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SOCIOLOGÍA
BIPOLAR Y PRIMARIAS. CHILE. EL MOSTRADOR.com - Daniel el problema central, fundamental es sumamente complejo, en primera
instancia no podemos echarle “lodo” a la Universidad que formó esos Sociólogos
o Antropólogos, o Politólogos, o Ingenieros, o Médicos; en segundo lugar para mí, la mirada del
problema es muy simple,- con mucho respeto sobre tu opinión - nosotros pasamos está etapa muy larga en la
Sociología en Perú, en las década de los 70’, 80’ y los 90’, es decir, a la
Sociología introducimos como elemento central de su formación profesional, la
Política, pero la Política militante, sectaria, dogmática, radical, de
izquierda, situación y realidad que nos llevó hacia una orfandad y aislamiento
profesional muy fuerte y significativo: Estudias
Sociología, ah¡¡, estudias para guerrillero, después para extremista y al final
para político. Mientras la formación en la Universidad privada avanzaba y
se posesionaba en el mercado llena de prestigio y desempeñaba su rol
profesional de primera categoría.
Del
análisis que haces de la opinión de los sociólogos 500 días atrás y 500 días
después, creo en realidad, está pasando lo
mismo que nos pasó a nosotros, han estudiado Sociología para entrar
profesionalmente “al mercado” de la lucha política, - pero nosotros ingresamos
al movimiento estudiantil y después al partido político; en cambio hoy ante la
crisis de los partidos y la propia política, hoy se “forman” en el mercado de las ideas, del supuesto “capital
político” del internet, pegados y cimentados fuertemente en el Facebook, en el Twitter – su máxima red
de comunicación – creen estar convencidos que el movimiento estudiantil involucra y representa a la juventud en
general, generalizan el papel y la visión del líder estudiantil como si fuera un líder de la juventud y lo más
terrorífico, destruyente y nefasto es confundir, es tener una “idea fuerza” que este pequeño mundo que los rodea
es la “opinión pública” – algo parecido cuando las empresas encuestadoras hablan de opinión pública, a los encuestados en
segundos – .
Cinco Generaciones, la Sociología de Arequipa. La Primera- Drs. Héctor Ballón L. Pablo Raúl Fernández LL. Jaime Miranda R y Julio Fuentes F. La Presente Generación del Segundo Año de Sociología, ellos (a) su Promoción y las siguientes serán los verdaderos arquitectos sociales de forjar y construir un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.
La
opinión pública es mucho más que ello, como realidad polisémica comprende el
amplio escenario de la comunicación política, hoy está presente
en las calles en la plaza pública en la “ciudad global”, es el Ágora griega que retorna después de 25
siglos, es el poder local de la nueva Sociedad
Civil, Real, plural, popular, emergente, democrática, y básicamente está en
los lugares hasta entonces totalmente “desconocidos” o simplemente “excluidos”
por nosotros pensando que no tienen importancia dentro de nuestra opinión
sesgada, dogmática, político militante. Finalmente
frente a esta frustración profesional ven hoy a la Candidata Bachelet ,
como la “diosa”,
la “redentora”, una “santa” y figura “mitológica”. Este mismo
proceso político en la derecha conservadora,
es más oscuro, sectario, violento, salvaje, con fuertes manifestaciones
xenofóbicas y hasta “racistas”. No es patrimonio de la izquierda. Los Sociólogos, militantes o no pero sí
presentes, duros, fuertes dentro de la izquierda, con esa figura,
personalidad política construida como santa, salvadora, redentora, están
plenamente seguros de ganar las elecciones generales. La Sociología al servicio de la política militante de una sola
Candidata, reducida a un “mundo” ausente de visión de futuro, sociológica
científica reducida en el campo de la
batalla de las ideas, ahora convertida en un simple dogma, radical, sectario, válido para “pelear”
políticamente con la dictadura que hoy ejerce el poder factico de los medios de
comunicación en pleno sistema democrático.
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Dra. Michelle Bachelet, "amada", "endiosada", "redentora", "santa" y figura "mitológica" de la política chilena por una generación de la Sociología Política. La democracia polisémica "abre" sus puertas a una complejidad de problemas sociales y políticos en el triunfo de una alternativa política.
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SOCIOLOGÍA BIPOLAR Y PRIMARIAS.
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Daniel Flores.
Antropólogo y politólogo,
Universidad Autónoma
El Mostrador jueves 4 de
julio del 2013.
Hace
500 días, la sociología interpretaba en las
marchas de estudiantes la debacle del sistema. Lograba, a partir de detalles
anodinos e insignificantes y remolados desde supuestos estadísticos del porte
de un buque, conclusiones absolutas acerca del patíbulo en el que se encontraba
“el sistema”. Luego, la misma sociología encontraba argumentos para, primero, beatificar a los líderes del
movimiento estudiantil y, segundo,
demostrar que en este Nuevo Chile, Bachelet y la Concertación no tenían cabida.
500
días más tarde, los mismos intérpretes
leen ahora en los resultados de las elecciones primarias del domingo la beatificación de la ex Presidenta, la
fortaleza histórica de este “Chile
Republicano” y la larga vida que espera a la Concertación y al modelo.
Parece que la sociología chilena ha formado en sus
aulas toda una generación de pensadores tipo Pablo Huneeus, que logran interpretar desde un zapato roto debajo de la micro, la anomia, el sentido de la
vida, el “de dónde venimos” y el “hacia dónde vamos”.
