz –sobre todo en lo referente a la Justicia
Transicional- con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (Farc).
Trump
criticó a su homólogo colombiano por no detener el flujo de drogas desde su
país, y además acusó a Colombia de ser una de las naciones latinoamericanas –junto
a Guatemala, El Salvador y Honduras,
que envían criminales y pandilleros a
EE.UU. "Desafortunadamente el negocio de las drogas ha
crecido un 50 % desde que él (Duque) está" en la presidencia.
"Los países que tienen altos niveles de consumo [de drogas] deben
enfrentar ese fenómeno, mientras nosotros hacemos lo propio en Colombia enfrentando a los cárteles y a
los cultivos ilícitos. Mientras nosotros hacemos esa tarea otros países también
deben enfrentar el comercio de precursores químicos", ripostó tímidamente Duque.
Lejos de
significar un ataque a Duque, las declaraciones de Trump, le dan
herramientas para presionar a la opinión pública y a las instancias políticas e
institucionales internas (en particular
a la Corte Constitucional) para volver al técnicas agresivas en contra del
campesinado y al desconocimiento de los acuerdos de paz, sin los cuales el Plan Colombia que financia EEUU
pierde su razón de ser.
Es un
intento doble: uno, para que no se abandonen los cultivos de coca, el
extractivismo y el monocultivo de palma africana; otro para
seguir lucrando con la guerra y, en definitiva mantener intentar la
balcanización o ingobernabilidad del país. No quiere permitir Washington que Colombia deje de ser el barato
proveedor de cocaína y crack de su clase alta, media y de los distintos
ghettos, útil para el control social de los estadounidenses.,
Hay dos modelos en pugna en el poder fáctico
colombiano, donde una oligarquía,
que el ex presidente Juan Manuel Santos
lidera, con un proyecto de estabilidad económica y diversificación
productiva, y otra que apuesta al retornos de la guerra civil, que tantos
beneficios les dio durante seis décadas.
El uribismo,
del cual Duque es el sucesor, persigue reavivar el conflicto social y la guerra:
la superación del conflicto significa la despolarización político-social del
país y, con ella, el fin del uribismo y su “hinterland” de narcotraficantes s,
militares corruptos y paramilitares.
Duque quiere
volver al uso del glifosato contra los cultivos de coca y retrotraer las
medidas de erradicación forzosa, desconociendo
las iniciativas pactadas con los movimientos campesinos e indígenas.
Santos señaló que Colombia lleva 40 años tratando,
sin lograrlo, de erradicar la coca “porque nunca habíamos podido llegarles a
los campesinos para ofrecerles alternativas viables. Hoy con la paz sí podemos,
por eso yo espero que ese enfoque no lo vayan a modificar”. Añadió que hay que
darle a los campesinos cocaleros alternativas legales viables, no envenenarlos,
ni meterlos a la cárcel”.
También
fueron muy infelices las declaraciones del presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien al
levantar nuevamente la tesis de una invasión, declaró que junto a EE.UU. trabajan para dividir y crear “fisuras” en el Ejército
de Venezuela y derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, (…) en Venezuela.
No hay otro camino. Porque (…) quien decide si el país vive en una democracia o
en una dictadura son las Fuerzas Armadas”, destacó.
“¿Qué puede
hacer Brasil? Supongamos que hay una invasión militar (de
EE.UU.) allí. La decisión va a ser mía, pero voy a escuchar al Consejo de Defensa Nacional y luego al
Parlamento brasileño para tomar la decisión”, manifestó Bolsonaro, mientras los militares (en
su propio gabinete) tratan de impedir la entrega de la base aeroespacial de
Alcántara, de las empresas estatales y la Amazonia a los intereses
estadounidenses.
Los planes y estrategias de balcanización están en
el menú de opciones de la guerra híbrida y multidireccional de Estados Unidos. Por ello, las
próximas elecciones en Uruguay, Argentina y Bolivia son fundamentales para
ponerle coto a la política imperial estadounidense.
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ARAM AHARONIAN: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración.
Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana
(FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
http://estrategia.la/ 2019/04/
14/balcanizar-la-region- destruir-los-estados-nacion-y- la-integracion/
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