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LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA?. ES TAN DIFÍCIL
POR EL SECTARISMO VENENOSO, LAS ELITES POLÍTICAS Y LOS VIEJOS CAUDILLOS
PROVINCIANOS? BARRANTES EN LA HISTORIA.- La izquierda
limeña, los dirigentes políticos – muchos de ellos cansados y taciturnos –
porque recorrieron muchas “tiendas políticas”, siguen pensando que Lima es el
Perú. La izquierda nacional –limeña – está totalmente alejada de los intereses,
derechos y reivindicaciones de los pueblos del Perú Profundo. Este trabajo
mientras tenga esta tónica, este mismo camino, seguirá el divorcio político,
con la perspectiva de que se ahonden sus diferencias y continúen las divisiones
y difícil será forjar y construir un camino de unidad. Porqué?:
1.- Es un trabajo de “unidad” de élites y nombres, están pensando
en los años 60 o 70’ del siglo XX, donde los nombres de los dirigentes “gozaban”
de gran confianza política.- Los tiempos cambiaron profundamente, las
condiciones políticas internas de los partidos, movimientos hoy son totalmente “poli-clasistas”,
donde forjar o encontrar un Proyecto Político Nacional es muy difícil – por no
decir imposible – en relación a una transformación social y política en
Democracia. (Tal como está sucediendo en varios países latinoamericanos).
2.- No existe un
Programa de Gobierno de Unidad, trabajo y gobierno. Encontramos por el
contrario mucha violencia, ignorancia y pestilencia sobre los problemas
nacionales. Todo esto se debe en lo fundamental a la ausencia absoluta de Una
Doctrina Científica, Una Plataforma Política de Gobierno. Existe un conjunto de
“declaraciones” coyunturales muy limitadas cuando se trata de abordar problemas
históricos.
3.- Existe demasiado caudillismo y familias completas que
se han apropiado de las bases político local-regionales. El caudillismo se une
al parasitismo político, al clientelaje burocrático, con el fin de aumentar el
número o los sectores sociales ligados directamente a los intereses personales
del caudillo, pero sin la menor alternativa de forjar un Proyecto Político
Nacional.
4.- No existe Identidad Política en la izquierda
nacional, como fue su patrimonio política más importante en los 70’ del siglo
XX. Como no hay “concepción político revolucionaria” es sumamente fácil caer en
los brazos del oportunismo, el caudillaje, las mafias políticas. No existe
responsabilidad política e histórica con un Paradigma Científico de cambios
sociales, innovaciones tecnológicas y compromiso revolucionario. Este principio
de principios es totalmente ignorado en el conjunto de grupos de izquierda
actual.
5.- Hay “clanes” tradicionales, propietarios de las organizaciones
sindicales y gremiales, que definitivamente, están conduciendo hacia el
precipicio de su propia destrucción y descomposición y representación. Hoy es
una completa realidad, su crisis final y la propia crisis la proyecta hacia los
partidos políticos de izquierda y el propio movimiento político de izquierda.
6.- Lo que hoy dificulta, entorpece la unidad de las
izquierdas, es el poder “feudal” tradicional de ciertas élites políticas de
izquierda, limeñas, capitalinas, total y absolutamente divorciados de los
movimientos de izquierda existentes en provincias. Los viejos “patrones” de la
política, en especial en la izquierda siguen vegetando por décadas. (Es tiempo
de jubilarse y dar paso a la renovación del liderazgo político de la
izquierda). Pero Lideres con Concepción Política de Clase (pero creo que es
mucho pedir) entonces Líderes en su
categoría o clase de Ciudadanos Políticos.
Dr. Alfonso Barrantes Lingán. Su trabajo político de forja y construcción de la Unidad de la Izquierda Peruana en los 80' del siglo XX hasta hoy sigue teniendo un reconocimiento histórico fundamental.
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7.- La desconfianza se ha generalizado en todos los
movimientos de izquierda, (hoy es un patrimonio de la derecha, centro y demás
sectas de la anti-política. primero por el poder tradicional, construido sobre
la base de ciertos Caudillos, otrora representativos, está en tota crisis de
confianza. La desconfianza social, política e institucional recorre todas las
venas desde la cabeza hasta los pies, como gangrena demoledora que acaba con la
legitimidad institucional de la Política, por su crisis estructural, histórica..
8.- En provincias también se ha reproducido el
surgimiento de las élites tradicionales, caudillista sin representación, son
pequeñas cúpulas de dirigentes acabados, desubicados políticamente, pero en
realidad son una verdadera rémora para forjar la Unidad. Familias completas son
propietarios absolutos de clanes políticos, seudo-partidos y pequeños
movimientos muy cuestionados.
