QUÉ ES EL GLIFOSATO?.- El glifosato es un
herbicida no selectivo de amplio
espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial
los perennes. Es un herbicida total. Es absorbido por las hojas y no por las
raíces. El glifosato
(N-fosfonometilglicina,
C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida
no selectivo de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de
arbustos, en especial los perennes. Es un herbicida total. Es absorbido por las
hojas y no por las raíces. Se puede aplicar a las hojas,
inyectarse a troncos
y tallos,
o asperjarse a tocones como herbicida forestal. La aplicación de glifosato mata las plantas debido a que suprime su
capacidad de generar aminoácidos aromáticos. El glifosato es el principio
activo del herbicida Roundup
(nombre comercial producido por Monsanto,
cuya patente expiró en 2000).
Monsanto patentó en algunos países el evento "40-3-2" en la soja transgénica,
el cual confiere resistencia al glifosato.
Aunque existen actualmente muchos otros tipos de cultivo resistentes al glifosato
como maíz, algodón, canola, etc.
EFECTOS
SOCIALES Y AMBIENTALES DEL USO DEL GLIFOSATO
Los herbicidas, especialmente el glifosato, son
ampliamente utilizados en todo el mundo. Países como Argentina, Colombia y Brasil sufren, además de las consecuencias
ecológicas y sanitarias derivadas de su uso, agresión social y política. Sobre esto se ha escrito muchísimo, por lo que sólo
daré algunos elementos que me parecen especialmente importantes y/o
desconocidos.
El glifosato no sólo afecta a las plantas a las que se supone que
va dirigido. Es importante estudiarlo no sólo por las consecuencias sobre la
salud humana, sino por las que tiene sobre el medio ambiente. Desde la
contaminación de aguas por su gran estabilidad, a la disminución en la
supervivencia de diferentes artrópodos, lo que afecta gravemente a la cadena
trófica de los entornos agrarios donde se utiliza este herbicida.
Muchos
de los estudios realizados están hechos en ambientes controlados, exponiendo a los organismos a niveles controlados
del herbicida o adyuvantes. Existe algún estudio muy interesante que tiene en
cuenta otros elementos existentes en los ecosistemas, que incrementan la
toxicidad del glifosato. El glifosato no se utiliza únicamente en el control de
"malas hierbas", sino que se utiliza para destruir distintos cultivos,
tanto legales como ilegales. Numerosas
organizaciones sociales, humanitarias y ecologistas han denunciado su uso
en las fumigaciones llevadas a cabo por el Plan Colombia. Porque las
fumigaciones no sólo afectan al medio ambiente, sino que directa e indirectamente
afectan a la salud y a la vida de las
personas provocando el desplazamiento de poblaciones enteras.
Suponiendo que
la especificidad del compuesto fuese tan elevada como para sólo afectar a la enzima que sintetiza esos aminoácidos esenciales
en las plantas, su acción sin duda también afecta a la flora microbiana
necesaria para mantener la fertilidad y el equilibrio ecológico del suelo. Incluida
la flora necesaria para que plantas como la soja se desarrolle correctamente. Es importante indicar la aparición de
resistencias al glifosato. Tanto por transferencia entre plantas
transgénicas y silvestres, como por mutaciones de novo. Estas resistencias
hacen que sea necesario el uso de más cantidad de producto, con las
consecuencias obvias. Pero no sólo está causando estragos en países
empobrecidos. En países como España hay
estudios de los efectos de la fumigación del glifosato en riveras de los ríos
como el Llobregat en la provincia de
Barcelona. Según un estudio realizado por la Universidad de Barcelona, por el Dr. Puértolas, el uso
del glifosato en esta zona afecta negativamente a la fauna y flora del río
Llobregat. Su
uso en parques y otros lugares públicos en ciudades como Barcelona está siendo
objeto de denuncia por organizaciones ecologistas.
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La fumigación de cultivos ilícitos con glifosato ha dañado el ambiente de la selva colombiana. Crédito: Dominio público.
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ARRECIA CAMPAÑA CONTRA GLIFOSATO EN CULTIVOS LATINOAMERICANOS.
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Fabiana
Frayssinet.
IPS. Agencia de Noticias.
Miércoles 8 de abril del 2015.
BUENOS AIRES, 8 abr 2015 (IPS) - Tras el
dictamen de la Organización Mundial de Salud (OMS) sobre los efectos
“probablemente cancerígenos” del glifosato, se intensifica la campaña en
América Latina para prohibir “antes que sea tarde” ese herbicida, el más
vendido en la región y usado masivamente en los cultivos transgénicos.
