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El profesor Andrés E. Carrasco no para de
investigar y de informar. Durante la reunión de la RALLT sus estudiantes
le informaron por twitter que habían hecho importantes hallazgos sobre
toxicidad del glufosinato de amonio, un
herbicida utilizado en cultivos transgénicos, y él resplandecía. “Estoy feliz de trabajar con ellos, hay una
nueva generación de científicos con otra mirada. Creo que me lo merezco”,
dijo a PF. Tiene dos hijos, uno es
diseñador gráfico y la hija, actriz. El
doctor Carrasco además revela verdades en su programa semanal de radio, “Silencio Cómplice”, en FM Tribu.
Cuando sus hallazgos incomodaron al oficialismo renunció voluntariamente al
cargo de subsecretario de Investigación Científica y Tecnológica del Ministerio
de Defensa, que ocupó en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Qué evidencias
puede citar sobre efectos nocivos de los agroquímicos? “A
partir de entonces se han generado diversos estudios en el mundo y en Argentina. Uno de los más recientes, mayo de 2012,
“Relación entre el uso de agroquímicos y el estado sanitario” fue liderado por Mirta Liliana Ramírez, investigadora
del Conicet. Documenta el aumento de cáncer y malformaciones en zonas sojeras y arroceras de la provincia
del Chaco, con uso intensivo de los plaguicidas endosulfan, glifosato,
paraquat y cipermetrina, entre otros. El
informe fue entregado al Ministerio de Salud, pero no tuvo respuesta. Se
realizaron 2.500 encuestas y revisión de
datos oficiales, concluyendo que por ejemplo en Avia Terai, una localidad
rodeada de cultivos de soja y girasol fumigados entre diez y doce veces al año,
el 31,3 por ciento de la población
relevada declara haber tenido algún familiar con cáncer. Los muy altos índices
de cáncer, y también de discapacidad, se repitieron en otras tres ciudades
cercadas por campos transgénicos: Campo
Largo, Napenay y La Leonesa. Además, una investigación de la Facultad de
Medicina de Rosario, encabezada por el doctor
Damián Verzeñassi comprobó en la localidad agroindustrial de Bovril, Entrerríos, un notable
incremento de los casos de cáncer. En la última década pasó a ser la principal
causa de muerte. La incidencia de cáncer allí es de 236,78 casos por cada
100.000 habitantes,
mientras que la tasa media en Argentina para el año 2008 era de 206 por cada
cien mil habitantes.”
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Monsanto. Argentina. Anunció la instalación de una factoría gigantesca en Malvinas Argentinas de Córdoba, para adicionar semillas de maíz transgénico de última generación.
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MONSANTO, EL
“DESEMBARCO” DE LOS TRANSGÉNICOS.
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Punto
Final. Jueves 15 de agosto del 2013.
Lucía
Sepúlveda Ruíz.
El académico Andrés
E. Carrasco no tiene problemas para exponer los negativos efectos generados por
los cultivos transgénicos en su país, Argentina, donde Monsanto levanta tres
gigantescas plantas de procesamiento de semillas transgénicas en Córdoba y Tucumán.
El doctor Carrasco dirige el laboratorio de Embriología Molecular de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Conicet, la Comisión
de Investigación Científica y Técnica. Disertó sobre agronegocios,
extractivismo y tecnociencia en la universidad de Bogotá, y luego participó
activamente en la jornada que realizó a fines de mayo en ese país la Red por
una América Latina Libre de Transgénicos , RALLT. Allí lo entrevistó Punto
Final.
¿Qué
pasó después que usted en 2009 decidió dar a conocer los resultados de sus
experimentos sobre el glifosato, y la relación con malformaciones congénitas
que se presentan en fetos humanos expuestos a ese herbicida?