9.- Ante la ausencia de la izquierda como Política, que vive
su propia crisis institucional – política, identidad, representación, partidos,
en las provincias, se han transformado
en verdaderos obstáculos, muros de contención que estorban la unidad política
de la izquierda. Están históricamente posicionados en escenarios, donde han sido
rebasados por la forja y reconocimiento de la Sociedad Civil Local – verdadero poder
popular – como escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases –
está presente la construcción social y cultural, nunca terminada y siempre
renovada de la Ciudadanía, - en especial la Ciudadanía Política-
10. Los líderes locales, con espíritu comunitario forjados
al calor de las luchas populares, en defensa
de los intereses locales y protección de su patrimonio tradicional, por
lo general son líderes de la Sociedad Civil, del Poder Local Popular – que muchas
veces están absolutamente distantes políticamente de las pequeñas o reducidas
élites socio-políticas de la izquierda tradicional, burocrática, familiar,
históricamente acantonada en viejas historias populares, sindicales, gremiales,
sociales y políticas. Políticamente se quedaron hasta antes de La Caída del
Muro de Berlín (noviembre de 1989).
11. Las elites político nacionales –como también locales –
se encuentra absolutamente separadas, alejadas, muchas veces controversiales
con los movimientos de la juventud. La propia juventud, mira con mucho recelo a
los distintos grupos de izquierda – que en varias provincias, como hace 40 años
– se devoran en el escenario del odio personal-familiar o viven recuerdos “imborrables”
de las viejas disputas entre “moscovitas” y pequineses o las históricas
jornadas populares de la Histórica Revolución Cubana.
12.- El Frente Amplio – un esfuerzo político de unidad –
como también el movimiento político Tierra y Libertad, son buenos intentos y
trabajos políticos de abrir sus puertas para construir la Unidad. Pero ojo, el
primer intento se fulminó por la indiferencia, la guerra interna de los
poderosos o por su fuerte peso elitista, limeño, citadino, que definitivamente
lo condujo hacia su descomposición final. En cuanto al segundo – por estar
inscrito ante el Jurado nacional – mantiene en escena una fuerte dosis de “cierra
puertas” hacia la unidad, soberbia de sus dirigentes – propietarios – sin un
pendón de historia, que los conduzca hacia un reconocimiento práctico de su
trabajo, su Proyecto Político Nacional, sino simplemente con un trabajo muy sacrificado
de reconocimiento institucional. Pero hoy es una verdadera oposición a la
Unidad. Históricamente el recuerdo de la Unidad Política de “Izquierda Unidad”
sigue pesando en el recuerdo popular. Alfonso
Barrantes Lingán jugó en la historia política de la Izquierda peruana una excelente performance de
forjar un Perú Nuevo en Nuestra América, lucha por un Mundo Nuevo.
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¿POR QUÉ SE DIFICULTA LA
UNIDAD DE LAS IZQUIERDAS?
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Por Manuel Guerra
Otra Mirada. Martes 7 de abril del 2015.
La lógica más elemental aconsejaría
que frente a la amenaza que la versión más putrefacta de la derecha neoliberal
triunfe en los comicios del 2016, la izquierda debería hacer esfuerzos para
unirse y unir a los más amplios sectores para enfrentar juntos ese proceso.
La misma lógica diría que las
izquierdas habrían aprendido la lección de lo que significó el derrumbe de
Izquierda Unida, de tantas derrotas recibidas desde entonces, de las reiteradas
frustraciones. Un simple razonamiento revelaría que la población que reclama
cambios no confía en una izquierda dividida, que en lugar de enfrentar al
verdadero enemigo se dedica al canibalismo irresponsable.
Ocurre, sin embargo, que las
estructuras de pensamiento arraigadas en muchos izquierdistas impiden razonamientos
de este tipo. En las década de los 70 y 80 los debates furibundos, las mutuas
exclusiones, incluso la odiosidad con que se trataban los izquierdistas eran
porque cada organización se consideraba depositaria de la pureza doctrinaria
marxista y descalificaba a los otros tildándolos de reformistas, revisionistas,
ultras, oportunistas y otros epítetos por el estilo. En el presente las fisuras
se ahondan en épocas electorales, en muchos casos obedecen a posturas
pragmáticas, aunque, claro está, disfrazadas de lenguaje radical.
