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La Sociedad Civil,
real, local, plural, popular, emergente, democrática, autónoma, es el escenario
de escenarios
– la calle y la plaza pública – de las clases sociales y la lucha de clases y
el espacio público que hoy progresivamente vamos recuperado - concentran todos
conjuntamente la manifestación más concreta:
la lucha de los pueblos, de los ciudadanos del mundo contra un sistema
económico-social el capitalismo en su forma financiero-especulativa: la
globalización neoliberal o del capitalismo salvaje en la era de la
transnacionalización de los monopolios imperialistas. En la década del 90’
cuando triunfa el neoliberalismo – post Caída del Muro de Berlín, el fin de
la Guerra Fría, el socialismo-capitalismo, el fin de la Bipolaridad mundial.
Estados Unidos Unión Soviética, la derrota de supuesto socialismo realmente
existente, tiempos del surgimiento de la Unipolaridad Global, triunfo de
la democracia Liberal Representativa, se habló en todos los idiomas, la crisis
y caída final de los Paradigmas Históricos: las clases sociales, la lucha de
clases, la revolución socialista, la dictadura del proletariado, el socialismo,
el comunismo, etc. La ideología única, el catecismo universal del
neoliberalismo, sumado a ello el triunfo de la Democracia liberal representativa,
supuestamente terminaron, “el fin de la historia y
el último hombre” con las clases y la lucha de clases.
La lucha de clases en América Latina.
Sus ideólogos,
sus académicos y políticos, escribieron, firmaron y patentizaron sus nombres y
apellidos – como otrora lo
hacían gobiernos populistas, reformistas y asistencialistas, que por decreto
desaparecían las clases sociales y por Resolución Suprema eliminan la lucha de clases. Pero ni las leyes de los
gobernantes menos las resoluciones de los iluminados hicieron desaparecer – la
realidad económico social, lugar histórico donde están las clases y la lucha de
clases – problema grave y complejo, sobre todo en el mundo académico y
político, porque continuar con las “viejas” tesis marxistas en plena aurora del
nuevo milenio, era realmente para un profesional estar desubicado en la
historia, con planteamientos propios de épocas políticas ya superadas en la
historia y cuantos cuentos más se inventaron y se quiso justificar para
“desaparecer las clases y la lucha de clases”. Pero hoy en la coyuntura mundial
de la crisis general estructural del capitalismo, tiempos del Nuevo Orden Mundial, de las Economías Emergentes, los BRIChS, del nuevo Multilateralismo global,
vuelve, retorna, no está presente como siempre en el “Cambio de Época,
histórica”, en el nuevo escenario local-global las clases y la lucha de
clases. Finalmente expresa, meridianamente Carlos Marx, con
respecto a las clases y la lucha de clases: “Por lo que mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la
existencia de las clases sociales en la sociedad moderna ni la lucha entre
ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya
el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses
la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1).-
Que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas
del desarrollo de la producción; 2).- Que la lucha de clases conduce,
necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3).- Que esta misma dictadura no es de por sí más
que el tránsito hacia la abolición de todas las
clases y hacia una sociedad sin clases”. Proletarios del mundo, Uníos¡¡.
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LA
SILENCIADA LUCHA DE CLASES.
“Hoy
la calle, la plaza pública, es el escenario de las clases y la lucha de clases”.
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Vicenc Navarro.
Público.es
miércoles 3 de julio del 2013.
¿Existe la lucha de clases?
En realidad, muchos se preguntarán incluso si existen clases sociales. Algunos
columnistas ultra-liberales que gozan de grandes cajas de resonancia en los
medios públicos y privados de Catalunya incluso han llegado a ridiculizar el
mero concepto de clase social. En realidad, términos como burguesía, pequeña
burguesía o clase trabajadora casi nunca aparecen en las páginas de los medios
de mayor difusión. El único término que se utiliza en tales medios es el de
clase media, donde, por lo visto, la mayoría de la ciudadanía se encuentra. En esa estructura social, la población se
divide en ricos, clase media y pobres. Esta definición de la estructura
social refleja, por cierto, la enorme influencia en España de la cultura
dominante en EEUU, donde términos como burguesía o clase trabajadora nunca se
utilizan. Son parte del lenguaje prohibido. En aquel país, el término clase
media se utiliza para definir clase trabajadora. La americanización de la
cultura política y mediática de España (fenómeno masivo que considero muy
preocupante) se traduce, así, en la americanización del lenguaje.
Y en este nuevo lenguaje, el concepto de lucha de clases aparece también en España como anticuado. Ya nadie lo utiliza. ¿Por
qué? Por la misma razón por la que está en la práctica prohibido en EEUU. La
enorme influencia de la clase dominante, es decir, de la clase capitalista
(término que es considerado más que anticuado; se define casi como blasfemo)
aparece en una cultura en la que el lenguaje de clases y lucha de clases no
existe. Este es uno de los mayores indicadores de aquel dominio de clase. El
mero concepto de clase desaparece. Y esto es lo que está ocurriendo en nuestro
país.
Y, sin embargo, continúa
existiendo lo que Noam Chomsky, en
la introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y
bienestar en España (de Vicenç Navarro,
Juan Torres y Alberto Garzón) ha definido acertadamente como la guerra de
clases unilateral, es decir, la agresividad que se ve y se palpa en bases
diarias de la clase capitalista en contra de la clase trabajadora y de las
clases medias, que juntas suman la gran mayoría de la población, las clases
populares. Es lo que en lenguaje anglosajón radical (del Occupy Wall Street
Movement) se llama la lucha del 1% de la población (los súper ricos, que junto
con otro 9% constituyen los establishments financieros, empresariales -de las
grandes corporaciones-, mediáticos y políticos que dominan las instituciones
mal llamadas representativas del país) contra la gran mayoría de la población.
