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Los
ciudadanos antes tenían derechos que se habían venido construyendo desde la
revolución francesa, es decir desde el inicio de la
modernidad. Lo que le hace a la modernidad es la igualdad ante la ley y eso
tiene que ver con franquicia política y ciudadanía. Por eso progresivamente se incorporaron al voto ciudadano los indios,
los analfabetas, los negros y las mujeres en el mundo occidental. En
cambio, los consumidores no tienen
sino derechos sobre lo que consumen. Los
derechos políticos se han ido desvaneciendo al mismo tiempo que se habla de
la “democracia”
como valor supremo. La democracia es un
bien de consumo que se expresa a
través de encuestas de opinión de mercado. La arbitrariedad del trato en el
paso por los aeropuertos es el mejor ejemplo de esto. El pasaporte errado puede llevar al sujeto a la revisión por drogas y a
la deportación, sin ninguna razón; o
sencillamente a quedarse parado en la manga del avión esperando alguna decisión
arbitraria sobre si tiene o no derecho de paso en ese aeropuerto
“internacional”. La apariencia también puede llevar a la muerte, como en el
caso de Jean Charles de Menezes,
asesinado por las fuerzas de seguridad británicas tras el atentado de Londres del año 2005. Su asesinato,
impensable, se transformó en una razón de Estado. “Mato por las dudas”. No
hay justicia, no hay detención, no hay reconocimiento de su status de ciudadano
de algún país con algún status en el Reino Unido, en este ejemplo. Es un consumidor de color subalterno,
fuera de sitio, seguramente desempleado, en un barrio de pocos recursos: un terrorista. Es
un excluido duro que no merece ningún respeto como ciudadano, o como ser
humano.
/////
Oscar
Ugarteche,
economista peruano, trabaja en el
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI
y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA).
***
OSCAR UGARTECHE: Elementos para
comprender la lectura de la economía y la crisis.
A propósito de
Foucault y La Ilustración.
*****
ALAI AMLATINA.
Jueves 15 de agosto del 2013.
Doscientos años después que terminara la verdad revelada, en
la Edad de la Razón, la humanidad se enfrenta nuevamente a una nueva verdad
revelada: el mercado. Si Dios antes era el portador de la verdad y el
conocimiento era un obstáculo fácilmente salvable para garantizar que dicha
verdad se mantuviera, hoy día es el mercado el portador de la verdad. El
mercado es omnipresente y perfecto: todo lo sabe y todo lo puede, habla y
escucha, en todo el orbe. El conocimiento, en cambio, no impide que dicha
verdad continúe extendiéndose como un dogma. Esa es la función de las teorías
neoliberales en lo económico y neo conservadores en lo político que conforman
la post modernidad que domina el modo de entender de inicios del siglo XXI. En
este campo, la filosofía política va por delante de la experiencia y propone un
ordenamiento social inexistente a partir de las relaciones individuales
únicamente. No hay intereses de clase, ni nacionales. Solo individuales que
deben de ser atendidos de inmediato. La inmediatez es un elemento de esta post
modernidad individualista llevada al extremo: la del agente económico aislado y
urgido.
Foucault en
Sujeto y Poder advierte que el sujeto humano está
inmerso en relaciones de producción y de significación y por lo tanto está
inmerso en relaciones de poder muy complejas. La interrogante que se plantea es
¿Qué legitima el poder? ¿Cómo se construye el significante del poder? Una vez
con una teoría del poder ya se puede aproximar al análisis de la realidad. La
búsqueda de Foucault no es la de Weber.
No busca la parte institucional del poder sino el cómo opera en las
conciencias. Busca el proceso de sometimiento, como se define la norma y lo que
está fuera de la norma. Sin ir muy lejos, cómo invade el sentido común y lo
transforma. Lo transforma con las ideas que quiere utilizar para someter, dentro de un contexto histórico muy definido:
económico y político.
El fascismo y el
estalinismo son dos formas patológicas de poder
dentro de contextos muy precisos. El poder puede por lo tanto transformarse
para someter del modo que encuentra más posible. Toda la discusión es sobre el
espacio que se abre para el poder y de qué manera invade y somete al sujeto
humano. A pesar de su locura interna, ambas formas usaron las ideas y los
procedimientos de nuestra racionalidad política. De esa misma manera, hoy día el mercado ha sometido la razón y la
política con el soporte político
neoconservador, más próximo al fascismo que al estalinismo, pero lejos de
los espacios democráticos en construcción a partir del siglo XVIII. Esto es
cierto para Estados Unidos y Gran Bretaña pero también lo es para gran parte de
Europa y América latina. La interacción
Sociedad-Estado está intermediada por el Mercado, le guste a quien le
guste. Todo lo que se aleja de esta interacción es anatema, se aleja del dogma
y debe de ser excomulgado: por ejemplo Venezuela,
Ecuador, Bolivia, la mala izquierda en palabras de un político
neoconservador mexicano que antes fuera del Partido Comunista Mexicano.
