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En 2004, la Asamblea proclamó un Segundo Decenio Internacional, del 2005
al 2015, con el tema “Un decenio para la acción y la dignidad”. El tema central
del Día Internacional de este año es “Pueblos indígenas construyendo alianzas:
En honor a los tratados, acuerdos, y otros arreglos constructivos”. El tema de
este año quiere subrayar la importancia de los tratados entre los Estados, sus
ciudadanos, y los pueblos indígenas, que tienen como objetivo reconocer y
defender sus derechos y sus tierras, y establecer un marco de convivencia y de
relaciones económicas. Los acuerdos también definen una visión política de
varios pueblos soberanos viviendo en un mismo territorio, de acuerdo con los
principios de amistad, cooperación y paz. Un evento especial se celebrará en la
sede de Naciones Unidas en Nueva York el 9 de agosto, a partir de las tres de
la tarde, en el que participarán el Secretario General, el presidente del Foro
Permanente para las Cuestiones Indígenas, un delegado de Panamá, un
representante de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y un
representante indígena. Ese mismo día, cientos de remeros indígenas y no indígenas,
llegarán al muelle 96, a la altura de la calle 57, en Manhattan, a las diez de
la mañana, después de haber realizado juntos un viaje de miles de kilómetros,
por ríos y a caballo, para honrar el primer tratado concluido entre los colonos
holandeses y las naciones indias locales, hace 400 años, en 1613. Se reunirán
con los miembros del Foro Permanente en la plaza Dag Hammarskjold, cerca de
Naciones Unidas, a la una y media de la tarde.
Este proceso universal, ha empezado a reconfigurar
el imaginario social que se tenía de los indígenas,
en donde se seguían viendo como seres ajenos y salvajes y no como depositarios de tradiciones culturales
milenarias que enriquecen y definen la diversidad cultural de nuestro país.
Por siglos impulsaron desde dentro de sus pueblos, mecanismos diversas de resistencia cultural frente a la permanente y
diaria agresión de la cultura occidental y sus diferentes herramientas de
dominación y esclavización de las culturas menores y sobre todo se actuó con
violencia desconociendo su existencia. Sin
lugar a dudas, el 1 de enero de 1994, La rebelión de los pueblos indígenas
mexicanos, marca un ”Cambio de Época,
Histórica”, como los pueblos indígenas, “avisaron”, ante al mundo, que
ellos a partir de la sublevación de Chiapas y el
Movimiento Zapatista de Liberación Nacional, (in) surgen como
nuevos Actores Sociales – Nuevos Sujetos
Sociales - en proceso de forja, organización y representación histórica. Tiempo
posterior Las
Naciones Unidas al determinar legalmente
su Día de Reconocimiento, buscan que esta conmemoración
sea una oportunidad para preservar y
vigorizar las culturas indígenas del mundo, incluyendo factores tan
relevantes como las costumbres, tradiciones, formas de organización, representación,
potencialidades diversas, así como
el arte y la
propiedad colectiva. Tal y como mencionó el Secretario General de la
Naciones Unidas Ban Ki-moon en la
conmemoración de este día en el año 2011 “Celebremos
y reconozcamos juntos las historias, las culturas y las identidades específicas
de los pueblos indígenas del mundo. Al mismo tiempo, trabajemos para fortalecer
sus derechos y apoyar sus aspiraciones” . (ONU, 2011). La pertinencia de esta
conmemoración nace también de una realidad
universal y es la especial afectación a los pueblos indígenas por fenómenos
como la pobreza, la marginación, la
exclusión, la carencia de oportunidades, el despojo de tierras, la vulneración de los
derechos fundamentales y la pérdida de sus tradiciones culturales entre otros.
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El
Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo fue establecido por la
Asamblea General, el 23 de diciembre de 1994, en su resolución A/ RES/49/214 en
la que decide que se celebre el 9 de agosto de cada año durante el Decenio
Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo (1995 – 2004).
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DÍA INTERNACIONAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS.
Pueblos Indígenas contra la
mercantilización de la tierra.
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Jesús González Pazos.
Rebelión viernes 9 de agosto del 2013.
