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GOBERNABILIDAD Y DESARROLLO
HUMANO.- Distinguido colega comparto todo su análisis e interpretación sobre la
Gobernabilidad, respeto la opinión de los Autores y
Organismos multilaterales que ha citado en su artículo, pero permítame
discrepar en Democracia es importante: Hoy en América Latina y a nivel
sistémico, la Democracia, sus Instituciones, las acciones de gobierno, las
Políticas Públicas - incluso las propias Políticas de Estado - el Estado de
Derecho atraviesan una seria y profunda crisis estructural - crisis que se
amplia y cada vez más violenta - es que las Instituciones, la Democracia, la Gobernabilidad, todas
conjuntamente han perdido CONFIANZA, sumado a ello existe una
desacreditación generalizada y peor aún han perdido legitimidad desde la opinión
pública (la corrupción y la inseguridad ciudadana, institucionalizadas, la
falsedad política – la mentira política convertida en Política de Estado – está
destruyendo lo poco que aún queda del “monstruo” neoliberal, como basura
legalizada en las elites político-financieras. Hoy en la Ciencia Política la pérdida de confianza constituye el mal
social y político del siglo XXI. La confianza hay que analizarla y
considerarla en su triple dimensión y como relación dialéctica - si falla una,
las dos no funcionan y se cae todo -.
Confianza en nosotros mismos
(confianza, seguridad, compromiso en nuestro trabajo, fe, compromiso y
responsabilidad en nuestra visión de futuro); Confianza social, - confianza en la
gente para la cual trabajamos, en la población, en la ciudadanía a la cual
servimos de todo corazón, confianza en
la Sociedad Civil - hoy verdadero Poder Local - y finalmente construir, forjar,
desarrollar, Confianza en las
Instituciones - hoy esta alternativa en el trabajo político es básica y
fundamental y el problema central en América Latina, es que a población, la
ciudadanía, en especial la juventud perdió la confianza en las instituciones. La confianza como seguridad, garantía de
trabajo, respeto al voto electoral –
no es un cheque en blanco, delegado o entregado fácilmente a los políticos - .
La confianza genera compromiso, responsabilidad en la democracia, pero la
llamada “clase
política”, “autoridades” y burocracia realizan lo contrario – la corrupción,
la mentira, el engaño – destruyen la política, se destruyen ellos mismos, sus
partidos políticos; resultado la Ciudadanía
pierde absoluta confianza en el Gobierno - Congreso, Legislativo, Judicial,
Electoral, e instituciones fundamentales del sistema democrático – y si a ello
se suma la corrupción generalizada, más la inseguridad ciudadana, la fuerte presencia – influencia directa – de
la economía criminal – narcotráfico, muy de moda en estos tiempos en los
principales partidos y “líderes” políticos – total, nuestra mirada en la política en general,
nos da como resultado, un verdadero desastre político -.
Los Líderes políticos de de América Latina - gobernantes y ejes políticos centrales de la Alianza del Pacífico ALPO - sus decisiones políticas, sólo generan confianza en los empresarios, inversionistas y transnacionales. El pueblo, la ciudadanía no tienen confianza en políticas y compromisos en "las alturas" y entre las propias élites gobernantes, presentadas como consensos y alianzas de gobernabilidad.
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Pueden presentarse,
trabajarse políticas de acuerdos, consensos, reuniones de alto nivel, alianzas
políticas, aún bajo el “viejo” planteamiento de
que la gobernabilidad es “negociación política en las alturas y en la oscuridad
entre caudillos, propietarios o comerciantes de la anti-política; o pero muy difícil, de Líderes – aún sigo
convencido que nuestra tragedia política es no tener Líderes con cualidades
extraordinarias y con una relación democrática directa, permanente, creativa,
participativa, educativa – de aprendizaje social diario de la experiencia
histórica de nuestro pueblo -; gobernabilidad, pensando encontrar en la
administración pública haya eficiencia y eficacia de su burocracia – genera
mucha duda encontrar esa calidad administrativa – pero, en general, si no hay CONFIANZA, si nosotros no tenemos
confianza, sino construimos confianza social – ciudadanía, sociedad civil- y no
logramos forjar un nuevo trabajo social y político en las Instituciones, nos
encontramos con realidades como Brasil, Chile, Perú, Colombia, Venezuela (hoy ) México –
la situación ya es más delicada políticamente - o a nivel global en otras experiencias como España, Grecia,
Portugal, Francia, Italia, Irlanda, Turquía, Reino Unido. Y
finalmente ante nuestra inoperancia política, la propia destrucción política de
la democracia, justificar políticamente
una democracia ciega, sorda, novelada, elitizada – infestada muchas veces
de radicalismo étnico religioso – nos conduce hoy a justificar un “golpe de estado militar”, como un proceso político de “salvación” de la democracia.
La crisis y destrucción de la actual civilización humana está llegando a su “crisis final”, destruido
por el propio ser humano: Políticos, banqueros, financieros y corporaciones
transnacionales. Ahora sí expresamos, Otro Mundo Socialista, si es posible.
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Los acuerdos, alianzas, decisiones políticas de gobernabilidad "democrática" de los Líderes de la U. E. sólo favorecen a los intereses de la élite financiero-política gobernante: banqueros, comerciantes, inversionistas, prestamistas, aseguradoras, corporaciones y políticos mentirosos y corruptos.
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GOBERNABILIDAD Y DESARROLLO
HUMANO.
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Listín Diario.
Miércoles 31 de julio del 2013.