Dice Foucault
que la palabra racionalidad es peligrosa. No hay que invocar el proceso de la
racionalización en general, dice. Y del otro lado, en la teoría económica
contemporánea dominante, en el dogma, la racionalidad es la esencia. Los
sujetos son siempre “racionales” y deciden permanentemente sobre lo que
optimiza su función de utilidad. El problema con esta aproximación teórica es
que niega lo razonable y también lo poco razonable: los impulsos. “Lo quiero y me lo llevo” no es
racional, es humano. “Yo regalo” tiene
que ver con formas de enlace y no con una función de utilidad- El “Nosotros” en el colectivo más amplio
no tiene un lugar en la sociedad actual.
Empero cuando se aprecia el modo como con la progresión del neoliberalismo primero, y la crisis del milenio después, los autoritarismos y las intolerancias van avanzando y se van constituyendo como nuevos sentidos comunes. El torturar en vez de detener; matar en lugar de hacer justicia; deportar en vez de ver mejores condiciones de trabajo; vamos viendo una regresión social sustentada en la división absoluta de la sociedad después del colapso del socialismo real. Sindicatos destrozados en el nombre de la generación de empleo (que no ocurre); universidades públicas devastadas en el nombre de la libre empresa en la era del conocimiento (sin evidencia de éxito); el sujeto político ha dejado de ser ciudadano y ha sido transformado en consumidor. Con salarios deprimidos y la necesidad del consumo inyectada al sentido común, el consumidor se convierte en un deudor inmenso que debe los ingresos del resto de su vida por haber logrado vivir algo más allá de su capacidad. Y esa es la crisis. En medio de economías maduras estancadas, con tasas de crecimiento de la productividad mediocre y altísimo consumo; los consumidores, ex ciudadanos, le deben a la banca, al fisco y al prójimo y se van quedando sin empleo. Ya no siendo ciudadano, no tiene derechos más allá de los de los consumidores. Por esta razón la protesta social se reprime en todo el mundo usando el argumento de “terrorismo” y por lo tanto pueden acabar los líderes de la protesta en la cárcel sin acusación, o como vemos con Assange, sin ni siquiera derecho al asilo diplomático. Para algunos neoconservadores, el derecho de asilo es una perversión legal de los países atrasados.
Empero cuando se aprecia el modo como con la progresión del neoliberalismo primero, y la crisis del milenio después, los autoritarismos y las intolerancias van avanzando y se van constituyendo como nuevos sentidos comunes. El torturar en vez de detener; matar en lugar de hacer justicia; deportar en vez de ver mejores condiciones de trabajo; vamos viendo una regresión social sustentada en la división absoluta de la sociedad después del colapso del socialismo real. Sindicatos destrozados en el nombre de la generación de empleo (que no ocurre); universidades públicas devastadas en el nombre de la libre empresa en la era del conocimiento (sin evidencia de éxito); el sujeto político ha dejado de ser ciudadano y ha sido transformado en consumidor. Con salarios deprimidos y la necesidad del consumo inyectada al sentido común, el consumidor se convierte en un deudor inmenso que debe los ingresos del resto de su vida por haber logrado vivir algo más allá de su capacidad. Y esa es la crisis. En medio de economías maduras estancadas, con tasas de crecimiento de la productividad mediocre y altísimo consumo; los consumidores, ex ciudadanos, le deben a la banca, al fisco y al prójimo y se van quedando sin empleo. Ya no siendo ciudadano, no tiene derechos más allá de los de los consumidores. Por esta razón la protesta social se reprime en todo el mundo usando el argumento de “terrorismo” y por lo tanto pueden acabar los líderes de la protesta en la cárcel sin acusación, o como vemos con Assange, sin ni siquiera derecho al asilo diplomático. Para algunos neoconservadores, el derecho de asilo es una perversión legal de los países atrasados.
