25 Años festeja la derecha a nivel
universal, La Caída del Muro de Berlín, sepultó el socialismo realmente NO
existe, si decimos no existente, porque eran muchos años anteriores, que el socialismo dejó de construirse en todo
el mundo socialista –la burguesía había retomado el poder, los reformistas en
otros países fueron verdaderos enemigos del proceso en otros parlamentarismo
reformista bloqueó por todos los medios el desarrollo socialista y también los
militares capturaron el gobierno. Cayó y
se terminó el Socialismo, como expresan felices los escribas del
capitalismo, sicofantes de un proceso
histórico de transformación revolucionaria.
La democracia liberal representativa,
ganó, derrotó a su más serio y difícil enemigo político de clase, la democracia
popular socialista, pero ahora – inicios de la década del 90’ – la democracia
burguesa, deberá luchar, enfrentar a
otro serio competidor, enfrentar a la propia democracia liberal en un escenario
global, donde se impuso en forma violenta la “nueva” ideología y política de la globalización: el neoliberalismo.
Pero en los mismos tiempos históricos y
políticos, de los 90’, se presentó ante el mundo tres nuevas propuestas
políticas que respondían a una sola ideología, la del neoliberalismo: “El fin de la historia y el último hombre”, “El Fin de la política”
y el “Fin de la Sociedad del Trabajo”,
ha pasado 25 años, y ninguna llegó a su
fin, el neoliberalismo y sus escribas simplemente utilizaron todas las
artimañas legales e ilegales para justificar una alegría de un supuesto fin o
liquidación histórica del Socialismo y
hoy sigue más vivo que nunca. Pero además la burguesía y sus multitudes en
el mundo debió, también pronunciarse por los nuevos Muros de la Vergüenza que los globalizadores imperialistas
han levantado en varios escenarios
específicos del globo. El sionismo
judío, israelí y la construcción del muro que encierra en vida a Palestina, ah, la burguesía y sus
alegres defensores no han dicho absolutamente nada. Y el muro que ha levantado Estados Unidos en la frontera con México, España para prohibir la
migración que vienen del continente africano, y así hay en varios países del
mundo. Ah aquí no has celebraciones, sólo silencio, y más silencio. Ahora
veamos que dice Marx,
sí el mismo que escribió hace más de 150 años el Capital. Ahora vamos a leer
sobre La caída del Muro de Berlín.
/////
MARX HABLA SOBRE LOS 25 AÑOS
DE LA CAIDA DEL MURO DE BERLÍN.
*****
Domingo
9 de noviembre del 2014.
Marcelo
Colussi (especial para ARGENPRESS.info).
No
puedo dar los detalles precisos, sino simplemente hacer saber que recibí esta
carta. Con mi pobre alemán me permití hacer la traducción, y como creo que esto
es muy importante, hago circular el texto de marras en su versión española.
Trabajadores del mundo:
Las
fuerzas de la derecha internacional festejan alborozadas estos 25 años de la
Caída del Muro de Berlín. Pero se equivocan. ¿Qué festejan en realidad? ¿El fin
del socialismo?
La
historia, contrariamente a como dijo ese apologista del sistema de apellido
Fukuyama hace algunos años atrás, no ha terminado. ¿De dónde saldría tamaño
disparate? La historia continúa su paso sin que sepamos hacia dónde va. Hoy,
sin temor a equivocarnos, dadas las características que ha tomado el sistema
capitalista internacional, perfectamente podría estar dirigiéndose hacia la
aniquilación de la especie humana, dado el afán de lucro imparable que lo
alimenta, y que bien podría llevar al holocausto termonuclear de activarse
todas las armas de destrucción masiva que existen sobre la faz del planeta. O
también, dado ese afán insaciable de obtención de ganancia que no puede
eliminar, a la destrucción del planeta por el consumo irracional que se está
llevando a cabo.
Las
fuerzas de la derecha cantan victoriosas su supuesto triunfo, pero en realidad
no hay ningún triunfo. Como escribí alguna vez en mis años mozos, siendo
discípulo del Profesor Hegel: el amo tiembla aterrorizado delante del esclavo
porque sabe que inexorablemente tiene sus días contados.