El 9 de agosto se celebra un año más el Día
Internacional de los Pueblos Indígenas, jornada que como la mayoría de estos
días internacionales, así declarados generalmente por las Naciones Unidas,
pasará prácticamente inadvertida. Posiblemente algún acto en algunas sedes del
organismo internacional, quizá alguna declaración de algún alto funcionario y,
puede que diversos actos, más o menos folklóricos, en no muchos países del
mundo. Y el día pasará.
Aunque esta es, en gran medida, la tónica general
de los días internacionales, en esta ocasión se hace necesario, junto a muchas
organizaciones y pueblos indígenas del planeta, salirse del guión políticamente
correcto (expresiones de parabienes y de buenas intenciones y deseos) y ejercer
el derecho a la denuncia radical. Los pueblos indígenas, más de 350 millones de
personas en el mundo, siguen un año más sufriendo la discriminación y el
racismo; continúan siendo violados la práctica totalidad de sus derechos como
personas y como pueblos; y se les persigue, detiene y asesina. Además, son
criminalizados por sus justas protestas y demandas ante estas situaciones,
dando lugar a nuevas persecuciones y a más represión por parte de gobiernos y
poderes económicos que consideran, entre otras cuestiones, que la tierra está
para ser explotada al máximo posible y sus recursos para ser comercializados
sin control alguno. Y esto último conlleva la misma consideración para quienes
la habitan y para quienes tienen otras concepciones sobre ella: se les explota,
se les expulsa de sus territorios y se reconocen sus derechos solo en la
retórica de los discursos. Si son un obstáculo para los intereses políticos y
económicos dominantes, se les elimina.
No vamos a remontarnos en este día a los siglos de
dominación, a la cantidad enorme de pueblos desaparecidos, a los millones de
personas muertas en el pasado. Sin embargo, denunciamos con fuerza y
determinación que esas situaciones no son casos únicamente del pasado, aunque
la escasa memoria histórica de muchos tampoco quiera recordarlos. Al contrario,
afirmamos que hoy, día internacional incluido, esas situaciones se siguen
produciendo en demasiados puntos del planeta y que los gobiernos, en la inmensa
mayoría de los casos, no solo no hacen nada para evitarlo, sino que son
cómplices de los responsables últimos de estas actuaciones de violación
continuada de los derechos.
Podríamos dejar esta denuncia en lo etéreo, sin
señalar culpables. Esto, tal y como ocurre en la crisis actual que vivimos en
los países periféricos europeos, donde sus verdaderos responsables tratan de
hacernos creer, cuando aluden a los mercados, a las burbujas o a otros
eufemismos, que no hay culpables identificables. Sin embargo, ocultan que esos
mercados están dirigidos por los consejos de administración de las grandes
empresas y entidades bancarias y financieras que, junto a la complicidad de la
mayoría de la clase política, están usando la crisis como excusa para
retrotraernos en el tiempo a sociedades sin derechos sociales, políticos,
laborales, sin derecho, en suma, a una vida digna.
Mujer Mapuche. Líder de su pueblo. Hoy conmemoran su Día Internacional de Reconocimiento de sus Derechos. La Naciones Unidas celebran también este acontecimiento.
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Pero esos poderes, los mismos que señalamos como
responsables de la crisis, lo son también de la violación continuada de los
derechos humanos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, como parte
de un engranaje más del sistema dominante. Los mismos consejos de
administración que presionan para el recorte y privatización de las pensiones,
para el despido masivo de personas de sus puestos de trabajo, para la
precarización de la vida laboral y de la propia existencia humana; esas élites
económicas y financieras, son las que dictan las nuevas condiciones de mercados
y explotación de la minería a cielo abierto con enorme daño a la naturaleza y a
la salud de las personas, los mismos que dan cobertura para la explotación
petrolera incontrolada en selvas y desiertos, los mismos que construyen
hidroeléctricas allá donde la rentabilidad de la explotación posterior les
reportará enormes beneficios aunque esto suponga la expulsión de comunidades de
sus históricos territorios. Y todo esto y mucho más está ocurriendo hoy en día
en las tierras indígenas. Como decíamos anteriormente, esos poderes económicos,
además cuentan con la complicidad de la mayoría de los sistemas políticos, ya
hablemos de sus más directos servidores, como son los gobiernos locales o de
las grandes estructuras internacionales.