Los
ciudadanos antes tenían derechos que se habían venido construyendo desde la
revolución francesa, es decir desde el inicio de la
modernidad. Lo que le hace a la modernidad es la igualdad ante la ley y eso
tiene que ver con franquicia política y ciudadanía. Por eso progresivamente se
incorporaron al voto ciudadano los indios, los analfabetas, los negros y las
mujeres en el mundo occidental. En cambio, los consumidores no tienen sino
derechos sobre lo que consumen. Los derechos políticos se han ido desvaneciendo
al mismo tiempo que se habla de la “democracia”
como valor supremo. La democracia es un bien de consumo que se expresa a través
de encuestas de opinión de mercado. La arbitrariedad del trato en el paso por
los aeropuertos es el mejor ejemplo de esto. El pasaporte errado puede llevar
al sujeto a la revisión por drogas y a la deportación, sin ninguna razón; o
sencillamente a quedarse parado en la manga del avión esperando alguna decisión
arbitraria sobre si tiene o no derecho de paso en ese aeropuerto
“internacional”. La apariencia también puede llevar a la muerte, como en el
caso de Jean Charles de Menezes,
asesinado por las fuerzas de seguridad británicas tras el atentado de Londres
del año 2005. Su asesinato, impensable, se transformó en una razón de Estado. “Mato por las dudas”. No hay justicia,
no hay detención, no hay reconocimiento de su status de ciudadano de algún país
con algún status en el Reino Unido, en este ejemplo. Es un consumidor de color
subalterno, fuera de sitio, seguramente desempleado, en un barrio de pocos
recursos: un terrorista. Es un excluido duro que no merece ningún respeto como ciudadano,
o como ser humano.
Vamos regresando a etapas creídas superadas e imposibles de
retorno: de muertes arbitrarias desde el Estado, colocado por encima de la ley.
Los musulmanes de hoy en Europa son los judíos de los años 30. Subordinados,
maltratados y discriminados son el blanco de la responsabilidad de los efectos
de la crisis. Los 150 inmigrantes
musulmanes muertos en Alemania,
cuyos casos han sido ocultados por la policía y luego ocultada la
responsabilidad de la propia policía en los casos es una repetición de nuevo
cuño de procesos anteriores de entreguerras. Fenómenos análogos se han visto en
Noruega, donde un supremacista mató a decenas de estudiantes porque serán
tolerantes en el futuro, en Francia y en
España, por nombrar los casos más vistos. Los retrocesos dentro de la
política de Estados Unidos; la
situación del Vaticano; la política
migratoria europea; y la persistencia de una teoría económica que lanzó una
trayectoria critica que no puede detener, hace pensar que el poder mutó a un
conjunto de actores que tiene que ver con la riqueza de un sector pequeño antes
que con el desplazamiento del poder entre un país y otro, entre un hegemón y
otro; o entre un conjunto de ideas y otro. El retroceso social, aunado al
retroceso político y la persistencia de una crisis de gran magnitud en las
economías líderes abren interrogantes sobre los fundamentos filosóficos del poder.
¿La razón?
El papel de la filosofía es impedir que la razón vaya más
allá de los límites dados por la experiencia, dice Foucault a propósito de Kant. Kant, de su lado, dice en Qué es la
Ilustración:
“La ilustración
es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la
imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta
incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia
sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de
otro. ¡Sapere aude!(1)”
El papel del
maestro, dice Kant, es restringir el espacio del pupilo y
advertirle los peligros de caminar solo en un su búsqueda de la verdad y la
razón. Es decir el objeto de la escuela,
para Kant, es limitar el conocimiento y canalizar el dogma. No busca más
aunque si es un buen maestro, tendrá un espacio donde repite el dogma y otro
donde discute sus propias ideas. Eso
hace un buen maestro. La mayor parte sin embargo enclavan prejuicios y
terminan víctimas de esos mismos prejuicios.
La
libertad es lo esencial para la búsqueda. Foucault en su ensayo breve titulado igual que
el de Kant ¿Qué es la ilustración?
desmenuza las posturas del filósofo alemán y plantea el problema del conocimiento y la libertad de conciencia:
“Cabría pensar que no hay en ello nada muy diferente de lo
que se entiende, desde el siglo XVI, por
la libertad de conciencia: el derecho a pensar como se quiera con tal que
se obedezca como se debe. Ahora bien es aquí donde Kant hace intervenir otra distinción y de una manera bastante
sorprendente. Se trata de la distinción entre uso privado y uso público de la
razón; Pero a continuación añade que la razón debe ser libre en su uso púbico y
sumisa en su uso privado, Lo que es, palabra por palabra, lo contrario de lo
que se llama de ordinario la libertad de conciencia”.