Echado a andar el proceso electoral
al 2016, en parte de la izquierda se toma como línea divisoria de lo que es
correcto o incorrecto, de lo consecuente o inconsecuente, la posición respecto
a personajes como Susana Villarán, Salomón Lerner o Yehude Simons. No se parte
por un análisis de conjunto de las debilidades y fortalezas en el campo
popular, de la correlación de fuerzas y las tendencias dominantes, de
establecer la contradicción principal a resolver, de la estrategia que ha
puesto en marcha la derecha cavernaria, de la necesidad de aglutinar al máximo
de fuerzas para enfrentar a la amenaza del continuismo neoliberal. Se parte de
la descalificación a las citadas personas, y a partir de allí se establece la
política de alianzas.
Se aduce que la izquierda no puede ir de furgón de cola de gente poco confiable, porque luego va a ser traicionada, como ocurrió con Ollanta Humala. No se entiende que en la confluencia hacia un solo bloque que incluya a la izquierda y centro izquierda, no se está planteando que uno vaya a la cola del otro, sino de construir un proyecto entre todas las fuerzas comprometidas, articuladas por un programa común y cuyos candidatos se definan por métodos democráticos (un militante un voto). Además, en un frente de este tipo ninguna organización pierde su identidad y tendrá todo el derecho a crecer y difundir sus planteamientos.
Por lo demás, frente al temor por
una posible inconsecuencia o traición de determinados líderes, hay que señalar
que existe una doble responsabilidad. Por un lado, efectivamente, puede ocurrir
que determinado personaje, como Ollanta Humala, tenga una personalidad débil y
proclive a someterse a las presiones de los poderosos y terminar en la vereda
opuesta. Eso es un riesgo, más no por el riesgo de ahogarse no hay que cruzar
el río. Pero, por otro lado, está la responsabilidad de los sectores de
izquierda, que a la fecha no han podido recuperar los espacios populares
arrebatados por el fujimorismo, ni hacen una labor consistente para contrarrestar
la ofensiva mediática derechista que enajena la mente de la gente. Otra sería
la historia si los partidos de izquierda serían fuertes y se contara con un
pueblo consciente y organizado; en esto descansa la fuerza real que determina
la dirección que seguirá un proceso, incluso el comportamiento de los
liderazgos. Las recientes elecciones en Lima expresan justamente las
debilidades de la izquierda, más allá de si la gestión de Villarán fue la más
acertada o no. En la victoria de Castañeda Lossio, la responsabilidad recae
principalmente en los sectores de izquierda que no están disputando
adecuadamente los espacios políticos a la derecha cavernaria.
Volviendo a las estructuras mentales
que impiden o dificultan los procesos unitarios, tenemos en primer lugar una
estrechez de miras que ve el árbol, pero no el bosque, se agota en la coyuntura
y las ventajas de corto plazo, en lugar de mirar el horizonte y los objetivos
estratégicos. En segundo lugar, una falsa concepción de la hegemonía, que se traduce
en la lucha a muerte por los cargos y representaciones, en lugar de preocuparse
porque prevalezcan las ideas. En tercer lugar, considerarse unos a otros como
competidores en lugar de aliados; de allí que la relación entre los grupos de
izquierda esté marcada por la intención de infligirse derrotas, debilitarse
unos a otros, en lugar del apoyo y la colaboración que prevalece entre los verdaderos
aliados. El sectarismo que se nutre de
todo lo señalado, siempre va a presentarse como purista, como símbolo de la
honestidad, de la consecuencia, reserva moral o ángel justiciero. Estos
esquemas vienen de atrás y se reproducen una y otra vez, y siempre van a
encontrar un pretexto para justificar la división, siempre un chivo expiatorio
a quién achacarle la responsabilidad. La fragmentación, el individualismo
extremo, el pragmatismo, de lo que se nutre y se sirve el neoliberalismo, así
como el caudillismo que es parte de la política peruana, también han sentado
banderas en sectores de la izquierda y atentan contra la construcción de un
espacio unitario. Sin un cambio de estos esquemas mentales no se va a producir
unidad en la izquierda, o en todo caso se va a reducir a una unidad
superficial, circunstancial, frágil, como ocurrió en Izquierda Unida.
Está claro que la política peruana
necesita renovarse y que la izquierda puede jugar un papel rector en ese
sentido, siempre y cuando en ese proceso se renueve a sí misma y se coloque a
la altura que se requiere para resolver los grandes problemas nacionales. Esta
renovación, necesaria y obligatoria, tiene un carácter integral, que parte por
el cambio de mentalidad, de visión, también las formas de hacer política. Una
renovación que no podrá plasmarse, si no se asume también, como parte de este
proceso, la renovación generacional.
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