¿Qué
quise decir en su momento con esta frase, algo enigmática quizá, antes de
ponerme a estudiar economía política para luego redactar el Tomo I de El
Capital? Pues no es nada complicado: aparentemente el sistema capitalista
“triunfó” de manera inexorable sobre las experiencias socialistas que se
estaban construyendo, siendo la demostración palpable de ello la caída de este
muro de la que ahora se cumplen 25 años. Supuestamente, según la fanfarria con
que esa derecha presenta las cosas, la misma población alemana del este,
“sojuzgada” por el yugo socialista, habría derrumbado el tal muro para
“liberarse” y acceder a las bondades del capitalismo. ¡Pamplinas! Puras
pamplinas, estupideces con que los actuales medios masivos de comunicación
presentan las cosas.
En
realidad lo que esta derecha, por ahora ganadora, festeja es que el Amo, para
tomar la metáfora hegeliana (léase: la clase capitalista) alejó por un tiempo
el fantasma que la persigue (la clase trabajadora y la posibilidad que alguna
vez la misma se organice, abra los ojos y la expropie, tal como pasó varias
veces durante el siglo XX, en Rusia, en China, en Cuba). Es decir: la clase por
ahora dominante (industriales, banqueros, terratenientes) sabe que está sentada
sobre un barril de pólvora; sabe que los trabajadores del mundo (obreros
industriales urbanos –que fue lo que yo más estudié en su momento–, campesinos,
trabajadores explotados de toda índole, sub-ocupados y desocupados –lo que yo
en otro tiempo llamé Lumpenproletariät, es decir: población excluida y
marginalizada) en algún momento van a explotar.
La
historia de la humanidad, y también la historia del capitalismo, se los
muestra. Las clases oprimidas aguantan (porque no tienen otra alternativa,
porque están sojuzgadas, reprimidas brutalmente a veces, manipuladas en otras
ocasiones). Aguantan hasta que, llegado a un punto de la acumulación de
contradicciones, estalla un período de violencia revolucionaria, transformándose
las relaciones de poder, pasando la propiedad de los medios de producción de
una clase a otra. Esto la derecha lo sabe. Sabe muy claramente que la propiedad
privada de esos medios es un saqueo legalizado; sabe con precisión milimétrica
que no puede dejar ni por un segundo de cuidar esa propiedad, asentado en una
explotación inmisericorde. Sabe que si se descuida, si deja de proteger a capa
y espada sus privilegios, las grandes mayorías excluidas se levantan. Por eso,
día a día, minuto a minuto, no dejan de controlar y evitar que los trabajadores
se organicen, piensen, conozcan la verdadera realidad. Por eso los embrutecen
con dádivas: es decir, el viejo pan y circo de los romanos.
Pero
esa derecha sabe que el barril de pólvora sobre el que está sentada puede
explotar, lo cual significaría perder sus privilegios de clase. De hecho, eso
ya sucedió varias veces el siglo pasado. Por eso mismo, ante el retroceso que
sufrió el primer Estado obrero del mundo, la llamada Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, las fuerzas de la derecha cantaron victoria, mostrando
el derribamiento del Muro de Berlín como la caída de las ideas socialistas.
Dicho de otra manera: como están tan aterrorizados con la posibilidad que los
trabajadores reaccionen alguna vez, se permitieron mostrar ese incidente como
el fracaso inexorable de las ideas socialistas. Pero ello no es sino una
demostración del pavor que sienten a ser expropiados. De ahí que lo presenten
como un triunfo apoteósico y que cierra de una vez la historia.
No
hay dudas que con la involución que sufrieron las primeras experiencias
socialistas del mundo (la Unión Soviética se desintegró, China se abrió al
mercado capitalista, Cuba quedó flotando en el aire como pudo), el capitalismo
internacional avanzó groseramente sobre las conquistas de los trabajadores
obtenidas a fuerza de sacrificio en décadas y décadas de lucha. Por eso ahora
ese sistema, que se autopresenta como ganador y única salida posible, se
permite explotar más aún que hace un siglo atrás. Hoy día se perdieron
conquistas sindicales, se hacen contratos sin prestaciones laborales, no se
respeta la jornada laboral de ocho horas, se expolia sin la menor pudicia y se
entroniza la figura del “ganador”.