En una publicación el 20 de
marzo, los científicos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre
Cáncer de la OMS incluyeron al herbicida más usado en el mundo
como “probable” causa de la enfermedad, como resultado de numerosos estudios.
Con ese informe,
organizaciones sociales y científicas latinoamericanas consideran que los
gobiernos no tienen más excusas para no intervenir, después de años de
investigación sobre el daño a la salud y al ambiente del glifosato a nivel
regional y mundial.
“No podemos admitir más el uso de estos venenos porque destruyen la
biodiversidad causando alteraciones climáticas, acabando con la fertilidad del
suelo, contaminando las aguas e incluso el aire. Y sobre todo, traen más
enfermedades y cáncer”: Joao Pedro
Stédile.
“Creemos
que se debe aplicar el principio de precaución y evitar seguir acumulando
información de investigaciones, a fin de tomar decisiones que pueden llegar muy
tarde”, declaró Javier Souza, coordinador de la Red de Acción en
Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina (Rap-Al).
“Abogamos
por la prohibición del glifosato que debería comenzar a corto plazo con
restricciones a la compra, sus aplicaciones y envases”, agregó a IPS el también
responsable del Centro de
Estudios sobre Tecnologías Apropiadas de Argentina.
Carlos Vicente, dirigente de GRAIN, recordó
a IPS que el herbicida ingresó al mercado a mediados de los 70 y se extendió
masivamente por el Cono Sur americano, promovido por la estadounidense
corporación de biotecnología Monsanto.
“Su
aumento sostenido obedece en gran parte a los cultivos transgénicos,
genéticamente modificados para tolerar el glifosato, como la soja RR
(Roundup Ready), introducida en Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y otros
países”, explicó el representante de la organización internacional que promueve
la actividad campesina y la agricultura sostenible.
La soja transgénica ocupa
50 millones de hectáreas en la región y en su cultivo se utilizan 600 millones
de litros anuales del herbicida, aseguró.
En total, según datos de
Souza, hay 83 millones de hectáreas de cultivos transgénicos tan solo en
Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.
La publicación de la OMS
“es muy importante pues demuestra que pese a las presiones de Monsanto es
posible pensar en una ciencia independiente al servicio del bien común y no a
los intereses corporativos”, aseguró Vicente.
Mosanto vende el glifosato
con la marca de Roundup, pero también se comercia bajo los nombres de
Cosmoflux, Baundap, Glyphogan, Panzer, Potenza, Rango, y en algunos sectores
campesinos se la conoce como “randal”.
Además de en los cultivos
transgénicos, este herbicida se aplica en sectores de la agricultura
tradicional, para hortalizas, tabaco, frutales y monocultivos forestales de
pino o de eucalipto, igual que en jardines y otras áreas urbanas o en vías
férreas.
Pero en la agricultura
tradicional se aplica tras la germinación de las semillas y antes de la
siembra, mientras en los transgénicos se hace durante la plantación, actuando
de forma no selectiva y destruyendo así variedad de plantas y pastos, de
acuerdo a Rap-Al.
Los habitantes de Malvinas Argentinas, un pueblo de la provincia de Córdoba,
en Argentina, mantienen bloqueada desde 2013 la construcción de la planta de
semillas de maíz transgénico de la corporación Monsanto, en una larga
movilización contra alegados efectos nocivos para la población y el ambiente.
Crédito: Fabiana Frayssinet /IPS
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“Esta
lluvia literal de glifosato impacta de manera directa los ecosistemas, las
comunidades, el suelo y en el agua, con impactos que ya son inocultables”,
subrayó Vicente.
“No
podemos admitir más el uso de estos venenos porque destruyen la biodiversidad
causando alteraciones climáticas, acabando con la fertilidad del suelo,
contaminando las aguas e incluso el aire. Y sobre todo, traen más
enfermedades y cáncer”, señaló a IPS el dirigente del brasileño Movimiento de los
Sin Tierra, Joao Pedro
Stédile.
El argentino Rafael
Lajmanovich, experto de ecotoxicología de la Universidad
Nacional del Litoral, ha investigado ampliamente al glifosato.
Consumo de glifosato en el Cono Sur.
• Brasil es desde el 2008
es el mayor consumidor mundial por persona de pesticidas y absorbe 20 por
ciento de su demanda mundial. El glifosato representa casi 40 por ciento de sus
aplicaciones.
• Argentina consumió en
2011 la cantidad de 238 millones de litros de glifosato, un incremento de 1.190
por ciento con respecto a 1996, cuando el país comenzó a producir soja
transgénica.