Félix Bautista.
Todos somos conscientes de la importancia de una buena gestión pública
para la materialización de una democracia fuerte que permita, a su vez,
alcanzar un verdadero desarrollo para todos los miembros de la sociedad.
Cuando la administración pública actúa conforme a principios básicos de
eficiencia y efectividad se logra la gobernabilidad.
Este término -gobernabilidad- de acuerdo a Manuel Alcántara Sáez,
politólogo y profesor e investigador de la Universidad de Salamanca, se define
como “la situación en la que concurren un conjunto de condiciones favorables
para la acción de gobierno; estas condiciones están en su entorno o son
intrínsecas a éste”.
El Banco Mundial, por su parte, entiende que la gobernabilidad reside
“en la forma del régimen político, en el proceso de ejercicio de la autoridad y
de gestión de los recursos económicos y sociales de un país para su desarrollo
y en la capacidad del gobierno para diseñar, formular e implementar sus
políticas y cumplir sus funciones”.
Otros expertos en el tema como, Ángel Flisfisch, politólogo y
exsubsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, señala que “se entenderá que
la gobernabilidad está referida a la calidad del desempeño gubernamental a
través del tiempo, ya sea que se trate de un gobierno o administración, o de
varios sucesivos, considerando principalmente las dimensiones de la
oportunidad, la efectividad, la aceptación social, la eficiencia y la
coherencia de sus decisiones”.
Como vemos, todas estas posiciones nos acercan a la idea de un “buen
gobierno” que actúe conforme a principios básicos como la justicia y la
eficacia, además de un irrestricto apego a la ley.
El concepto “gobernabilidad” implica para la Organización de Estados
Americanos (OEA), la existencia de una estabilidad institucional y política,
con efectividad en la toma de decisiones y la administración; continuidad y
consistencia de esas decisiones; una correlación estrecha entre las demandas de
la sociedad y la respuesta del gobierno a las mismas; y un estado de madurez
social que permita a los ciudadanos la capacidad de asumir responsabilidades
compartidas con el gobierno. La gobernabilidad se convierte entonces, en un
elemento fundamental en la democracia. Autores como Paul Hirst, sociólogo y
teórico político británico, explica que “la democracia ha debido ser
reinterpretada de acuerdo a las nuevas relaciones de los gobiernos con
organizaciones públicas y privadas, con miembros de la sociedad civil y
organizaciones no gubernamentales, con agencias y organismos internacionales y,
finalmente, con otros gobiernos”.
En América Latina, la gobernabilidad y su relación con la democracia ha
sido y sigue siendo particularmente importante, pues se entendía que a través
de una buena gobernabilidad se afianzarían los procesos democráticos que
rompieron con las dictaduras que durante años subsistieron en los países de la
región. Una buena gestión pública hace posible que los gobiernos puedan
afrontar tres elementos esenciales que han aumentado la incertidumbre de los
gobiernos y han afectado los niveles de gobernabilidad en Latinoamérica: la
globalización, las transformaciones económicas y los procesos de
individualización.
Es tal la importancia en lograrla en los últimos años que, inclusive, es
utilizada como un elemento a tomar en consideración al momento de evaluar el
desarrollo humano y la calidad de vida intrínseca al crecimiento económico de
los pueblos.
Es así como organismos internacionales, como el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), dedican esfuerzos puntuales en la lucha por
garantizar que los países de la región puedan alcanzar los niveles deseados de
buena gobernabilidad asociados a la democracia y el desarrollo humano. En
nuestro país la Unidad de Gobernabilidad Democrática del PNUD procura el
fortalecimiento de las instancias del estado vinculadas a la gestión pública a
través de tres grandes ejes: (i) consolidación de la democracia, brindando
apoyo tanto a nivel Legislativo, al órgano Estatal coordinador de los procesos
electorales y a los partidos políticos; (ii) fortalecimiento institucional de
los tres poderes públicos, en favor de la consolidación del Estado de derecho;
y (iii) organización de la gestión y administración pública, sobre la base del
desarrollo humano, gestión orientada al establecimiento de una cultura de
servicio público basada en la transparencia en la gestión de un Estado moderno,
eficiente y con participación de la ciudadanía.
El Art. 138 de la Constitución ha establecido ocho principios básicos
que deben regir la administración pública: eficacia, jerarquía, objetividad,
igualdad, transparencia, economía, publicidad y coordinación.
Igual importancia le otorga la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo
2030 (END), cuando plantea en el primer eje estratégico la necesidad de lograr
“un Estado social y democrático de derecho, con instituciones que actúan con
ética, transparencia y eficacia al servicio de una sociedad responsable y
participativa, que garantiza la seguridad y promueve la equidad, la
gobernabilidad, la convivencia pacífica y desarrollo nacional y local”. Para
lograrlo, se plantean cuatro objetivos generales: una administración pública
eficiente, transparente y orientada a resultados; el imperio de la ley y la
seguridad ciudadana; una democracia participativa con una ciudadanía responsable;
y una convivencia segura y pacífica.
El empoderamiento de los pueblos obliga a los gobiernos a que sus
actuaciones se ajusten a los mandatos constitucionales, focalizando el ser
humano y su desarrollo integral.
La gobernabilidad correlaciona las demandas de las sociedades y las
respuestas de los gobiernos; es esencial mejorar los niveles de las democracias
contemporáneas ampliando las oportunidades para las personas, aumentando sus
derechos y capacidades para que vivan conforme a sus valores y aspiraciones.
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