La dificultad e interrogante para Foucault es cuánto espacio tiene el docto para distanciarse
del dogma antes de ser anatemizado. Lo que es cierto es que en cuanto docto, el
sujeto tiene gravitación sobre la verdad y el dogma. En esa medida además no
puede ser frenado. De otro lado, si el cuestionamiento del dogma es lo
suficientemente fuerte, ¿Pertenece aún a la congregación de los creyentes?
En los tiempos que corren, donde el dogma económico corre libremente y se advierte sobre los peligros de la enseñanza de ninguna otra cosa que el dogma y se estigmatiza lo que no es dogma, cerrándose escuelas heterodoxas y castigando la enseñanza de marxismo, quizás sea el momento de abrir las puertas a la razón y dejar que fluya en pos de una comprensión de lo que ocurre.
Este pequeño trabajo está dividido en tres partes. El primer capítulo tiene que ver con la naturaleza compleja de la crisis y los aspectos más complejos del lado financiero de esta, terminando con los retos que nos deja. Esto es fruto de una serie de conferencias en Quito, una el año 2008 organizada por la UNESCO dentro del proyecto MOST y la otra en el año 2009 en el Congreso de la República de Ecuador y una tercera vez en la inauguración del año lectivo 2009 en la Escuela Preparatoria 1 de la UNAM en México. El segundo capítulo tiene que ver con la existencia y pervivencia del sistema financiero o si algo cambió esencialmente. Nuestra hipótesis es que hay un cambio y que el sistema dejó de serlo y se transformó en complejo financiero bancario. Esta conferencia fue presentada en las IX Jornadas Monetarias del Banco Central de la República Argentina en Buenos Aires, octubre 1 y 2 del 2012. El capítulo 3 tiene que ver con la concentración del ingreso como el objeto de la política económica en los últimos treinta años y se adelanta sin las discusiones previas correspondientes.
En los tiempos que corren, donde el dogma económico corre libremente y se advierte sobre los peligros de la enseñanza de ninguna otra cosa que el dogma y se estigmatiza lo que no es dogma, cerrándose escuelas heterodoxas y castigando la enseñanza de marxismo, quizás sea el momento de abrir las puertas a la razón y dejar que fluya en pos de una comprensión de lo que ocurre.
Este pequeño trabajo está dividido en tres partes. El primer capítulo tiene que ver con la naturaleza compleja de la crisis y los aspectos más complejos del lado financiero de esta, terminando con los retos que nos deja. Esto es fruto de una serie de conferencias en Quito, una el año 2008 organizada por la UNESCO dentro del proyecto MOST y la otra en el año 2009 en el Congreso de la República de Ecuador y una tercera vez en la inauguración del año lectivo 2009 en la Escuela Preparatoria 1 de la UNAM en México. El segundo capítulo tiene que ver con la existencia y pervivencia del sistema financiero o si algo cambió esencialmente. Nuestra hipótesis es que hay un cambio y que el sistema dejó de serlo y se transformó en complejo financiero bancario. Esta conferencia fue presentada en las IX Jornadas Monetarias del Banco Central de la República Argentina en Buenos Aires, octubre 1 y 2 del 2012. El capítulo 3 tiene que ver con la concentración del ingreso como el objeto de la política económica en los últimos treinta años y se adelanta sin las discusiones previas correspondientes.
En abstracto el planteo es que la crisis es múltiple, que el complejo financiero ha tomado el control
de la marcha económica y del Estado
en los Estados Unidos y Gran Bretaña desde los años 80 de manera creciente y que ellos han planteado tanto un sentido
común académico como una política macroeconómica cuya finalidad es concentrar
el ingreso. El objeto de la política
macroeconómica no es estabilizar la macroeconomía, sino concentrar el
ingreso, por la evidencia que de manera contundente se presenta desde África hasta Europa en las últimas
décadas.
El marco
foucaultiano sirve para abrir caminos de
comprensión que a su vez den espacio para proponer nuevas lecturas tanto de la
crisis como de las razones para la comprensión más amplia de la misma. También sirve para
la acción: Conocer es poder.
*****
1) ¡Ten audacia
de saber!
- Oscar
Ugarteche, economista
peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio
Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
(Texto de Introducción al libro La Gran Mutación. El capitalismo real del siglo XXI. Serie
Breviarios, IIEC UNAM, agosto 2013.)
*****
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