En esta “guerra de clases”, la lucha de la burguesía en contra de la clase
obrera se ha ampliado y redefinido para pasar a ser la lucha de una minoría
–las elites financieras y de las grandes corporaciones que controlan la
actividad económica del país- ayudada por las elites mediáticas y políticas,
frente a la gran mayoría de la población (el 90%).
No hay manera más fácil de
demostrar que España tiene clases sociales que mirar a nuestro alrededor,
observando dónde vive la gente, cómo vive y cuándo muere. Cojan ustedes un taxi
y conduzcan por los barrios de Barcelona. Verán ustedes que hay claramente
barrios burgueses, barrios pequeño burgueses, barrios de clase media y barrios
de clase trabajadora, que a su vez pueden diferenciarse entre clase trabajadora
cualificada y clase trabajadora no cualificada. Verán fácilmente que no es
cierto que todos los barceloneses vivamos en barrios de clase media. Y verán
también como el tipo de comercio va orientado a distintas clases sociales. Y si
miran las tasas de mortalidad verán que siguen un gradiente según su clase
social, de manera que en España un burgués, como promedio, vive diez años más
(sí, diez años más) que un trabajador no cualificado en paro crónico.
Las clases y la lucha de clases en Europa.
¿Existe lucha de clases?
Una manera fácil de verlo
es analizar la distribución de las rentas en el Estado español hoy. Estas, las
rentas del país, derivan bien de poseer capital (tal como acciones bancarias u
otros bienes que generan dinero) o del trabajo, es decir, de los salarios y
otras rentas asociadas al trabajo. La gran mayoría de la ciudadanía consigue
sus rentas a partir de su trabajo. Solo una minoría (muy minoría) deriva sus
rentas del capital.
Pues bien, analicemos cómo
han ido evolucionando estos dos tipos de rentas en España. Si las rentas
estuvieran distribuidas proporcionalmente a como se distribuye la población,
las rentas del capital serían un porcentaje del total de rentas muy bajo, pues
los capitalistas –que obtienen sus rentas de la propiedad del capital- son un
sector muy pequeño de la población. Pero en realidad, debido a la mala
distribución de las rentas a favor del capital (es decir, de los capitalistas)
a costa del mundo del trabajo (incluido usted lector y yo, puesto que deduzco
que los capitalistas no me leen), observamos como las rentas del capital
alcanzaron más del 40% de las rentas totales. Y las rentas del trabajo
oscilaron alrededor de un 50% (hay un 10% que procede de otras fuentes) durante
los últimos treinta años.
Esta cifra ya le da a usted
una idea de quién tiene más poder en España. Por cierto, que España es uno de
los países de la UE-15 donde las rentas del capital son más altas, y por lo
tanto donde las rentas del trabajo son más bajas. El poder del capital sobre el
Estado explica que las rentas del capital se grabaran mucho menos que las
rentas del trabajo. Incluso el Banco Central Europeo (que es una institución de
las más conservadoras que hay en el establishment conservador que gobierna la
Eurozona) ha indicado que los beneficios de las grandes empresas en España son
demasiado altos en comparación con otros países de la Eurozona.
Pero, por si fuera poco,
las políticas neoliberales (que son las políticas promovidas por el capital en
los medios y en las instituciones llamadas democráticas) han ido acentuando
todavía más esa polarización, de manera que este año las rentas del capital,
por primera vez desde que se recogen datos sobre la distribución de las rentas,
han sido mayores (46%) que las rentas del trabajo (45%). La situación no podía
haber ido mejor para los capitalistas. Aunque usted no lo sabrá puesto que no
aparecerá en los medios de mayor difusión, donde usar la palabra “capitalista”
es anticuado, y hablar de “lucha de clases” es “demagógico”. ¿Se da cuenta
usted, lector, del significado que tiene que a un lenguaje se le fuerce y
margine para que aparezca como anticuado? Y mientras tanto la lucha de clases
ha alcanzado un nivel de hostilidad sin precedentes. Excepto en la mal llamada
Guerra Civil, que fue una lucha de clases de primera magnitud, realizada por
medios militares, no habíamos visto una lucha con semejante agresividad.
Llevada a cabo ahora por el gobierno más reaccionario que España (ver “El
gobierno Rajoy, el más reaccionario de la eurozona”, El Plural , 01.07.13) ha
tenido desde el establecimiento de la democracia, se están recortando derechos
laborales, sociales, civiles y políticos con una hostilidad que justifica la
definición de “guerra de clases” que utiliza Chomsky. La única alternativa a
esta situación es que esta guerra sea bilateral y que la mayoría de la
ciudadanía, que deriva sus rentas del trabajo, se rebele por todos medios
(siempre y cuando no sean violentos) a fin de parar/revertir aquella
agresividad.
Nunca olvidemos lo que se nos quiere hacer olvidar: que Franco
murió en la cama pero la dictadura murió en la calle. Hoy estamos al final del
periodo que se inició con aquella Transición de la dictadura a la democracia,
una Transición profundamente inmodélica que nos dio una democracia
profundamente limitada y un bienestar sumamente insuficiente. Hoy se requiere
una segunda Transición que permita el paso a una democracia completa y a un
bienestar social que responda a las necesidades de las clases populares (que
son la gran mayoría de la ciudadanía), revirtiendo y cambiando la enorme
concentración de las rentas y de la riqueza en España que están corrompiendo la
democracia subdesarrollada que existe en este país.
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Rebelión ha publicado este
artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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