Tanto unos como otros encuentran en la
mercantilización de la tierra uno de los últimos paradigmas de la obtención
rápida y fácil de grandes y jugosos beneficios. Por esta razón los últimos años
han sido intensos en la entrada de intereses económicos y empresariales en los
territorios indígenas. Por eso, es en este campo en el que se libran los
últimos ataques al proceso de supervivencia de estos pueblos. Diariamente en
las redes sociales (y en algunos pocos medios masivos de comunicación) circulan
casos de violaciones de los derechos indígenas por parte de transnacionales que
abren nuevos frentes de conflicto y represión. Y, por eso en este camino los
pueblos y organizaciones indígenas se erigen, una vez más, en su mayor
obstáculo por la defensa consciente de sus derechos a la tierra, al territorio
y a su identidad como pueblos. Son conscientes de que ésta última no es más que
una consecuencia natural de la vida en el territorio y, por tanto, la pérdida
de éste acarrea la práctica desaparición física y cultural de su existencia
como pueblos sobre este planeta.
Por lo tanto, resumiendo y uniendo la situación de
épocas pasadas y de la actual, nos hacemos eco de las palabras de la socióloga
argentina Maristella Svampa, cuando recientemente decía: “los indígenas son los
primeros desaparecidos de nuestra historia, fueron invisibilizados bajo la
generalización del mito de la nación blanca y es necesario quebrar con esa
narrativa dominante. Sin embargo, la cuestión indígena en 2013 hay que leerla
desde la memoria larga, la realidad del despojo, la confiscación de los
territorios, la persecución y criminalización a través de la expansión de la
frontera del extractivismo y la política de acaparamiento de tierras”.
Precisamente en este contexto, los pueblos y
organizaciones indígenas llevan muchos años luchando, además de por sus
derechos, por el ejercicio de los mismos. Pero también planteando la existencia
de alternativas reales al modelo dominante; es decir, alternativas que son
viables no solo para ellos, sino también para las sociedades no indígenas. Y si
en la que hasta recientemente se identificaba como sociedad dominante, es decir
la nuestra, la occidental, la misma que hoy está inmersa en la crisis
civilizatoria (política, social, económica, ecológica, de valores...),
dejáramos de mirarnos el ombligo, posiblemente tendríamos que reconocer que hay
muchos elementos propios de otros pueblos que plantean la posibilidad verdadera
de opciones al sistema dominante. A modo de ejemplo evidente, hoy en día en
América Latina junto con los movimientos campesinos, urbanos, de mujeres, etc.,
estos pueblos demuestran que se pueden dar pasos más allá de la teoría,
prácticos, que permiten avanzar hacia nuevas sociedades y muchos de los
procesos políticos, económicos y sociales que allí se están originando nos
prueban, en parte, esta afirmación.
Por todo lo anteriormente dicho, aprovechando la
celebración de ese Día Internacional de los Pueblos Indígenas, señalamos que,
al igual que a los poderes económicos y a la mayoría de la clase política
dominante les une su interés por mantener y reforzar este sistema que garantiza
sus privilegios, a los pueblos, indígenas y no indígenas, nos une el interés
por acabar con él y construir, desde la diversidad, otras sociedades más justas
y equitativas. Sociedades que respeten la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres, y también la igualdad de derechos entre pueblos, así como la relación
armónica de éstos con la naturaleza. Al fin y al cabo, solo tenemos una tierra
y el modelo capitalista dominante está acabando con ella; y luego, ¿qué
dejaremos a las generaciones venideras?. Debemos pretender construir sociedades
en las que la brecha de la desigualdad, que cada día se amplia más, se estreche
hasta que pueda cerrarse; así no tendremos que sentir la vergüenza y la
indignación como
seres humanos por la constatación diaria del despilfarro de unos/as pocos/as a
costa del empobrecimiento de las mayorías.
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Jesus González Pazos. Miembro de Mugarik Gabe.
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