“Las madres
afectadas, organizadas en Córdoba y localidades vecinas a los cultivos de soja,
comenzaron a buscarme para entender más de lo que les estaba ocurriendo con las
fumigaciones aéreas con glifosato. Desde los círculos oficiales fui objetado
porque di a conocer esos resultados antes de que salieran en una revista
científica. Yo soy médico, e
investigo para la gente, porque esto afecta a la gente y deben saberlo cuanto
antes. Desde entonces he estado vinculado a la lucha de esas madres y cuando el
año 2012 se realizó un juicio inédito en Ituizangó,
Córdoba, por las fumigaciones aéreas con glifosato, fui uno de los testigos
que explicó al tribunal la relación entre las malformaciones, el cáncer y las
aspersiones aéreas con glifosato. Las
Madres de Ituizango obtuvieron un fallo a su favor, que reconoció que esas
fumigaciones eran un delito.
Luego de una charla
en Alemania sobre el glifosato, hubo funcionarios que viajaron tratando sin
éxito de desmentirme. Ese primer estudio -Herbicidas basados en Glifosato
producen efectos teratogénicos en vertebrados interfiriendo en el metabolismo
del acido retinoico - (Glyphosate-based herbicides produce teratogenic
effects on vertebrates by impairing retinoic acid signaling) fue
publicado en 2010 en la revista científica Chemical Research Toxicology
. En 2013 junto a un equipo publiqué en la revista Advances in Molecular
Toxicology una Revisión de los Efectos de los Plaguicidas Usados en los
Cultivos Transgénicos en América Latina, (Pesticides Used in South American
GMO-Based Agriculture: a Review of their effects on Humans and Animal Models).
Científico polémico.
El profesor Andrés E. Carrasco
no para de investigar y de informar. Durante la reunión de la RALLT sus estudiantes le informaron por
twitter que habían hecho importantes hallazgos sobre toxicidad del glufosinato
de amonio, un herbicida utilizado en cultivos transgénicos, y él resplandecía.
“Estoy feliz de trabajar con ellos, hay una nueva generación de científicos con
otra mirada. Creo que me lo merezco”, dijo a PF. Tiene dos hijos, uno es
diseñador gráfico y la hija, actriz. El
doctor Carrasco además revela verdades en su programa semanal de radio, “Silencio Cómplice”, en FM Tribu.
Cuando sus hallazgos incomodaron al oficialismo renunció voluntariamente al
cargo de subsecretario de Investigación Científica y Tecnológica del Ministerio
de Defensa, que ocupó en el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
¿Qué
evidencias puede citar sobre efectos nocivos de los agroquímicos?
“A partir de
entonces se han generado diversos estudios en el mundo y en Argentina. Uno de
los más recientes, mayo de 2012, “Relación entre el uso de agroquímicos y el
estado sanitario” fue liderado por Mirta Liliana Ramírez, investigadora del
Conicet. Documenta el aumento de cáncer y malformaciones en zonas sojeras y
arroceras de la provincia del Chaco, con uso intensivo de los plaguicidas
endosulfan, glifosato, paraquat y cipermetrina, entre otros. El informe fue
entregado al Ministerio de Salud, pero no tuvo respuesta. Se realizaron 2.500
encuestas y revisión de datos oficiales, concluyendo que por ejemplo en Avia Terai,
una localidad rodeada de cultivos de soja y girasol fumigados entre diez y doce
veces al año, el 31,3 por ciento de la población relevada declara haber tenido
algún familiar con cáncer. Los muy altos índices de cáncer, y también de
discapacidad, se repitieron en otras tres ciudades cercadas por campos
transgénicos: Campo Largo, Napenay y La Leonesa. Además, una investigación de
la Facultad de Medicina de Rosario, encabezada por el doctor Damián Verzeñassi
comprobó en la localidad agroindustrial de Bovril, Entrerríos, un notable
incremento de los casos de cáncer. En la última década pasó a ser la principal
causa de muerte. La incidencia de cáncer allí es de 236,78 casos por cada
100.000 habitantes, mientras que la tasa
media en Argentina para el año 2008 era de 206 por cada cien mil habitantes.”