Ni Twitter es Chile, ni los estudiantes la
juventud. Proyectar desde ahí a la
“opinión pública” es un error. La
opinión pública está más allá de los comentaristas y habitantes de las
redes sociales. Podemos buscar ahí porque hay más luz, porque es más fácil.
Pero la opinión pública —sobre todo
gracias al voto voluntario— queda en la esquina enigmática entre la oscuridad y
la incertidumbre. La carrera no está ganada ni hay explicaciones absolutas que
valgan.
Por ejemplo, la explicación
de Alberto Mayol aparecida
recientemente en El Mostrador (“Bachelet
como figura cristológica“) es impresionantemente inexacta. Como no
hay explicaciones mejores para comprender la figura electoral descollante de Bachelet, se recurre y difunden
explicaciones mesiánicas y mágicas. Pero estos sociólogos, en su naufragio de sentido, comienzan a explicar más
como magos y menos como sociólogos lo que ocurre.
Porque decir que Bachelet ganó porque es “como una santa”, es tan limitado como
decir que el sol sale por las montañas porque Zeus es bueno. La frase me hizo
recordar ese día en que tuve que dejar una constancia en Carabineros porque me
abrieron el auto y robaron la radio. Me habían reventado las dos chapas de las
puertas delanteras y no sólo una, algo inexplicable. Le cuento a la carabinera
que toma mi declaración en la comisaría y le pregunto —esperando recibir una explicación técnica— “¿por
qué me habrán reventado las dos chapas los ladrones?“, y ella me responde,
con el ceño fruncido y la mirada fija, “porque
son malos“. Claro, lógico, cómo no lo había pensado. Me dio una respuesta perfecta y total,
simbólica y casi religiosa, una respuesta con la misma densidad académica que
aquélla que dice que: “Bachelet gana en las elecciones porque es
una figura mitológica“.
En definitiva, gracias a
este tipo de interpretaciones sociológicas y políticas, en Chile pasamos de beatificación en beatificación, de la crisis del
sistema y la santidad de los estudiantes a la representación política perfecta y pre- moderna encarnada ahora en
la imagen santificada de Bachelet. Y
todo en tan sólo en 500 días. Pero ni tanto ni tan poco. Remojemos las neuronas
en litio y demos otra vuelta de tuerca a las elecciones.
Desde mi punto de vista, lo
ocurrido en las elecciones se parece
a lo que le pasa a los alumnos porros
cuando saben que les fue mal en una prueba y el profesor les entrega el examen
corregido con un 4. El porro
ve superadas sus expectativas y salta de felicidad, pero sigue siendo un porro
y de ningún modo tiene asegurado pasar de curso.
En efecto, la Alianza y la Concertación tenían
expectativas bajísimas. Iban a celebrar si participaba un millón y medio de
personas. Fueron finalmente 3 millones.
Les fue bien, aprobaron el control, pero la celebración ha sido un poco más que
excesiva. Porque los resultados no se alejaron tanto de los vaticinios, por
ejemplo, de la encuesta MORI que se
la jugaba, precisamente, por ese millón y medios de votantes.
El desbarajuste lo
provocaron —y es mi falseable hipótesis—
los militantes de los partidos en disputa, que son unos 700 mil. Ellos, en cualquier encuesta nacional de opinión, son un
grupo demasiado pequeño como para aparecer significativamente. Sin embargo, son
los que con más seguridad irán siempre a votar. Por tanto, este grupo, inferior a un error muestral, se tiene
que haber desplazado en masa a las urnas el domingo pasado y debe haber
aumentado en casi un millón de votos
las estimaciones de las encuestas. Considerar este grupo en las proyecciones
debiera ser la primera lección de las
primarias.
En definitiva, fue a votar el electorado militante más el electorado no militante duro —algo así
como un millón y medio de personas—, con lo que sumaron más de 2 millones de
votantes. Dicho de otro modo, esperaban sacarse un 3 y se sacaron un 4,5. Aprobaron,
pero no han pasado de curso.
Ésta es la línea base con
que parten Bachelet y Longueira. En
esta prueba de expectativas, la
candidata sacó un azul y el ex
ministro un rojo. Ni más ni menos. En definitiva, a nivel del electorado
global (sumados quienes fueron y no fueron a votar), Bachelet tiene un 12 % de votación en su línea de base. Ni tanto ni
tan poco. De cristológica no mucho
o, más bien, Cristilógica del Elqui,
por el momento, al menos. Es un importante éxito, pero no un resultado
“abrumador”, como ha señalado la prensa con tanto entusiasmo.
Las lecciones de esta
pasada son muchas para los intérpretes. Primero,
que el voto voluntario nos obliga a renunciar a las certezas y a trabajar con
muchos elementos de aproximación a la realidad. Las ciencias sociales y
políticas deben agachar el moño y ser humildes ante la realidad y dejar a un
lado los indicadores y explicaciones absolutistas.
Segundo,
ni Twitter es Chile, ni los estudiantes
la juventud. Proyectar desde ahí a la “opinión
pública” es un error. La opinión pública está más allá de los comentaristas
y habitantes de las redes sociales. Podemos buscar ahí porque hay más luz,
porque es más fácil. Pero la opinión
pública —sobre todo gracias al voto voluntario— queda en la esquina
enigmática entre la oscuridad y la incertidumbre. La carrera no está ganada ni hay explicaciones
absolutas que valgan.
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