• En Paraguay, sexto
productor mundial de soja transgénica, se aplicaron más de 13 millones de
litros de glifosato en 2007.
• En Uruguay, donde también
avanza ese cultivo transgénico, se aplicaron en 2012 un mínimo de 12 millones
de litros.
Fuente: GRAIN
“Aunque
no están referidos a salud o carcinogenesis humana, demostraron en modelos
animales (embriones de anfibios) que el glifosato es ‘teratogénico’, es decir
que produce malformaciones durante el desarrollo de estos vertebrados”, explicó
a IPS el también integrante del gubernamental Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
“Además,
en esos modelos, comprobamos que produce efectos sobre la actividad de
sistemas enzimáticos muy importantes (colinesterasas) que le confiere cierto
grado de neurotoxicidad”, agregó.
Estudios epidemiológicos
señalaron efectos en comunidades afectadas por pulverizaciones de glifosato.
“Las
principales afecciones que los científicos y médicos rurales han vinculado con
esas aplicaciones, se refieren específicamente a enfermedades respiratorias,
alergias, abortos espontáneos, aumento del caso de niños nacidos con
malformaciones y una mayor incidencia en enfermedades tumorales”, agregó Lajmanovich.
Vicente, por su parte, destacó que
hay investigaciones aplicadas en varios países latinoamericanos, que van en la
dirección de la OMS. En Argentina, por ejemplo, estudios realizados en
las provincias de Rosario y de Córdoba “testimonian claramente el incremento de
los casos de cáncer que en algunos casos llegan a triplicar o quintuplicar la
media nacional”.
Otro ejemplo, En Colombia
el informe “Glifosato, prontuario de un plaguicida”,
elaborado por Rap-Al, las fumigaciones con Roundup en grandes áreas para
erradicar cultivos de coca y amapola, causaron incidentes de envenenamiento en
más de 4.000 personas y animales. Ese estudio incluye casos de intoxicación en
Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Souza criticó que en
América Latina el herbicida se venda sin restricciones en comercios de forrajes
y agroquímicos, ferreterías y negocios similares, muchas veces
“fraccionado y en envases de gaseosas”.
El brasileño Stédile, integrante también de la
organización internacional Vía Campesina, espera que esta región y también
Europa prohíban su aplicación agrícola, como hizo Holanda.
Propuso como alternativa
“una producción agroecológica, que combine el conocimiento científico con la
sabiduría milenaria de los campesinos, para desarrollar cultivos sin uso de
venenos, adecuados a cada bioma”. Esa metodología ha aumentado “la
productividad del suelo y del trabajo, mejor que las prácticas que utilizan
venenos”, aseguró.
No se trata, reforzó
Vicente, de reemplazar el glifosato por nuevos herbicidas, varios aún más
tóxicos, “sino de cambiar hacia un modelo de agricultura agroecológica de
base campesina, que se oriente a la soberanía alimentaria de nuestros pueblos”.
Para Stédile, los gobiernos
sudamericanos mantienen el apoyo a la agricultura transgénica pese a las
evidencias de los daños sanitarios y ambientales, porque piensan que “el
agro negocio puede ayudar a la economía aumentado las exportaciones de
‘commodities (materias primas)’, contribuyendo al equilibrio de sus balanzas
comerciales”.
Esa “ilusión de las
exportaciones” impide a los gobiernos afrontar lo que calificó como “un
verdadero genocidio”, se lamentó.
Vicente pidió que ahora que
la OMS ratifica investigaciones regionales, ello “se refleje en medidas
concretas” gubernamentales.
Monsanto rechaza calificación.
En un comunicado, Monsanto criticó el informe de los
científicos de la OMS como “ciencia
basura” y demandó una rectificación del organismo, a lo que los científicos
recordaron que su indicación es que el glifosato es “probable”
cancerígeno y no lo han dado por seguro.
Consideró que es
“incompatible” con décadas de “continuos exámenes exhaustivos de seguridad”
realizados sobre el glifosato por “autoridades reguladoras de líderes de todo
el mundo” que lo calificaron de “seguro para la salud humana”.
Para Lajmanovich, la posición de una empresa
“no puede prevalecer sobre la de una institución internacional de reconocido
prestigio y rectora del cuidado de la salud mundial como la OMS”. Además, recordó, Monsanto consideraba los
informes la OMS como “buena ciencia” cuando apuntaban
que el glifosato era “inocuo”.
Editado por Estrella Gutiérrez.
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1 comentario:
Quiero seguir el blog, pero no me lo permite. flaviadifilippo@gmail.com
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