No
hay dudas, para tratar de concluir la referida cita que hice más arriba, que el
sistema sabe que ya le va a llegar el turno, que su cabeza, igual que la del
monarca francés en 1789, rodará por el polvo. Por eso festeja este triunfo
parcial –que, sin dudas, hizo retroceder mucho al campo popular en estos últimos
años– como un triunfo absoluto, queriendo presentar las cosas como que con el
Muro de Berlín derribado terminó la explotación, y por tanto el ideal
revolucionario socialista de transformación social.
Pero
los trabajadores del mundo siguen siendo explotados, más que antes incluso,
apaleados, reprimidos. ¿Por qué no habrían de reaccionar? Tal vez hoy día, hay
que reconocerlo, los partidos comunistas están un tanto despistados. Mis ideas
–que, en realidad, no son mías, sino producto de una reflexión científica (¡no
digan “marxismo” sino materialismo histórico!)– se han querido presentar como
anticuadas, fracasadas, “pasadas de moda”. Nada más contrario a la verdad.
Mientras
siga la explotación en el mundo (y esa es la esencia del sistema capitalista)
habrá quien proteste, quien alce la voz, quien busque organizarse para cambiar
la situación. Que hoy día esa organización y los programas políticos al
respecto estén golpeados, es una cosa. Pero pretender que se esfumaron, que los
explotados quedarán contentos y felices con su condición de tales, que las
injusticias cesaron porque el sistema ganó esta batalla, es un craso error.
No
hay que olvidar que el capitalismo, como proyecto económico-político, comenzó a
surgir en los siglos XII y XIII, allá en la Liga de Hansen, y demoró varias
centurias hasta poder tomar mayoría de edad constituyéndose en sistema
dominante, casi a fines del siglo XVIII, tanto en Francia e Inglaterra como en
los nacientes Estados Unidos de América. Las experiencias socialistas no tienen
ni 100 años de vida. ¡No olvidarlo! Cantar victoria porque se ganó una batalla
es de mal guerrero. Lo único que demuestra es que sí, efectivamente, ese Amo
tiembla porque sabe que ya le va a llegar su guillotina…, aunque en este
momento se sienta ganador.
Los
25 años que ahora se pretenden festejar no son sino una demostración que el
sistema capitalista no tiene salida. Se festeja el triunfo de la explotación y
la injusticia. Si el sistema tuviera “responsabilidad social empresarial”, como
parece que ahora se puso de moda decir, debería echarse a llorar por el
descalabro absoluto que ha creado. Para decirlo sólo con dos ejemplos,
lapidarios y terminantes por cierto: en estos momentos –créanme que sigo muy de
cerca estos acontecimientos y estoy perfectamente informado– la humanidad
produce un 45% más de los alimentos necesarios para nutrir a los 7.300 millones
de almas que pueblan el mundo, y vergonzosamente la principal causa de muerte
sigue siendo nada más y nada menos que ¡el hambre! ¡Infame!, no caben dudas. Y para
terminar: la principal actividad de la especie humana, la que más ganancias
genera desde el punto de vista capitalista, la vanguardia de la ciencia y de la
técnica es la producción de armamentos. Es decir: la defensa a muerte de los
privilegios de algunos. ¡Más patético todavía!
Por
tanto, camaradas, los insto a que no nos dejemos confundir por estos cantos de
sirena: la derecha no festeja un triunfo sino que sigue estando en guerra, y
con miedo, porque sabe que los trabajadores, tarde o temprano, reaccionaremos.
Hoy, como hace un siglo y medio, la consigna no es lamentarse por la paliza recibida recientemente ni quedarse embobados viendo la televisión. Sigue siendo como escribí con Federico en 1848: “No hay nada que perder más que las cadenas. Por tanto: ¡uníos!”
Hoy, como hace un siglo y medio, la consigna no es lamentarse por la paliza recibida recientemente ni quedarse embobados viendo la televisión. Sigue siendo como escribí con Federico en 1848: “No hay nada que perder más que las cadenas. Por tanto: ¡uníos!”
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