¿Y las malformaciones congénitas?
“Hay
10 millones de personas que viven en los territorios ocupados por cultivos
transgénicos, que son 23.5 millones de hectáreas, de las cuales un 40% está en
manos de tan sólo un 3% de productores. Está probado que en diez años las
malformaciones en ese territorio han aumentado en un 400%. La doctora
Trombotto, del Hospital de Obstetricia y Neonatología de la Universidad
Nacional de Córdoba estudió en 111 mil recién nacidos la prevalencia de
malformaciones congénitas mayores (MCM) de tipo craneofacial, gastroschisis (
defecto en la pared abdominal anterior a través del cual los contenidos
abdominales sobresalen libremente) y extremidades, concluyendo que en 1991 la
tasa era de 16.2 por cada 10.000 nacidos y en 2003, subió a 37.1 por cada diez
mil nacidos.”
¿Por
qué dice que no hay que hablar por separado de transgénicos y plaguicidas?
“Porque cuando en
la discusión se separa los plaguicidas de los transgénicas, hay una pérdida de
consistencia en las raíces del problema. Es como si unos vieran los agrotóxicos
sólo por sus efectos en los insectos, otros sobre las malezas y otros sobre los
alimentos, por separado. Cuando un problema es así de complejo, no es una
sumatoria. Todos tienen un tronco común geopolítico. Siguiendo el pensamiento
de Aníbal Quijano podemos decir que en América no hubo descolonización cultural
y predomina una obediencia epistémica a la manera europea. Con el genocidio
colonial se destruyeron también las formas de pensar, los códigos y miradas de
la naturaleza que fueron remplazados por la mirada europea. Para encarar los
problemas de hoy no podemos seguir en esa misma lógica. Observo un despertar de
pueblos originarios. En algunos lugares hay miradas que permiten ver de otra
manera lo que ocurre cuando los imperios quieren recuperar el control para
utilizar los recursos naturales, que para nosotros son los bienes comunes. Para
descolonizar el poder, tenemos que pensar desde América.
EL CASO DE CHILE.
¿Qué
juicio le merecen las evaluaciones de riesgo que hacen las empresas?
Las empresas
manejan también nuestra discusión. Las corporaciones mineras, farmacéuticas y
biotecnológicas son redes de poder que expresan las tendencias de dominación de
algunas sociedades sobre otras. Son los nuevos “marines”, son formas de
ocupación que separan a la gente de la tierra. Generan espacios para que
discutamos sobre ello, sin darnos cuenta de que hay una ocupación literal de
territorios para apoderarse de ellos. En el caso de Chile, es la minería y la
producción de semillas para el hemisferio norte. Si el imperio me hace fabricar
semillas transgénicas, soy un comodín en el juego global, ya no tengo
identidad. El país cede y le permite un espacio de poder. Paraguay es una
víctima del avance neocolonial y Honduras también. Monsanto no tiene derecho a
hacer lo que quiere con los pueblos. Eso es un acto de neocolonialismo.”
¿Y
cómo salimos de esta lógica?
“Creo que las
alternativas las tienen los pueblos originarios por su forma de relacionarse
con la naturaleza. Hay que definirnos entre vivir para cuidar la naturaleza o
para apropiarnos de ella, por ejemplo a través de las patentes. Los
conquistadores partieron haciendo la ‘taxonomía’ la clasificación del mundo
vivo. “Te doy la vida” y te nombro. Hoy que ya destruyeron la tierra, pretenden
crear otra Naturaleza…y sacar a la gente de los territorios. Esta es una
construcción mental europea y también de Estados Unidos que heredó lo peor de
ese pensamiento. Por eso entiendo la lucha contra los extractivismos,
por ejemplo, de los docentes de Famatima, en La Rioja; ellos no quieren que la
montaña sea destruida, vaciada por un megaproyecto minero canadiense. Los pueblos
originarios sabían hacer las cosas, sabían que no podían destruir. Hemos retrocedido.
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